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martes, 30 de agosto de 2011

Pupa, perdón y beso


Daniel es un listo. Y se cree que siempre se va a salir con la suya. Las pocas veces que no consigue lo que quiere patalea y berrea hasta que conseguimos que otra cosa le llame la atención.

Desde hace unos meses ha encontrado la solución para salir impone de sus actos más violentos. Que le pega una patada a un niño y mamá se enfada, pues le doy un besito a cada uno y arreglado; que araño a la propia mamá, pues besito al canto; que muerdo a la abuelita, un beso y otro de propina; que tiro del pelo al perrito... besito y que no se hable más. Mamá empieza a ponerle caras raras de "ya no cuela, hijo", pero el resto de la gente está encantada. Las abuelas se derriten, a los demás familiares les parece encantador, a los extraños se les escapa una sonrisita, los amigos se ríen abiertamente... ¡Vamos! que el método triunfa.

Menos con papá y mamá. Con ellos hay que emplearse más a fondo y atacar con la artillería pesada de besos hasta que dejen de refunfuñar. Si tardan más de la cuenta hay que poner la cara de "se está acabando el mundo, mi mamá no me sonríe". Lo mejor es hacerla sentir culpable. Al final me abrazará y me llenará de besos, con lo cual podré volver a hacer maldades al segundo siguiente. ¡Vaya elemento está hecho!

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