Páginas

jueves, 1 de septiembre de 2011

Destrozándome la casa

Daniel ha hecho un descubrimiento asombroso: el maravilloso cepillo de los gatos. Su función es quitar los pelos sobrantes a los mininos para que no se lo coman cuando se aseen, pero mi chiquitín le ha encontrado otros usos más interesantes: Es el instrumento ideal para estropearme la casa.

Las púas son duras y metálicas con lo cual hacen un ruidillo curioso cada vez que rozan con algo. Lo sé porque estaba organizando el armario del hermanito cuando de repente oí el "risk, risk". ¿Qué esta haciendo este niño?. Muerta de curiosidad abandoné mi labor para observarle. ¡Mis puertas! Me las estaba rayando muy concentrado. Con la velocidad del rayo le quité el arma maldita y la puse en un lugar fuera de su alcance a pesar de sus protestas.

Más tranquila volví a doblar y meter ropita de cero a tres meses en los cajones. "risk risk" ¿Otra vez? ¡no puede ser! Ahora estaba estropeándome los cristales de la puerta de la cocina. ¿Pero..? ¿Cómo lo has hecho? ¡Si yo lo había puesto en lo alto de la estantería! No pasa nada. Hay que actuar con rápidez. "¡Dame eso!", "Noooooooo, buaaaaaaaaaa", "Te ha dicho mamá que no", "mío, mío". No hubo compasión. Ahora estaba en un lugar más alto todavía. Aquí no llegas.

Ya puedo seguir tranquilamente a lo mío. "risk risk" ¡Imposible! ¡Ahhhhhhhhhh! el espejo. Me está rayando el espejo del armarioooo... "¡Dame eso!", "noooooooooooo, mio mio, buaaaaaaaaa", "Ala, llora lo que quieras pero deja de destruir mi casa". ¿Cómo ha podido llegar? Hay que ponerlo en la última balda. Casi no llego ni yo. Bueeeeno, a seguir con lo mío... "risk risk" ¡No! "risk risk" "¿Me estaré volviendo loca?" Presa de la ansiedad fui al encuentro de Daniel. Estaba a los pies de su abuela concentrado en rayar metódicamente el parqué. Mi madre sonreía al verle. "Mira que gracioso, te está limpiando la casa ¿No es para comérselo?". El chiquillo le devolvió la sonrisa a la abuela y le entregó el cepillo. Por lo visto ya se había cansado de él. La feliz abuela tocó las cerdas y exclamó "¡Si esto es muy duro! ¡Madre mía, seguro que te ha rayado alguna cosa! Yo pensaba que era un cepillo suavecito..." Una terrible sospecha cruzó mi mente. Miré a mi madre entrecerrando los ojos, pero puso tal cara de inocente que me desarmó.

Al poco llegó el padre de trabajar. "¿Que tal el día?" "Pues bien... excepto porque tu hijo se ha dedicado a destrozarme la casa con el maldito cepillito de los gatos. Ha rayado el parqué, el espejo, los cristales, las puertas...", "¡Pero! ¡Pero! ¿Donde estábais vosotras en ese momento?" exclamó con desesperación.

3 comentarios:

  1. a lo mejor fueron los gatos los que llegaban al cepillo y por eso escuchabas el "risk, risk" después de habérselo quitado... o fue su abuela?? jeje

    ResponderEliminar
  2. uff y cuando descubra lo bonito que quedan las paredes con sus dibujos a modo de fresco...
    o el canfort para los zapatos...
    o tu barra de labios favorita...esa que te has comprado carisima vitaminada y estupenda...esa perfecta para sacarle brillo al parquet.
    paciencia....mucha paciencia
    un beso

    ResponderEliminar
  3. Probablemente todo fue una conspiración gatuna para vengarse de las patadas y tirones de pelo que les da Daniel y de paso volverme loca. La bronca se la llevó el niño e hicieron parececer culpable a la abuela. Que listos...

    Buf, Rachel, no quiero ni pensarlo. Ya estoy viendo mi casa decorada estilo punky art decó abstracto y me entran todos los males jeje

    ResponderEliminar

Me encanta saber lo que piensas.