Los discursos duraron un poquito demasiado, pero luego continuaron con una danza tradicional muy vistosa que me encantó, aunque al adolescente que tenía a mi lado parece que no tanto. La música tradicional que vino después pareció engancharle un poquito más. Luego nos mostraron otra danza preciosa y dieron paso a un sorteo.
Entonces nos dimos cuenta de que no habíamos cogido la bolsa con la que obsequiaban a los asistentes ¡y que tenían los tickets para los sorteos! Así que salí rápidamente a hacerme con una. La chica que me atendió me dio cuatro. "Una por cada entrada" me explicó muy sonriente. Así que volví a ver si habíamos tenido suerte, pero que va. Nuestro número no salió agraciado en ninguno de los sorteos que hicieron. Que fueron un montón.Pero por otro lado, los niños estaban intensamente felices con el tema de las bolsas llenas de comida. Daniel empezó a dar buena cuenta de ella tan contento. Durante el sorteo me dijo que a él sí que le estaba haciendo gracia la gala. "Tenemos que volver a viajar a China", me comentó muy ilusionado. No sé yo, que ese viaje fue carito, aunque es verdad que también alucinante.Tras los primeros sorteos volvieron a reanudar los espectáculos y ahí fue el peor momento de crisis de Iván porque salieron unos famosísimos cómicos chinos a decir monólogos... en chino, evidentemente. Y se pegaron una buen rato. Iván hacía gestos de darse un tiro en la cabeza cada cinco minutos para mi vergüenza. le expliqué muy enfadada que estaba casi segura de que era un gesto universal y que lo entendían tanto chinos como españoles, así que, por favor dejara de ser tan maleducado. Huelga decir que me tocó volver a hacerle masajitos en los diez dedos de la mano para tenerlo entretenido con algo. En cambio su hermano se estaba partiendo de risa por la situación. Yo sólo entendía Xībānyá de vez en cuando (por cierto, significa España).En estas logré quitarles las gafas al pequeñajo y me las probé. ¡Me quedan genial! Las próximas me las compro iguales. Una pena que su padre me obligara a devolvérselas con la excusa de que se las iba a dar de sí. ¡Pero si tenemos la misma cara! ¿Debería ofenderme o algo?Tras los cómicos chinos, unos músicos nos deleitaron tocando instrumentos tradicionales.
Como números finales el tablao se llenó de guitarreo, taconazos y flamenquito gracias a un chino que había estudiado guitarra en Córdoba y se había traído a unos amigos para amenizarnos la velada. También se notaba que el español lo había aprendido por esas tierras, porque lo hablaba con un acento muy simpático.
Y terminaron con un coro infantil muy tierno. Menudas voces tenían los chavales.
En general nos gustó mucho, aunque la fiera pequeña saliera vibrando de rabia por haberle llevado a un sitio al que no quería ir.
Siguió enfadado hasta que llegamos al restaurante chino donde decidimos cenar esa noche (seguimos sin cocina) y ahí ya se puso de lo más contento. Es un pelín desesperante este chiquitín mío.Por cierto, si os parecen que las fotos están desenfocadas y los vídeos no muy estables, intentad hacer fotos y vídeos mientras atendéis a un adolescente irascible XP
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