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martes, 25 de enero de 2011
Los guantes
¡Qué invento lo guantes que le compró mi hermana a Danielito en Toledo! Ahora ya no va con las manos moradas del frío por la calle. La gente me miraba mal. Seguro que pensaban: "¡Qué mala madre que no le calienta las manos a su hijito de ninguna manera!". Y el niño resistiéndose con todas sus fuerzas a meter sus manitas dentro de unas confortables manoplitas o, por lo menos, dentro de su saquito de la silla. No había manera. Hasta que cayeron en mis manos esos guantecitos de dedos. Ahora Daniel tiene libertad de movimiento. Y puede agarrarlo todo, comerse las galletas tranquilamente y decirle adios a los coches con toda tranquilidad. Ya no hay motivo para quitarse lo guantes y dejar las manitas a la interperie. Por fin vuelvo a ser una buena madre. No es que me importe lo que piensen los demás. La mayoría está opinando sin conocer el contexto. ¡Que puede saber un señor de la calle del caracter de mi hijo!
Lo importante es que el pequeñajo no tenga las manos congeladas cada vez que salimos a la calle.
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