Por fin hablamos con el cirujano

Cada vez que veo un número de teléfono largo y raro en la pantallita de mi móvil se me para el corazón. "Ya nos van a cancelar la operación de nuevo" pienso. Pero esta vez no era para eso. Me llamaban porque el cirujano estaba en el hospital, tenía un minuto libre y quería dedicárnoslo. El problema era que Raul estaba trabajando y yo no quería sacar a la calle a Iván porque tiene mocos y no quiero que se ponga malo y que no le puedan intervenir. ¡Con lo que ha costado legar hasta aquí!

Llamé a Raúl. El pobre me prometió remover Roma con Santiago para estar allí y enterarse de todos los detalles de la operación que le iban a realizar a su hijo. Marqué a la bisabuela del niño para ver si nos lo podía cuidar unas horas. La pobre no está en su mejor momento. Ha tenido un virus respiratorio que la ha machacado bastante, pero es fuerte como un roble y no se lo pensó dos veces para decirme que sí. Ha llevado una vida dura de madre viuda de una pequeña, ha recogido en su casa a casi todos sus hermanos y dos sobrinas... ¡Vamos! Que ha trabajado más que el señor y no se amilana ante nada.

Con todos los cabos atados nos presentamos en la consulta de cirugía. La secretaría y el médico nos recibieron con toda la amabilidad del mundo. El cirujano nos dijo lo que ya sabíamos: que era un enfermedad crónica con la que tendríamos que convivir toda la vida, pero el lado bueno es que tenía muy buen pronóstico. No se cura, pero interfiere poco en la rutina diaria. Eso si todo sale bien, porque las cosas pueden salir mal, muy mal y fatal, pero es mejor no tener en cuenta las posibilidades más negras. La media de los niños que sufren esta dolencia hacen vida normal: pueden jugar en el parque, ir a la guardería, hacer el bruto con su hermano... y coger un avión (parece que sí existe la posibilidad de ir a Las Palmas algunos días). Pero no hay que soltar las campanas al vuelo, porque la operación tiene que salir bien y, como dice el propio cirujano, estamos hablando de que se le va a cortar a ojo de buen cubero. Puede pasar que no llegue y haya que volver a abrir en pocos días, que se pase y haya que ponerle una prótesis (Y ahí si que hay mala solución) o que corte justo lo necesario. Siempre va a tener la estenosis, pero mitigada.

La función del cirujano en si es cortar un poco la entrada de la válvula, lo que no le llevaría más de cinco minutos, pero la operación dura unas tres horas por toda la parafernalia de anestesia, preparación y reanimación del bebé. Después estará unos tres o cuatro días en cuidados intensivos, en donde sólo podremos verle en horas de visita, y luego lo llevarían a la habitación entre una y dos semanas. La risa es que a los padres trabajadores sólo les dan tres días de permiso. ¡Viva la conciliación!

Cuando comenzamos a asetearle con preguntas sobre el futuro movió la cabeza de un lado a otro y nos aseguró que en enfermedades como estas es mejor ir al día a día porque había tantas posibilidades que era imposible predecir nada.

El caso es que lo normal es que después de la operación no tenga que volver al quirófano hasta los cinco añitos y lo deseable sería que no lo pisara hasta los diez años.

En fin, que parece que la operación es inminente y que sólo nos queda cruzar los dedos.