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jueves, 13 de abril de 2017

Pelos de verano

Lleva ya mucho tiempo haciéndole a nuestro peluquero particular (mi marido) la conveniencia de descargar bastante la cabecita de nuestros churumbeles. Los peques ya ni podían ver bien con esas melenas, pero ellos erre que erre que estaban genial así. Y mi marido sin tiempo para respirar, mucho menos para cortarles el pelo.

Pero se nos presentaba una oportunidad única: un fin de semana en el pueblo, lejos del mundanal ruido y del ajetreo de la rutina. No iban a poder escapar de la maquinilla.

Y no escaparon. Mi marido les hizo la 3,14 y los sentó en contra de su voluntad para trasquilar sin piedad. Y había mucho que trasquilar. En el suelo había más pelo que en mi cabeza. Los chiquillos protestaron mucho, muchísimo, pero en cuanto se vieron se conformaron. ¡Estaban guapísimos!

Por fin se les ve la cara.


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