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miércoles, 26 de octubre de 2011

Cambios

Parece mentira, pero ya tenemos aquí al hermanito y la vida vuelve a dar un giro de 180 grados. Por ahora el trabajo no se ha duplicado, pero es que Iván no tiene nada que ver con el demoniejo de Daniel cuando tenía su edad. El nuevo bebé es muy tranquilón, así que por el día casi sólo me tengo que preocupar de darle de comer y cambiarle el pañal muy a menudo. El resto del tiempo se lo puedo dedicar casi exclusivamente al hermano mayor, a la casa y al trabajo.
Por las noches es otro cantar porque el chiquitín tiene los típicos cólicos, así que el trabajo es mayor. Además, hay que tener en cuenta que Daniel se sigue despertando en mitad de la noche para exigir con lloros y lamentaciones el agua, el bibe o la manita de mamá o papá.

Ahora tengo a mi madre encargada del mayor por las noches, pero dentro de poco se tiene que ir a Las Palmas y me las veré y me las desearé para atender a los dos. Raúl me ha prometido ayudar, pero sé que caerá en el sueño de los justos y lo único que le sacará de ahí es un empellón mío. Como soy como soy no le despertaré hasta que me vea realmente desbordada, así que la que va a estar con los ojos como los de los buhos voy a ser yo: la mami.

El caso es que todo cambia. Otra vez tenemos a un bebé chiquitín entre manos y eso significa dos tallas de pañales, dos tallas de ropa, el triple de lavadoras y adecuar la casa para la comodidadd e ambos. La habitación de los juegos se ha transformado en un híbrido de cambiador, juguetes a "tutti plen" y sala de lactancia. Menos mal que a Daniel no le ha parecido mal que invadamos su santuario.
Mi habitación es un batiburrillo de pañales chiquititos, mantitas, toallitas, chupetes, etc. Por las noches cambio al peque en mi misma habitación, sobre la cama, porque se me hace un mundo peregrinar hasta el cambiador. La cuna nos ha cogido mucho espacio, pero es que no tenemos cuco y me parece tirar el dinero comprar uno, así que nos las hemos apañado haciendo rulitos con las mantas y acotando el espacio del bebé para que no se sienta perdido en una cuna tan grande. Afortunadamente ha funcionado y el peque duerme de maravilla allí. Para sacarlo de la habitación usamos el carrito de paseo.

Supongo que a medida que los niños crecen el trabajo será cada vez máyor. Lo veremos.

5 comentarios:

  1. que buena combinación: la vitalidad y picardia de Daniel con la tranquilidad y paz de Iván. ánimo y adelante qué podéis!! besos

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  2. Enhorabuena y muchísima paciencia con todo! Ahora tenéis un bebito y un bebetón... la combinación tiene que ser muy entretenida :-)

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  3. Pues sí que e una buena combinación, pero me temo Jesús, que Iván irá espabilando y adoptará la vitalidad del hermano mayor, sobre todo para defenderse de él. Ahora mismo ya le da unos meneos curiosos. Y eso que ponemos todo el cuidado. A Daniel le puede la emoción.

    Muchas gracias a los dos por vuestros buenos deseos.

    La verdad Silvia es que, como tú bie dices, Daniel sigue siendo un bebé, aunque a veces me dé la impresión de que ya es un niño. Ahora mismo requiere más atención que el pequeño Iván. Y sí, estoy ralmente muy entretenida con mis dos soles.

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  4. ¡Demasiado cambios en poco tiempo! Qué te voy a a contar a ti que tienes nada menos que tres chiquitines ¡Qué valiente!

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