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miércoles, 21 de abril de 2010
El constipado eterno
Esto es un horror. Daniel no deja de moquear, toser y estornudar. ¡Y ya llevamos meses así! Indagando por la sala de espera del pediatra y en la hora de recogida de niños de la guardería he descubierto que no es un caso aislado sino una plaga que se extiende con gran rapidez. Los niños se van pasando los virus y las bacterias como si jugaran con ellos a la pelota.
En un principio me habían asegurado que esta situación sólo se daría hasta que acabara el invierno, pero nuevas pistas indican que podría durar hasta casi el verano. Sólo de pensarlo me pongo mala yo también.
Por el día se lleva bien: unos ronquiditos preocupantes, un clinex siempre a mano, una tosecilla que ha veces se vuelve un poco insistente... pero el niño está entretenido y hace poco caso de su estado anímico. Por la noche es cuando empieza la pesadilla. Interminables ataques de tos que acaban en llanto, ronquidos moqueros que no nos dejan dormir a ninguno (ni a él ni a mi, porque los ronquidos del padres se pueden oir en Sebastopol), movimientos y posturas de lo más curiosas en un intento desesperado por respirar... Da una penita...
Espero que esto mejore como lo ha hecho el clima, porque el constipado no deja vivir al pequeñajo (en realidad no lo deja dormir, porque se pasa todo el día sonriendo y jugando).
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