En Semana Santa nos vamos al pueblo

Las vacaciones de Semana Santa se han pasado volando y tampoco hemos hecho muchas cosas. Es que en el pueblo el tiempo se escapa de entre los dedos y los niños se asalvajan alegremente. Anda que no se lo han pasado bien estos dos perdiéndose en busca de aventuras, haciendo travesuras con los amigos, comiendo como si no hubiera mañana y tirando piedras a un río mucho más saludable que el que dejamos la última vez que fuimos.

El sábado que llegamos a la casa nos dimos de bruces con el frío helado de la provincia de Burgos. Madre que congelamiento. Lo primero que hizo Raúl fue poner la chimenea, mientras yo envolvía en mantas a los críos por si los resfriados inoportunos. Cuando nos hubimos instalado y la casa ya era tenía otra temperatura nos fuimos a dar una vuelta para que los peques brincaran a gusto un rato. Y tanto que brincaron. ¡En cada charco de barro que encontraron! Y fueron muchos. Luego tocó arrimar las playeras al radiador y a la chimenea. Menos mal que llevaban otro par y las botas de agua.

Para mí fue un paréntesis de la rutina muy corto porque el domingo me tocaba volver para presentarme al examen del curso de Marketing que estaba haciendo. El último coletazo. Pero el miércoles me planté de nuevo en Covarrubias para hacerles un divertido juego de mazmorreo con el fin de que repasaran mates, la búsqueda del huevo, asistir a La Pasión viviente a pesar de la nieve y la lluvia, disfrutar de la buena vida en general... A pesar del resfriado que al final me acabé pillando en los madriles y que aún me dura. Nada que una couldina no pueda tener a raya.

Uy, vengo con mucho que contar jejejeje