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viernes, 8 de octubre de 2010

Tomando posiciones

Daniel puede parecer pequeño y frágil, pero no es así en absoluto. Esto se demuestra claramente cuando, en una noche de honda desesperación porque no hay quien le cierre los ojitos acaba de repente en la cama de sus padres.

Hay que ver como empuja y cómo se coge toda la cama para él. Acaba tumbándose en perpendicular a nosotros para poder ocupar más espacio. Aunque sólo estemos con él uno de los progenitores, siempre acabamos en el filo del abismo y él, muy pegadito, muy pegadito a nosotros, esperando la ocasión de darnos el último empujón y lograr, por fin, sacarnos de la cama.

La otra noche no dejaba de darme patadas para que me moviera y si persisto en mi posición empieza a gruñir y gimotear con lo que sale a cuenta cambiar la postura. Aunque llega un momento en que los progenitores se hartan y le devuelven a su posición original para poder descansar en paz. Como es un niño muy cabezota se remueve de nuevo para buscar su espacio (uno muy grande para un niño tan pequeño).

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