¡Por fin! Por fin me he dado el primer baño del año. ¡Pero si ha estado yendo a la piscina todo este tiempo! pensaréis. Pero a la de bebés. Y allí sólo me refresco los pies y me doy duchas de vez en cuando, pero está prohibidísimo que los padres se tumben cual largos son dentro del agua. Me parece bien, porque es para el disfrute de los más pequeños.
No quiero ni acercarme a la piscina grande para que Daniel no se acuerde que está ahí. ¡Qué peligro! Así que hoy, cuando hemos ido a la piscina de la comunidad de mi suegra, y a pesar del viento fresquito, no he podido resistirme a la tentación de dejar los niños a cargo del papi o la abu y tirarme de cabeza al agua. ¡Que gusto!
Daniel también se lo pasó pipa jugando con su padre en la piscina. A Iván no le bañamos porque tiene una tos muy fea y no quiero que se le agrave. El día no acompañaba mucho. A pesar de todo lo pasamos muy bien.
Páginas
▼
sábado, 30 de junio de 2012
Soy... ¡Spiderman!
Mi niño mayor se ha vuelto loco por Spiderman. ¿Qué ha sido de Dora y Mickey Mouse? ¡Nada! Han pasado a segundo plano. No les hace ascos, pero es que ese superhéroe empijamado que trepa por las paredes le ha calado muy profundo. Se pasa todo el día afirmando que él es Spidermán y lanzando telas de araña con sus manitas. Nos tiene a todos atrapados y embobados porque hay que ver que gracia tiene para atrapar malos este chiquillo.
Hay que ver lo que crecen los chiquitines hoy en día. Con dos años y medio y ya está pegado a la tele viendo cómo se pelea la arañita con Veneno. Cuando intento que cambie de serie porque pienso que no son aptos para su edad se pone como un loco. Ni Caillú, ni El Jardín de los Sueños, ni Many Manitas. Él quiere el trepamuros en todas sus vertientes aunque no se entere de la trama.
Estoy segura de que el padre tiene algo que ver en todo esto. Ahora le ha dado por comprarle los cuentos que regala El Mundo sobre dicho personajillo. Cuando se los cuento yo cambio algunas cosillas para adaptarlas al enano, pero me temo que mi marido no hace lo mismo. El otro día le oí... "¡Y entonces los forzadores le tiraron un cubo de basura para acabar con él!" ¿No es mejor llamar al Mapa para que nos indique el camino? En fin, que Daniel tiene ya su propia personalidad, gustos y razones y Peter Parker ha entrado en su vida para quedarse.
Hay que ver lo que crecen los chiquitines hoy en día. Con dos años y medio y ya está pegado a la tele viendo cómo se pelea la arañita con Veneno. Cuando intento que cambie de serie porque pienso que no son aptos para su edad se pone como un loco. Ni Caillú, ni El Jardín de los Sueños, ni Many Manitas. Él quiere el trepamuros en todas sus vertientes aunque no se entere de la trama.
Estoy segura de que el padre tiene algo que ver en todo esto. Ahora le ha dado por comprarle los cuentos que regala El Mundo sobre dicho personajillo. Cuando se los cuento yo cambio algunas cosillas para adaptarlas al enano, pero me temo que mi marido no hace lo mismo. El otro día le oí... "¡Y entonces los forzadores le tiraron un cubo de basura para acabar con él!" ¿No es mejor llamar al Mapa para que nos indique el camino? En fin, que Daniel tiene ya su propia personalidad, gustos y razones y Peter Parker ha entrado en su vida para quedarse.
Gracias por estar ahi
Me ha llegado un premio genial ¡Y por partida doble! Anda que no me gusta a mí recibir galardones ni nada. Me entra una alegría... Lo malo es darlos. ¿A quien, aquien? Me gustan todos, Cuantos puedo nombrar ¿Estos serán muchos? ¡Socorroooooo!
Esta vez se han acordado de mi OR2, de Azul Celeste, una campeona que puede con sus dos chiquitinas, su embarazo avanzado, la casa, el trabajo... y todo con una sonrisa.
Y Spatium Quietum, que se está enfrentando al mayor reto de su vida y del que, estoy segura va a salir airosa, porque tiene fuerza y mucho optimismo.
Cómo ya respondí las preguntas en su día, no voy a repetirme y paso directamente a pasarlo a otros blogueros que escriben en páginas extraordinarias.
Las historias de papá lobo
Trendy Children
El mundo de Aroa, Martiño y su abu
Diario de Mia
El camino para ser mamá
Los niños de Bea
Creando mi hogar
Tan peques y blogueros
Diario de mi embarazo y mi maternidad
Creciendo juntos
Esta vez se han acordado de mi OR2, de Azul Celeste, una campeona que puede con sus dos chiquitinas, su embarazo avanzado, la casa, el trabajo... y todo con una sonrisa.
Y Spatium Quietum, que se está enfrentando al mayor reto de su vida y del que, estoy segura va a salir airosa, porque tiene fuerza y mucho optimismo.
Cómo ya respondí las preguntas en su día, no voy a repetirme y paso directamente a pasarlo a otros blogueros que escriben en páginas extraordinarias.
Las historias de papá lobo
Trendy Children
El mundo de Aroa, Martiño y su abu
Diario de Mia
El camino para ser mamá
Los niños de Bea
Creando mi hogar
Tan peques y blogueros
Diario de mi embarazo y mi maternidad
Creciendo juntos
¡Piqué! Pero nunca más santo Tomás
El viernes pensaba pasar una tarde tranquila en casa porque Daniel había dado muestras de estar cansado el día anterior, pero me llegó un mensajito de publicidad al móvil que me pareció muy interesante. En el Imaginarium de al lado de mi casaiban a hacer actividades, cuantacuentos y pintacaras. Me pareció un plan tranquilo y a la vez diferente y divertido, a´si que recogía a los deo peques de la guardería y me fui a la famosa tienda.Se suponía que empezaban a las cinco, pero el lugarestaba lleno de clientes, pero ningún animador. Pregunté y me aseguraron que empezarían "en cuanto llegara algún niño más". Entonces no les importará quer el niño les destroce la tienda mientras tanto. ¿Cómo mantienes a un niño a raya en una tienda de juguetes? ¡Imposible! Cómo eran ellos los que no cumplían con los anunciado dejé que Daniel toqueteara los juguetes de exposición a su antojo. Aunque sin maltratarlos o cambiarlos de lugar. Los quería todos y me tocó luchar con él un buen rato mientras maldecía a los de la organización del evento. Al final me pidió una ambulancia y un camión de bomberos de madera de oferta preciosos y claudiqué. Me juré a mi misma que era la última vez que llevaba al enano a una actividad celebrada en tan tentador espacio. Cuando consiguió lo que quería volvió a centrarsu atención en probar todos y cada uno de los juguetes que encontraba a su paso.
Al rato debieron pensar que les salía a cuenta mantener entretenido a mi monstruito y le sacaron ceras y un dibujo del ratón estrella de su colección. Al peque le duró un segundo la diversión, pero Iván se lo pasó bomba. Le senté en la mesa para que jugaracon las ceras. Poco después empezaron a llegar unos pocos niños y decidiero que era el momento de la aparición estelar del ratón. Un pobre empleado apareció embutido en un peludo disfraz de Kico Nico. Los chiquitines estaban encantados. Sobre todod el mío y otra niña, más o menos de su edad. No paraban de abrazar y dar besos al personaje. Mi chico estaba entusiasmado. Incluso le enseñó el camión de bomberos y le llevó el dibujo que había coloreado. También hubo atenciones para el pequeño Iván por parte del dependeiente disfrazado. Lo abrazó con delicadeza y el bebé, lejos de asustarse (que ya es raro), le regaló una amplia sonrisa.
El ratón entraba y salía del mostrador, con lo que habían muchos tiempos muertos, así que mi hijo acabó cansándose y pidiéndo que nos fuérmamos a casa. Justo en ese momento una chica se puso a contar un cuento. Me costó horrores que Daniel se sentara a escucharlo. La cuentacuentos era otra empleada de la tienda y, aunque ponía todo su empeño, no lograba captar la atención de los dos chiquitines que tenía de público. El respetable decidió que era más divertido desmontar la alfombra puzzle que habían colocado para el evento.
La dependienta demostró ser muy lista cuando les dijo que is qiería que saliera de nuevo Koco Nico tenían que volver a colocar la alfombra de nuevo. Y allí estaban los dos pequeñajos colocando piezas y círculos mientras exclamaban el nombre del muñeco. El ratón salió a saludar y volvió a haber otra sesión de sentidos besos y abrazos. Les regalaron un globo a los dos chiquillos. Me pareció un poco cutre porque se habían acercado más niños y no hacían amago de sacar más. Yo, por mi parte, les pedí otro para Iván. Me sacaron el más pequeño que pudieron encontrar. ¡Después de haberme gastado el pastizal! No tiene vergüenza. La que se estaba cansando de tanta tontería era yo. ¿Una porquería de cuento y un dibujo para colorear? Y.. ¿el pintacaras y todas esas actividades divertidas que prometían en el mensajito de la promoción? Nada de nada. Le dije al niño que despidiera del ratón y nos fuimos a casa. Por lo menos los peques sí que se lo habían pasado bien. Y eso es lo que importa.
La dependienta demostró ser muy lista cuando les dijo que is qiería que saliera de nuevo Koco Nico tenían que volver a colocar la alfombra de nuevo. Y allí estaban los dos pequeñajos colocando piezas y círculos mientras exclamaban el nombre del muñeco. El ratón salió a saludar y volvió a haber otra sesión de sentidos besos y abrazos. Les regalaron un globo a los dos chiquillos. Me pareció un poco cutre porque se habían acercado más niños y no hacían amago de sacar más. Yo, por mi parte, les pedí otro para Iván. Me sacaron el más pequeño que pudieron encontrar. ¡Después de haberme gastado el pastizal! No tiene vergüenza. La que se estaba cansando de tanta tontería era yo. ¿Una porquería de cuento y un dibujo para colorear? Y.. ¿el pintacaras y todas esas actividades divertidas que prometían en el mensajito de la promoción? Nada de nada. Le dije al niño que despidiera del ratón y nos fuimos a casa. Por lo menos los peques sí que se lo habían pasado bien. Y eso es lo que importa.
Daniel estuvo toda la tarde jugando con su ambulancia y camión de bomberos de madera. ¡Le encantó! Usaba los muñecos de Lego para montar sus propias historias. Sólo se fue a la cama cuando le prometimos que mañana tendría toda la mañana para jugar con los juguetes nuevos. Y eos que estaba realmente agotado.
jueves, 28 de junio de 2012
Visita inesperada al parque de bomberos
Volvíamos de la piscina cuando se me ocurrió pasarme por el parque de bomberos que hay de camino. Mi hijo llevaba un buen tiempo diciendo que quería montarse en un camión de bomberos y a mí me había dicho que se organizaban visitas a dicho centro.
Cuando entramos me encontré de llenó en una sala llena de trajes, cascos, la barra para descender en caso de emergencias... vamos que me había colado hasta la cocina. El peque se me escapó dando saltos para explorar. En lo que lo llamaba desesperada para escapar de allí corriendo me sorprendió un bombero. Le pregunté por las visitas un poco cortada y me informó muy amable que para eso tenía que ir a preguntar a la junta. Él sabía que se hacían visitas en grupo, pero no la dinámica ni los pasos a seguir para solicitarla.
Cómo ya había pasado la vergüenza me tiré al río de cabeza y le pedí humildemente si podía subir al niño mayor a un camión de bombero. Menos mal que era muy simpático y se mostró más que dispuesto. Daniel estaba emocionadísimo. "Quiero ser condutor de bomberooooo" gritaba una y otra vez. Luego pidió subirse a una de las escaleras extragrandes, pero yo le dije que para eso había que estudiar mucho mucho y hacerse bombero. "Voy a estudiar muuuucho" me aseguró. Yo encantada. La visita no duró mucho porque yo no quería abusar, pero bien valió una enorme sonrisa de Daniel, que se marchó dando un gran beso al bombero.
Cuando entramos me encontré de llenó en una sala llena de trajes, cascos, la barra para descender en caso de emergencias... vamos que me había colado hasta la cocina. El peque se me escapó dando saltos para explorar. En lo que lo llamaba desesperada para escapar de allí corriendo me sorprendió un bombero. Le pregunté por las visitas un poco cortada y me informó muy amable que para eso tenía que ir a preguntar a la junta. Él sabía que se hacían visitas en grupo, pero no la dinámica ni los pasos a seguir para solicitarla.
Cómo ya había pasado la vergüenza me tiré al río de cabeza y le pedí humildemente si podía subir al niño mayor a un camión de bombero. Menos mal que era muy simpático y se mostró más que dispuesto. Daniel estaba emocionadísimo. "Quiero ser condutor de bomberooooo" gritaba una y otra vez. Luego pidió subirse a una de las escaleras extragrandes, pero yo le dije que para eso había que estudiar mucho mucho y hacerse bombero. "Voy a estudiar muuuucho" me aseguró. Yo encantada. La visita no duró mucho porque yo no quería abusar, pero bien valió una enorme sonrisa de Daniel, que se marchó dando un gran beso al bombero.
Cuando gana La Roja...
No soy futbolera. Ni mi marido tampoco. Él tira más por el baloncesto, aunque tampoco le mata. Para mí los deportes televisados carecen de todo interés. Otra cosa es el directo o participar en el juego. El caso es que no sigo El Mundial. ¡Pecado en España! Y por eso me suele pillar de sorpresa el caos que genera cada victoria del equipo rojo.
Anochedebió ser apoteósico porque el follón que se montó fue de dimensiones considerables. El pobre Iván se llevó un buen susto con tanto pitido, trompetilla, vuvuzuela, gritos desaforados... Daniel ni se enteró.
El bebé lloraba desconsolado en medio del ruido estrepitoso. Lo metí conmigo en la cama y se agarró a mí como si le fuera la vida mientras gemía y suspiraba. Que su mamá estuviera tan pegada a él le calmó un poco. Menos mal que al rato se callaron todos. Supongo que habrían ido a celebrarlo a algún lugar más céntrico.
Mi chiquitín seguía pegado a mí piel como una lapa, así que decidí practicar un poco de colecho. Eso, hace unos días, hubiera sido imposible porque Iván estaba acostumbrado a la pequeña cuna del hospital y se sentía perdido en una cama. Parece que el verano ha traído cambios importantes y mi peque ya tolera dormir con nosotros.
Lo cierto es que es un cuestión de supervivencia. Duerme fatal y me tocaba pasearle por toda la habitación o sentarme con él en mi regazo. Desde que admite el colecho puedo descansar un poco más. Eso no quita que, a veces, intente escapar por la vía suicida. Se arrastra hasta el borde de la cama y da un salto con la cabeza por delante. Afortunadamente nunca ha llegado a aterrizar en el frío suelo. Lo normal es que le tenga bien controlado con el abrazo del oso.
Con el susto, ni el colecho funcionó como es debido y el peque se debatió inquieto buena parte de la noche. Menos mal que al final logró conciliar el sueño. Al poquito sonaba mi despertador. Cogí a mi chiquitín para meterlo en la cuna y... ¿Qué es esto? ¿Un culete?. El bichillo se había quitado el pañal el solito. ¡Menos mal que la colilla quedaba tapada y no había habido ningún episodio escatológico! Le coloqué el pañal como pude, teniendo en cuenta que estaba a oscuras, y lo metí en la cuna. Tocaba ir a trabajar.
Anochedebió ser apoteósico porque el follón que se montó fue de dimensiones considerables. El pobre Iván se llevó un buen susto con tanto pitido, trompetilla, vuvuzuela, gritos desaforados... Daniel ni se enteró.
El bebé lloraba desconsolado en medio del ruido estrepitoso. Lo metí conmigo en la cama y se agarró a mí como si le fuera la vida mientras gemía y suspiraba. Que su mamá estuviera tan pegada a él le calmó un poco. Menos mal que al rato se callaron todos. Supongo que habrían ido a celebrarlo a algún lugar más céntrico.
Mi chiquitín seguía pegado a mí piel como una lapa, así que decidí practicar un poco de colecho. Eso, hace unos días, hubiera sido imposible porque Iván estaba acostumbrado a la pequeña cuna del hospital y se sentía perdido en una cama. Parece que el verano ha traído cambios importantes y mi peque ya tolera dormir con nosotros.
Lo cierto es que es un cuestión de supervivencia. Duerme fatal y me tocaba pasearle por toda la habitación o sentarme con él en mi regazo. Desde que admite el colecho puedo descansar un poco más. Eso no quita que, a veces, intente escapar por la vía suicida. Se arrastra hasta el borde de la cama y da un salto con la cabeza por delante. Afortunadamente nunca ha llegado a aterrizar en el frío suelo. Lo normal es que le tenga bien controlado con el abrazo del oso.
Con el susto, ni el colecho funcionó como es debido y el peque se debatió inquieto buena parte de la noche. Menos mal que al final logró conciliar el sueño. Al poquito sonaba mi despertador. Cogí a mi chiquitín para meterlo en la cuna y... ¿Qué es esto? ¿Un culete?. El bichillo se había quitado el pañal el solito. ¡Menos mal que la colilla quedaba tapada y no había habido ningún episodio escatológico! Le coloqué el pañal como pude, teniendo en cuenta que estaba a oscuras, y lo metí en la cuna. Tocaba ir a trabajar.
¡Otra vez en el médico!
Los granitos de Iván han desaparecido, pero los picores no. Además tienen el ojillo un poco a la virulé, con muchas legañas y un poco hinchado. Para colmo de males le han salido unas manchas rojas en los gemitales. Con este panorama ¿quien se resiste a hacerle una visita al médico?
Pues allá que nos fuimos mis dos retoños y yo. La médico suspiró al verme. Supongo que pensó "Ya está aquí otra vez la madre agonías" Sí, esa soy yo y aquí está mi queridísimo Iván: hecho un pupas.
Cogió al peque lo desnudó y le examinó a conciencia. "¡Cómo se te ocurre llevar a este niño con body en plena ola de calor! Ale, ale. Yo se lo quito y no intentes detenerme." me riñó.
"Es que en la guardería me han dicho que tiene que llevarlo" Me excusé yo.
"Pues a partir de ahora sin body por prescripción médica" me soltó y se quedó tan ancha. Vale. Body fuera. Terminó de revisarle y dictaminó: "Sano como una manzana, como siempre. Los picores son del calor. Llévale con menos ropa. Las manchitas son excemas, ya se le irán. El ojito se está curando solo, lávalo con suero como estabas haciendo hasta ahora y punto. ¡Siguiente!”
“Pero, pero…No me manda una crema para el excema. A mí me mandaron una cuando me salió en las manos” pedí desesperada.
“Pues ponle esa misma” concedió.
“Pero la mía es para adultos…” Mirada de hielo.
“Iván está hidratado, sonriente, juguetón, sin fiebre… ¡Siguiente!” sentenció con tono amable, pero que no dejaba lugar a la discusión.
Salí muy tranquila de la consulta. Me encanta que me diga que mis niños están como robles, aunque, luego me acuerde a veces de ella por las noches cuando Iván no puede dormir por los picores o a Daniel le dan los ataques de tos. Entonces pienso: “¿Sanos, sanos! Porque no sé donde vive, que si no…Le plantaba a estas dos manzanas para que le dieran a ella la serenata”.
Pues allá que nos fuimos mis dos retoños y yo. La médico suspiró al verme. Supongo que pensó "Ya está aquí otra vez la madre agonías" Sí, esa soy yo y aquí está mi queridísimo Iván: hecho un pupas.
Cogió al peque lo desnudó y le examinó a conciencia. "¡Cómo se te ocurre llevar a este niño con body en plena ola de calor! Ale, ale. Yo se lo quito y no intentes detenerme." me riñó.
"Es que en la guardería me han dicho que tiene que llevarlo" Me excusé yo.
"Pues a partir de ahora sin body por prescripción médica" me soltó y se quedó tan ancha. Vale. Body fuera. Terminó de revisarle y dictaminó: "Sano como una manzana, como siempre. Los picores son del calor. Llévale con menos ropa. Las manchitas son excemas, ya se le irán. El ojito se está curando solo, lávalo con suero como estabas haciendo hasta ahora y punto. ¡Siguiente!”
“Pero, pero…No me manda una crema para el excema. A mí me mandaron una cuando me salió en las manos” pedí desesperada.
“Pues ponle esa misma” concedió.
“Pero la mía es para adultos…” Mirada de hielo.
“Iván está hidratado, sonriente, juguetón, sin fiebre… ¡Siguiente!” sentenció con tono amable, pero que no dejaba lugar a la discusión.
Salí muy tranquila de la consulta. Me encanta que me diga que mis niños están como robles, aunque, luego me acuerde a veces de ella por las noches cuando Iván no puede dormir por los picores o a Daniel le dan los ataques de tos. Entonces pienso: “¿Sanos, sanos! Porque no sé donde vive, que si no…Le plantaba a estas dos manzanas para que le dieran a ella la serenata”.
miércoles, 27 de junio de 2012
¡Huevitos!
A mi hijo mayor le pirran los huevos: fritos, en tortilla, duros... Da igual. Se los come con deleite. ¡Una pena que no pueda comer más que uno a la semana! Si fuera por él engullía uno o dos al día.
Una amiga del trabajo, Ali, me dio una idea buenísima para hacer con el peque. "Haz huevos duros y deja que él los pele". Así lo hice y el chiquitín encantado. Aunque me temo que todavía es un poco pequeño para este juego, porque necesitaba mi ayuda constantemente.
El peligro de la actividad radicó en que al final ¡Se comió su huevo y el mío! Me fui un momento mientras él se dedicaba a pelar pacientemente y el muy pillo aprovechó para dar buena cuenta de ellos. Me preocupé un poco por la sobredosis de huevo, pero tampoco creo que por una vez le pase nada malo.
En otra ocasión, cuando fui a sacar los huevos que acababa de comprar en el supermercado de la huevera para colocarlos en la nevera, vi con disgusto que uno estaba roto... Y se me encendió un bombillita.
Metí a Daniel en la bañera y le dejé jugar a su antojo con el huevo y álgunos útiles de la cocinita bajo mi atenta supervisión para que no se le ocurriera comerse ni un poco de ese huevo. ¡Se lo pasó pipa!
El fallo fue que luego había que recoger los trocitos de cáscara pegados a la bañera. ¡No había caído! El resto se solucionó con una ducha rápida.
Una amiga del trabajo, Ali, me dio una idea buenísima para hacer con el peque. "Haz huevos duros y deja que él los pele". Así lo hice y el chiquitín encantado. Aunque me temo que todavía es un poco pequeño para este juego, porque necesitaba mi ayuda constantemente.
En otra ocasión, cuando fui a sacar los huevos que acababa de comprar en el supermercado de la huevera para colocarlos en la nevera, vi con disgusto que uno estaba roto... Y se me encendió un bombillita.
Metí a Daniel en la bañera y le dejé jugar a su antojo con el huevo y álgunos útiles de la cocinita bajo mi atenta supervisión para que no se le ocurriera comerse ni un poco de ese huevo. ¡Se lo pasó pipa!
El fallo fue que luego había que recoger los trocitos de cáscara pegados a la bañera. ¡No había caído! El resto se solucionó con una ducha rápida.
¡El primer diente!
Volvía a mi casa con los peques cuando me encontré con una amiga que enseguida se puso a hacerles gracias. En una de estas mira a mi hijo pequeño detenidamente, sonríe y me suelta: "¿No me habías dicho que le había salido un diente?"
"¡Anda! Porque no lo sabía" le contesté sinceramente. Emocionada como sólo puede estarlo una orgullosa madre. Examiné atentamente la boca de Iván, que no estaba especialmente cooperativo. Daniel no entendía nada. Seguro que pensaba que, si era por dientes, él tenía muchos.
Efectivamente, abajo asomaba una pequeña protuberancia blanca. Minúscula. Una cosita de nada que sería lo que le estaría amargando la vida a mi benjamín durante los dias anteriores.
¡Mi chiquitín ya puedepegar mordiscos como dios manda!
"¡Anda! Porque no lo sabía" le contesté sinceramente. Emocionada como sólo puede estarlo una orgullosa madre. Examiné atentamente la boca de Iván, que no estaba especialmente cooperativo. Daniel no entendía nada. Seguro que pensaba que, si era por dientes, él tenía muchos.
Efectivamente, abajo asomaba una pequeña protuberancia blanca. Minúscula. Una cosita de nada que sería lo que le estaría amargando la vida a mi benjamín durante los dias anteriores.
¡Mi chiquitín ya puedepegar mordiscos como dios manda!
martes, 26 de junio de 2012
El reto
Merengaza me ha lanzado un reto bloguero para conocernos mejor. Se trata de elegir una frase con la que nos sintamos identificadas porque nos describa, sea especial para nosotros o, simplemente nos guste. Yo he elegido: "Si no tienes nada agradable que decir ¡Callate!". Con esta frase en los labios de mi madre desayunábamos casi todos los días y nos íbamos a dormir. La oíamos múltiples veces a lo largo del día, porque mis hermanos y yo jugábamos mucho, pero también nos peleábamos a todas horas. Me recuerda a mi infancia y creo que es un mensaje bonito de transmitir.
He de confesar que no lo cumplo. Ojalá sí lo hiciera, pero soy incapaz. Yo soy más bien del "Lo mato" o "La mato". Que mi marido se ha olvidado de hacer el recado que le repetí mil veces la noche anterior "¡Lo mato!", que Daniel me la ha liado abriendo el grifo del bidé y encharcando el baño "¡Lo mato!", Que Iván se despierta a las cuatro de la mañana y me mira sonriente desde la cuna asegurándome activamente que no tiene ni una pizca de sueño "¡Lo mato!", que veo a Daniel con tres chupetes en la mano y otro detrás de la oreja... ¡Mamá, te mato!". Por supuesto no hablo en sentido literal. De tanto que lo he dicho o pensado ha perdido toda su fuerza y hay incluso quien se ríe cuando suelto la frasecita (Daniel a carcajadas. Este niño no me tiene ningún respeto. Con él sólo sirve el "Mamá está enfadada". El resto se lo toma a broma). Quien no me conoce piensa que soy una exagerada. Bueno, lo soy. Mucho. Por eso suelto esa frase melodramática en vez de acordarme de la que mi madre me enseñó tan sabiamente en mi niñez. He de decir que yo empiezo a repetírsela a Daniel, aunque más me vale predicar con el ejemplo y acabar de una vez con mis "ansias asesinas".
Un día le pedí a Raúl que le pusiera al mayor una tirita por la mañana en un dedo, porque tenía una herida un poco demasiado abierta y no quería que se llenara de arena cuando las profes lo sacaran al patio. A mi maridín se le olvidó y cuando fui a recoger a mi niño tenía toda la herida llena de arena. Se la lavé en el baño del cole mientras repetía una y otra vez "Lo mato. A Raúl lo mato"
"¿Vas a matar a papá?" Me preguntó mi primogénito con ojos como platos.
"¡Síiiii!" afirmé yo categórica.
"¿Po queee?" Quiso saber.
"Por que no te ha puesto al tirita. Le dije que te pusiera la tirita y...¡Mira! ¿Ves? No hay tirita" le expliqué exaltada.
"No hay tirita jeje" se rió entusiasmado, "Papá no me ha puesto la titritaaaaaa"
Me miró volvió a reirse y luego estuvo todo el camino de vuelta a casa repitiéndome que papá no le había puesto la tirita.
Luego se nos olvidó a él y a mí decirle nada a papá, porque la verdad es que no tenía la menor importancia.
Cualquier día mi niño me va a contestar: "Mamá, si no tienes nada agradable que decir: ¡callate!" ¡Y voy a tener que hacerle caso!
Pero no todo es malo en mi caracter. En el lado bueno de la balanza está: "Gracias". Gracias Raúl por cuidarme, gracias mamá por darme esta educación, gracias Daniel e Iván por existir...
Al final me he enrollado demasiado ¡Cómo siempre!.
Le paso este reto a...
- Paris de Diario de mi embarazo y mi maternidad
- Vero de El camino para ser mamá
- Mayte de El Espejo de la Entrada
- Piruli de O cantinho de Piruli
- Nik Neuk de Berriro hasiz-en lotunea
- Trax de Con estrellas en los ojos
- Papacangrejo de Papagangrejo
- Mientrasleo de Entre montones de libros
- Rocío de De lluvias y paraguas
Y espero que se vaya repartiendo rápidamente para poder conocer más de vosotros.
He de confesar que no lo cumplo. Ojalá sí lo hiciera, pero soy incapaz. Yo soy más bien del "Lo mato" o "La mato". Que mi marido se ha olvidado de hacer el recado que le repetí mil veces la noche anterior "¡Lo mato!", que Daniel me la ha liado abriendo el grifo del bidé y encharcando el baño "¡Lo mato!", Que Iván se despierta a las cuatro de la mañana y me mira sonriente desde la cuna asegurándome activamente que no tiene ni una pizca de sueño "¡Lo mato!", que veo a Daniel con tres chupetes en la mano y otro detrás de la oreja... ¡Mamá, te mato!". Por supuesto no hablo en sentido literal. De tanto que lo he dicho o pensado ha perdido toda su fuerza y hay incluso quien se ríe cuando suelto la frasecita (Daniel a carcajadas. Este niño no me tiene ningún respeto. Con él sólo sirve el "Mamá está enfadada". El resto se lo toma a broma). Quien no me conoce piensa que soy una exagerada. Bueno, lo soy. Mucho. Por eso suelto esa frase melodramática en vez de acordarme de la que mi madre me enseñó tan sabiamente en mi niñez. He de decir que yo empiezo a repetírsela a Daniel, aunque más me vale predicar con el ejemplo y acabar de una vez con mis "ansias asesinas".
Un día le pedí a Raúl que le pusiera al mayor una tirita por la mañana en un dedo, porque tenía una herida un poco demasiado abierta y no quería que se llenara de arena cuando las profes lo sacaran al patio. A mi maridín se le olvidó y cuando fui a recoger a mi niño tenía toda la herida llena de arena. Se la lavé en el baño del cole mientras repetía una y otra vez "Lo mato. A Raúl lo mato"
"¿Vas a matar a papá?" Me preguntó mi primogénito con ojos como platos.
"¡Síiiii!" afirmé yo categórica.
"¿Po queee?" Quiso saber.
"Por que no te ha puesto al tirita. Le dije que te pusiera la tirita y...¡Mira! ¿Ves? No hay tirita" le expliqué exaltada.
"No hay tirita jeje" se rió entusiasmado, "Papá no me ha puesto la titritaaaaaa"
Me miró volvió a reirse y luego estuvo todo el camino de vuelta a casa repitiéndome que papá no le había puesto la tirita.
Luego se nos olvidó a él y a mí decirle nada a papá, porque la verdad es que no tenía la menor importancia.
Cualquier día mi niño me va a contestar: "Mamá, si no tienes nada agradable que decir: ¡callate!" ¡Y voy a tener que hacerle caso!
Pero no todo es malo en mi caracter. En el lado bueno de la balanza está: "Gracias". Gracias Raúl por cuidarme, gracias mamá por darme esta educación, gracias Daniel e Iván por existir...
Al final me he enrollado demasiado ¡Cómo siempre!.
Le paso este reto a...
- Paris de Diario de mi embarazo y mi maternidad
- Vero de El camino para ser mamá
- Mayte de El Espejo de la Entrada
- Piruli de O cantinho de Piruli
- Nik Neuk de Berriro hasiz-en lotunea
- Trax de Con estrellas en los ojos
- Papacangrejo de Papagangrejo
- Mientrasleo de Entre montones de libros
- Rocío de De lluvias y paraguas
Y espero que se vaya repartiendo rápidamente para poder conocer más de vosotros.
domingo, 24 de junio de 2012
Daniel quiere ir a Covarrubias
Daniel lleva más de dos semana preguntándome cuando nos vamos a Covarrubias o a Las Palmas de Gran Canaria. Supongo que lo relaciona con el inicio de sus vacaciones. Evidentemente es más fácil y barato el pueblo de Burgos con lo que la elección fue bastante fácil.
Este viernes nos subimos los cuatro en el coche y pusimos rumbo a casa de la abuela de Raúl. En el momento que se puso el motor en marcha Iván abrió la boca para gimotear y ya no la cerró.
Arriesgando mi integridad me daba la vuelta como podía para atenderle. Si le hacías caso sonreía, pero como volviera colocarme correctamente en el asiento volvía a quejarse. Cómo no queríamos arriesgarnos a un multón o algo peor me coloqué bien y estuvimos aguantando el aluvión de lloros durante un buen rato. Le canté, le hice juegos de manos, aplaudí, chasqueé lo dedos... Nada. El bebé no dejaba de berrear. Su hermano en cambio iba muy tranquilito en su sillita oyendo pacíficamente los Cantajuegos.
Desesperada por no poder acunar a mi bebé insté a Raúl a parar por el camino. Mi marido sugirió que fuéramos a visistar a un tio abuelo que vive en un pueblo cercano al suyo. Una idea excelente.
El tío Pedro vive en una casa con corral con lo que Daniel se quedó encantado con las gallinas y luego no había quien lo sacara de allí. Estuvimos un ratito de charleta y luego volvimos a la carretera. Fue sentar a Iván y comenzar éste a gimotear de nuevo.
Fue un viaje infernal. Diez minutos antes de llegar se durmió.
La verdad es que, una vez allí, lo pasamos muy bien. El sábado por la mañana hicimos la ruta de los dragones. Raúl se ha inventado historias sobre estos seres mitológicos relacionadas con un par de hitos turísticos. La primera parada es la Puerta del Archivo del Adelantamiento de Castilla. Su papá le cuenta a Daniel que en la pared de ese "castillo" hay dos carteles tallados en piedra. En uno pone: "Aquí viven dragones" y en el otro "¡Cuidado! Los dragones echan fuego por la boca". El niño se desternilla cada vez que su padre se los "lee". Por supuesto, no pone eso, pero tampoco recuerdo muy bien que mensaje contiene en realidad.
La segunda parada es el libro de piedra con recetas para los dragones. Los rojos comen cordero y los verde lechuga. Mamá ha puesto su granito de arena y dice que los negros se comen a Daniel a la vez que le cosquillea. Al final El peque y yo nos convertimos en sendos dragones y fuimos a comernos a Raúl a traición.
Por la tarde dimos otra vueltecita. El calor era insoportable, así que cuando pasamos por el río dejamos a nuestro hijo mayor en calzoncillos y le dimos permiso para que se bañara a gusto. A Iván intenté meterle los piececitos, pero debía estar muy fría el agua porque los sacaba enseguida y me miraba frunciendo el ceño. Decidí que era mejor no insistir.
En la casa el crío mayor se lo pasó genial regando las plantas con su abuela y jugando con los juguetes que tiene allí.
Al día siguiente hizo un descubrimiento genial a mitad de nuestro paseo. Un minivolquete aparcado y muy solitario. Listo para que él se subiera a su antojo y jugara un ratito. Le encantó la experiencia.
Después de comer no volvimos meter en el coche. Esta vez el destino era Madrid. Daniel iba de morros porque no quería volver e Iván daba a entender que nos iba a dar el mismo viaje terrorífico que a la ida. Y nos lo dió. Peor aún si cabe.
Este viernes nos subimos los cuatro en el coche y pusimos rumbo a casa de la abuela de Raúl. En el momento que se puso el motor en marcha Iván abrió la boca para gimotear y ya no la cerró.
Arriesgando mi integridad me daba la vuelta como podía para atenderle. Si le hacías caso sonreía, pero como volviera colocarme correctamente en el asiento volvía a quejarse. Cómo no queríamos arriesgarnos a un multón o algo peor me coloqué bien y estuvimos aguantando el aluvión de lloros durante un buen rato. Le canté, le hice juegos de manos, aplaudí, chasqueé lo dedos... Nada. El bebé no dejaba de berrear. Su hermano en cambio iba muy tranquilito en su sillita oyendo pacíficamente los Cantajuegos.
Desesperada por no poder acunar a mi bebé insté a Raúl a parar por el camino. Mi marido sugirió que fuéramos a visistar a un tio abuelo que vive en un pueblo cercano al suyo. Una idea excelente.
El tío Pedro vive en una casa con corral con lo que Daniel se quedó encantado con las gallinas y luego no había quien lo sacara de allí. Estuvimos un ratito de charleta y luego volvimos a la carretera. Fue sentar a Iván y comenzar éste a gimotear de nuevo.
Fue un viaje infernal. Diez minutos antes de llegar se durmió.
La verdad es que, una vez allí, lo pasamos muy bien. El sábado por la mañana hicimos la ruta de los dragones. Raúl se ha inventado historias sobre estos seres mitológicos relacionadas con un par de hitos turísticos. La primera parada es la Puerta del Archivo del Adelantamiento de Castilla. Su papá le cuenta a Daniel que en la pared de ese "castillo" hay dos carteles tallados en piedra. En uno pone: "Aquí viven dragones" y en el otro "¡Cuidado! Los dragones echan fuego por la boca". El niño se desternilla cada vez que su padre se los "lee". Por supuesto, no pone eso, pero tampoco recuerdo muy bien que mensaje contiene en realidad.
La segunda parada es el libro de piedra con recetas para los dragones. Los rojos comen cordero y los verde lechuga. Mamá ha puesto su granito de arena y dice que los negros se comen a Daniel a la vez que le cosquillea. Al final El peque y yo nos convertimos en sendos dragones y fuimos a comernos a Raúl a traición.
Por la tarde dimos otra vueltecita. El calor era insoportable, así que cuando pasamos por el río dejamos a nuestro hijo mayor en calzoncillos y le dimos permiso para que se bañara a gusto. A Iván intenté meterle los piececitos, pero debía estar muy fría el agua porque los sacaba enseguida y me miraba frunciendo el ceño. Decidí que era mejor no insistir.
En la casa el crío mayor se lo pasó genial regando las plantas con su abuela y jugando con los juguetes que tiene allí.
Al día siguiente hizo un descubrimiento genial a mitad de nuestro paseo. Un minivolquete aparcado y muy solitario. Listo para que él se subiera a su antojo y jugara un ratito. Le encantó la experiencia.
Después de comer no volvimos meter en el coche. Esta vez el destino era Madrid. Daniel iba de morros porque no quería volver e Iván daba a entender que nos iba a dar el mismo viaje terrorífico que a la ida. Y nos lo dió. Peor aún si cabe.
viernes, 22 de junio de 2012
La última reunión con las profesoras de Daniel
El viernes tuvimos la reunión final del curso de Daniel y... la última. Por que el niño pasa al cole de mayores el próximo año.
Nada más llegar me encontré con la madre que se había encargado de comprar los regalos de las profesoras. Cómo ya nos conocemos los progenitores, más o menos, hemos podido ponernos de acuerdo, más o menos, para participar con unos marcos de fotos repletos de imágenes de nuestros angelitos.
Nos sentamos todos los progenitores entre saludos y risas. Las profesoras se sentaron las últimas. Y entonces empezaron las lágrimas: "El mejor grupo que hemos tenido..sniff sniff... Se han hecho taaan mayores... Son taaan cariñosos...sniff sniff". No me lo esperaba en absoluto. Supongo que dirán lo mismo de todos los peques que pasen por sus manos, pero creo que lo sienten de verdad. Con lagunos han estado tres años y, creo firmemente, que se establecen unos lazos afectivos extraordinariamente fuertes hasta con los que empezaron nuevos este año.
Cuando la persona encargada de entregarles sus regalos se levantó y les dió los marcos, así le da algo a las pobres de la emoción. Miraban sus marcos y las fotos de los niños ahogando lamentos. Nos pusieron una presentación preciosa del millón de actividades que habían llevado a cabo ese año: payasos, bomberos, magos, el bosque nocturno, la semana del protagonista, el teatro de los animales, aprender los colores, partes de la cara, imitarnos a los papis con muñecos, "tocar instrumentos", comer en el comedor de mayores... trescientas y pico fotos amontonadas en diapositivas y con emotiva música de fondo.
Cuando se acabó la presentación miré a mi alrededor y en la mayoría de los ojos de los padres habían sentidas lágrimas. Casi se me caen a mi también, pero me dio un poquito de vergüenza e hice de tripas corazón. Nos dieron los DVDs, las notas y fuimos todos a mogollón a buscar a nuestros hijos a la clase. Allí le dimos el regalo a una profesora que estuvo supliendo a las titulares durante una larga baja. También se deshizo en lágrimas la pobre. Si es que trabajar con niños es muy diferente a cualquier otro trabajo.
En las notas de mi niño pone: "Eres un niño cariñoso, vivaracho y feliz. Participas en todas las actividades que realizamos en el aula con alegría e ilusión. Aunque para ti este año ha sido un poco más difícil (ha nacido Iván) y has tenido in poco de "pelusa" lo has llevado fenomenal. Te deseamos que el curso que viene en tu "nuevo cole" seas tan feliz como en este que dejas. ¡Feliz verano! Un beso. Ana. Manoli."
Me dio pena no quedarme más, pero tenía que ir a buscar a Iván y encontrarme con Raúl en la puerta para partir a Covarrubias. Tal y como nos venía pidiendo Daniel desde hacía mucho tiempo.
Nada más llegar me encontré con la madre que se había encargado de comprar los regalos de las profesoras. Cómo ya nos conocemos los progenitores, más o menos, hemos podido ponernos de acuerdo, más o menos, para participar con unos marcos de fotos repletos de imágenes de nuestros angelitos.
Nos sentamos todos los progenitores entre saludos y risas. Las profesoras se sentaron las últimas. Y entonces empezaron las lágrimas: "El mejor grupo que hemos tenido..sniff sniff... Se han hecho taaan mayores... Son taaan cariñosos...sniff sniff". No me lo esperaba en absoluto. Supongo que dirán lo mismo de todos los peques que pasen por sus manos, pero creo que lo sienten de verdad. Con lagunos han estado tres años y, creo firmemente, que se establecen unos lazos afectivos extraordinariamente fuertes hasta con los que empezaron nuevos este año.
Cuando la persona encargada de entregarles sus regalos se levantó y les dió los marcos, así le da algo a las pobres de la emoción. Miraban sus marcos y las fotos de los niños ahogando lamentos. Nos pusieron una presentación preciosa del millón de actividades que habían llevado a cabo ese año: payasos, bomberos, magos, el bosque nocturno, la semana del protagonista, el teatro de los animales, aprender los colores, partes de la cara, imitarnos a los papis con muñecos, "tocar instrumentos", comer en el comedor de mayores... trescientas y pico fotos amontonadas en diapositivas y con emotiva música de fondo.
Cuando se acabó la presentación miré a mi alrededor y en la mayoría de los ojos de los padres habían sentidas lágrimas. Casi se me caen a mi también, pero me dio un poquito de vergüenza e hice de tripas corazón. Nos dieron los DVDs, las notas y fuimos todos a mogollón a buscar a nuestros hijos a la clase. Allí le dimos el regalo a una profesora que estuvo supliendo a las titulares durante una larga baja. También se deshizo en lágrimas la pobre. Si es que trabajar con niños es muy diferente a cualquier otro trabajo.
En las notas de mi niño pone: "Eres un niño cariñoso, vivaracho y feliz. Participas en todas las actividades que realizamos en el aula con alegría e ilusión. Aunque para ti este año ha sido un poco más difícil (ha nacido Iván) y has tenido in poco de "pelusa" lo has llevado fenomenal. Te deseamos que el curso que viene en tu "nuevo cole" seas tan feliz como en este que dejas. ¡Feliz verano! Un beso. Ana. Manoli."
Me dio pena no quedarme más, pero tenía que ir a buscar a Iván y encontrarme con Raúl en la puerta para partir a Covarrubias. Tal y como nos venía pidiendo Daniel desde hacía mucho tiempo.
Las largas noches sin dormir
Ayer yo estaba cansada, Daniel agotado e Iván derrengado. Así que tomé una decisión de urgencia. No todos los días se pueden hacer especiales, así que me llevé a los dos chiquitines a casa, aunque haciendo paraditas técnicas por el camino para ver cómo trabajaban con una excavadora en una obra o jugar un poco en la minivalla de un paterre. Tampoco era cuestión de correr a casa si tampoco había nada que hacer.
En el hogar enchufé a los niños a la tele y me senté yo también. No duró mucho la paz porque Iván estaba quejica a más no poder. En cambio Daniel estaba pidiendo a gritos una tarde tranquila de tele y sofá. No me gusta nada cuando le enciendo la caja tonta y procuro hacerlo sólo cuando lo necesito. A veces, cuando tengo que atender a Iván, me quedo más tranquila si sñe que el mayor no se va a mover de delante de la pantalla a liarme alguna gorda.
Al tener que ocuparme sólo de Iván descansé un poco. Lo cierto es que estos dos pequeñajos me montan unas fiestas nocturnas que me río yo de mis juergas universitarias. Además, pareceque se ponen de acuerdo para ocuparme todas las horas. Si no es uno, es otro. Parece que al bebé le están haciendo estragos los dientes y, da igual el remedio que ponga (Apiretal en las encías, Chamodent...), se despierta gimiendo o llorando cada veinte minutos media hora. También tenemos el problema de los inexplicables picores (ya tengo hora para el lunes pera el pediatra). El pobre lo pasa fatal. Se restriega por la cuna y no para de dar manotazos y pataditas.
Por otro lado, Daniel tiene una tos insufrible que no le deja dormir al pobre. Cuando le dan los ataques, que le pueden durar dos largas horas para mi desesperación, lo que quiere es tenerme a su lado y ya no sabe lo que inventar. "Mamá, bibe", "Mamá, agua", "Mamá, pitu", "Mamá, se mueve la cama. Mamá aquí, aquí", "Mamá, quiero ser un pirata". "No quiero cole, no quiero coleeeeeee". Intento tener toda la paciencia del mundo, pero no puedo negar que a aveces me dan ganas de encerrarme en el salón y hacer oidos sordos. menos mal que mi marido se despierta de vez en cuando y con gran caballerosidad se ofrece a ocuparse él del asunto. Antes ni se enteraba de que un hijo suyo se hubiera despertado.
Dada la situación de agotamiento extremo decidí empezar el protocolo nocturno aunque aún quedara un buen rato.
Bañé a Iván, le enchufé el bibe mientras Daniel seguía enganchado a la caja tonta, metí al bebé en la cuna a las siete y veinte. Se quedó frito al instante. Bañé al mayor, le di de cenar y... a la cama a las ocho. Me tumbé con él porque me lo pidió. Nos interrumpieron los lloriqueos del más pequeño.
"Daniel, me voy un momento a ver que le pasa a Iván y vuelvo" le expliqué a Daniel.
"No le oigoooo" me contestó.
"Ahora le vas a oir" Abrí la puerta y nos llegaron los berreos en los que se habían convertido los lloriqueos. Fui a atender al bebé, le puse el chupete, le acuné y lo volví a depositar en la cuna ya dormido.
Volví a la habitación de mi promogénito.
"¿Qué pasaaaa?" me preguntó cuando me vio aparecer por la puerta.
"Vengo a dormir contigo un ratito tal y como te había dicho que haría" le expliqué.
"Vale" me hizo un sitio, se dio la vuelta y en unos minutos respiraba acompasadamente.
Aproveché para irme a mi cama y descansar una horita hasta que se volvió a despertar su hermano. Espero que pillen el sueño rápido o van a acabar con su madre.
En el hogar enchufé a los niños a la tele y me senté yo también. No duró mucho la paz porque Iván estaba quejica a más no poder. En cambio Daniel estaba pidiendo a gritos una tarde tranquila de tele y sofá. No me gusta nada cuando le enciendo la caja tonta y procuro hacerlo sólo cuando lo necesito. A veces, cuando tengo que atender a Iván, me quedo más tranquila si sñe que el mayor no se va a mover de delante de la pantalla a liarme alguna gorda.
Al tener que ocuparme sólo de Iván descansé un poco. Lo cierto es que estos dos pequeñajos me montan unas fiestas nocturnas que me río yo de mis juergas universitarias. Además, pareceque se ponen de acuerdo para ocuparme todas las horas. Si no es uno, es otro. Parece que al bebé le están haciendo estragos los dientes y, da igual el remedio que ponga (Apiretal en las encías, Chamodent...), se despierta gimiendo o llorando cada veinte minutos media hora. También tenemos el problema de los inexplicables picores (ya tengo hora para el lunes pera el pediatra). El pobre lo pasa fatal. Se restriega por la cuna y no para de dar manotazos y pataditas.
Por otro lado, Daniel tiene una tos insufrible que no le deja dormir al pobre. Cuando le dan los ataques, que le pueden durar dos largas horas para mi desesperación, lo que quiere es tenerme a su lado y ya no sabe lo que inventar. "Mamá, bibe", "Mamá, agua", "Mamá, pitu", "Mamá, se mueve la cama. Mamá aquí, aquí", "Mamá, quiero ser un pirata". "No quiero cole, no quiero coleeeeeee". Intento tener toda la paciencia del mundo, pero no puedo negar que a aveces me dan ganas de encerrarme en el salón y hacer oidos sordos. menos mal que mi marido se despierta de vez en cuando y con gran caballerosidad se ofrece a ocuparse él del asunto. Antes ni se enteraba de que un hijo suyo se hubiera despertado.
Dada la situación de agotamiento extremo decidí empezar el protocolo nocturno aunque aún quedara un buen rato.
Bañé a Iván, le enchufé el bibe mientras Daniel seguía enganchado a la caja tonta, metí al bebé en la cuna a las siete y veinte. Se quedó frito al instante. Bañé al mayor, le di de cenar y... a la cama a las ocho. Me tumbé con él porque me lo pidió. Nos interrumpieron los lloriqueos del más pequeño.
"Daniel, me voy un momento a ver que le pasa a Iván y vuelvo" le expliqué a Daniel.
"No le oigoooo" me contestó.
"Ahora le vas a oir" Abrí la puerta y nos llegaron los berreos en los que se habían convertido los lloriqueos. Fui a atender al bebé, le puse el chupete, le acuné y lo volví a depositar en la cuna ya dormido.
Volví a la habitación de mi promogénito.
"¿Qué pasaaaa?" me preguntó cuando me vio aparecer por la puerta.
"Vengo a dormir contigo un ratito tal y como te había dicho que haría" le expliqué.
"Vale" me hizo un sitio, se dio la vuelta y en unos minutos respiraba acompasadamente.
Aproveché para irme a mi cama y descansar una horita hasta que se volvió a despertar su hermano. Espero que pillen el sueño rápido o van a acabar con su madre.
jueves, 21 de junio de 2012
La fiesta de los payasos
Hay gente bienintencionada que te hace la pascua sin querer. Eso es lo que me pasó a mí un día que libraba en el trabajo por haber trabajado el fin de semana y Daniel decidió que no quería ir al cole. Los días de libranza son oro. hay que usarlos para hacer todo aquellos pendiente como, por ejemplo, la matrícula del mayor en el cole nuevo, pagar julio de la guardería en el banco, limpiar, recoger, cambiar la ropa de Iván por una talla más... Y un largo etcétera. Así que no podía acceder a los deseos de mi lloriqueante pequeñín.
Bajando a la calle me encontré con una vecina a la que no se le ocurre otra cosa que decirle al niño que hay que ir contento al cole porque hoy hay una fiesta de payasos. Ni que decir que a Daniel se le cambió la cara en el acto. "Vamos a la fiesta de payasos, mamá".
Fui todo el camino explicándole que la buena señora no tiene ni idea de los que pasa en su cole, pero él hacía oídos sordos y me repetía una y otra vez que hoy se iba a disfrazar de payaso en su clase.
Cuando llegamos ni disfraces, ni payasos ni nada de nada. Le expliqué a la profe lo que había pasado. Daniel tenía una cara de desilusión que rompía el alma. Asi que le prometí que haríamos una disfraz de payaso en casa y que le pintaría la cara como quisiese. Mi niño volvió a sonreir ante esa perspectiva. Y la sonrisa se volvió aún más grande cuando la señorita le ofreció un coche estupendo para jugar. Se le olvidó hasta darme un beso de despedida. Agitó la manita distraidamente mientras corría hacia la alfombra-carretera.
De camino al banco y al colegio futuro paré en una tienda de chinos para comprar el material: Una camiseta amarilla chillón que luego podría usar yo, una peluca verde de rizos y papel rugoso naranja.
Después de hacer todas las gestiones a la velocidad del rayo. Volví a por mis niños. Daniel se acordaba perfectamente de mi promesa. Fue todo el camino contando al aire que se iba a vestir de payaso. Una vez en casa le pinté la cara y pegamos en la camiseta carulinas con formas geométricas y lacitos que yo había preparado previamente con el papel rugoso. He de confesar que casi todo lo pegué yo, porque él estaba muy entretenido pintándose y pintándome. Mientras el bebé exploraba la habitación de juegos arrastrándose cual culebrilla de juguete en juguete. A veces le quitaba las pinturas de cara al hermano. Menos mal que estaban cerradas y no se las podía comer.
Vestí a Daniel con su disfraz. Estaba guapísimo. Le duró la alegría diez minutos. Después me pidió que se lo quitara y corrió a jugar con sus juguetes. Estaría incómodo para jugar con la camiseta. Digo yo.
Aproveché que estaba ocupado con los coches para hacerles gracias a Iván. Los dos tumbados en la cama para jugar y descansar un poco a la vez. Este chiquitín tiene la risa fácil y contagiosa. Da gusto estar con él.
Al final acabamos jugando los tres juntos de nuevo.
Bajando a la calle me encontré con una vecina a la que no se le ocurre otra cosa que decirle al niño que hay que ir contento al cole porque hoy hay una fiesta de payasos. Ni que decir que a Daniel se le cambió la cara en el acto. "Vamos a la fiesta de payasos, mamá".
Fui todo el camino explicándole que la buena señora no tiene ni idea de los que pasa en su cole, pero él hacía oídos sordos y me repetía una y otra vez que hoy se iba a disfrazar de payaso en su clase.
Cuando llegamos ni disfraces, ni payasos ni nada de nada. Le expliqué a la profe lo que había pasado. Daniel tenía una cara de desilusión que rompía el alma. Asi que le prometí que haríamos una disfraz de payaso en casa y que le pintaría la cara como quisiese. Mi niño volvió a sonreir ante esa perspectiva. Y la sonrisa se volvió aún más grande cuando la señorita le ofreció un coche estupendo para jugar. Se le olvidó hasta darme un beso de despedida. Agitó la manita distraidamente mientras corría hacia la alfombra-carretera.
De camino al banco y al colegio futuro paré en una tienda de chinos para comprar el material: Una camiseta amarilla chillón que luego podría usar yo, una peluca verde de rizos y papel rugoso naranja.
Después de hacer todas las gestiones a la velocidad del rayo. Volví a por mis niños. Daniel se acordaba perfectamente de mi promesa. Fue todo el camino contando al aire que se iba a vestir de payaso. Una vez en casa le pinté la cara y pegamos en la camiseta carulinas con formas geométricas y lacitos que yo había preparado previamente con el papel rugoso. He de confesar que casi todo lo pegué yo, porque él estaba muy entretenido pintándose y pintándome. Mientras el bebé exploraba la habitación de juegos arrastrándose cual culebrilla de juguete en juguete. A veces le quitaba las pinturas de cara al hermano. Menos mal que estaban cerradas y no se las podía comer.
Vestí a Daniel con su disfraz. Estaba guapísimo. Le duró la alegría diez minutos. Después me pidió que se lo quitara y corrió a jugar con sus juguetes. Estaría incómodo para jugar con la camiseta. Digo yo.
Aproveché que estaba ocupado con los coches para hacerles gracias a Iván. Los dos tumbados en la cama para jugar y descansar un poco a la vez. Este chiquitín tiene la risa fácil y contagiosa. Da gusto estar con él.
Al final acabamos jugando los tres juntos de nuevo.
miércoles, 20 de junio de 2012
De excursión al supermercado
Necesitaba fruta urgentemente y después de trabajar no me había dado tiempo de ir al supermercado, así que temblando al pensar en todas las posibilidades decidí ir con mis retoños a recorrer lineales. ¡Qué peligro!
Daniel había estado jugando el día anterior con un carrito de supermercado en el parque. No sé de quien sería, pero el niño disfrutó toda la tarde recogiendo juguetes desperdigados por el suelo y "comprándolos".
Así que, ni corta ni perezosa, cogí su mochilita con ruedas y se la llevé al colegio para que la usara a modo de carrito de la compra. Al peque la encantó la idea. Se fue dando saltitos de alegría y arrastrando su mochilita hasta el Alcampo.
Una vez allí me preguntaba si podía coger todo lo que tuviera al alcance de la mano. Con esfuerzo logré mantener sus ansias consumistas a raya y que me ayudara a meter las peras y los plátanos en su mochilita. Unas manzanitas y una naranjas después nos dirigimos a las cajas registradoras a pagar. Fue una visita exprés. Salimos indemnes de allí y sin romper nada.
Mi peque iba muy feliz arrastrando su mochilita llena de fruta e Iván estuvo todo el rato en el carrito mirándo hacia todos los lados muy atento. En alguna ocasión hubo que evitar que sus largas manitas se apoderaran de algún que otro artículo que llevarse a a boca, pero sin más. Me parece que subestimo a mis retoños. Cuando quieren saben portarse muy bien.
Daniel había estado jugando el día anterior con un carrito de supermercado en el parque. No sé de quien sería, pero el niño disfrutó toda la tarde recogiendo juguetes desperdigados por el suelo y "comprándolos".
Así que, ni corta ni perezosa, cogí su mochilita con ruedas y se la llevé al colegio para que la usara a modo de carrito de la compra. Al peque la encantó la idea. Se fue dando saltitos de alegría y arrastrando su mochilita hasta el Alcampo.
Una vez allí me preguntaba si podía coger todo lo que tuviera al alcance de la mano. Con esfuerzo logré mantener sus ansias consumistas a raya y que me ayudara a meter las peras y los plátanos en su mochilita. Unas manzanitas y una naranjas después nos dirigimos a las cajas registradoras a pagar. Fue una visita exprés. Salimos indemnes de allí y sin romper nada.
Mi peque iba muy feliz arrastrando su mochilita llena de fruta e Iván estuvo todo el rato en el carrito mirándo hacia todos los lados muy atento. En alguna ocasión hubo que evitar que sus largas manitas se apoderaran de algún que otro artículo que llevarse a a boca, pero sin más. Me parece que subestimo a mis retoños. Cuando quieren saben portarse muy bien.
martes, 19 de junio de 2012
¡Ya está aquí la camiseta de Papácangrejo!
Cuando la portera me entregó el paquete yo ya sabía lo que era. En el remite ponía "Papácangrejo". ¡Yujuuu! Enseguida rasgué el papel y saqué mi flamante camiseta. Al segundo siguiente ya la tenía puesta. Iván me miraba con envidia, así que no pude evitar prestársela un poquito, pero cuando vi que el babeo constante ponía en peligro la integridad de mi nueva prenda se la quité enseguida a pesar de sus protestas.
Fui corriendo a enseñarles mi premio al resto de los integrantes de la casa, pero les pillé montando una nave de piezas estilo Lego, con su marciano verde y todo, bastante más fea que la Crábulus, por cierto. De nada sirvió que le explicara a mi primogénito que el cangrejo de la camiseta también era un extraterrestre. Me miraba como si su madre se hubiera vuelto loca y luego volvía a prestar toda su atención en su papá.
Me dio igual. Yo estaba contentísima. Lo mejor fue cuando vi el cangrejito de papel. Papácangrejo hace figuras cangejiles de origami y las va desperdigando allá donde va. Pues ya tenemos una en Madrid. Para más señas: en mi casa. ¡Todo un orgullo! Y encima dedicado.
Para poneros en antecedentes hay que contar que cogané, junto con Lourdes, un concurso que realizó Papácangrejo. Fue muy reñido y emocionante hasta el final.
Fui corriendo a enseñarles mi premio al resto de los integrantes de la casa, pero les pillé montando una nave de piezas estilo Lego, con su marciano verde y todo, bastante más fea que la Crábulus, por cierto. De nada sirvió que le explicara a mi primogénito que el cangrejo de la camiseta también era un extraterrestre. Me miraba como si su madre se hubiera vuelto loca y luego volvía a prestar toda su atención en su papá.
Me dio igual. Yo estaba contentísima. Lo mejor fue cuando vi el cangrejito de papel. Papácangrejo hace figuras cangejiles de origami y las va desperdigando allá donde va. Pues ya tenemos una en Madrid. Para más señas: en mi casa. ¡Todo un orgullo! Y encima dedicado.
Para poneros en antecedentes hay que contar que cogané, junto con Lourdes, un concurso que realizó Papácangrejo. Fue muy reñido y emocionante hasta el final.
lunes, 18 de junio de 2012
El bosque nocturno
En el cole siempre están ideando actividades fantásticas con las que alimentar la imaginación de los peques. En esta ocasión se les ha ocurrido, nada más y nada menos, que crear todo un bosque. Y, para más originalidad, lo han ubicado entre telas opacas y así crear un ambiente nocturno. En todo el perímetro del bosque han dejado (bien atadas con cuerdas por si acaso) pequeñas linternas con las que explorarlo.
Los animalitos, las plantas, los árboles, la enorme luna, las estrellas... y todos los elementos que lo conforman los han hecho los niños del cole, Daniel incluído. Ha quedado precioso. A mis niños les encanta visitarlo cuando salen de clase. La primera vez que nos metimos entre las telas y encendimos la linterna exclamó: "Mira mamá. Eso lo he hecho yo!". Le hizo muchísima ilusión.
Por cierto, que Iván casi me causa un disgusto con su manita inquieta. Se empeñó en llevarse consigo un árbol y casi lo consigue. Qué susto cuando me di cuenta que había enganchado la figura. Menos mal que logré volver a ponerla en su sitio de nuevo.
Los animalitos, las plantas, los árboles, la enorme luna, las estrellas... y todos los elementos que lo conforman los han hecho los niños del cole, Daniel incluído. Ha quedado precioso. A mis niños les encanta visitarlo cuando salen de clase. La primera vez que nos metimos entre las telas y encendimos la linterna exclamó: "Mira mamá. Eso lo he hecho yo!". Le hizo muchísima ilusión.
Por cierto, que Iván casi me causa un disgusto con su manita inquieta. Se empeñó en llevarse consigo un árbol y casi lo consigue. Qué susto cuando me di cuenta que había enganchado la figura. Menos mal que logré volver a ponerla en su sitio de nuevo.
domingo, 17 de junio de 2012
El misterio del bebé volador
La tarde se presentaba tranquila en mi despacho. Nada hacía presagiar que un cliente cruzaría el umbral de la cochambrosa puerta, pero ahí estaba ella. Llorosa, intranquila... con una inquietante frase en sus temblorosos labios que no hacía más que repetir. "Lo que podía haber pasado. Juro que nunca más lo dejaré solo".
La señora de mediana edad que se removía con los nervios de punta en mi incómoda silla de despacho me expuso los hechos a trancas y barrancas. Tenía una figura descuidada a raíz de dos embarazos y una dejadez posterior que la había llevado a perder irremediablemente su figura. Sus ojos azules, otrora bellos, se mostraban ahora hinchados y enrojecidos a fuerza de pasar las noches en blanco al cuidado de sus dos retoños.
De su deslabazado relato pude deducir que ella había dejado a su bebé tumbado en la cabecera de la cama del hermano mayor, de unos dos años y medio, que se hallaba en ese momento jugando con una excavadora muy próximo a dicho mueble. La cama cuenta con una barrera de seguridad infantil que protege casi todo el perímetro que no se halla pegado a la pared, aunque a los pies deja un gran hueco que alberga su peligrosidad. El sujeto a investigar, el bebé, un tal Iván, ha comenzado a impulsarse hacia delante gracias a la gran fuerza motora de sus piernas y brazos. En alguna ocasión, sorprende a sus progenitores con un salto estilo ranita.
La madre tomó la decisión equivocada en ese momento. Le pidió a su hijo mayor, Daniel, que cuidara de su hermano y que le avisara si veía que se acercaba al punto peligroso de la cama. El pequeño asintió a todo lo que le pidió la mujer, pero, por experiencia propia, muchas veces los niños de estas edades asienten sin entender las palabras que le dedicamos. Ya son muchos años en este oficio.
Los sucesos transcurrieron de este modo. La madre procedió a solucionar la tarea que la mantenía ocupada fuera de la habitación a la velocidad de la luz cuando, de repente, oyó la frase que hizo que le temblara la fibra sensible.
La voz de su marido llegó a sus oídos alta y clara: "¿Te has caído Iván?". Corrió como alma que lleva el diablo a la habitación y se encontró con un bebé sonriente en brazos de su padre y un niño tranquilo que seguía jugando con la susodicha excavadora. ¿Cómo llegó el bebé al suelo sin golpe, sin dolor ni trauma? Eso me tocaba investigarlo a mí.
Procedí a interrogar a la madre aprovechando que la tenía delante en ese mismo instante.
- ¿No oyó ningún golpe seco?
- Definitivamente no.
- ¿No había señales de que el bebé hubiera llorado con anterioridad? ¿Ojos rojos, surcos húmedos en los mofletes?
- Nada. Estaba sonriendo como si nada hubiera pasado.
- ¿Usted lo vio en el suelo?
- En ningún momento.
Le tocaba el turno al padre.
- Usted llegó el primero a la escena de los hechos. ¿Podría describir brévemente lo que vio?
- Eeeeeh sí. Iván estaba en el suelo agarrado a la madera del borde de la cama.
-¿Lloraba?
- No.
- ¿Presentaba algún golpe reciente?
- No.
- ¿Donde estaba Daniel?
- En el suelo jugando con un juguete.
Era la hora de enfrentarse a los hechos cara a cara. Procedí a interrogar al único testigo: Daniel.
- ¿Se cayó Iván de la cama?
- Sí
- ¿Cómo?
- No seeeeeee.
- ¿Le ayudaste a bajar?
- No sabo
-¿Se bajó el solito?
- No sabo
- ¿Por qué dices "no sabo" si la primera vez lo has dicho bien?
- No saboooooooooooooo
Y me dejó con al palabra en la boca atraído por otra cosa más interesante que mi sarta de preguntas.
Tras recabar toda la información posible y haber puesto en orden todos los datos y las ideas cabe suponer que:
a) El bebé tiene muy engañados a sus padres y, no sólo sabe gatear, sino que, además, trepa y se descuelga perfectamente.
b) Daniel vio que Iván estaba a punto de caerse y le ayudó a bajar mal que bien. Luego fingió que no había pasado nada para evitar broncas innecesarias por parte de sus padres por haber cogido el solito al bebé. Nunca se sabe por qué te van a reñir estos dos.
c) La opción más plausible y por la que me decanto. El bebé desplegó sus orejas tal que Dumbo, aleteó con fuerza, voló por toda la habitación para acabar aterrizando suavemente en el suelo y le hizo jurar a su hermano que no diría nada de todo lo que había visto.
¡Caso cerrado!
La señora de mediana edad que se removía con los nervios de punta en mi incómoda silla de despacho me expuso los hechos a trancas y barrancas. Tenía una figura descuidada a raíz de dos embarazos y una dejadez posterior que la había llevado a perder irremediablemente su figura. Sus ojos azules, otrora bellos, se mostraban ahora hinchados y enrojecidos a fuerza de pasar las noches en blanco al cuidado de sus dos retoños.
De su deslabazado relato pude deducir que ella había dejado a su bebé tumbado en la cabecera de la cama del hermano mayor, de unos dos años y medio, que se hallaba en ese momento jugando con una excavadora muy próximo a dicho mueble. La cama cuenta con una barrera de seguridad infantil que protege casi todo el perímetro que no se halla pegado a la pared, aunque a los pies deja un gran hueco que alberga su peligrosidad. El sujeto a investigar, el bebé, un tal Iván, ha comenzado a impulsarse hacia delante gracias a la gran fuerza motora de sus piernas y brazos. En alguna ocasión, sorprende a sus progenitores con un salto estilo ranita.
La madre tomó la decisión equivocada en ese momento. Le pidió a su hijo mayor, Daniel, que cuidara de su hermano y que le avisara si veía que se acercaba al punto peligroso de la cama. El pequeño asintió a todo lo que le pidió la mujer, pero, por experiencia propia, muchas veces los niños de estas edades asienten sin entender las palabras que le dedicamos. Ya son muchos años en este oficio.
Los sucesos transcurrieron de este modo. La madre procedió a solucionar la tarea que la mantenía ocupada fuera de la habitación a la velocidad de la luz cuando, de repente, oyó la frase que hizo que le temblara la fibra sensible.
La voz de su marido llegó a sus oídos alta y clara: "¿Te has caído Iván?". Corrió como alma que lleva el diablo a la habitación y se encontró con un bebé sonriente en brazos de su padre y un niño tranquilo que seguía jugando con la susodicha excavadora. ¿Cómo llegó el bebé al suelo sin golpe, sin dolor ni trauma? Eso me tocaba investigarlo a mí.
Procedí a interrogar a la madre aprovechando que la tenía delante en ese mismo instante.
- ¿No oyó ningún golpe seco?
- Definitivamente no.
- ¿No había señales de que el bebé hubiera llorado con anterioridad? ¿Ojos rojos, surcos húmedos en los mofletes?
- Nada. Estaba sonriendo como si nada hubiera pasado.
- ¿Usted lo vio en el suelo?
- En ningún momento.
Le tocaba el turno al padre.
- Usted llegó el primero a la escena de los hechos. ¿Podría describir brévemente lo que vio?
- Eeeeeh sí. Iván estaba en el suelo agarrado a la madera del borde de la cama.
-¿Lloraba?
- No.
- ¿Presentaba algún golpe reciente?
- No.
- ¿Donde estaba Daniel?
- En el suelo jugando con un juguete.
Era la hora de enfrentarse a los hechos cara a cara. Procedí a interrogar al único testigo: Daniel.
- ¿Se cayó Iván de la cama?
- Sí
- ¿Cómo?
- No seeeeeee.
- ¿Le ayudaste a bajar?
- No sabo
-¿Se bajó el solito?
- No sabo
- ¿Por qué dices "no sabo" si la primera vez lo has dicho bien?
- No saboooooooooooooo
Y me dejó con al palabra en la boca atraído por otra cosa más interesante que mi sarta de preguntas.
Tras recabar toda la información posible y haber puesto en orden todos los datos y las ideas cabe suponer que:
a) El bebé tiene muy engañados a sus padres y, no sólo sabe gatear, sino que, además, trepa y se descuelga perfectamente.
b) Daniel vio que Iván estaba a punto de caerse y le ayudó a bajar mal que bien. Luego fingió que no había pasado nada para evitar broncas innecesarias por parte de sus padres por haber cogido el solito al bebé. Nunca se sabe por qué te van a reñir estos dos.
c) La opción más plausible y por la que me decanto. El bebé desplegó sus orejas tal que Dumbo, aleteó con fuerza, voló por toda la habitación para acabar aterrizando suavemente en el suelo y le hizo jurar a su hermano que no diría nada de todo lo que había visto.
¡Caso cerrado!
sábado, 16 de junio de 2012
Iván no se quiere sentar
Mi bebé ya es mayorcito como para mantenerse erguido y con la espalda pegada a cualquier respaldo, pero ¡no le da la gana! Le plantas en cualquier lugar bien sentadito, te lanza una mirada picarona, una amplia sonrisa y patapaf tumbado boca abajo. No es que no pueda, porque tiene fuerza suficiente: ¡Es que no quiere! Prefiere patalear, manotear y arrastrarse a investigar el terreno. Ocho meses recién cumplidos y ya está hecho un rebelde.
Un día le encajoné con unos coijnes enormes que tengo por casa y aún así consiguió zafarse y arrastrarse hasta el borde de la cama.
Un día le encajoné con unos coijnes enormes que tengo por casa y aún así consiguió zafarse y arrastrarse hasta el borde de la cama.
viernes, 15 de junio de 2012
Los compañeros de trabajo juntamos a nuestros hijos.
Hartos de oirnos hablar de nuestros retoños sin conocerlos o casi, los compañeros del trabajo organizamos una quedada en el ya famoso parque de los chorros.
Por mi parte había preparado a Daniel para le momento hablándole de los maiguitos nuevos que iba a conocer. "Va a venir Marcos, que tiene tu edad y no para como tú. Y Carlos, que es un poco mayor y seguro que no para de jugar. También Adrián que es su hermano mayor. Como tú, que eres el hermano mayor de Iván. Y una niña preciosa que se llema Lola". Mi niño me escuchaba emocionado "¿Vamos ahora, mamá, ahora?" exclamaba. "No, mañana". "Yo quiero ahora, mamá". Pero había quedado para la tarde del viernes yera jueves así que no le quedó más remedio que esperar.
Al día siguiente fui a recogerle a la clase pensando en que estaría contentísimo de seguirme, pero esa mañana me habían devuelto todos los cachivaches que entregamos a la clase por la semana del protagonista y estaba deseando llegar a casa para jugarcon la excavadora. Cuando le hice sabes que se pusiera como se pusiera nos íbamos a los chorros se puso como un loco. Menos mal que Ana. La profe me echó un cable, pero de esos de acero y gordote y de lo más efectivo. "A ver Daniel. Vamos a hacer una trato tú y yo. Tú te vas tranquilamente con mamá y la obedeces en todo y yo te doy una chuche" La cara de mi hijo se iluminó con la mágica palabra. Accedió a todo mientras saboreaba la golosa gominola que le había regalado su maestra.
"¡Qué buena es Ana!" Opiné en alto. "Sí, siempre me da chuches" estuvo de acuerdo el peque.
Corriendo, casi volando, me dirigí al parque, pero como tebgo orientación cero, me perdí. Y eos que era todo recto. Tuve que preguntar una par de veces antes de llegar. Allí nos esperaba ya Ana, la única valiente sin hijs que se había atrevido a apuntarse. Le encantan los niños y enseguida se prestó a hacer mimitos a los chiquitines. Daniel sólo pensaba en su merienda de pavo, pero Iván estaba encantado. Ana me informó de que Rosana y su famoso Marcos no iba a poder venir porque el pobre chiquitín tenía otitis. ¡Pobrecito! Daniel lo sintió muchísimo porque se había creado muchasexpectativas con él. "La de diabluras que vamos a hacer juntos" supongo que pensaría. Durante el camino de vuelta sólo preguntaba por el hijo de mi amiga una y otra vez ¡Cómo si de verdad lo conociera!
"¿Y Marcos?"
"Está malito"
"¿Por quéeeee?"
"Porque le duele el oído"
"¿El oido? No ha venido"
"No, porque está malito"
"¿Está malito Marcos?"
Y así en un bucle sin fin.
Al poco de estar allí llegó Raúl con sus dos chiquillos. Al principio Daniel se mostró bastante tímido, pero en cuanto les cogió confianza interactuó bastante con ellos. Aunque más que los niños, lo que más le gustó fue la bici sin pedales de Carlos. Se la pidió prestada al principio y ya la soltó poco. El papá de los niños hasta le dió permiso para meterse por la fuente con ella para gran alborozo de mi primogénito.
La última en unirse al grupo fueron Alejandra y la pequeña Lola. Se habían perdido como yo, y encima la pobre madre había tardado más de una hora en encontrar aparcamiento. Menos mal que el trago no le quitaron las ganas de divertirse a la pequeñaja que corría de una lado al otro de la fuente con una amplia sonrisa.
Otra mina de diversión fue el pompero que les trajo Raúl a los niños. Cómo les gusta las pompas de jabón. Y cuando se terminó el líquido le encontramos otros usos al bote. Iván se lo pasó bomba con el palito y Daniel fue blandiéndolo como una espada durante el largo camino de regreso a casa mientras me preguntaba por Marcos una y otra vez.
Nos lo pasamos tan bien que hay que repetirlo. Y por favor, ¡Que venga Marcos o a Daniel le dará algo! Ojalá ya se le haya curado la otitis completamente. ¡Con lo que duele! ya le hubiera gustado a él venirse a jugar con nosotros.
Por mi parte había preparado a Daniel para le momento hablándole de los maiguitos nuevos que iba a conocer. "Va a venir Marcos, que tiene tu edad y no para como tú. Y Carlos, que es un poco mayor y seguro que no para de jugar. También Adrián que es su hermano mayor. Como tú, que eres el hermano mayor de Iván. Y una niña preciosa que se llema Lola". Mi niño me escuchaba emocionado "¿Vamos ahora, mamá, ahora?" exclamaba. "No, mañana". "Yo quiero ahora, mamá". Pero había quedado para la tarde del viernes yera jueves así que no le quedó más remedio que esperar.
Al día siguiente fui a recogerle a la clase pensando en que estaría contentísimo de seguirme, pero esa mañana me habían devuelto todos los cachivaches que entregamos a la clase por la semana del protagonista y estaba deseando llegar a casa para jugarcon la excavadora. Cuando le hice sabes que se pusiera como se pusiera nos íbamos a los chorros se puso como un loco. Menos mal que Ana. La profe me echó un cable, pero de esos de acero y gordote y de lo más efectivo. "A ver Daniel. Vamos a hacer una trato tú y yo. Tú te vas tranquilamente con mamá y la obedeces en todo y yo te doy una chuche" La cara de mi hijo se iluminó con la mágica palabra. Accedió a todo mientras saboreaba la golosa gominola que le había regalado su maestra.
"¡Qué buena es Ana!" Opiné en alto. "Sí, siempre me da chuches" estuvo de acuerdo el peque.
Corriendo, casi volando, me dirigí al parque, pero como tebgo orientación cero, me perdí. Y eos que era todo recto. Tuve que preguntar una par de veces antes de llegar. Allí nos esperaba ya Ana, la única valiente sin hijs que se había atrevido a apuntarse. Le encantan los niños y enseguida se prestó a hacer mimitos a los chiquitines. Daniel sólo pensaba en su merienda de pavo, pero Iván estaba encantado. Ana me informó de que Rosana y su famoso Marcos no iba a poder venir porque el pobre chiquitín tenía otitis. ¡Pobrecito! Daniel lo sintió muchísimo porque se había creado muchasexpectativas con él. "La de diabluras que vamos a hacer juntos" supongo que pensaría. Durante el camino de vuelta sólo preguntaba por el hijo de mi amiga una y otra vez ¡Cómo si de verdad lo conociera!
"¿Y Marcos?"
"Está malito"
"¿Por quéeeee?"
"Porque le duele el oído"
"¿El oido? No ha venido"
"No, porque está malito"
"¿Está malito Marcos?"
Y así en un bucle sin fin.
Al poco de estar allí llegó Raúl con sus dos chiquillos. Al principio Daniel se mostró bastante tímido, pero en cuanto les cogió confianza interactuó bastante con ellos. Aunque más que los niños, lo que más le gustó fue la bici sin pedales de Carlos. Se la pidió prestada al principio y ya la soltó poco. El papá de los niños hasta le dió permiso para meterse por la fuente con ella para gran alborozo de mi primogénito.
La última en unirse al grupo fueron Alejandra y la pequeña Lola. Se habían perdido como yo, y encima la pobre madre había tardado más de una hora en encontrar aparcamiento. Menos mal que el trago no le quitaron las ganas de divertirse a la pequeñaja que corría de una lado al otro de la fuente con una amplia sonrisa.
Otra mina de diversión fue el pompero que les trajo Raúl a los niños. Cómo les gusta las pompas de jabón. Y cuando se terminó el líquido le encontramos otros usos al bote. Iván se lo pasó bomba con el palito y Daniel fue blandiéndolo como una espada durante el largo camino de regreso a casa mientras me preguntaba por Marcos una y otra vez.
Nos lo pasamos tan bien que hay que repetirlo. Y por favor, ¡Que venga Marcos o a Daniel le dará algo! Ojalá ya se le haya curado la otitis completamente. ¡Con lo que duele! ya le hubiera gustado a él venirse a jugar con nosotros.