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jueves, 27 de octubre de 2011

La experiencia del segundo parto

No hay dos embarazos iguales, ni dos partos, ni dos niños. Eso me ha quedado muy claro con Iván.

Este pequeño se ha hecho de rogar y ha venido con calma. Todo lo contrario que su hermano, que tuvo tanta prisa por venir al mundo que se manifestó con  una larga e interminable contracción (y muy dolorosa).

Con Iván estuve toda la noche notando pequeñas contracciones. Cómo eran muy seguidas le pedí
a Raúl que me llevara al hospital por si acaso. Cómo todo era zona azul, mi marido aparcó lejísimos, casi no había valido la pena coger el coche. Llegamos dando un paseito agradable a través del parque.

Estaba convencida de que era una falsa alarma porque no podía creerme que estuviera de parto con tan poco dolor cuando con Daniel casi me da algo. Pero sí que estaba de parto. Me ingresaron inmediatamente y me pusieron la oxitoxina, otra novedad. Todo fue una novedad porque con mi primogénito no dió tiempo de nada. Hasta el enema. Buf, me lo podía haber ahorrado esta vez también, que desagradable.

El caso es que me tumbé tan comodamente a esperar a que naciera mi segundo hijo. Me las prometía muy felices y presumía con mi marido de lo poco que me dolía esta vez. Cada vez que me preguntaban las enfermeras respondía "Estoy estupenda". Las muy pillas sonreían sin hacer comentarios. Sabían lo que vendría después.

Al poco tiempo la sonrisa se me borró de la cara. ¡Uau! Eso ya empezaba a doler más de la cuenta. Raúl seguía de charleta, pero algo en mi tono de voz le dió la pista para que se callara. Ahora, cada vez que me preguntaban las enfermeras yo contestaba "¿¿Donde está mi epiduraaal??".

Por fin llegó la anestesista. Raúl creyó conveniente leerme el papelillo que había que firmar, pero un bramido mío bastó para que me lo extendiera diligentemente. Puse un garabato ilegible y le supliqué a la anestesista que procediera. La muy cachonda me sugirió que debía pedir un propinilla por su trabajo y así se haría de oro. ¡De diamante se haría la muy condenada! En ese momento le hubiera vendido el alma.

La verdad es que se lo tomó con mucha calma. En venganza llené su inamaculadao unifome de sangre. No fue queriendo claro, pero cuando pegó el gritito me reí un  poco por lo bajini. Eso por lenta. Por fin la droga bendita hizo su efecto y me pude relajar un poco, pero poco, porque enseguida vinieron a sacarme a Iván.

Esta vez la sala de dilatación era también sala de partos, así que ni me tuvieron que mover. Allí mismo vino el pequeñajo al mundo tras un par de empujones. En esta ocasión una enfermera me ayudó a empujar presionando mi barriga. En nada de tiempo tenía a un sanguinolento Iván sobre mí.

Enseguida se lo llevaron a pesar, medir, dedicarle las primeras atenciones médicas y limpiarlo un poquito.Mientras me cosían la episiotomia mi pareja y yo estuvimos comentando lo guapísimo y gordito que era el bebé. Había pesado 3 kilos 430 gramos y medido 50 centímetros.

Ya en la habitación nos acomodamos los tres lo mejor que pudimos para recibir a las primeras visitas. La más importante la de su hermano Daniel. Todo había sido tan rápido que yo aún no me creía que ya fuera madre de dos niños. "Ahora empieza lo bueno" pensé.

3 comentarios:

  1. ¡Qué bello post!
    Tengo tantas ganas de tener otro bebé que muchas veces pienso en cómo sería el momento de la visita más importante, como bien dices, la de mi hijo mayor. ¡Ojalá algún día pueda relatarlo!
    Enhorabuena por esa preciosa familia

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  2. tienes toda la razon no hay ni embarazo,ni parto,no bebe igual,mi primer hijo era tranquilo desde la barriga se retrado hasta mas de la semana 41 para venir al mundo y lo hizo tras 15 horas de parto,mi segundo niño inquito por naturaleza un torbellino en la barriga vino casi tres semanas antes de su fecha a dia de hoy sigue igual,el tercero ni tan flojillo con el primero ni tan nervioso como el segundo vino casi en la fecha que le tocaba y llegue al hospital a las 11:20 y a las 12:40 lo tenia conmigo

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  3. Silvia, claro que podrás relatarlo. Tener hijos es maravilloso, aunque duela tantísimo. Menos mal que existe la epidural. Además, te vienen cuando menos te lo esperas. Con el segundo me pareció una espera eterna hasta que el predictor me dijo que estaba embarazada otra vez. Y en ese momento no me creí que lo hubiera logrado.

    Marta, que hijos tan diferentes entre sí. Es maravilloso. Mis hermanos y yo no tenemos nada que ver el uno con el otro y nos lo pasamos de maravilla en nuestra infancia. Yo le quería dar esos recuerdos tan bonitos que tengo yo a mi hijo con un hermanito. A tener otro ya no me atrevería jaja.

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