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miércoles, 7 de octubre de 2015

La Font de la Coveta

Una tarde de verano que estábamos disfrutando de la compañía de mi abuela, unos amigos nos recomendaron una bonita excursión para hacer en familia: El nacimiento del río Vinalopó. Nos enseñaron unas fotos impresionantes de su visita y ya no hubo nada más que hablar.

Buscando algo más de información por internet me topé con un completo post de Con los niños en la Mochila que terminó de convencernos y allí que nos fuimos.

Paramos el coche al inicio de la senda y nos dispusimos a comenzar el camino. Cada rincón daba mil posibilidades de juego, así que una hora después apenas habíamos avanzado unos metros, pero teníamos unos niños trepadores y aventureros la mar de felices.

Por fin llegamos a las ruinas de una vieja fábrica y mis chicos se inventaron mil historias sobre el edificio. A cual más truculenta, he de confesar. Después de un par de regañinas por no ser capaces de contar cuentos bonitos sin motosierras y zombis de por medio, llegamos a un meandro en el que mis hijos se quisieron meter de cabeza.

Les convencimos para seguir con la promesa de que en algún momento les dejaríamos entrar en el agua. No habíamos traído bañadores, pero con quitarles el pantalón y la camiseta ya estaban listos para chapotear. Una pena que Daniel se metiera de lleno en el río un poco más adelante creyendo que había poca profundidad. Resultado: Empapado, castigado y con morritos largos.

Pero se le pasó pronto porque, ya que había que quitarle la ropa sí o sí para ponerla a secar, desnudamos también a su hermano y les dejamos jugar con el agua. Les encantó recorrer el río, saltar por las piedras, trepar... El lugar parecía sacado de un cuento de ondinas y dragones de agua.

Con tantas aventuras decidimos llegar sólo hasta la Font de la Coveta, que nace en el interior de una cueva, y volver otro día para terminar la ruta. Cuando vimos que se nos hacía tarde para comer arrastramos a los chiquillos a la orilla, les secamos como pudimos y les pusimos su ropa. Sacar una bolsa de patatas fritas como tentempié ayudó bastante para convencerles.

Ahora el peligro lo suponían las avispas. Tuvimos que correr un poco para poner a salvo nuestras patatas (y a nosotros mismos de sus punzantes aguijones). Así el camino de vuelta se nos hizo más corto.



12 comentarios:

  1. Gracias por compartir un paisaje tan bonito.
    Un saludo

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    1. Es una ruta que recomiendo sin temor a equivocarme. Es tan bonita!!
      Gracias a ti por pasarte por aquí :D

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  2. Veo que lo de los zombies no cambia, jajajajaja!
    Un sitio precioso, cada vez necesito más estar en contacto con la naturaleza, qué cosas...
    Muas!

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    1. Estoy intentado quitarles esa obsesión zombi de la cabeza, pero me está siendo muuuuy difícil buuuf
      Yo tengo días y días. A veces quiero naturaleza, aire fresco, agua fresca... Y otras veces con mi sofá estoy encantada ;)

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  3. Qué sitio tan bonito!!! Qué gracia me hace esa obsesión recurrente con los zombis...

    Besotes!!!

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    1. Ay los zombis! Me traen por el camino de la amargura. Con lo que me gustaría a mí que les gustasen los caballeros y piratas que tiene más glamour

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  4. HOla. un viaje en plena naturaleza. Me gustaron mucho las fotos y qué miedo con las avispas!!! seguimos en contacto

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    1. Sí, yo también las temo. Me ponen de los nervios. Intento disimularlo porque les transmito el temor a los peques, pero es que con esos aguijones llenos de veneno es muy difícil!!!

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  5. Si es que hay pequeños sitios cercanos preciosos y luego queremos ver el mundo entero. ¡Imposible!
    Besos guapa

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    1. Que razón tienes!! España tiene verdaderas maravillas :D

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  6. Qué sitio más chulo!! por las fotos se ve precioso y verdad que parece sacado de un cuento mágico, así que verlo y estar allí debe ser impresionante. No me extraña que tus chicos estuvieran parándose en cada rincón a inventar.
    Queda apuntado para quien sabe cuando...por ahora no, jaja

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    1. Por ahora cuida esa barriguita y a ti misma. Seguro que pronto hacéis unas excursiones maravillosas los cuatro :D

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