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sábado, 9 de octubre de 2010

Cosas de niños

Los niños tiene unas salidas muy curiosas. No las apreciaba hasta que he tenido el mío propio. En el parque Daniel tiene ya niños habituales que se le acercan para jugar con él. Y eso que sólo es un bebé. Sobre todo le hacen caso las niñas. Supongo que tiene que ver con que juegan más a las casitas que los niños.

El otro día se me acercó una niña con la que ya había hablado en dos o tres veces ocasiones más. Venía con un niño mayor. Se para delante nuestro y me suelta: "¿A que tú me conoces?". Estupefacta le contesté que sí, que la conocía del parque. Entonces muy ufana se encaró con el niño y casi le grita: "¡¡¿Ves?!! Una vez en ese punto me aclararon que el niño era su primo. Supongo que le habló de mí y el pobre se preocupó porque se fuera con desconocidos. Vaya forma que tuvo de arreglar la cosa la niña. Así ya se puede conocer a todo el mundo. Si no hace falta más que cruzar unas cuantas palabras...

En otra ocasión traumaticé a una pobre niña que se había pasado toda la tarde jugando con Daniel. Se lo estaban pasando bomba, así que cuando llegó la hora de que la niña se fuera a casa ella no quería. Se agarró con fuerza a un columpio y hacía caso omiso de los tirones que le daba su madre. Decidí intentar echar una mano. "Si no eres obediente no te podré dejar mañana a Daniel", la pobre se me quedó mirando con ojos como platos "¿Por qué?" "Porque si eres mala le enseñarás cosas malas". La niña se agarró de su madre compugnida y le susurró: "Mamí,que verguenza, lo que me ha dicho..." y se fue sin protestar. La madre me daba las gracias por lo "bajini" mientras se alejaban, pero yo me sentía un poco culpable por haberla hecho sentir mal.

Lo que sí me hizo gracias fue el pasmo de una niña cuando llamé a Daniel 'bebé'. "¿No tiene nombre?" Me preguntó con pena. Le aclaré en el acto que sí y entonces me dijo ofendida que por qué le llamaba 'bebé'. Cómo si estuviera insultando a mi hijo, en vez de llamarlo con un apelativo cariñoso.

Desde luego, los niños tiene su propia y extraña lógica. La verdad es que dejé de intentar entenderlos desde que Daniel cumplió los tres días. Aproximadamente.



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