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lunes, 1 de febrero de 2021

Chistes con gatos

Una noche entre semana mis hijos se pusieron muy pesados con que querían ver la tele. Nosotros no les dejamos verla durante las comidas, excepto las cenas cine del fin de semana, para fomentar la conversación. Aunque, como dijo el otro día el mayor de las fieras, si las grabamos y las subimos a youtube nos forramos porque  siempre suelen acabar saliéndose de madre y hacia derroteros la mar de extraños. A veces acaban en risas y otras en llanto porque cuando se traspasan ciertos límites caen los castiguitos.



El caso es que ellos estaban erre que erre que querían tele y yo erre que erre que no. Y el padre estaba acabando una historia urgente del curro... Total, que cogí los dos gatos de peluche pequeños y les mandé a callar. Que empezaba el espectáculo.



Y allí me tenéis bamboleando peluches felinos y contando chistes a cual más malo en un gran alarde de memoria porque anda que no hace que cuento yo un chiste.



A pesar de lo cutre del tema los peques se partían y pedían más y más mientras comían sin protestar. Tanto fue así que tuve que acudir a Google porque mi repertorio de chistes en más bien escaso.

Cuando el padre llegó por fin a cenar, flipó con el espectáculo, pero no dijo nada porque vio a los churumbeles entusiasmados.

"Hay que grabarlo, es buenísimo", le decían al progenitor con lágrimas en los ojos... Y eso que los chistes eran malos, malos, malísimos.



El padre les ignoró y se sentó a cenar... y a disfrutar del show... o no.

Lo importante es que lo pasamos bien y que cenaron muy a gusto.

Yo ese día no tenía nada de hambre porque me había pasado con la merienda y sólo me comí la fruta. Así que pude desplegar mis pocas aptitudes de humorista sin problemas.

El fin de semana grabamos a los gatos chistosos y también nos lo pasamos en grande con la tontería. Si es que las actividades en familia no tienen por qué ser muy elaboradas para triunfar.

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