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jueves, 9 de mayo de 2019

Nuevas aventuras en Boca del Asno

Parecen buenos, ¿verdad?
Hacía mucho desde la última vez que paramos por Boca del Asno y la verdad es que es un lugar que impresiona. Queríamos volver y vimos la oportunidad de hacerlo en el puente de mayo. Tardamos una hora larga en llegar con dos críos muy protestones en el asiento de atrás, pero en cuanto se bajaron se les pasaron todos los males. ¡Era el paraíso!

¡¡Parkour!!
Enseguida se pusieron a correr de un lado a otro como locos, escalando, saltando y, en definitiva, haciendo el burro (muy acertado el nombre del lugar). El río dio para muchas misiones de exploración superpeligrosas en las que, más de una vez, corrieron un alto riesgo de baño inoportuno. Hacía una temperatura maravillosa, pero no para esa clase de imprevistos.

Podían haber acabado ahí
Lo que más les llamó la atención fue la cantidad de rocas grises y lisas que salpicaban el paisaje por doquier. A todas se querían subir y en todas inventaban emocionantes aventuras que vivir. Una de ellas se convirtió en fuerte en el que los soldados Daniel e Iván disparaban con sus palos escopetas a todo enemigo que osara acercarse, otro era un barco tobogán en el que podían deslizarse de proa a popa para sufrimiento de sus pantalones, parkours, circuitos trepidantes, peligrosas montañitas... ¡No había límites a su imaginación! 

Tan a gusto
Ni a nuestro paseo, que comenzaba a eternizarse con tantas paradas entre roca y roca. De repente, el mayor hizo un gran descubrimiento: la cabeza de un dinosaurio fosilizada. Es verdad que la enorme piedra tenía una forma muy similar a la de uno de estos gigantes de la prehistoria. "Mira mamá, era herbívoro", me señaló muy en su papel didáctico, "¿Te has fijado que tiene hierba en la boca?"

Pescando criaturas del río maldito
"¡¡Mira mamáaaaa!! Un monstruoooo", chilló el pequeño corriendo hacia un amasijo de barro y ramas amontonados. El mayor enseguida le siguió y pronto se vieron inmersos en una cruenta batalla de la que salieron victoriosos.

Cabeza de dinosaurio herbívoro fosilizada
Cuando vieron las cabañas hechas con palos se volvieron ya literalmente locos y tuvimos que hacer un descanso bastante largo en nuestro cortísimo paseo. ¡Es que no podíamos dar dos pasos y ya habían descubierto otra maravilla!

¡Quieto o disparo!
Dando por perdido el paseo decidimos volver al coche del que no nos habríamos alejado ni un kilómetro para sacar las cosas del picnic y apostarnos en una orilla del río a disfrutar del merecido ágape tras tanta exploración, lucha y saltos.

¡A por el monstruoooo!
Se estaba de lujo en la manta que habíamos estirado sobre la hierba. Los peques no tardaron en ponerse de nuevo en marcha con sus juegos. Ni siquiera esperaron a terminar de comer. Se llevaban las viandas con ellos y cuando se les acababan volvían a por más.

Explorando...
Fue una mañana la mar de entretenida y llena de panorámicas espectaculares.

Viviendo grandes aventuras

El barco tobogán

Cu cú

Que paz...

En la isla...
El fuerte

2 comentarios:

  1. Tuvo que ser superdivertido. La verdad es que los maceteros/ríos etc son una maravilla. Y si encima se puede escalar, aún más. Nosotros estamos empezando, pero adoran ir al “monte”

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    1. Sí que fue divertido verlos hacer el cafre de un lado para otra tan felices :)
      La verdad es que les das un palo, una piña o un lugar para correr y son de lo más felices jajajaja

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