martes, 20 de febrero de 2024

Chefs de Yllana

Tan irreverentes como siempre y con un humor absurdo que a veces parece que hasta se les va de las manos, Yllana vuelve a llevar al teatro una obra singular, original y descacharrante: Chefs.

En esta ocasión se narran las peripecias de un chef caído en desgracia y su camino a la reconquista de la gloria. Un camino lleno de sangre, violencia y situaciones totalmente surrealistas. La compañía se caracteriza por construir la historia a base de gags, onomatopeyas, muecas y gesticulación exagerada.

También puede ocurrir que acabes manchado o gaseado si te sientas muy cerca del escenario. O que te lleves una somanta de platazos de papel.

No negaré que cae en lo chabacano y asqueroso, pero me sigue haciendo gracia. No lo puedo evitar. Incluso los momentos en los que ellos mismos se parten porque pasa algo con lo que no contaban o la escena se va de las manos. Como por ejemplo cuando le meten polvos de talco en el ojo a uno de los actores sin querer o rompen un plato porque la intensidad de la escena va in crescendo y se quedan todos en plan "WTF" y luego se parten junto con el público.

Desde luego, sobra decir que no es una obra para niños, pero mis adolescentes la disfrutaron muchísimo. Hasta el troll de Iván se partía de la risa mientras se quejaba de que siempre le llevábamos a sitios a los que no quería ir (si fuera por él se pasaría todo el día pegado a las pantallitas ainsss)

Salimos del teatro muertos de la risa y comentando las escenas más impactantes. Aprovechamos que estábamos por la Latina para acercarnos a Yatai Market, un mercado de street food asiática. nos pareció muy curioso y lo pasamos muy bien. Pero creo que prefiero elegir entre un sólo menú, que recorrerme puestos leyendo cada menú para elegir lo que quiero. Ya de normal me cuesta mucho elegir XP

domingo, 18 de febrero de 2024

Gala con motivo del año nuevo chino 2024 de la Unión de Estudiantes e Investigadores Chinos en España en la Universidad UPM

Un estudiante de Raúl nos invitó a asistir a la Gala con motivo del año nuevo chino 2024 de la Unión de Estudiantes e Investigadores Chinos en España en la Universidad UPM y no nos lo pensamos dos veces. Nos encantan este tipo de actividades culturales que traspasan fronteras. A todos, excepto a Iván, que está en una etapa emo adolescente que hay que sacarle de casa a rastras. Y luego se dedica a trolear como genio del mal que es.

El caso es que esta vez la cosa no empezó tan mal. Nos estuvo gruñendo en la oreja todo el camino, pero, una vez allí, se puso más contento cuando hicimos una parada en una cafetería a la espera de que empezara el evento. Menudo sol hacía. Casi nos ponemos morenos en las terraza. la verdad es que lo disfrutamos mucho.

Luego nos metimos en el salón de actos en el que se iba a desarrollar la gala y, tras unos minutos de espera, comenzaron con un vistoso espectáculo de esa forma de bailar tan de moda en países asiáticos en el que mueven exageradamente los brazos y las manos. Yo ya lo había visto en algunos animes y verlo en directo me hizo mucha gracia. A Iván al parecer también, porque sonreía y todo.

Pero sus ánimos se vinieron abajo fulgurantemente cuando empezaron los discursos institucionales. Tu ve que sacar todas mis armas de madre para mantenerlo entretenido y que no incordiara. Me recordó un poco a cuando estos eran bebés y pasaba un poco lo mismo. Hasta un masaje de manos le hice. Y el muy desagradecido se dejó hacer, se me quedó mirando fijamente y me soltó "Estoy casi seguro de que te lo has inventado". ¡Será bicho!

Los discursos duraron un poquito demasiado, pero luego continuaron con una danza tradicional muy vistosa que me encantó, aunque al adolescente que tenía a mi lado parece que no tanto. La música tradicional que vino después pareció engancharle un poquito más. Luego nos mostraron otra danza preciosa y dieron paso a un sorteo.

Entonces nos dimos cuenta de que no habíamos cogido la bolsa con la que obsequiaban a los asistentes ¡y que tenían los tickets para los sorteos! Así que salí rápidamente a hacerme con una. La chica que me atendió me dio cuatro. "Una por cada entrada" me explicó muy sonriente. Así que volví a ver si habíamos tenido suerte, pero que va. Nuestro número no salió agraciado en ninguno de los sorteos que hicieron. Que fueron un montón.

Pero por otro lado, los niños estaban intensamente felices con el tema de las bolsas llenas de comida. Daniel empezó a dar buena cuenta de ella tan contento. Durante el sorteo me dijo que a él sí que le estaba haciendo gracia la gala. "Tenemos que volver a viajar a China", me comentó muy ilusionado. No sé yo, que ese viaje fue carito, aunque es verdad que también alucinante.

Tras los primeros sorteos volvieron a reanudar los espectáculos y ahí fue el peor momento de crisis de Iván porque salieron unos famosísimos cómicos chinos a decir monólogos... en chino, evidentemente. Y se pegaron una buen rato. Iván hacía gestos de darse un tiro en la cabeza cada cinco minutos para mi vergüenza. le expliqué muy enfadada que estaba casi segura de que era un gesto universal y que lo entendían tanto chinos como españoles, así que, por favor dejara de ser tan maleducado. Huelga decir que me tocó volver a hacerle masajitos en los diez dedos de la mano para tenerlo entretenido con algo. En cambio su hermano se estaba partiendo de risa por la situación. Yo sólo entendía Xībānyá de vez en cuando (por cierto, significa España).

En estas logré quitarles las gafas al pequeñajo y me las probé. ¡Me quedan genial! Las próximas me las compro iguales. Una pena que su padre me obligara a devolvérselas con la excusa de que se las iba a dar de sí. ¡Pero si tenemos la misma cara! ¿Debería ofenderme o algo?

Tras los cómicos chinos, unos músicos nos deleitaron tocando instrumentos tradicionales.


Y luego, una banda moderna amenizó el ambiente. Sólo había un integrante chino, pero era el que cantaba, así que la letra estaba en ese idioma. Tras ellos salieron al escenario un grupo que entrena artes marciales para hacer bailes con diferentes elementos como abanicos, espadas o bastones. Todo muy vistoso. Ahí hasta vi sonreír a Iván, pero luego volvieron los monólogos en chino. 


Afortunadamente, esta vez el que hablaba era un español, que dominaba el chino a la perfección, y cambiaba de vez en cuando al español, así que nosotros también pudimos reírnos de sus chistes sobre su experiencia en China enseñando chino y español.

Como números finales el tablao se llenó de guitarreo, taconazos y flamenquito gracias a un chino que había estudiado guitarra en Córdoba y se había traído a unos amigos para amenizarnos la velada. También se notaba que el español lo había aprendido por esas tierras, porque lo hablaba con un acento muy simpático.


Y terminaron con un coro infantil muy tierno. Menudas voces tenían los chavales.


En general nos gustó mucho, aunque la fiera pequeña saliera vibrando de rabia por haberle llevado a un sitio al que no quería ir.

Siguió enfadado hasta que llegamos al restaurante chino donde decidimos cenar esa noche (seguimos sin cocina) y ahí ya se puso de lo más contento. Es un pelín desesperante este chiquitín mío.

Por cierto, si os parecen que las fotos están desenfocadas y los vídeos no muy estables, intentad hacer fotos y vídeos mientras atendéis a un adolescente irascible XP

sábado, 17 de febrero de 2024

Tick Tick Boom

Raúl me convenció para ir a ver el musical Tick Tick Boom que se representa en el teatro de La Estación Gran teatro Caixabank Príncipe Pío. El había visto la película y le había encantado. La verdad es que no le costó nada convencerme porque yo a estos planes me apunto encantada. Eso sí, pensamos que no era una obra que les fuera a hacer mucho tilín a los niños así que se los dejamos a una amiga que nos los cuidó muy bien. Así pudimos completar la salida con cena y todo, en plan pareja.

Nos presentamos allí poco antes de la hora y ocupamos nuestros asientos entusiasmados. La verdad es que le estamos sacando mucho jugo a lo del Abonoteatro que nos sacamos en diciembre. Enseguida comenzó la representación con la alternancia de tres actores que se hacían cargo de todos los papeles de la historia. Uno de ellos era el protagonista y los otros iban asumiendo diferentes roles y molaba mucho ver como cambiaban totalmente de registro. Sobre todo Anabel García. Hacía maravillas con sus personajes.

Las voces también eran increíbles, aunque algunas no veces no se entendía la letra. La historia es muy intimista. Va de un compositor que se acerca a la treintena sin haber conseguido su sueño de triunfar con el musical que lleva escribiendo desde hace ocho años. Es autobiográfico y su autor, Jonathan Larson, creador del musical RENT, que cambio la forma de ver y hacer musicales rompiendo con las formas establecidas hasta el momento.


Es una obra llena de reflexiones, miedos y un fuerte componente del síndrome de Peter Pan con una banda sonora muy dinámica. Un drama con tintes de comedia que sorprende por la forma en la que desarrolla todo el argumento de mano de sólo tres actores y un espacio pequeño cambiando unos pocos elementos del escenario.

No es tan espectacular como los últimos que hemos visto, pero te conquista por otras cosas. A Raúl le gustó un poco menos que a mí porque dice que la película le pareció mucho mejor y más enfocada a uno de los temas que afectan al protagonista. Pero no os quiero desvelara nada por si vais a verla.

Tras la obra, nos metimos en un tailandés a cenar. Tuvimos suerte de que pudieran ubicarnos en una mesita porque estaban completos. Ahí cenamos de maravilla.

Y luego a por los peques, que se lo habían pasado bomba con el hijo de mi amiga y con su gato, que es tan juguetón como letal.

lunes, 12 de febrero de 2024

Año nuevo chino 2024 del dragón de madera

El sábado no pudimos movernos de casa porque teníamos a los obreros dándolo todo en nuestra cocina, que estamos reformando, para que pudiéramos tener de nuevo caldera el lunes, pero el domingo nos dimos un salto al Mercado de la primavera que se celebraba con motivo de la celebración del año nuevo chino. En esta ocasión se despedía al conejo de agua y se daba la bienvenida al dragón de madera.

Nos plantamos en el barrio madrileño de Usera demasiado pronto y aprovechamos para dar un paseo por el parque Pradolongo. Raúl y yo vivimos cerca antes de mudarnos por cuestiones de logística cuando nació Daniel y nos hacía ilusión volver a visitarlo. Lo han mejorado muchísimo y eso que ya era muy chulo hace catorce años.

Allí encontramos lo que llevaba Daniel mucho tiempo buscando: un parque para adolescentes. A ver, en realidad es para niños, pero los columpios eran demasiado peligrosos para niños pequeños y algunos requerían de bastante habilidad por parte de sus usuarios.

Nos lo pasamos genial intentando superar los retos que nos presentaba. ¡Algunos eran chungos de narices!

A Daniel le preocupaba que se nos acercara algún adulto a echarle de los columpios por rebasar la edad, pero fue todo lo contrario. Vimos a más jóvenes e, incluso, adultos trepando por el fuerte o jugándose el tipo en las estructuras del exterior. Qué pena que nos quede tan lejos porque al mayor le entraron muchas ganas de volver con sus amigos y son padres. Algo que aún no va a ocurrir, porque lo veo muy peque como para salir del barrio sin adultos. 

No dio tiempo a mucho más, porque ya abrían el mercadillo y queríamos acercarnos al lugar de dónde salía el pasacalles ya que estábamos donde finalizaba y la hora a la que llegaba era muy tardía para nosotros.

Cuando llegamos al lugar había mucha gente y pocos puestos abiertos. De artesanía vimos muy poco por ese motivo y porque los niños tenían muy claro su objetivo: gastronomía china.

Por la hora no había mucha cola en los foodtracks, así que no tuvimos problema en hacernos con nuestro combo de baos. Nos sentamos a comerlos en un banco de la plaza. Los disfrutamos muchísimo.

Cuando acabamos nos fuimos a buscar sitio para ver el desfile. De tanta asistencia que había casi lo damos por imposible, pero finalmente Raúl nos encontró un hueco por el que verlo. Estuvo lleno de dragones, bailes, trajes tradicionales, música, mini espectáculos... se lo curraron muchísimo.

No lo vimos acabar porque Raúl se fue a eso de la una a ver si encontraba sitio donde comer mientras nosotros disfrutábamos un poco más del pasacalles y volvió con buenas noticias, pero teníamos que ir al restaurante ya.

No nos lo pensamos dos veces y salimos pitando a por nuestra mesa. Yo estaba completamente segura de que comer allí en un restaurante chino iba a ser misión imposible, pero acabamos en un hotpot disfrutando de sopas de setas y de pollo y coco con un montón de tropezones a la carta deliciosos: Carnes, pastas, verduras... Qué rico. Lo disfrutamos también muchísimo.

Y de allí nos encaminamos de nuevo para casa cruzando el parque. Ahora sí que nos detuvimos más para ver los rincones más chulos.

La verdad es que pasamos un día genial. Fue un planazo.