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sábado, 3 de octubre de 2015

Más tarta, más regalos y más fiestas...

El sábado de las fiestas de Covarrubias, los peques se levantaron de un salto de la cama y muy animados, así que nos lanzamos a la calle muy pronto para que corrieran y jugaran hasta que comenzara el acto en el que las reinas pisaran la uva.

Los peques alucinaban al ver a una chica vestida con el traje regional entrar en una cubeta y pisotear todas esas jugosas uvas. Luego, el mosto resultante lo repartían entre el público. Al principio, el más pequeño de la familia torció el gesto ante la perspectiva de beberse algo pisoteado y se negó en redondo. En cambio, el mayor se dedicó a perseguir al chico de la jarra hasta que le llenaron el vaso.

El mosto estaba increíble. Muy dulce y fresquito. Tanto que en cuanto lo probó Iván tornó su gesto de asco por otro de sorpresa y luego pidió más. Al final le tuve que dar el mío y me conformé con probar un poco de Raúl. ¡Hay que fastidiarse!

De la plaza nos fuimos corriendo a la casa para disfrutar de otra comida de cumpleaños con más canciones, más aplausos, más soplidos de velas y ¡más regalos! La abuela Chari le regaló al peque un precioso jersey y una libro con ventanitas sobre los castillos que le tiene fascinado. Tuvo el detallazo de hacer aún otro regalo e incluir a Iván: un escudo medieval para cada uno. El más pequeño está enamorado de su escudo. En cuanto lo tuvo en sus manos se lió a pelearse con el padre muerto de la risa.

La bisabuela, le regaló una chaqueta de Ironman muy molona, que nos ha venido genial porque el peque es muy poco friolero, se niega a abrigarse y se coge unos resfriados de órdago. Con esta chaqueta le convenzo antes de que se abrigue.

Después de una tarde de juegos y risas con los regalos del mayor, salimos a la terraza para ver pasar la cabalgata. Tuve una buena con Daniel porque quería baja a la carretera el sólo y a mí me daba miedo que le pillara una carroza. Así que el mayor se pasó gran parte del tiempo con cara de perro en un rincón, mientras Iván ponía caritas monas para que le tiraran todos los caramelos a él. A todos, hasta al enfadado, nos encantaron las carrozas. Las hubo de cuentos, de enanitos de jardín, de los Picapiedra, de Abba y Village people, de coches de choque, de los toros de San Cosmín... A esta última se nos unió el mayor cuando bajamos toda la familia a la calle para seguir a las carrozas. No había manera de separarle de uno de los peluditos toros de mentira que empujaba una chica encantadora. 

Como estaban agotados nos retiramos temprano para cenar y meterlos en la cama lo antes posible.

Al día siguiente nos esperaba el concurso de dibujo en la Plaza Mayor. En un principio, Daniel me había dicho que iba a dibujar a El Cid, pero terminó plasmando una terrible batalla campal entre plantas guerreras y zombies. Cuando me preguntó si iba a ganar le puse una cara un poco rara y le expliqué que si el dibujo no versaba de Covarrubias ni de refilón lo veía imposible. "Pues el próximo año hago que la batalla sea en el pueblo". Me parece que el próximo año tampoco va a ganar.

Iván hizo un dibujo precioso del torreón y las cerezas. Al lado dibujó a Zampón, un gato de unos tíos de Raúl al que su hermano mayor imita mucho. Se lo curró mucho, pero tampoco ganó.

Aunque a mí me parece que las ceras de colores, el lápiz, la goma y la enorme bolsa de chuches que les regalan sólo por participar ya es suficiente premio.

Muy contentos devoraron sus golosinas mientras correteaban por la plaza a la espera de una actividad infantil que se iba a realizar con toros de mentira. Peques y mayores corríamos desorganizadamente delante de los cuernos de plásticos muertos de la risa. Aunque algún pequeñín más bien estaba espantado.

Daniel se colgaba en los cuernos del toro que pillaba... Hasta que le llamaron la atención una par de veces porque no dejaba correr al bicho y se fue enfadado a una esquina. Nada de lo que le dije hizo que volviera al juego. Me parece que tenemos una gran problema a la hora de que siga normas de juego. Nada que unas sesiones intensivas de juegos de mesa no puedan resolver.

Entre calmar las iras del mayor y vigilar que el pequeño no se me perdiera en el gentío el toro me pilló dos veces de pleno. Cómo se reían los de alrededor cada vez que me pillaba por sorpresa. Y los que más mis hijos. Pero eso no vale, que con vigilar donde andan los niños ya tengo suficiente.

Y ahí no acabó la cosa, porque después vino la sardinada. Que buenas están. Yo pensaba que los peques no comerían ese día con tanto que habían picado, pero me equivocaba. Zamparon sin problemas. Se que que correr delante del toro abre el apetito.

Como todo lo bueno tiene un final, tras comer, nos metimos en el coche y ¡a casa! El fin de semana había llegado a su fin.

6 comentarios:

  1. ¡Qué maravilla de días! Yo quiero celebrar mi cumple así... qué divertido jajaja... Bueno, menos los moretones del torito jajajaja...

    ¡Un muackiles para los cuatro!

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    1. Si el toro no daba fuerte jajaja Lo que pasa es que dabas la vuelta pensando que era un niño y ¡el toroooooo! Y a correr jajaja

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  2. Anda que no os lo pasáis bien ni nada. Jajajaja. Besotes!!!

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  3. Hola: fue un fin de semana super intenso y llena de actividades diferentes. Lo de correr delante del toro debió de ser super divertido y no me sorprende que os comiérais las sardinas. Qué ricas! Los regalos de la abuelas y bisabuela son perfectos. Ya veo por las fotos que las fiestas de Covarrubias fueron fabulosas. Seguimos en contacto

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  4. Ese toro enamorado de la luna....!! Dime una cosa ¿En ese pueblo hacen algo más que no sea estar en fiestas?jajaja. ¡Os va a poner unas estatuas vuestras en la plaza del pueblo!

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    1. Es verdad! Siempre están organizando alguna. Es genial lo activos y creativos que son :D

      No sé yo si van a ponerle una estatua a los revoltosos de mis hijos. Cualquier día tiran la de la pobre princesa Kristina XS

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