Los bebés necesitan orden y aprender un esquema de hábitos que les haga sentirse seguros. Cada pauta les indica lo que toca en cada momento y así sienten que dominan la situación. Al menos, todo lo que está al alcance de su mano, ya que el adulto es el que manda (en la mayoría de las ocasiones o al menos eso se supone). Así tenemos un pequeñín que sabe exactamentelo que hay que hacer, ya sea comer, dormir, jugar... En definitiva, un bebé relativamente tranquilo.
Estas vacaciones el pequeño mundo de Daniel se ha tambaleado. Sus horarios se han hecho añicos y ya nada estaba en su lugar. Lo que ha traído en consecuencia una desorientación del chiquillo que ha desembocado en situaciones de "tontitis aguda" en las que Daniel ya no sabía ni lo que quería en ese momento. menos mal que las crisis se suelen solucionar bastante bien a base de mimoes, caricias y besitos (además de un biberón bien llenito, de vez en cuando y el consabido chupete).
En primer lugar, los fines de semana han desaparecido. La guardería cerró el 1 de agosto, así que todos los días se han convertido en sábados y domingos para gran alegría suya. Todos los días los pasa, desde primera hora a última con papá y mamá, salvo algunas escasas excepciones. Esta situación está causando una alarmante mamitis, seguida de una un poco más atenuada papitis, que me preocupa.
Por otro lado la hora de dormir se ha diluido entre las ocho y casi las once de la noche. No es fácil ponerse firmes con tanta abuela, tío, primos, el que pasaba por ahí... alrededor. Sobre todo, porque daniel está deseando jugar con todos ellos y no va a perder tiempo durmiendo cuando tiene tanta gente alrededor haciéndole monerías (eso sí, sin despegarse mucho de la mami).
Las comidas son una locura. No siempre estamos en casa justoa las doce de la mañana o a las cuatro de la tarde. Además, cada día se despierta a una hora diferente y alguna vez se ha levantado después de las ocho. Cómo no hay que llevarle a la guardería se le deja dormir.
Supongo que derivado de todo esto el niño duerme fatal por las noches. Se remueve, se despierta quejicoso, a veces hasta exige un biebrón extra de madrugada a voz en grito.
Por un lado, es terrible que en verano el niño se salte así lo horarios, porque está más nervioso y duerme peor, pero por otro, es normal que en la época vacacional se relaje todo y el niño también se tiene que acostumbrar a que a veces no hay guardería ni obligaciones apremiantes, pero que luego las vacaciones se acaban y hay que volver a la rutina. Es ley de vida y de nada le va a servir berrear en la puerta de la guardería el uno de septiembre, porque a mi no me vale de nada llorar a lágrima viva en la puerta de mi oficina. Sólo conseguiría que la gente me tomara por una loca.