A una de mis amigas madres se le ocurrió una idea genial: juntarnos todas las familias para pasar un día en el campo. Ella eligió el lugar y acertó de pleno.
Acordamos ponerle a todos los chiquillos camisetas rojas y hacía mucha gracia verles. Parecía un equipo de futbol. Aunque hubo un madre despistada que lo levó de blanco. El peque en cuestión parecía el capitán del equipo.
Quedamos en Los Asientos y caminamos un par de kilómetros hasta Boca del Asno. Los chiquillos aguantaron muy bien. Por el camino vivieron muchas aventuras en pasos "peligrosos", encuentros con caballos y vacas sueltos que iban a su aire, luchas encarnizadas con espadas palo, escalada a piedras enormes (una incluso les sirvió de tobogán)... Cuando llegamos a nuestro destino tomamos un tentempié, descansamos un ratillo y vuelta a Los Asientos.
En el camino de vuelta encontramos incluso más aventuras, porque cruzamos el río saltando de piedra en piedra. Casi todos los niños acabaron con los pies mojados, y algunos de los mayores también. Casi al comenzar la caminata, el pobre Iván sucumbió al sueño en mis brazos. Uno de los papis se apiadó de mi y lo cargó un buen rato. Iván abrió los ojitos somnolientos, pero los volvió a cerrar en seguida sin protestar. Al rato lo porteó un rato Raúl, hasta que llegamos al lugar escogido para comer. Entonces se reactivó y no quiso ni oír hablar de una siesta.
Los peques casi no comieron con la excitación. Estaban deseando ir a jugar. Se lo pasaron bomba con las pelotas, tirando piedras en el río, haciendo el cabra, explorando... No pararon ni un segundo. Los mayores estuvimos intercalando ratos de sobremesa y juego con los chiquillos.
Hasta tenían unos columpios en el merendero que también disfrutaron.
La mami que tuvo la idea de la excursión se curró unos diplomas para los pequeños exploradores y premio un chupa chups para cada uno que les supo a gloria.
La gran sorpresa fue la tirolina que montó uno de los padres en un momento. Es escalador y contaba con todo el equipo. Los niños participaron entusiasmados en la nueva atracción. Los que no pertenecían al grupo nos observaban desconsolados, pero no era plan de subirles en una tirolina casera y arriesgarnos a la furia de sus progenitores. Hasta Iván descendió por la cuerda. Y le encantó la experiencia.
Al final, entre una cosa y otra, salimos de allí tardísimo. Al llegar a casa, una cena rápida, y todos corriendo a la cama.
Que bien se lo pasaron......si es que el campo es lo que tiene que da rienda suelta a su imaginación....
ResponderEliminarY tanto. No se fijaron que tenían unos columpios al lado hasta el final de la tarde :D
EliminarQue bonitooo!!! que buena idea llevarles vestidos de rojo jiji :)
ResponderEliminarAsí les veíamos del primer vistazo. Según ellos eran los guerreros rojos jajaja
EliminarQué bueno!!! Si es que las jornadas campestres son de lo más divertidas. Un besote!!!
ResponderEliminarCon niños todo es una aventura :D
EliminarQué buen día pasasteis! a nosotros también nos gustan estas propuestas con otros papis con hijos. Son geniales y siempre sacamos aprendizajes nuevos y días llenos de diversión
ResponderEliminarLa verdad es que a ellos les encanta salir con sus amiguitos y a nosotros también. Pensamos que iba a ser una locura, pero salió tan bien que estamos deseando repetir.
EliminarOohhh!! Me ha encantado la idea de campo con familias e hijos!! Vaya dia mas bien aprovechado y disfrutado!! Me encantaa!
ResponderEliminarFue genial. Pensamos que con tanta gente sería una locura, pero al final no se nos perdió nadie y lo pasamos muy bien
EliminarQue chulooo, me recuerda a esos días en los que íbamos con el cole de excursión y mi madre me metía en la mochila las cosas más inverosímiles que te puedas imaginar: botiquin, manzanas, tomates en botes de patatas... en fin jajajaja.
ResponderEliminarBesotes.
Qué original tu madre jajaja
EliminarYo en cambio, metí filetes de pollo empanados, tortilla de patatas y agua. Un clásico :D