¡¡Otro premio!! Gracias Piruli. Eres la persona más activa e incansable que conozco. Un día tenemos que hablar largo y tendido para que me digas cómo haces para llegar a todo.
Este premio es redondo, rosa y con mucho corazón. Muy a cuento después de la feliz visita al cardiólogo que nos confirmó que Iván sigue estupendo del suyo.
Las normas a seguir son muy sencillas. En primer lugar agradecer a la persona que te lo ha otorgado que pensara en ti. Muchas gracias Piruli. Me encanta el premio.
En segundo lugar, ser seguidora del blog que te lo concede. Ya lo soy, pero con mi nombre, no con mi nick. Misterios de blogger. Aparezco como Dácil Muñoz.
Y por último nominar a otros cinco blogs con menos de 200 seguidores.
- B aprende en casa
- Las cositas de Lucita
- Antes de comerte a tu hijo
- Una nueva vida
- Diario de una mami Buho
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viernes, 30 de noviembre de 2012
Pinzas para aprender a coger el bolígrafo
Siguiendo las indicaciones de la profesora de Daniel, compré dos paquetes de pinzas de colores. Las de toda la vida y otras más grandes, pensando en pedirle que me hiciera diferentes series según color y tamaño.
Busqué sin éxito un tendedero de juguete y al final improvisé uno muy cutremente con su carrito de la limpieza versión pequeña.
La misma tarde que improvisé el juego de las pinzas, mi primogénito me pidió ir a casa en vez de al parque. Accedí a su petición enseguida pensando en poner en práctica lo antes posible el método "mejora de la pinza digital".
Cuando mis dos niños vieron la que había montado le brillaron los ojitos y se pusieron a jugar inmediatamente. Duraron poco, porque enseguida empezaron a pelearse por todo. Después de muchas disputas y lloros, decidí separarlos. Así que mientras Daniel tendía, Iván me pasaba la aspiradora.
Al rato, se me ocurrió sacar la plancha de juguete para completar el juego. ¡Un éxito! Lo que fue un fracaso total fue lo de ejercitar la pinza digital. Mi niño cogía las pinzas con todos los dedos a la vez y no importó lo que yo le insistiera en que lo intentara sólo con dos dedos. Ni caso que hizo.
Alguna vez aislada lo sorprendí formando la pinza, pero muy poquitas veces. Seguiré insistiendo a ver si llegamos a buen puerto.
Busqué sin éxito un tendedero de juguete y al final improvisé uno muy cutremente con su carrito de la limpieza versión pequeña.
La misma tarde que improvisé el juego de las pinzas, mi primogénito me pidió ir a casa en vez de al parque. Accedí a su petición enseguida pensando en poner en práctica lo antes posible el método "mejora de la pinza digital".
Cuando mis dos niños vieron la que había montado le brillaron los ojitos y se pusieron a jugar inmediatamente. Duraron poco, porque enseguida empezaron a pelearse por todo. Después de muchas disputas y lloros, decidí separarlos. Así que mientras Daniel tendía, Iván me pasaba la aspiradora.
Al rato, se me ocurrió sacar la plancha de juguete para completar el juego. ¡Un éxito! Lo que fue un fracaso total fue lo de ejercitar la pinza digital. Mi niño cogía las pinzas con todos los dedos a la vez y no importó lo que yo le insistiera en que lo intentara sólo con dos dedos. Ni caso que hizo.
Alguna vez aislada lo sorprendí formando la pinza, pero muy poquitas veces. Seguiré insistiendo a ver si llegamos a buen puerto.
jueves, 29 de noviembre de 2012
Fiebre, tos, pediatra, luces y villancicos
El timbre del móvil me sobresaltó. Dejé lo que estaba haciendo y corrí a cogerlo. Mi interlocutora se presentó como Carola, la profesora auxiliar y de informática de Daniel. Me contó que el peque tenía fiebre y que se encontraba muy mal. Volé a por él mientras planeaba cómo dejarlo en casa e ir a por Iván a la vez. Cuando llegué me encontré a mi hijo con un poco de mala cara, pero ni tenía fiebre ni estaba por los suelos. Todo lo contrario. La profesora fue muy amable conmigo. Me había llamado desde su móvil personal porque Marta, la profe oficial, se había puesto mala y no podía dejar la clase sola.
Más tranquila, me llevé al niño a casa. por el camino llamé a una vecina que es un cielo y que accedió enseguida a cuidar de Daniel mientras iba a la guardería a por el bebé.
Afortunadamente, yo ya había pedido hora para esa tarde a la pediatra porque los dos chiquitines llevan dos semanas con tos. No tiene fiebre ni demuestran cansancio, pero me preocupaba de todas formas. En cuanto llegué de la guardería agradecí profusamente a Susana que se hubiera quedado a cuidar de un Daniel que me encontré saltando encima del sofá y casi sin bajar al pequeñajo del carrito nos encaminamos el centro de salud.
Una vez allí, los peques me la empezaron a liar de mil maneras. Cada uno corría hacia una lado diferente, se subían a las sillas, hablaban a gritos... Cuando ya los iba a atara a los dos en el carito de la manera que fuera para que se estuvieran quietos, por fin nos llamaron. Entré con la tropa y le explique a la médico que adolecían de los mismo.
Auscultó primero a Daniel, que se portó genial y no dejó de hablar y preguntar todo lo que se le ocurría. Luego le tocó el turno a Iván, que no paró de llorar en todo momento. El pobre ya venía quemado de su visita al cardiólogo ayer y no le apetecía lidiar con más médicos. El diagnóstico fue que estaban los dos como una rosa (el de siempre), aunque Daniel tenía un poco inflamado uno de los oídos con lo que no estaba de más darle Dalsy después de cada comida. Le pregunté si podía darle Romiral por las noches (Una medicina para cortarle la tos) y me dio permiso, incluso para darle dos dosis en vez de una y le durara el efecto toda la noche. El mayor no perdió la oportunidad de pedir su palito de médico con carita pintada.
"Toma lorito", le entregó el ansiado tesoro su pediatra, "Que antes no hablabas y ahora no callas". Me despedí muy contenta de que los dos estuvieran sanitos. Llegué a casa convencida de no sacarles más a la calle, pero le había dicho a Daniel que le iba a llevar a ver cómo encendían las luces de Navidad del Centro Comercial que tenemos cerca de casa y no se le había olvidado. Cómo vi que los dos estaban al cien por cien de sus fuerzas nos fuimos al evento nada más llegar el padre.
El encendido del árbol iba acompañado de un recital de villancicos precioso. En cuanto el coro empezó a entonar el primero incluso Iván dejó de protestar por estar sentado en el carrito y puso sus cinco sentidos en las canciones y en las luces. De vez en cuando aplaudía entusiasmado con sus manitas regordetas. Daniel también estaba encantado con el espectáculo. Se volvió y me lo hizo saber mientras llevaba el ritmo con todo el cuerpo. El único que estaba deseando salir de allí era el papá. Sus buenas razones tenía. Primera, que en realidad la razón principal que le había dado era que íbamos al supermercado a comprar, y segunda, que hacía un frío que pelaba. Al cuarto villancico recogimos velas y nos metimos a hacer la compra. Me dio mucha pena tener que irme.
Cuando salimos del centro comercial lo hicimos por otra puerta para ver encendidas las figuras de los tres Reyes Magos y sus camellos. Les encantó.
Más tranquila, me llevé al niño a casa. por el camino llamé a una vecina que es un cielo y que accedió enseguida a cuidar de Daniel mientras iba a la guardería a por el bebé.
Afortunadamente, yo ya había pedido hora para esa tarde a la pediatra porque los dos chiquitines llevan dos semanas con tos. No tiene fiebre ni demuestran cansancio, pero me preocupaba de todas formas. En cuanto llegué de la guardería agradecí profusamente a Susana que se hubiera quedado a cuidar de un Daniel que me encontré saltando encima del sofá y casi sin bajar al pequeñajo del carrito nos encaminamos el centro de salud.
Una vez allí, los peques me la empezaron a liar de mil maneras. Cada uno corría hacia una lado diferente, se subían a las sillas, hablaban a gritos... Cuando ya los iba a atara a los dos en el carito de la manera que fuera para que se estuvieran quietos, por fin nos llamaron. Entré con la tropa y le explique a la médico que adolecían de los mismo.
Auscultó primero a Daniel, que se portó genial y no dejó de hablar y preguntar todo lo que se le ocurría. Luego le tocó el turno a Iván, que no paró de llorar en todo momento. El pobre ya venía quemado de su visita al cardiólogo ayer y no le apetecía lidiar con más médicos. El diagnóstico fue que estaban los dos como una rosa (el de siempre), aunque Daniel tenía un poco inflamado uno de los oídos con lo que no estaba de más darle Dalsy después de cada comida. Le pregunté si podía darle Romiral por las noches (Una medicina para cortarle la tos) y me dio permiso, incluso para darle dos dosis en vez de una y le durara el efecto toda la noche. El mayor no perdió la oportunidad de pedir su palito de médico con carita pintada.
"Toma lorito", le entregó el ansiado tesoro su pediatra, "Que antes no hablabas y ahora no callas". Me despedí muy contenta de que los dos estuvieran sanitos. Llegué a casa convencida de no sacarles más a la calle, pero le había dicho a Daniel que le iba a llevar a ver cómo encendían las luces de Navidad del Centro Comercial que tenemos cerca de casa y no se le había olvidado. Cómo vi que los dos estaban al cien por cien de sus fuerzas nos fuimos al evento nada más llegar el padre.
El encendido del árbol iba acompañado de un recital de villancicos precioso. En cuanto el coro empezó a entonar el primero incluso Iván dejó de protestar por estar sentado en el carrito y puso sus cinco sentidos en las canciones y en las luces. De vez en cuando aplaudía entusiasmado con sus manitas regordetas. Daniel también estaba encantado con el espectáculo. Se volvió y me lo hizo saber mientras llevaba el ritmo con todo el cuerpo. El único que estaba deseando salir de allí era el papá. Sus buenas razones tenía. Primera, que en realidad la razón principal que le había dado era que íbamos al supermercado a comprar, y segunda, que hacía un frío que pelaba. Al cuarto villancico recogimos velas y nos metimos a hacer la compra. Me dio mucha pena tener que irme.
Cuando salimos del centro comercial lo hicimos por otra puerta para ver encendidas las figuras de los tres Reyes Magos y sus camellos. Les encantó.
El dire del cole sube puntos
Iba a entrar en la biblioteca del cole de Daniel para que éste dejara y cogiera libros, cuando me abordó el director de la institución. Lo primero que me dijo fue que sentía mucho que no hubiera podido votar y que había sido un fallo de secretaría. El detalle le honra.
Después hablamos un poco de las votaciones, de los padres "nuevos"... Le comenté que estábamos un poco pez y que también queríamos saber que se cuece en el centro. Me aseguró que su puerta estaba abierta y que el AMPA era un instrumento estupendo para recibir toda clase de información.
Miró a Iván y le dijo "Ya sólo te quedan dos añitos para estar con nosotros"
"Espero que para entonces haya sentado la cabeza" Añadí yo.
"Y si no, no hay problema, porque aquí le pondremos firmes" dictaminó sonriendo.
Desde luego este director es un crack.
Después hablamos un poco de las votaciones, de los padres "nuevos"... Le comenté que estábamos un poco pez y que también queríamos saber que se cuece en el centro. Me aseguró que su puerta estaba abierta y que el AMPA era un instrumento estupendo para recibir toda clase de información.
Miró a Iván y le dijo "Ya sólo te quedan dos añitos para estar con nosotros"
"Espero que para entonces haya sentado la cabeza" Añadí yo.
"Y si no, no hay problema, porque aquí le pondremos firmes" dictaminó sonriendo.
Desde luego este director es un crack.
miércoles, 28 de noviembre de 2012
Huelga, una larguísima espera y ¡buenísimas noticias!
Ayer acudimos Raúl, Iván y yo a la cita con el cardiólogo. Es la que más nerviosa me pone. Sé que todo está bien nada más mirar a mi bebé, pero siempre está la duda acechando. Raúl, en cambio, iba muy tranquilo.
Desafortunadamente, ese día había huelga de médicos, así que me cargué de pañales, cambios de ropa, Aspitos y salchichas por si acaso, juguetitos... Por lo que pudiera pasar. Teníamos hora a las 10.20, pero entre pruebas, retrasos y mamoneos (fue demasiado descarado cómo colaron a algunas familias. No a una, por lo menos cuatro personas pasaron por delante nuestro nada más llegar), nos dieron más de las dos de la tarde cuando por fin nos recibió el cardiólogo.
Durante la larga espera, Iván aprovechó para subirse a todas las sillas, correr pasillo arriba y pasillo abajo cien veces, admirar todos los carteles de protesta de las paredes, manipular el extintor anti incendios, jugar con una camilla a su antojo, saludar a todos los niños que encontró a su paso... ¡Vamos que no paró!
Hubo un momento en el que me senté rendida en una silla de la sala de espera y le pasé el testigo al papá. ¡No podía más!
Durante el Ecocardio y electrocardio no paró de llorar como un energúmeno a pesar de los juguetes que le enseñaba la enfermera, las canciones que le cantaba y los mimos que le profesaba su padre. Se notaba que iban apurados con los pacientes porque las pruebas se las hicieron de aquella manera. Por ejemplo, en el electro no paraba de arrancarse los cables y aún así terminaron en dos minutos. No sé y que resultados obtendrían...
Por fin nos dieron el diagnóstico. El estado del paciente no había variado desde la última vez. Lo que significa que la abertura de la válvula aórtica no se había cerrado. Aunque la vena aórtica se estaba inflamando porque la sangre no bombeaba recto sino de lado. Esto le dará problemas muy a largo plazo y habrá que operarlo en la edad adulta, que es cuando aparecerán los primeros síntomas. Con lo cual supongo que el día que le abran para ponerle la válvula le arreglarán también lo de la vena inflamada.
Desde luego el niño estaba hecho un torete, tanto con los datos de las pruebas en la mano, como a simple vista, dictaminó el facultativo. Así que nos fuimos agotados pero contentos.
Iván se quedó frito nada más sentarlo en el carrito. Cuando llegamos a casa fue directo a la cuna con abrigo y todo. Comimos y Raúl se quedó velando su sueño mientras yo iba a por Daniel. Durmió tres horas y media de siesta el pobre. No me extraña después de tanta actividad y emociones.
Desafortunadamente, ese día había huelga de médicos, así que me cargué de pañales, cambios de ropa, Aspitos y salchichas por si acaso, juguetitos... Por lo que pudiera pasar. Teníamos hora a las 10.20, pero entre pruebas, retrasos y mamoneos (fue demasiado descarado cómo colaron a algunas familias. No a una, por lo menos cuatro personas pasaron por delante nuestro nada más llegar), nos dieron más de las dos de la tarde cuando por fin nos recibió el cardiólogo.
Durante la larga espera, Iván aprovechó para subirse a todas las sillas, correr pasillo arriba y pasillo abajo cien veces, admirar todos los carteles de protesta de las paredes, manipular el extintor anti incendios, jugar con una camilla a su antojo, saludar a todos los niños que encontró a su paso... ¡Vamos que no paró!
Hubo un momento en el que me senté rendida en una silla de la sala de espera y le pasé el testigo al papá. ¡No podía más!
Durante el Ecocardio y electrocardio no paró de llorar como un energúmeno a pesar de los juguetes que le enseñaba la enfermera, las canciones que le cantaba y los mimos que le profesaba su padre. Se notaba que iban apurados con los pacientes porque las pruebas se las hicieron de aquella manera. Por ejemplo, en el electro no paraba de arrancarse los cables y aún así terminaron en dos minutos. No sé y que resultados obtendrían...
Por fin nos dieron el diagnóstico. El estado del paciente no había variado desde la última vez. Lo que significa que la abertura de la válvula aórtica no se había cerrado. Aunque la vena aórtica se estaba inflamando porque la sangre no bombeaba recto sino de lado. Esto le dará problemas muy a largo plazo y habrá que operarlo en la edad adulta, que es cuando aparecerán los primeros síntomas. Con lo cual supongo que el día que le abran para ponerle la válvula le arreglarán también lo de la vena inflamada.
Desde luego el niño estaba hecho un torete, tanto con los datos de las pruebas en la mano, como a simple vista, dictaminó el facultativo. Así que nos fuimos agotados pero contentos.
Iván se quedó frito nada más sentarlo en el carrito. Cuando llegamos a casa fue directo a la cuna con abrigo y todo. Comimos y Raúl se quedó velando su sueño mientras yo iba a por Daniel. Durmió tres horas y media de siesta el pobre. No me extraña después de tanta actividad y emociones.
martes, 27 de noviembre de 2012
Hablando con Marta, la profe de Daniel
Por fin he tenido mi ansiada tutoría con Marta, la profesora de Daniel. A mí vivir con esta desinfomación me tenía en un sinvivir y esta reunión me ha aclarado muchísimas cosas.
Para empezar hemos comentado de manera entusiasta los grandes avances de Daniel hasta ahora en conocimientos y en el habla. "Es increíble lo que se ha soltado este chiquillo. Y ahora se le entiende bastante bien. Al principio me costaba muchísimo saber lo que decía", me dijo Marta encantada. De ahí pasamos al espinoso tema del chupete. "Aprovecha las Navidades para quitárselo definitivamente" me aconsejó "No pronuncia la 'R' ni la 'L' y puede que sea debido a una deformación del paladar por el chupete". Por si acaso no me había convencido, esta aseveración se me quedó grabada en fuego. ¿Lo lograré esta vez?
También comentamos la importancia de reforzar en casa el control de la fuerza. Estos peques todavía no controlan su fuerza y jugando hacen daño sin querer. Desde casa hay que meterles en sus cabezotas que cuando el niño que tienes debajo, y sobre el que estas saltando tan entusiasmado, se queja o llora es que ya no se lo está pasando bien. Otro valor a trabajar es el de la frustración. No siempre se puede ganar. Hay que divertirse. En este sentido, Raúl le ha comprado a Daniel unos juegos de mesa muy sencillitos, con los que le enseña que hay que seguir unas normas y que muchas veces se pierde, no porque se haya hecho nada mal o porque uno sea mejor que otro, sino por cuestiones del azar.
Luego saltamos al capítulo de las amistades peligrosas. Según ella, no es malo tener un mejor amigo, en este caso Guille, pero sí que es un problema cuando la relación es tan cerrada que sólo juegan entre ellos. Para hacerles ver el peligro de esta actitud les preguntó con quien jugarían si uno u otro estuvieran malitos y no pudieran ir a clase. Ese día les dijo que jugaran con otros niños. Me contó que Daniel no hizo caso a Guille en el patio y éste se pasó todo el tiempo gimoteando. Por lo visto es más fuerte la dependencia de Guille hacia Daniel que viceversa, aunque por muy poco. Lo cierto es que a ninguno de los dos parece costarle mucho hacer amigos nuevos en el parque, por lo que yo he podido observar. Marta me comentó que Daniel es muy imaginativo y lleva la iniciativa en los juegos, mientras que Guille es muy inteligente y ayuda a Daniel a avanzar intelectualmente con lo que es una amistad muy productiva para ambos.
Por el lado malo, se portan fatal cuando se juntan y no atienden en clase porque están a sus cosas, así que no hay día que no les tenga que separar. A mí me parece muy bien que les separe en clase. Total, ya se juntarán en el recreo. En mi fuero interno, me temo que aquí la mala influencia es Daniel.
Del tema social, al educativo: Mi niño tiene problemas para formar la pinza dactilar. es decir, no sabe coger un lápiz o un boli de forma correcta. Ella piensa que le falta fuerza en los dedos y que lo mejor es que le ponga a coger cosas con pinzas de la ropa. Por otro lado me comentó que hacer series era maravilloso para desarrollar el pensamiento matemático, así que estoy pensando en comprar pinzas de colores, colgar una cuerda y pedirle que las coloque siguiendo series (por ejemplo: Una amarilla, una verde, una amarilla, una verde...). También he oído que existe un boli especial para enseñar a los niños a cogerlos bien, tengo que preguntar en la papelería, y que el juego de los pinchitos que se meten en agujeritos para formar un dibujo también viene genial para ejercitar los deditos.
Me enseñó lo que estaban haciendo en clase y lo que pretendía desarrollar. Quería empezar a dar las letras, ya estaban dando el número uno, fomentar el garabato libre porque asegura que es la única manera de que aprendan a dibujar formas concretas (me enseñó una ficha en la que el niño tenía que dibujar una cara tras cantar una canción al respecto y que la profesora dibujara una carita muy simple en la pizarra. Había dibujado dos enormes ojos y una línea bastante recta que hacia las veces de boca. Me quedé alucinada. Yo nunca he conseguido tanto con él), enseñarles a reconocer su nombre con letras mayúsculas (tengo que escribirlo sobre su cama para reforzar esta actividad), fichas de lectoescritura muy simples, pintores famosos (Van Gogh, Cezzane y ahora Joan Miró, que ella dice que les va a encantar porque se pueden identificar con su forma de pintar. Estoy pensando en imprimir láminas con sus cuadros y colgarlas por la casa), el uso de la tijera....
Un dato que me pareció importante fue que hiciera hincapié en que era muy importante la calidad del material escolar que use en casa. Si el boli es pesado de arrastrar se cansará antes que si se desliza con suavidad. Nunca había pensado en ello.
Le pedí que me enseñara los juegos de informática que dan en clase para buscarlos parecidos y que juegue en casa. Básicamente, son de colorear, fichas de seguir la línea de puntos, mostrar una imagen y pedir que se pinche en una figura concreta o en el número de manzanas, por ejemplo. No creo que sea muy difícil encontrar parecidos por Internet. Por lo visto le encanta usar el ordenador y va a las clases de informática muy contento.
Por otro lado, nunca duerme la siesta y molesta a los demás. Muy propio de él. Es muy activo y la educadora no entiende cómo no cae rendido, pero yo, que le conozco, sé que es capaz de quemar muchas energías antes de rendirse al cansancio. Me ha propuesto que le pique para que gane las estrellitas que les pone ella en la frente a los que duermen (o se hacen los dormidos como niños buenecitos). A ver si así ponemos un poco de orden. Esa misma tarde salió con estrellita de haber dormido. Le propuse que las fuéramos guardando a ver cuantas conseguía. Se negó en redondo y tiró el gomet por la primera alcantarilla que encontró, así que cambié de táctica y le prometía un pequeño premio semanal si dormía la siesta la mayoría de los días. Cómo ese era el primer día que lo conseguía le compré unas castañas, que luego repartió como un niño bueno entre sus "amigas" de la comunidad (las porteras, los amigos de la tienda de al lado...).
Por último, le advertí a la maestra que yo era de las madres pesadas. Ella no fue de la misma opinión, pero es porque todavía no me conoce bien. Me fui de allí muy contenta y encantada con la profesora de mi hijo.
Para empezar hemos comentado de manera entusiasta los grandes avances de Daniel hasta ahora en conocimientos y en el habla. "Es increíble lo que se ha soltado este chiquillo. Y ahora se le entiende bastante bien. Al principio me costaba muchísimo saber lo que decía", me dijo Marta encantada. De ahí pasamos al espinoso tema del chupete. "Aprovecha las Navidades para quitárselo definitivamente" me aconsejó "No pronuncia la 'R' ni la 'L' y puede que sea debido a una deformación del paladar por el chupete". Por si acaso no me había convencido, esta aseveración se me quedó grabada en fuego. ¿Lo lograré esta vez?
También comentamos la importancia de reforzar en casa el control de la fuerza. Estos peques todavía no controlan su fuerza y jugando hacen daño sin querer. Desde casa hay que meterles en sus cabezotas que cuando el niño que tienes debajo, y sobre el que estas saltando tan entusiasmado, se queja o llora es que ya no se lo está pasando bien. Otro valor a trabajar es el de la frustración. No siempre se puede ganar. Hay que divertirse. En este sentido, Raúl le ha comprado a Daniel unos juegos de mesa muy sencillitos, con los que le enseña que hay que seguir unas normas y que muchas veces se pierde, no porque se haya hecho nada mal o porque uno sea mejor que otro, sino por cuestiones del azar.
Luego saltamos al capítulo de las amistades peligrosas. Según ella, no es malo tener un mejor amigo, en este caso Guille, pero sí que es un problema cuando la relación es tan cerrada que sólo juegan entre ellos. Para hacerles ver el peligro de esta actitud les preguntó con quien jugarían si uno u otro estuvieran malitos y no pudieran ir a clase. Ese día les dijo que jugaran con otros niños. Me contó que Daniel no hizo caso a Guille en el patio y éste se pasó todo el tiempo gimoteando. Por lo visto es más fuerte la dependencia de Guille hacia Daniel que viceversa, aunque por muy poco. Lo cierto es que a ninguno de los dos parece costarle mucho hacer amigos nuevos en el parque, por lo que yo he podido observar. Marta me comentó que Daniel es muy imaginativo y lleva la iniciativa en los juegos, mientras que Guille es muy inteligente y ayuda a Daniel a avanzar intelectualmente con lo que es una amistad muy productiva para ambos.
Por el lado malo, se portan fatal cuando se juntan y no atienden en clase porque están a sus cosas, así que no hay día que no les tenga que separar. A mí me parece muy bien que les separe en clase. Total, ya se juntarán en el recreo. En mi fuero interno, me temo que aquí la mala influencia es Daniel.
Del tema social, al educativo: Mi niño tiene problemas para formar la pinza dactilar. es decir, no sabe coger un lápiz o un boli de forma correcta. Ella piensa que le falta fuerza en los dedos y que lo mejor es que le ponga a coger cosas con pinzas de la ropa. Por otro lado me comentó que hacer series era maravilloso para desarrollar el pensamiento matemático, así que estoy pensando en comprar pinzas de colores, colgar una cuerda y pedirle que las coloque siguiendo series (por ejemplo: Una amarilla, una verde, una amarilla, una verde...). También he oído que existe un boli especial para enseñar a los niños a cogerlos bien, tengo que preguntar en la papelería, y que el juego de los pinchitos que se meten en agujeritos para formar un dibujo también viene genial para ejercitar los deditos.
Me enseñó lo que estaban haciendo en clase y lo que pretendía desarrollar. Quería empezar a dar las letras, ya estaban dando el número uno, fomentar el garabato libre porque asegura que es la única manera de que aprendan a dibujar formas concretas (me enseñó una ficha en la que el niño tenía que dibujar una cara tras cantar una canción al respecto y que la profesora dibujara una carita muy simple en la pizarra. Había dibujado dos enormes ojos y una línea bastante recta que hacia las veces de boca. Me quedé alucinada. Yo nunca he conseguido tanto con él), enseñarles a reconocer su nombre con letras mayúsculas (tengo que escribirlo sobre su cama para reforzar esta actividad), fichas de lectoescritura muy simples, pintores famosos (Van Gogh, Cezzane y ahora Joan Miró, que ella dice que les va a encantar porque se pueden identificar con su forma de pintar. Estoy pensando en imprimir láminas con sus cuadros y colgarlas por la casa), el uso de la tijera....
Un dato que me pareció importante fue que hiciera hincapié en que era muy importante la calidad del material escolar que use en casa. Si el boli es pesado de arrastrar se cansará antes que si se desliza con suavidad. Nunca había pensado en ello.
Le pedí que me enseñara los juegos de informática que dan en clase para buscarlos parecidos y que juegue en casa. Básicamente, son de colorear, fichas de seguir la línea de puntos, mostrar una imagen y pedir que se pinche en una figura concreta o en el número de manzanas, por ejemplo. No creo que sea muy difícil encontrar parecidos por Internet. Por lo visto le encanta usar el ordenador y va a las clases de informática muy contento.
Por otro lado, nunca duerme la siesta y molesta a los demás. Muy propio de él. Es muy activo y la educadora no entiende cómo no cae rendido, pero yo, que le conozco, sé que es capaz de quemar muchas energías antes de rendirse al cansancio. Me ha propuesto que le pique para que gane las estrellitas que les pone ella en la frente a los que duermen (o se hacen los dormidos como niños buenecitos). A ver si así ponemos un poco de orden. Esa misma tarde salió con estrellita de haber dormido. Le propuse que las fuéramos guardando a ver cuantas conseguía. Se negó en redondo y tiró el gomet por la primera alcantarilla que encontró, así que cambié de táctica y le prometía un pequeño premio semanal si dormía la siesta la mayoría de los días. Cómo ese era el primer día que lo conseguía le compré unas castañas, que luego repartió como un niño bueno entre sus "amigas" de la comunidad (las porteras, los amigos de la tienda de al lado...).
Por último, le advertí a la maestra que yo era de las madres pesadas. Ella no fue de la misma opinión, pero es porque todavía no me conoce bien. Me fui de allí muy contenta y encantada con la profesora de mi hijo.
Juegos en el parque
Me encanta la imaginación que Daniel le echa a todo. Me río muchísimo viéndole inventar juegos en el parque. Un día, se pone un cubo de playa en la cabeza, coge el rastrillo y l apala a modod de herramientas y se convierte en Bob, the builder. Al siguiente se agencia una pizarrita de esas de tinta magnética y dibuja mil rutas y planes para coger a los malos. ¡Se ha convertido en un policía científico!
De repente, coge las hojas del suelo o unas ramas y es un árbol. O agita los brazos y ya puede volar, o inicia una megaobra con señalizaciones de peligro y todo.
Es increíble lo que le puede dar de sí una jornada en el parque.
De repente, coge las hojas del suelo o unas ramas y es un árbol. O agita los brazos y ya puede volar, o inicia una megaobra con señalizaciones de peligro y todo.
Es increíble lo que le puede dar de sí una jornada en el parque.
Hola, adiós, guau guau y mucho besos
"¿Cómo hace el perrito, Iván?" Le pregunto mil veces al día a mi bebé.
"Gua, guau, gau" responde al instante
"Dile adiós a papá" y agita su manita con ímpetu de una lado a otro.
"¿Me das un beso?" y entonces acerca sus labios babosos a mi mejilla y hace soñar un extremadamente tierno "Mmmmmmmac". También los tira volados. Y te derrites con cada beso.
Cada noche, le digo a Daniel que le dé el beso de buenas noches a su hermano. Y cada noches, los dos niños juntan sus labios y exclaman "¡Muuuuacs!" al unisono. ¡Para comérselos!
"Gua, guau, gau" responde al instante
"Dile adiós a papá" y agita su manita con ímpetu de una lado a otro.
"¿Me das un beso?" y entonces acerca sus labios babosos a mi mejilla y hace soñar un extremadamente tierno "Mmmmmmmac". También los tira volados. Y te derrites con cada beso.
Cada noche, le digo a Daniel que le dé el beso de buenas noches a su hermano. Y cada noches, los dos niños juntan sus labios y exclaman "¡Muuuuacs!" al unisono. ¡Para comérselos!
lunes, 26 de noviembre de 2012
El calendario de adviento
Mucho reprocharme que le meto ideas raras en la cabeza a Daniel por contarle en qué consiste el día de Todos los Santos a Daniel (Versión edulcorada) y luego va él y le compra un calendario de adviento de esos llenos de pastillas de chocolate. Lo único que le salva es que es de Rayo McQueen y la Navidad casi ni se huele en la moderna ilustración de portada. Los que me compraban a mí estaban llenos de ángeles, campanas, árboles de Navidad... El de este niño viene con coches. Cómo cambian los tiempos.
Se lo he tenido que requisar a pesar de las protestas porque se quería comer todos los días de una tacada y aún faltan unos días para que empiece diciembre y la cuenta atrás. A mí me encantaba abrir la ventanita de turno y zamparme la onza con forma navideña. Y eso que es época de dulces por doquier, pero ese bocado me sabía especial.
Estoy deseando que empiece diciembre para que Daniel comience a abrir ventanitas.
Se lo he tenido que requisar a pesar de las protestas porque se quería comer todos los días de una tacada y aún faltan unos días para que empiece diciembre y la cuenta atrás. A mí me encantaba abrir la ventanita de turno y zamparme la onza con forma navideña. Y eso que es época de dulces por doquier, pero ese bocado me sabía especial.
Estoy deseando que empiece diciembre para que Daniel comience a abrir ventanitas.
El cumple de Dani Tapia
Un amiguito de Daniel de la guardería celebraba su cumple en un parque y no dudé en presentarme con toda la familia a felicitar al pequeñín.
Mi hijo estaba emocionado porque iba a ver a su antiguo compañero de travesuras, que ya no ve tan a menudo como él quisiera, e Iván iba dando botes en la silla deseando que le soltáramos para recorrerse el cesped de punta a punta.
Al principio, mi niño mayor se mostró tímido porque sólo conocía a Dani, pero luego se fue soltando. Tanto que hasta metió un indiscreto dedo en la tarta antes de que la cortarán. En la fiesta se encontró con dos ex compañeras, pero no pareció reconocerlas, ni les hizo caso en ningún momento.
Cuando ya hacía rato que había anochecido decidimos recoger velas y retirarnos a casita. Ninguno de los peques estuvieron de acuerdo con sus progenitores e hicieron todo lo posible por quedarse más. Pero todos nos estábamos batiendo en retirada e hicimos entrar en razón a Daniel y metimos con mucha dificultad al bebé en la sillita. La verdad es que fue una idea genial lo de celebrar el cumple en el parque. El mayor iba muy feliz con la peonza y el libro de pegatinas que le habían regalado en la celebración.
Mi hijo estaba emocionado porque iba a ver a su antiguo compañero de travesuras, que ya no ve tan a menudo como él quisiera, e Iván iba dando botes en la silla deseando que le soltáramos para recorrerse el cesped de punta a punta.
Al principio, mi niño mayor se mostró tímido porque sólo conocía a Dani, pero luego se fue soltando. Tanto que hasta metió un indiscreto dedo en la tarta antes de que la cortarán. En la fiesta se encontró con dos ex compañeras, pero no pareció reconocerlas, ni les hizo caso en ningún momento.
Cuando ya hacía rato que había anochecido decidimos recoger velas y retirarnos a casita. Ninguno de los peques estuvieron de acuerdo con sus progenitores e hicieron todo lo posible por quedarse más. Pero todos nos estábamos batiendo en retirada e hicimos entrar en razón a Daniel y metimos con mucha dificultad al bebé en la sillita. La verdad es que fue una idea genial lo de celebrar el cumple en el parque. El mayor iba muy feliz con la peonza y el libro de pegatinas que le habían regalado en la celebración.
domingo, 25 de noviembre de 2012
El Mordisco
Mi hijo dice que su único amigo en clase es Guille. Espero que no sea verdad y que tenga muchos más. Un día me vino diciendo que se lo había pasado muy bien con sus nuevos amigos Riyad, Fadi y Jaime, pero luego no me volvió a hablar de ellos.
El caso es que todas las mañanas llega muy contento a la puerta del colegio esperando ver a su gran amigo Guille. Los dos se alegran mucho de verse, pero es cuestión de segundo que uno u otro acabe llorando.
El otro día, todo parecía ir bien. Los dos estaban jugando a los superheroes, que es lo que más les gusta y todavía no teníamos ningún damnificado. De repente, me quedé de piedra, ¡Daniel había mordido a su amigo! Así, porque sí. me puse como una fiera y le exigí que le pidiera perdón. MI niño se cerró en banda a mi petición y así estuvimos los dos ceñudos hasta que sonó el timbre para entrar en clase. Me pidió que le acompañara hasta la puerta, como casi siempre, y yo me negué en redondo. "Estoy muy enfadada por lo que acabas de hacer" le constesté.
Entonces, Daniel se cogió una perreta gordísima. Al final la profesora tuvo que meterle en clase en volandas tras una fugaz beso mío. Me fui angustiada de allí.
Menos mal que después Iván se quedó muy tranquilo en la guardería, porque si no bubiera pasado una mañana infernal. Tuve tentaciones de llamar al colegio para ver como estaba mi hijo mayor, pero estaba segura de que se le había pasado ya hacía rato y lo único que haría sería interrumpir el ritmo de la clase.
Con el gusanillo de la conciencia arañándome el corazón pasé toda la mañana. No me arrepentí de haberle echado la bronca al peque porque su conducta estuvo muy mal, pero me pesaba que hubiera entrado a clase con esa desazón. No veía el momento de ir a buscarlo.
Cuando por fin me presenté allí tras recoger al bebé, le pregunté a la profesora por mi niño. Ella me contestó que se le había pasado al poco de entrar en clase, como yo ya suponía, pero también me informó que Daniel se portaba muy mal cuando se juntaba con Guille. De hecho, esytaban todo el rato pinchándose y no había día que no los tuviera que separar cada uno en un extremo de la clase para tener un poco de tranquilidad.
Aproveché para pedirle una tutoría, ya hacía tiempo que quería reunirme con ella para comentar el progreso del niño. me dijo que miraría la agenda y que me daría una hora lo antes posible. La verdad es que esta chica es un encanto.
En el parque hablé con la madre de Guille, que es amiga mía, y me confirmó que Guille también hablaba sólo de su amigo Daniel en casa. Toda una relación amor-odio.
Veremos que me cuenta Marta en la tutoría y qué puedo hacer yo en casa para reforzar buenas conductas.
El caso es que todas las mañanas llega muy contento a la puerta del colegio esperando ver a su gran amigo Guille. Los dos se alegran mucho de verse, pero es cuestión de segundo que uno u otro acabe llorando.
El otro día, todo parecía ir bien. Los dos estaban jugando a los superheroes, que es lo que más les gusta y todavía no teníamos ningún damnificado. De repente, me quedé de piedra, ¡Daniel había mordido a su amigo! Así, porque sí. me puse como una fiera y le exigí que le pidiera perdón. MI niño se cerró en banda a mi petición y así estuvimos los dos ceñudos hasta que sonó el timbre para entrar en clase. Me pidió que le acompañara hasta la puerta, como casi siempre, y yo me negué en redondo. "Estoy muy enfadada por lo que acabas de hacer" le constesté.
Entonces, Daniel se cogió una perreta gordísima. Al final la profesora tuvo que meterle en clase en volandas tras una fugaz beso mío. Me fui angustiada de allí.
Menos mal que después Iván se quedó muy tranquilo en la guardería, porque si no bubiera pasado una mañana infernal. Tuve tentaciones de llamar al colegio para ver como estaba mi hijo mayor, pero estaba segura de que se le había pasado ya hacía rato y lo único que haría sería interrumpir el ritmo de la clase.
Con el gusanillo de la conciencia arañándome el corazón pasé toda la mañana. No me arrepentí de haberle echado la bronca al peque porque su conducta estuvo muy mal, pero me pesaba que hubiera entrado a clase con esa desazón. No veía el momento de ir a buscarlo.
Cuando por fin me presenté allí tras recoger al bebé, le pregunté a la profesora por mi niño. Ella me contestó que se le había pasado al poco de entrar en clase, como yo ya suponía, pero también me informó que Daniel se portaba muy mal cuando se juntaba con Guille. De hecho, esytaban todo el rato pinchándose y no había día que no los tuviera que separar cada uno en un extremo de la clase para tener un poco de tranquilidad.
Aproveché para pedirle una tutoría, ya hacía tiempo que quería reunirme con ella para comentar el progreso del niño. me dijo que miraría la agenda y que me daría una hora lo antes posible. La verdad es que esta chica es un encanto.
En el parque hablé con la madre de Guille, que es amiga mía, y me confirmó que Guille también hablaba sólo de su amigo Daniel en casa. Toda una relación amor-odio.
Veremos que me cuenta Marta en la tutoría y qué puedo hacer yo en casa para reforzar buenas conductas.
Pegando post it con Iván
Nunca se me ocurren actividades que hacer con Iván que no me parezcan peligrosísimas para su edad. Pero viendo la cara de desconsuelo que ponía cuando veía pegar los post it del cuadro de objetivos a su hermano, se me ocurrió que podía dejarle unos cuantos a él.
Para completar el juego me hice con un folio con círculo garrapateados por mi e intenté que pusiera pétalos alrededor.
Por supuesto, ni pétalos ni nada. Pero le encantó pegar y despegar los post it de colores. Al final acabamos usando nuestras caras de lienzo. Lo importante es que lo pasamos muy bien y que nos reímos mucho.
Por supuesto, ni pétalos ni nada. Pero le encantó pegar y despegar los post it de colores. Al final acabamos usando nuestras caras de lienzo. Lo importante es que lo pasamos muy bien y que nos reímos mucho.
sábado, 24 de noviembre de 2012
Cumpliendo objetivos y ganando puntos
A mi marido le encantó la idea que tuvo la madre de un amigo de Daniel de dar premios a cambio de puntos ganados a través de unos objetivos. La puso en práctica en cuanto tuvo la oportunidad.
Pintó los objetivos a conseguir en el lado derecho de un cartón: Hacer pis y caca en el váter correctamente, obedecer a los padres, recoger los juguetes, una actitud extraordinariamente buena y dormir sin chupete. Todo por valor de un punto.
En el otro lado los premios a conseguir: Un punto por una chuche, dos puntos por una actividad o juego extra que él quiera hacer, tres puntos por cocinar un postre o plato rico y diez puntos por un cuento nuevo de Spiderman (o de lo que él quiera). La idea es ganar puntos y canjearlos por premios.
A Daniel le ha encantado el nuevo juego y, para empezar, ha dormido esta noche sin chupete. ¡Todo un logro! Esta mañana me ha exigido su punto nada más levantarse. Además, como me ha ayudado a alejar a Iván de una mancha del suelo para que pudiera limpiarla con tranquilidad le he concedido otro punto por "actitud extraordinariamente buena".
Estaba encantado y se lo iba contando por el camino a todo con el que nos hemos cruzado.
Yo, en un principio no estaba muy de acuerdo con el método de los puntos, pero visto el entusiasmo con el que lo ha acogido el peque y el éxito que ha tenido la iniciativa, le concedo la medalla de honor como padre preocupado por la educación de sus retoños a Raúl García, un padre extraordinario.
Pintó los objetivos a conseguir en el lado derecho de un cartón: Hacer pis y caca en el váter correctamente, obedecer a los padres, recoger los juguetes, una actitud extraordinariamente buena y dormir sin chupete. Todo por valor de un punto.
En el otro lado los premios a conseguir: Un punto por una chuche, dos puntos por una actividad o juego extra que él quiera hacer, tres puntos por cocinar un postre o plato rico y diez puntos por un cuento nuevo de Spiderman (o de lo que él quiera). La idea es ganar puntos y canjearlos por premios.
A Daniel le ha encantado el nuevo juego y, para empezar, ha dormido esta noche sin chupete. ¡Todo un logro! Esta mañana me ha exigido su punto nada más levantarse. Además, como me ha ayudado a alejar a Iván de una mancha del suelo para que pudiera limpiarla con tranquilidad le he concedido otro punto por "actitud extraordinariamente buena".
Estaba encantado y se lo iba contando por el camino a todo con el que nos hemos cruzado.
Yo, en un principio no estaba muy de acuerdo con el método de los puntos, pero visto el entusiasmo con el que lo ha acogido el peque y el éxito que ha tenido la iniciativa, le concedo la medalla de honor como padre preocupado por la educación de sus retoños a Raúl García, un padre extraordinario.
viernes, 23 de noviembre de 2012
El día de la música
Ayer fue Santa Cecilia, el día de la música, y cómo cualquier excusa es buena, en el colegio de Daniel lo celebraron con una fantástico concierto de la Banda de la Policía Municipal, que encantó a los pequeños. Salieron todos emocionados contando qué instrumentos habían visto y cómo los tocaban los músicos. Los que más éxito habían tenido eran los de percusión.
Me encanta que enseñen a apreciar el arte a los niños. La verdad que en temas de cómo educan a los niños estoy contentísima con este colegio.
Por otra parte, en la guardería de Iván tiene hoy la fiesta del otoño, aunque su profe me ha dicho que los tendrán sólo un ratito porque son muy pequeños y se cansan y asustan al estar con los niños mayores. Seguró que mi bebé se lo pasa genial jugando con las hojas de los árboles que han llevado a lo largo del mes los peques de dos años.
Me encanta que enseñen a apreciar el arte a los niños. La verdad que en temas de cómo educan a los niños estoy contentísima con este colegio.
Por otra parte, en la guardería de Iván tiene hoy la fiesta del otoño, aunque su profe me ha dicho que los tendrán sólo un ratito porque son muy pequeños y se cansan y asustan al estar con los niños mayores. Seguró que mi bebé se lo pasa genial jugando con las hojas de los árboles que han llevado a lo largo del mes los peques de dos años.
Papá vuelve de Grecia con regalos para todos
Por fin papá vuelva a estar en casa con nosotros, después de otro de sus viajes al extranjero. Cómo es costumbre en él últimamente, llegó con regalos para todos: Chocolate para mamá (cómo me conoce), un juego de mesa de Mani Manitas para Daniel y un cochecito de madera muy mono para Iván. Me gustó todo lo que trajo, pero, sobre todo, el juego de mesa de Daniel. me pareció muy sencillo y el chiquillo estuvo varias horas jugando con su padre sin cansarse. Aunque cuando le pedí que jugara conmigo esa misma noche no paró de hacerme trampas el muy pillo. Cosa que no hizo con su padre.
La dinámica es muy sencilla. Hay que sacar una carta en la que te indica lo que tienes que arreglar y las herramientas que necesitas. Luego tienes que tirar las fichas con dos tipos de herramientas en cada cara y si caen por la cara de las herramientas que necesitas para arreglar lo que indica la carta, te la quedas en tu montón, si no, se descarta. El que más cartas tenga al final gana.
Lo mejor de todo es que Daniel ganó y perdió sin enfadarse. Parece que encaja mejor la frustración de perder y empieza a entender el concepto de diversión. A ver si sigue en la misma dinámica, aunque me temo que todavía tendremos perretas irracionales por perder a algún juego más adelante.
La dinámica es muy sencilla. Hay que sacar una carta en la que te indica lo que tienes que arreglar y las herramientas que necesitas. Luego tienes que tirar las fichas con dos tipos de herramientas en cada cara y si caen por la cara de las herramientas que necesitas para arreglar lo que indica la carta, te la quedas en tu montón, si no, se descarta. El que más cartas tenga al final gana.
Lo mejor de todo es que Daniel ganó y perdió sin enfadarse. Parece que encaja mejor la frustración de perder y empieza a entender el concepto de diversión. A ver si sigue en la misma dinámica, aunque me temo que todavía tendremos perretas irracionales por perder a algún juego más adelante.
jueves, 22 de noviembre de 2012
Esto me huele a tongo
Ayer teníamos elecciones al Consejo Escolar en el colegio de Daniel. Cada dos años se convocan para que haya una rotación. O esa es la idea. En esta ocasión se presentaban las candidatas que obstentaban el puesto y otras dos mamás nuevas cuyos niños están en la clase de mi hijo mayor.
Me pareció interesante que saliera elegida al menos una para tener a alguien conocido metida en el meollo de la organización escolar y saber lo que se cuece. Pero me quedé con las ganas.
Ayer me dirigí a la biblioteca del centro muy contenta para depositar mi voto en la urna. De hecho, le di la papeleta al peque porque le hacía mucha ilusión meterla él. Pero cual fue mi sorpresa cuando, al dar mi DNI, comprobaron que yo no aparecía en las listas. Mi cara debió ser un poema porque el director se vio obligado a dar unas escuetas e insuficientes explicaciones. "Fallos del sistema" balbuceó. Me aseguró que hace una semana habían colgado las listas para detectar esos fallos y que aquellos que no apareciéramos pudiéramos reclamar.
Mi pregunta no se hizo esperar "¿Y cómo fue que yo no me enteré de eso?". Respuesta: encogimiento de hombros.
Sospechosamente, la madre de Luis, que me acompañaba en nuestro "derecho" legislativo de "La escuela pública es de todos" como reza el cartel de la entrada, tampoco aparecía en las listas. Curioso cuanto menos.
Con lo cual, allí estábamos las dos con caras de "¿Me acaban de hacer la cama en mis propias narices?". La mamá de Luis se giró hacia a mí y me dijo con voz conspiratoria: "Otra treta más de nuestro director mafioso".
¡Cuantas más nos encontraremos de aquí a secundaria!
Me pareció interesante que saliera elegida al menos una para tener a alguien conocido metida en el meollo de la organización escolar y saber lo que se cuece. Pero me quedé con las ganas.
Ayer me dirigí a la biblioteca del centro muy contenta para depositar mi voto en la urna. De hecho, le di la papeleta al peque porque le hacía mucha ilusión meterla él. Pero cual fue mi sorpresa cuando, al dar mi DNI, comprobaron que yo no aparecía en las listas. Mi cara debió ser un poema porque el director se vio obligado a dar unas escuetas e insuficientes explicaciones. "Fallos del sistema" balbuceó. Me aseguró que hace una semana habían colgado las listas para detectar esos fallos y que aquellos que no apareciéramos pudiéramos reclamar.
Mi pregunta no se hizo esperar "¿Y cómo fue que yo no me enteré de eso?". Respuesta: encogimiento de hombros.
Sospechosamente, la madre de Luis, que me acompañaba en nuestro "derecho" legislativo de "La escuela pública es de todos" como reza el cartel de la entrada, tampoco aparecía en las listas. Curioso cuanto menos.
Con lo cual, allí estábamos las dos con caras de "¿Me acaban de hacer la cama en mis propias narices?". La mamá de Luis se giró hacia a mí y me dijo con voz conspiratoria: "Otra treta más de nuestro director mafioso".
¡Cuantas más nos encontraremos de aquí a secundaria!
Tantas noches sin dormir...
Me temo que lo de este bebé es genético. No necesita dormir ya ya está. Pero yo sí que necesito dormir. Y esta situación me está afectando a los nervios, al humor y al día a día. Intento asumirlo como algo normal y pasajero, pero es que no puedo seguir así.
Una de las cuidadoras de Iván me sugirió que fuera a hablar con el psicólogo del colegio para que me diera unas pautas que le ayudaran a dormir mejor. Como no pierdo nada, le hice caso y pedí cita con él. Le conozco de algunas clases de escuelas para padres y me parece que dice cosas bastante coherentes.
De hecho, me confirmó una cosa que yo ya sabía. Es algo normal y hay que pasarlo como buenamente podamos. Concluyó que tanto el hijo como la madre habíamos quedado traumatizados por la separación impuesta por sus dos hospitalizaciones. El bebé percibió claramente la falta de su madre y por eso se pone nervioso cuando no estoy presente (aunque esto lo ha dicho sin observar al pequeño en clase. Me aseguró que iría a verlo después de la entrevista conmigo).
Me contó que el sueño de la noche significa: soledad y separación para todos los bebés y que les suele costar bastante aceptarlo. Que el niño se duerme porque está cansado, pasa por las fases de sueño profundo y que cuando vuelve a la fase de sueño ligero se asusta porque no siente a su mamá. Se despierta y me llama para asegurarse de que estoy allí. No le gusta dormir porque significa separarse de su mamá. Y da igual que lo meta en mi cama, porque si se duerme pasa a un estadio de conciencia en el que yo no aparezco aunque esté a su lado.
Lo curioso es que, según él, a mí me pasa tres cuartos de lo mismo. Sufro por su ausencia y necesito saber que está bien cada poco tiempo. Asegura que si no se despertara Iván me despertaría yo para asegurarme de que está bien. Probablemente inducido por la angustia vivida en su ingreso hospitalario. No sé yo... Últimamente me dormiría de pie. Aunque sí que es verdad que alguna vez que ha dormido más de la cuenta me paso por la habitación para ver si está todo en orden, pero es algo que también hago con Daniel desde siempre.
Finalmente, concluyó que de cabeza y racionalmente había encajado la situación perfectamente y que estaba tratando el tema muy bien, pero en cuestión de sentimientos estoy poco menos que desquiciada, que tengo que tranquilizarme como yo crea conveniente porque de lo contrario no voy a conseguir descansar ni aunque Iván acabe conciliando el sueño algunas horas seguidas. Asegura que es lo normal, sobre todo en las madres, porque la noticia de una malformación congénita y la posterior operación (con el temor implícito de que había una posibilidad de que Iván perdiera la vida en ese momento) deja una marca muy profunda que no se borra en unos meses, que es lo que ha pasado hasta el momento, aunque racionalmente yo crea que sí. Y no importa lo que le asegurara que yo estaba bien tranquila porque el bebé está perfectamente bien, con aspecto sano, activo y alegre, que no me creía el hombre.
Hasta se me saltaron las lágrimas en un momento dado porque yo soy de esas que lloran con el anuncio de "Vuelve a casa, vuelve, por Navidaaaaad" y tanto incidir en el tema me acabó emocionando. Con lo que le di la razón inconscientemente.
El caso es que me olvido de dormir y descansar en una temporada larga y que me saldría a cuenta cambiar los cafés por tilas aunque me duerma por las esquinas.
La verdad es que me fui de allí contenta por haber charlado una rato del asunto, que no problema como estuvimos de acuerdo los dos, a pesar de que no veo fin a mi sufrimiento nocturno y que el buen señor me ha vuelto a citar para ahondar en el caso que él ve claramente como una dependencia desmedida entre madre e hijo a partes iguales.
Una de las cuidadoras de Iván me sugirió que fuera a hablar con el psicólogo del colegio para que me diera unas pautas que le ayudaran a dormir mejor. Como no pierdo nada, le hice caso y pedí cita con él. Le conozco de algunas clases de escuelas para padres y me parece que dice cosas bastante coherentes.
De hecho, me confirmó una cosa que yo ya sabía. Es algo normal y hay que pasarlo como buenamente podamos. Concluyó que tanto el hijo como la madre habíamos quedado traumatizados por la separación impuesta por sus dos hospitalizaciones. El bebé percibió claramente la falta de su madre y por eso se pone nervioso cuando no estoy presente (aunque esto lo ha dicho sin observar al pequeño en clase. Me aseguró que iría a verlo después de la entrevista conmigo).
Me contó que el sueño de la noche significa: soledad y separación para todos los bebés y que les suele costar bastante aceptarlo. Que el niño se duerme porque está cansado, pasa por las fases de sueño profundo y que cuando vuelve a la fase de sueño ligero se asusta porque no siente a su mamá. Se despierta y me llama para asegurarse de que estoy allí. No le gusta dormir porque significa separarse de su mamá. Y da igual que lo meta en mi cama, porque si se duerme pasa a un estadio de conciencia en el que yo no aparezco aunque esté a su lado.
Lo curioso es que, según él, a mí me pasa tres cuartos de lo mismo. Sufro por su ausencia y necesito saber que está bien cada poco tiempo. Asegura que si no se despertara Iván me despertaría yo para asegurarme de que está bien. Probablemente inducido por la angustia vivida en su ingreso hospitalario. No sé yo... Últimamente me dormiría de pie. Aunque sí que es verdad que alguna vez que ha dormido más de la cuenta me paso por la habitación para ver si está todo en orden, pero es algo que también hago con Daniel desde siempre.
Finalmente, concluyó que de cabeza y racionalmente había encajado la situación perfectamente y que estaba tratando el tema muy bien, pero en cuestión de sentimientos estoy poco menos que desquiciada, que tengo que tranquilizarme como yo crea conveniente porque de lo contrario no voy a conseguir descansar ni aunque Iván acabe conciliando el sueño algunas horas seguidas. Asegura que es lo normal, sobre todo en las madres, porque la noticia de una malformación congénita y la posterior operación (con el temor implícito de que había una posibilidad de que Iván perdiera la vida en ese momento) deja una marca muy profunda que no se borra en unos meses, que es lo que ha pasado hasta el momento, aunque racionalmente yo crea que sí. Y no importa lo que le asegurara que yo estaba bien tranquila porque el bebé está perfectamente bien, con aspecto sano, activo y alegre, que no me creía el hombre.
Hasta se me saltaron las lágrimas en un momento dado porque yo soy de esas que lloran con el anuncio de "Vuelve a casa, vuelve, por Navidaaaaad" y tanto incidir en el tema me acabó emocionando. Con lo que le di la razón inconscientemente.
El caso es que me olvido de dormir y descansar en una temporada larga y que me saldría a cuenta cambiar los cafés por tilas aunque me duerma por las esquinas.
La verdad es que me fui de allí contenta por haber charlado una rato del asunto, que no problema como estuvimos de acuerdo los dos, a pesar de que no veo fin a mi sufrimiento nocturno y que el buen señor me ha vuelto a citar para ahondar en el caso que él ve claramente como una dependencia desmedida entre madre e hijo a partes iguales.
miércoles, 21 de noviembre de 2012
Segunda dosis de la vacuna de la gripe
Otro picotazo en los muslitos reconchos de Iván. El pobre ya sabe lo que va a pasar y se pone a lloriquear nada más entrar en la consulta. Y eso que minutos antes se reía como un loco jugando conmigo y con otro niño que esperaba su turno con la enfermera.
Fue rápido, pero no menos angustiante que siempre. Para compensar el mal rato suelo quedármelo en casa todo el día. No se si se entera de algo, pero al menos que disfrute del resto del día al máximo.
La primera dosis no trajo consecuencias, pero ésta vino con fiebre que le subió el domingo. No llegó a treinta y nueve pero lo dejó mimoso y llorón toda la tarde. Al día siguiente estaba como una rosa. Ya no le toca pinchazo hasta el siete de diciembre. ¡Pobrecito!
Fue rápido, pero no menos angustiante que siempre. Para compensar el mal rato suelo quedármelo en casa todo el día. No se si se entera de algo, pero al menos que disfrute del resto del día al máximo.
La primera dosis no trajo consecuencias, pero ésta vino con fiebre que le subió el domingo. No llegó a treinta y nueve pero lo dejó mimoso y llorón toda la tarde. Al día siguiente estaba como una rosa. Ya no le toca pinchazo hasta el siete de diciembre. ¡Pobrecito!
martes, 20 de noviembre de 2012
Natación: Ni sí, ni no, ni blanco ni negro, pero tirando a gris oscuro...
Después de tantos días sin ir a natación porque los festivos caían en viernes, pensé que tendríamos un follón horrible esa mañana, pero no fue así. Se colgó su mochila Spiderman con la toalla y demás pertrechos tan tranquilo y se fue al cole tan contento con la promesa de que si se metía en la piscina no habría baño esa tarde.
Últimamente se hace el remolón a la hora de entrar en la bañera.
Los días anteriores me había encargado de fomentar los valores positivos de la natación:
- Si no sabes nadar no puedes ser bombero, ni enfermero ni policía porque no puedes salvar a la gente que se está ahogando.
- Si no sabes nadar no podrás ir a la piscina de mayores en verano.
- Peppa Pig y Caillú van a Natación encantados.
- Casi todos tus amigos van a clases de natación y les encanta.
- Dos de sus compañeros de clase a los que conocemos van con él. No es verdad que vaya sólo.
Parece ser que tanta campaña pro piscina le ha hecho mella y no me la montó parda cuando llegó el momento.
Cuando fui a recogerle bajó del autobús emocionado como siempre. Comprobamos que llevaba todo y nos dirigimos a casa mientras me contaba que había hecho muchas cosas divertidas y que la profesora le había dejado una colchoneta para jugar. No parecía que lo hubiera pasado mal. Vamos a ver cómo evoluciona la cosa...
Últimamente se hace el remolón a la hora de entrar en la bañera.
Los días anteriores me había encargado de fomentar los valores positivos de la natación:
- Si no sabes nadar no puedes ser bombero, ni enfermero ni policía porque no puedes salvar a la gente que se está ahogando.
- Si no sabes nadar no podrás ir a la piscina de mayores en verano.
- Peppa Pig y Caillú van a Natación encantados.
- Casi todos tus amigos van a clases de natación y les encanta.
- Dos de sus compañeros de clase a los que conocemos van con él. No es verdad que vaya sólo.
Parece ser que tanta campaña pro piscina le ha hecho mella y no me la montó parda cuando llegó el momento.
Cuando fui a recogerle bajó del autobús emocionado como siempre. Comprobamos que llevaba todo y nos dirigimos a casa mientras me contaba que había hecho muchas cosas divertidas y que la profesora le había dejado una colchoneta para jugar. No parecía que lo hubiera pasado mal. Vamos a ver cómo evoluciona la cosa...
lunes, 19 de noviembre de 2012
Mis dos golosones
Hay que ver lo que les gusta a estos dos un buen dulce y más si se trata de dos fabulosas magdalenas extragrandes. Lo mejor para abrir apetito de cara a la cena.
A Spiderman le sale un pequeño ayudante
Cómo no podía ser menos, Iván se ha unido a la moda del hombre araña y va tirando telas de araña con sus pequeñas manitas en pos de su hermano mayor.
La verdad es que es muy gracioso ver al más grande dando brincos de un lado para otro y gesticulando con las manos, mientras el pequeñajo le sigue y le imita dentro de sus límites.
A los pobres papá y mamá siempre nos toca hacer de malos.
La verdad es que es muy gracioso ver al más grande dando brincos de un lado para otro y gesticulando con las manos, mientras el pequeñajo le sigue y le imita dentro de sus límites.
A los pobres papá y mamá siempre nos toca hacer de malos.
domingo, 18 de noviembre de 2012
Pintando con patatas
Recordando mi infancia llegué a un capítulo en el que me vi a mi misma imprimiendo sellos caseros hechos con patatas en un folio y decidí hacer esta actividad tan fácil con mi hijo mayor.
Forré un rincón de la habitación de juegos con periódicos, le puse el baby de trabajo al interesado y corté en dos una par de patatas pequeñas (para que las manipulara facilmente). En cada cara de la patata dejé el relieve de la figura que él me pidió. En una hicimos una estrella, en otra un rectángulo, en otra un diamante y la ultima la dejamos redondita tal cual era. Entonces saqué las acuarelas y los pinceles para que pintara las figuras y las imprimiera en una cartulina.
Empezó bien, como siempre, pero pronto la cartulina se volvió un inmenso negro. Su padre decidió acompañarle para enseñarle como se hacía, aunque yo prefiero dejarle a su aire. Raúl opina que hay que enseñarle la técnica porque sólo no aprende. Yo puntualizo que el niño tiene que divertirse y que para aprender en serio ya está el colegio. En fin, dos puntos de vista a cual más válido.
El caso es que su progenitor consiguió que el peque hiciera un dibujo decente, aunque con mucho esfuerzo, porque lo que de verdad le gusta a mi primogénito es enguarrarse de pies a cabeza con la pintura.
Lo importantes es que se lo pasó muy bien estampando las patatas llenas de pintura en el papel. Mientras él daba rienda suelta a su vena artística yo jugaba con el bebé. Sobre todo para que no le diera por rechupetear el tubérculo renegrecido.
Tengo que encontrar divertidas actividades para chiquitines de un año. Me temo que todo lo que se me ocurre va dirigido al mayor. Como tiene ya tres añazos las posibilidades son mucho mayores.
Forré un rincón de la habitación de juegos con periódicos, le puse el baby de trabajo al interesado y corté en dos una par de patatas pequeñas (para que las manipulara facilmente). En cada cara de la patata dejé el relieve de la figura que él me pidió. En una hicimos una estrella, en otra un rectángulo, en otra un diamante y la ultima la dejamos redondita tal cual era. Entonces saqué las acuarelas y los pinceles para que pintara las figuras y las imprimiera en una cartulina.
Empezó bien, como siempre, pero pronto la cartulina se volvió un inmenso negro. Su padre decidió acompañarle para enseñarle como se hacía, aunque yo prefiero dejarle a su aire. Raúl opina que hay que enseñarle la técnica porque sólo no aprende. Yo puntualizo que el niño tiene que divertirse y que para aprender en serio ya está el colegio. En fin, dos puntos de vista a cual más válido.
El caso es que su progenitor consiguió que el peque hiciera un dibujo decente, aunque con mucho esfuerzo, porque lo que de verdad le gusta a mi primogénito es enguarrarse de pies a cabeza con la pintura.
Lo importantes es que se lo pasó muy bien estampando las patatas llenas de pintura en el papel. Mientras él daba rienda suelta a su vena artística yo jugaba con el bebé. Sobre todo para que no le diera por rechupetear el tubérculo renegrecido.
Tengo que encontrar divertidas actividades para chiquitines de un año. Me temo que todo lo que se me ocurre va dirigido al mayor. Como tiene ya tres añazos las posibilidades son mucho mayores.
sábado, 17 de noviembre de 2012
Pompas de jabón
Entraba tranquilamente a mi salón cuando veo una escena que me dejó petrificada. Pequeñas pompitas de jabón estallaban delicadamente sobre mi tarima flotante.
El artífice de tamaña felonía era mi propio marido, alentado por los gritos alegres de sus dos hijos, que se lo estaban pasando bomba atrapándolas antes de que tocaran el suelo.
"¡¡Qué demonios!!" pensé. Y fui corriendo a por la cámara de fotos.
Tras el juego hubo que pasar la fregona, pero ¿y lo bien que lo pasamos?.
El artífice de tamaña felonía era mi propio marido, alentado por los gritos alegres de sus dos hijos, que se lo estaban pasando bomba atrapándolas antes de que tocaran el suelo.
"¡¡Qué demonios!!" pensé. Y fui corriendo a por la cámara de fotos.
Tras el juego hubo que pasar la fregona, pero ¿y lo bien que lo pasamos?.
viernes, 16 de noviembre de 2012
Mi bebé, el temerario
Hay que andar con mil ojos con Iván. Me temo que de mayor va a ser aventurero. Siempre busca el lugar o la situación más peligrosa y extrema quitando unos cuantos años de vida a su pobre mamá. No puedo dejar de vigilarle, pero, a la vez, tengo que hacer mil cosas más relacionadas con Daniel y la casa.
Alguna vez le ato un poquito en la trona, pero no aguanta ni cinco minutos antes de ponerse a berrear como un loco.
Su deporte favorito es trepar por el sofá y luego correr por él como un loco hasta que se tropieza y se cae de bruces, normalmente contra los asientos. Pero, si rebota, se va al duro suelo y toca llorar y llorar con la nariz como un pimiento.
Da igual lo que le riñas, le grites, le alejes de su preciado tesoro... Él siempre va a volver a brincar cual cabrita en su adorado sofá.
Anoche le iba a dar el biberón cuando me di cuenta de que tenía un ojo a la virulé. ¡Un ojo morado mi bebé de trece meses! Hasta me entraron ganas de llorar. Pero él se reía a más no poder.
Pobrecito mi niño. No hace más que darse tortas por toda la casa, a veces ayudado un poco por su querido hermano mayor, que no tiene ningún cuidado cuando juega con él. Son un par de brutos.
No sé si liarme a acolchar todas las paredes y muebles de mi hogar. Cualquier precaución es poca.
A todos estos peligros se une que el chiquitín se lo lleva absolutamente todo a la boca. Es exagerado. Cuando le veo masticar algo me abalanzo sobre él para sacárselo Ipso facto de la boca. Creo que se pone a llorar del susto que se lleva al verme caer sobre él como una loca. Y vaya sorpresas me llevo cada vez que le saco algo: comida de gatos, una elástico, un trozo de juguete... Por más que barra, guarde las piezas pequeñas de los juguetes de Daniel, quite las cosas peligrosas de su alcance... Siempre hay algo que se me escapa y que él encuentra.
El otro día fuimos a casa de unos amigos y se puso las botas con las tizas de la pizarrita de los niños. Espero que le pillara a tiempo y no se comiera ninguna, aunque nunca se sabe.
Estoy deseando que crezca. Por lo menos antes de que me quede calva por el estrés que me producen sus andanzas.
Alguna vez le ato un poquito en la trona, pero no aguanta ni cinco minutos antes de ponerse a berrear como un loco.
Su deporte favorito es trepar por el sofá y luego correr por él como un loco hasta que se tropieza y se cae de bruces, normalmente contra los asientos. Pero, si rebota, se va al duro suelo y toca llorar y llorar con la nariz como un pimiento.
Da igual lo que le riñas, le grites, le alejes de su preciado tesoro... Él siempre va a volver a brincar cual cabrita en su adorado sofá.
Anoche le iba a dar el biberón cuando me di cuenta de que tenía un ojo a la virulé. ¡Un ojo morado mi bebé de trece meses! Hasta me entraron ganas de llorar. Pero él se reía a más no poder.
Pobrecito mi niño. No hace más que darse tortas por toda la casa, a veces ayudado un poco por su querido hermano mayor, que no tiene ningún cuidado cuando juega con él. Son un par de brutos.
No sé si liarme a acolchar todas las paredes y muebles de mi hogar. Cualquier precaución es poca.
A todos estos peligros se une que el chiquitín se lo lleva absolutamente todo a la boca. Es exagerado. Cuando le veo masticar algo me abalanzo sobre él para sacárselo Ipso facto de la boca. Creo que se pone a llorar del susto que se lleva al verme caer sobre él como una loca. Y vaya sorpresas me llevo cada vez que le saco algo: comida de gatos, una elástico, un trozo de juguete... Por más que barra, guarde las piezas pequeñas de los juguetes de Daniel, quite las cosas peligrosas de su alcance... Siempre hay algo que se me escapa y que él encuentra.
El otro día fuimos a casa de unos amigos y se puso las botas con las tizas de la pizarrita de los niños. Espero que le pillara a tiempo y no se comiera ninguna, aunque nunca se sabe.
Estoy deseando que crezca. Por lo menos antes de que me quede calva por el estrés que me producen sus andanzas.