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jueves, 5 de enero de 2012

La cabalgata

Este año nos parece que Daniel es lo suficientemente mayor como para disfrutar de la cabalgata de Reyes, pero demasiado pequeño para llevarle a la del centro de Madrid. Debe ser una maravilla, pero me han hablado de horas de espera para coger un buen sitio y que encima el desfile dura mucho. Con dos años y medio mi hijo no tiene necesidad de agotarse. Además de que está con un trancazo de aúpa, aunque repleto de energía, como siempre.

Al final decidimos llevarle a la de Tres Cantos porque ahí viven unos primos de Raúl que tienen tres hijos que se llevan genial con Daniel.

Cómo quiero resguardar a Iván, no vaya a ser que se resfríe y no me lo puedan operar, el plan inicial era que yo me quedara en casa cuidando del bebé y se fueran Padre e hijo a ver a los Reyes, pero la abuela de Raúl se ofreció a cuidar del pequeñín para que yo pudiera acompañarles.

Fui a por Daniel a la guardería y le metí prisa para no llegar tarde a nuestra cita con los Reyes, pero él iba a su ritmo de "me despisto con una mosca". En algunos tramos lo cogía en brazos, pero tengo la espalda un poco mal y no aguantaba mucho su peso. Pasamos por delante de una floristería y se emperretó en que quería una flor. Normalmente me lo llevo a rastras, pero como era el día que era y tenía prisa... Le compré un clavel rojo. Por el camino le iba explicando que íbamos a ver a sus primos Miguel, Luis y Amaya para ir con ellos a la cabalgata y que tenía que cuidar mucho de Amaya porque había estado malita. Entonces el chiquillo enarboló el clavel y dijo "Flor Amaya. Está malita". La verdad es que me emocionó el gesto, aunque se desluciera un poco cuando empezó a arrancar las hojas.

Cuando llegamos por fin a casa, corrimos al coche. En casa de los primos todo era caos y juguetes por todas partes. Nos costó muchísimo arrancar a Daniel de allí. Le había llamado muchísimo la atención un maletín de médico de sus amiguitos y le dijimos que se lo tenía que pedir a los Reyes en el desfile.

Llegamos justo a tiempo. Logramos colocar a Miguel y Luis en un hueco y a los más pequeños los alzamos a hombros para que no se perdieran nada. Lo mejor fue cuando pasaron los caballos. Daniel estaba todo el rato con la boca abierta y cuando pasaba algún Rey le pedía a gritos el maletín, con ayuda de sus papás que también gritaban como locos.

Los primos nos acompañaron hasta el coche y Daniel le pudo dar el clavel a Amaya porque se nos había quedado allí. Lo primero que hizo la chiquilla fue llevárselo a la boca. En fin, lo que cuenta es la intención.

Una vez en casa, le pusimos el pijama al peque, nos despedimos de las abuelas (Chari se había unido a nosotros en cuanto terminó de trabajar) y le pusimos polvorones a los reyes y leche a los camellos. Le dijimos a nuestro primogénito que tenía que irse a dormir temprano para que le trajeran los regalos, pero estaba tan excitado que le costó bastante dormirse. En cuanto cayeron los dos pequeñajos yo también me metí en la cama.

6 comentarios:

  1. Oye que tarde mas estupenda!!!! Me alegro de que pudierais disfrutar los tres de ese ratito! Miles de besos, espero que el día de reyes tb este siendo bueno

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  2. Está siendo muy bueno y muy relajado. Gracias. Espero que el tuyo también sea bueno y que te hayan traído muchas cositas jeje

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  3. JAJA! que ya me los imagino a ustedes papás gritándoles a los REyes!!! Divinos todos! Me encantan tus relatos!

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  4. No veas de qué manera gritábamos. Y no éramos los únicos. Por ahí se oían "La Draculauraaaaa" "Un transformeeeer", "Un gormitiiii"... Y otras cosas por el estilo.

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  5. Marcos gritaba MElchor tira melelos (caramelos) aquí pofavorr. no paro de comer caramelos en toda la tarde. cuando le tocó subirse al regalo de melchor al principio hizo Pucheros pero cuando vio el regalo se le pasaron los males.

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  6. Me parto con tu hijo. Tiene unas salidas graciosisimas. ¿Qué era el regalo? Soy una curiosona

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