jueves, 31 de marzo de 2016

Dándole a las neuronas en Semana Santa

El pobre Daniel ha tenido que estudiar una hora todos los días de las vacaciones. Y ha cumplido como un campeón.

Aún después de la paliza, todavía le ha quedado tiempo para hacer sus "proyectos" que siempre me dejan sin palabras. Una tarde, estaba leyendo tranquilamente (es un decir), cuando se me acercó entusiasmado. "Mami, mamiiiiii. Me he inventado un problema de matemáticas genial. Seguro que no lo resuelves porque tiene truco." Intrigada le pedí que me lo explicara. "A ver, mami. Si Reilly tiene doce años y un chico 17, cuantos tendrá el chico cuando Reilly tenga 17?" ¡Toma ya! No es que sea difícil de resolver, pero el razonamiento me dejó flipada. No es el típico de si tengo 13 manzañas y me como cinco cuantas me quedan que me esperaba.

Aún estaba con la boca abierta del impacto cuando me apremió para que lo resolviera. "Desde luego es dificilísimo", le contesté, "¿Tú sabes la respuesta?". Y me lo contestó. El razonamiento era el correcto aunque con las prisas y al emoción se equivocó al sumar. "Resto doce de 17, me da 5, le sumo 17 y me da 21". "Aaaaaay, casi , casi" le solté con orgullo de madre mal contenido. Se quedó un poco confundido. Lo pensó y me dijo "¡22!" ¡Ole mi niño!

Otro día, su papá le dijo que si le escribía un cómic de aventuras el solito le daba un euro para uno de sus sobres de invizimals. ¡Vaya comic hizo! Nos dejó impresionados. Nada más y nada menos que el comienzo de Indiana Jones y el Arca Perdida con todo detalle. Flipamos. En la contraportada dibujó otros titulos de la serie. Desde luego está en todos los detalles.

Como Iván también quería el euro se curró un dibujo juego con gigantes, monstruos peludos, ogros de seis brazos... Me pareció también una pasada. Ni que decir tiene que también se ganó su euro.

Como se nota que babeo con todo lo que hacen. La mamá gallina está muy orgullos de sus polluelos. serán brutos, inquietos y desobedientes, pero ¡vaya imaginación tienen! Vale oro.

Última hora: A Iván también le encanta dibujar comics :D






miércoles, 30 de marzo de 2016

Un campamento indio en el salón

Estaba dormitando la siesta, pero con un ojo abierto por si surgían problemas entre hermanos, cuando oí una charla entre el papá y las criaturillas: “blablablá… Y las tiendas de los indios se llaman tipis… blablablá… que pena que sólo hayamos recogido tres palos en nuestro paseo blablablá…”.

De repente, la idea se metió en mi cerebro. Me revolví inquieta de un lado a otro de la cama y supe que se quedaría en mi cerebro hasta que la pusiera en práctica. Así que salí de la cama de un salto y acudía al lado de la tropa al grito de donde están esos palooooos.

Pero mi marido frenó mi vena creativa de un golpe. “Uy, que bien que te hayas levantado. Te estábamos esperando para dar un paseo”. Así que me vestí a para la calle. Pero yo andaba obsesionada con el tema.

A principio los niños salieron ilusionados a merodear por el pueblo, pero pronto el entusiasmo decayó. Daniel parecía encontrarse un poco peor e Iván clamaba por volver al hogar porque aseguraba que estaba cansado.

Convencí a Raúl para que se quedara con unos amigos suyos que se había encontrado por el camino y me ofrecí para llevar a los pobres agotados niñitos al calor del hogar… Y buscar los tres palos dichosos.

No tuve que buscar mucho. Eran perfectos. No necesitábamos cuatro como asegurada el papá. Con esos iba a ser más que suficiente. Me hice con la lana que había llevado para hacer los huevos de pascua y me lié a atar los palos por una punta. No me llevó mucho. Luego cogí una colcha infantil, un par de hojas de periódico y las sujeté con pinzas de la ropa al armazón. ¡Tachán! Tipi indio en cinco minutos. Tiempo record. Pero quedaba muy soso, así que añadí unos cojines, un poco de papel plata y lana azul para simular agua, lana naranja para hacer un fuego que me pidió Daniel… Mmmmm… aún me parecía que faltaban detalles. Rápidamente dibujé y recorté unos peces cutrillos, los puse en el agua falsa y me hice con unas pinzas de cocina para pescarlos. Eso ya era otra cosa.

Los peques me miraban hacer divertidos. A veces me hacían sugerencias, pero no penséis que se mataban para echarme un mano. Cuando terminé el escenario se metieron en él como una exhalación sin darme tiempo a nada más. Enseguida se metieron en el juego entre risas.

Aún se me ocurrió sacar algunos huevitos de pascua de chocolate que habían sobrado de la búsqueda y los pusieron al fuego de lana para asarlos y comerlos. Justo en ese momento sonó el timbre. Era Raúl que venía acompañado de un amigo y sus dos hijos de edades similares a los míos. Se llevaron una gran alegría al encontrarse con un campamento indio en el salón. Estuvieron jugando un buen rato los cuatro, así que valió la pena el esfuerzo. Aunque el tipi se caía cada dos por tres. Menos mal que era facilísimo volver a ponerlo en pié.

Al final, entre las luchas épicas, la caza de invízimals y la invasión de monstruos la cosa acabó fatal y la lana desperdigada por todos sitios, pero hay que ver lo bien que se lo pasaron.

Me recuerda al campamento que hicimos este verano en el salón de mi casa por recomendación de El Blog de Bombones.

martes, 29 de marzo de 2016

Huevos de Pascua de lana

Cuando leí el post recopilatorio de By terenya sobre 15 ideas para celebrar la Pascua, me gustaron todas, pero entre que nos íbamos al pueblo de Raúl, que allí no tengo el material que tengo en mi casa y que, al final, entre pitos y flautas no son tantos días, me quedé con la idea que más me llamó la atención por su sencillez y originalidad: los huevos de Pascua con globos, cola y lana de Manualidades con mis hijas.

En la mochila que me iba la llevar al autobús metí la lana, los globos, cola y pinceles para aplicarla. Y a Covarrubias que me fui para dar un gran abrazo a mi familia.

Al estar Daniel malito, pensé que se uniría enseguida a la actividad, pero con el Dalsy recién chutado lo único que quería era correr por le jardín con su hermano. Iván también prefirió seguir jugando. Pensé en recoger todo y sacarlo en mejor ocasión, pero los amiguitos de los niños que habían venido a visitarnos se sentaron en la mesa esperando muy ilusionados mis instrucciones, así que seguí adelante con la manualidad.

Lo de enrrollar la lana, les costaba bastante, así que lo hice yo y luego les pasé el globo enrollado para que los untaran a base de bien de cola con agua y purpurina. Éste último ingrediente se lo añadí yo de motu propio porque sé lo que les gusta a los niños las cosas brillantes. Al principio no se notaba nada, pero cuando se secaron las bolas ya fue visible el efecto brillante.

El más peque se cansó al rato de dar cola, pero la chiquilla se hizo ella sola todos los huevos. Hicimos cinco. Los pusimos a secar y, la verdad, es que así ya quedaban muy bonitos en el tendedero. La peque no hacía más que preguntar que cuando estarían listos para llevarse los suyos a casa.

Esa noche estallé los globos del interior, pero, se ve que habíamos puesto poca cola y no quedaron todo lo redonditos que esperábamos. Aún así se veían preciosos como elementos decorativos. La niña se pasó el día antes de que nos fuéramos y le di tres de los que hicimos porque no podía cargar con más. Mi idea era quitarlo, pero a Raúl le gustaron y me pidió que dejara los dos huevitos que quedaron como adorno del porche.

lunes, 28 de marzo de 2016

A la caza y captura del huevo

Cuando volví a Covarrubias después de tres días de Rodríguez de infarto (trabajar, limpiar, recoger nonstop) me encontré con que mi niño mayor había cogido frío y estaba en un estado de fiebre, mocos y toses importante. No quería ni oír hablar de meterse en la cama, pero tampoco tenía fuerzas para levantarse del sofá, así que se pasaba casi todo el tiempo delante de la tele.

Aun así, su espíritu inquieto y aventurero no le abandonaba y quería estar en todos los saraos. En cuanto me vio me preguntó que para cuando la búsqueda de huevos de chocolate. En uno de sus picos de actividad me lie a esconderlos por el patio de la casa de mala manera. Casi que los tiré y donde cayeron ahí se quedaron. 

El año pasado los escondí mejor y en verano la abuela de Raúl aún se topaba con alguno en el rincón más inesperado, así que este año decidí poner las cosas más fáciles.

Cuando di el pistoletazo de salido mis niños y una amiguita salieron al patio muy ilusionados a recoger huevos como locos. Corrían de un lado a otro dando gritos de alegría con cada descubrimiento. No les costó nada hacerse con todos ellos y empezar a pelarlos con claras intenciones de darse un banquete de Pascua.

A Daniel le restringimos el número porque con tanta medicina no andaba bien del estómago y no queríamos que le sentaran mal. A la hora de comer no encontraba las ganas, pero cuando se trataba de chocolate le volvía el apetito rápidamente.


Cómo les gusta este juego, con final dulce. Los primeros años aún les contaba que el conejito de Pascua los escondía, pero me temo que ya son demasiados personajes fantásticos en su cabeza y no colaba. A riesgo de destapar oscuros secretos sobre los Reyes Magos y Papa Noel, atando cabos entre tradiciones, decidí no abusar demasiado de la imaginería popular y hace ya un par de años que los escondo yo sin disimulo.



domingo, 27 de marzo de 2016

¿Os imagináis un mundo sin teatro?

Este texto lo he escrito para Diario de Mujer, pero como me da tanta pena la poca importancia que se da a la cultura y los estragos que hacen los gobiernos con el arte, el teatro, las bibliotecas, etc lo he trasladado a mi blog.

Hay problemas más acuciantes. Lo sé. Antes va el hambre, la paz, la economía... Pero... ¿Os imagináis un mundo sin teatro? ¿Sin cultura? Yo no.

Por eso me gusta la iniciativa del equipo creativo de GYCN, creadores del Musical "Esos locos fantasmas", que con un emotivo vídeo musical lleno de fuerza y pasión, han querido hacer un llamamiento en defensa de los teatros y celebrar, haciendo mucho ruido, el Día del Teatro, hoy domingo, 27 de Marzo, para que no los cierren, para que no los reconviertan, para que no se pierdan...



Veo las caritas de mis hijos disfrutando minuto a minuto de todas y cada una de las obras a las que han asistido, interactuando con lo que acontece en la sala, hablando en directo con los actores, aprendiendo sin darse cuenta... y pienso que el teatro es una herramienta mágica para la educación y el alma. Tanto para los niños como para los adultos. Un vehículo insustituible para comunicar, expresar y sentir.

Muchos son los artistas que han querido poner su granito de arena: María Adamuz, (We will rock you, Cabaret), Gonzalo Alcaín (Jesucristo Superstar, Miserables), Guido Balzaretti (Miserales, La viuda alegre), Carlos Benito(Hoy no me puedo levantar, Priscilla), Christian Escuredo (Sonrisas y lágrimas, Priscilla), Marta Ribera (Cabaret, Chicago, Jeckyll y Hide), Manu Rodriguez (Cabaret, Jesucristo superstar), y David Velardo (Rey Leon, Miserables)... Y, por supuesto, aquellos que están detrás del este precioso vídeo "Esos locos fantasmas": Jorge Ahijado (compositor y director musical del tema), Paula Guida, Baol B. Bulsara, Fernando Samper,Joaquín Oliván, Ruth Ge y Carla Muñoz Postigo (Intérpretes).

En palabras de Ahijado, autor de la pieza musical: "Aquí va un trocito de amor, un trocito de pasión, un trocito de respeto, un trocito de compañerismo, de amistad, de ilusión, de vida... El Teatro no es más que vida y la vida es puro teatro. En estos tiempos que corren y en cualquier tiempo el corazón tiene que seguir latiendo, las sonrisas brillando, la emoción creciendo... Hemos grabado este video clip junto a grandes amigos y compañeros para demostrar que amamos lo que hacemos y que la ilusión es nuestro motor. Nos hemos emocionado haciéndolo y viéndolo. Ahora al compartirlo compartimos un trozo de nosotros así que espero esas gotitas de amor lleguen a donde tengan que llegar. Este Domingo es el Día Mundial del Teatro y nosotros lo celebramos cada día que subimos a escena así que... Larga vida al Teatro!!!"

Así que ya sabéis, este domingo es el día del Teatro, un elemento muy importante de la cultura de todas las sociedades, y lo celebramos cantando esta canción con ilusión y ganas de mucho más teatro en nuestras vidas.  No dejemos que se pierda la cultura ni el arte. Son parte de nuestra vida y de nuestra historia. Un legado de valor incalculable para nuestros hijos y las generaciones que están por venir.

jueves, 24 de marzo de 2016

Perrito

El día que nació Daniel, mi madre cogió el primer vuelo que encontró para Madrid y se presentó en el hospital con un perrito de peluche muy gracioso. En ese momento, el recién nacido ni se pispó del tema. Pero un año después era su amigo inseparable. Perrito iba con él a todos lados y era su fiel compañero en la cuna. Más adelante le ayudó a dormir en una cama de mayores sin sentirse solo.

Pasó otro año y pasamos a ser cuatro. Vino el hermano, querido y odiado por el primogénito a partes iguales, como es normal. Llegado el momento, Daniel entendió, de repente y sin venir a cuento porque sólo tenía tres años, que ya era mayor para tener peluches rondando por su cama. Se podía jugar con ellos a todas las horas del día, pero cuando uno está acurrucado tan a gusto entre las sábanas sobra compañía.

Así que le cedió a Perrito al otro churumbel, que lo recibió con amor incondicional. A veces, el mayor se arrepentía de su alocada decisión y surgían las guerras por El Peluche. Pero con el tiempo, Perrito se convirtió en un elemento imprescindible en la cama de Iván y su hermano terminó por dejárselo definitivamente.

Seis años después, el pobre bicho está desgastado, con menos pelo, el morro pelado y el relleno mal distribuido, pero eso lo hace aún más encantador y achuchable. Ha acompañado al más pequeño de la casa hasta la puerta del cole en los días más difíciles, ha chupeteado la cara de su dueño y de sus amigos miles de veces, ha saltado en el muro despidiéndose de su pequeño amo, que entraba a clase lanzando besos y gritando "¡Estos son para ti Perrito!".

Así que Perrito sigue haciendo su función de guardián de sueños y miedos infantiles. Y sé que llegará el momento en el que nadie le necesite, pero para mí será un recuerdo imborrable y lo conservaremos en casa como una pieza de museo. Los otros peluches volarán en busca de nuevos dueños, pero él se quedará conmigo porque me encanta que haya sido el peluche predilecto de mis dos fierecillas.


miércoles, 23 de marzo de 2016

Domingo de frío, chimenea y juegos en Covarrubias

Al día siguiente los peques se levantaron con ganas de juerga. Tras el desayuno y las tareas dimos una vueltita por el pueblo. Aunque corta porque yo ya tenía el frío metido en el cuerpo y necesitaba volver al lado de a lumbre lo antes posible.

Fuimos al kiosco a que Daniel se gastara su euro porque el día anterior se le había caído un diente. Tras mucho pensar cayó la revista de clan, que era bastante más cara que el presupuesto con el que contaba, pero, en contrapartida, venía con regalos para todos: un guerrero en miniatura, una pistola lanza pompas de jabón y la revista en si. Lo bien que se lo pasaron con las pompas hasta que se nos acabó el jabón. Esa pistola es una metralleta de pompas. Lo que pudieron correr de un lado a otro estallándolas alegremente. Tras una visita a la frutería y a la panadería volvimos a casa por petición mía.

Poco después de comer llegó el señor de la caldera y nos dio la terrible noticia: se habían roto unas piezas que había que pedir a la fábrica. Las iba a pedir con urgencia, pero... ¡a ver cuando llegaban! Aún así, mis tres chicos no quisieron ni oír hablar de volverse a Madrid. Los pequeños debían pensar que era genial tener la chimenea encendida todo el día y encima no tener que bañarse.

Esa tarde también estaba dispuestos a recorrerse las calles del pueblo, pero lo arreglé abriéndoles la puerta del patio para que jugaran. Allí estuvieron simulando que eran detectives y buscando pistas para saber quien podría haberle "robado el dinero" a su abuela Paca. Era un crimen simulado, pero se lo estaban pasando increíble buscando pistas y pensando en sospechosos: ¿Sería el frutero, la kiosquera o la pastelera? ¿O sería... alguien de la casa? Al final la investigación no llegó a su fin por pelea monumental entre los detectives. Daniel quería cambiar de juego y montar un museo con las pistas, pero Iván quería seguir jugando a resolver el misterio. Solución: le conseguí sus propias pistas al más pequeño de la casa: Unos pendientes en forma de cupcake que tenían pinza y que se puso en los dedos, una moneda de céntimo que le desilusionó mucho cuando se enteró que no se podía comprar ni un caramelo con ella, un coletero que me hizo ponerle en el pelo para mirarse al espejo y mondarse con su propia imagen, unas pegatinas...

Cuando acabó el juego de Iván, salí a ver la colección museística del mayor, que me explicó con todo detalle en qué consistía cada pieza. Desde luego, imaginación no les falta. Al terminar su explicación me pidió una bolsa para guardarlo todo.

Mientras Daniel recogía sus cosas, Iván me pidió la pelota y empezamos a jugar los tres con ella a mil juegos inventados. A veces surgían los problemas porque ambos niños querían imponer sus reglas, pero en general lo pasamos muy bien. También hubo tiempo para otra poco de caza de pompas con la pistola que traía la revista.

martes, 22 de marzo de 2016

La gran aventura de sobrevivir en Covarrubias sin caldera

El sábado nos subimos al coche rumbo a Covarrubias prometiendonoslas muy felices. Sobre todo los niños que no dejaban de brincar en sus asientos anticipándose a las excursiones y correrías que iban a hacer por el pueblo.

Llegamos a la casa, sacamos los bultos, Raúl dió la luz, conectó la caldera y... ¡pooof! Saltaron los plomos. Uy que raro. Raúl dió la luz, encendió la caldera y... ¡plof! Otra vez a oscuras. Oh oh. A tres grados en la calle y sensación térmica de menos muchos grados y... ¡se estropea la caldera!

Ya estaba yo pensando en meter de nuevo las maletas en el coche cuando el pater de familia gritó: "¡Que no cunda el pánico! Voy a encender la chimenea". Eso iba por mí, porque los peques no estaban ni un poco nerviosos. Se tiraron en la alfombra a jugar con los clics y no se quitaron el abrigo porque les amenacé sin tablet todo el fin de semana si se les ocurría hacer el más mínimo amago para despojarse de tan imprescindible prenda de vestir. Que luego viene los resfriados múltiples.

El papá se puso manos a la obra y enseguida estábamos comiendo un puré de tetra brick y tortilla de patatas precalentada al amor de la lumbre. Con la lluvia que no paraba y la casa sin calefacción ni agua caliente no nos atrevimos a dejar que los niños se pusieran de barro hasta las orejas así que el plan era una maravillosa tarde de mantita y sofá frente a la chimenea. Los papis estábamos encantados, pero los peques rabiaban por salir. Parecía que los hubiéramos enjaulado. Aún así no les quedó más remedio que buscarse las castañas y buscar entretenimientos de interior. Un saco de dormir que encontró Raúl y que pensaba usar para que los niños no pasaran frío esa noche fue el juguete más divertido para ellos.

Probamos a ver si cabían los dos, pero estaban de lo más apretados, así que la idea fue descartada entre carcajadas y guerra de cosquillas de los más pequeños de la casa.

Otra baza que los tuvo entretenidos más de dos horas fue la película de Scooby Doo que echaban esa noche en Boing. Era malísima, pero a los chiquillos les encantó. Esa noche dormimos aplastados por mantas y más mantas. Estábamos tan cansados que caímos enseguida. Yo soñaba con que le técnico de calderas llegara a la tarde del día siguiente tal y como nos había anunciado por teléfono y nos arreglara el problemón lo antes posible.

domingo, 20 de marzo de 2016

El reto de Daniel y la solidaridad de Iván

Todo el mundo sabe que cuando la profesora de Daniel me recomendó apuntarlo a Estudio Dirigido no me gustó la idea, pero lo hice por el principio de autoridad. Respeto lo suficiente a los profesores como para tener en cuenta sus recomendaciones.

Cinco meses después sigo sin ver los beneficios de la extraescolar y así se lo hice saber a su maestra en nuestra última tutoría. A la pobre la pusimos en un aprieto porque Raúl, que sí está de acuerdo con que el peque vaya a Estudio Dirigido, me acompañó. Al final dio con una solución salomónica que fue del gusto de todos: que la cuestión dependa del niño. Es decir, se le plantea al peque elegir entre una hora de estudio dirigido o una hora de estudio en casa todos los días.

La prueba va a ser semana santa. Si logra concentrarse esa hora diaria y sacar adelante una serie de ejercicios de mates, caligrafía, lectura, escritura e inglés le quitamos. Así que el asunto ya no está en manos de sus padres.

Se lo pensó. No os creais. Y es que en Estudio Dirigido la monitora estaba superada y acababa dibujando o mirando cuentos en vez de hacer los deberes. Así me salía luego, enseñándome orgulloso sus dibujos pero con la tarea a medio hacer.

El viernes empezamos muy bien con la nueva rutina. Daniel se sentó e hizo una ficha de las que le han mandado para las vacaciones, se leyó un cuento sencillo, me lo contó para demostrar que se había enterado e hizo la ficha de lectura. Todo eso en una hora.

A su hermano lo invité a acompañarnos con un libro de actividades de animalitos. No quiero hacerle estudiar, pero tampoco quiero que se sienta excluido. Hizo los ejercicios muy contento y los hizo muy bien.

El mayor lo miraba con envidia al principio, pero conformó cuando le dije que cada uno tenía que hacer los ejercicios con un nivel de dificultad acorde a sus edades. Además cuando vio el libro de "este es ORQ" que me había pedido varias veces se le fueron las penas enseguida. Es una colección el kiosco. Le compré el primero de un alien y clamaba por el segundo desde que vio la publicidad. Así que se lo compré para motivarle a la lectura.

Y vaya si se lo leyó. Luego le pedí que me contara la historia y se había enterado de casi todo. Ya sólo le quedaba escribir la ficha del libro. Y también lo hizo bastante bien. Aunque tuve que corregirle. Ya no uso ni boli verde ni rojo ni azul. Uso la goma, que es lo más efectivo que he encontrado. Lo que veo mal se lo borro y lo tiene que rehacer por narices. Si estaba mal como estaba entonces hay que intentarlo de otra manera.

Así que en esas estamos. Yo presionando para que estudie y Raúl pidiéndome que deje que él decida cuando se sienta a hincar codos. Si le dejo nos dan las doce de la noche y todavía no vería el momento de hacerlo. Creo que a estas edades es mejor ponerles un horario fijo. Le dejo cerca un reloj despertador digital y le digo que hay que estudiar hasta que vea una hora en concreto en la pantalla. Así sabe cuando tiempo ha pasado y cuando le queda. Advertido está que todo el tiempo que pierda se suma una vez llegada la hora. A ver si así coge hábito de estudio, pero en casa y no en el cole.

sábado, 19 de marzo de 2016

Felicidades papá

Como todos los años, los peques han traído un detalle entrañable para su papá en vistas al día de San José.

En primaria dan muy poco tiempo para plástica, algo que me parece una pena porque, puede que no sea una de las asignaturas que más resalten por su importancia y proyección de futuro, pero es la más creativa y en la que pueden dar alas a su imaginación. Según se lleve claro. Y me parece que en clase de Daniel no da mucho tiempo para nada. Entre las fiestas más relevantes como navidad y carnaval, los días del padre y de la madre, etc, no creo que les dejen mucho tiempo para experimentar con plastilina, hacer nuestro propio cómic o construir un periscopio y salir al patio a usarlo como hice yo a su edad. Era una de mis asignaturas preferidas. Con tan poco tiempo, una hora a la semana, no estaba muy segura de que hicieran regalo del día del padre, pero síiiii. Daniel vino muy emocionado con una camisa de señor de origami para su progenitor.

Me estuvo recordando todo el camino que en cuanto viéramos a papá teníamos que dársela. Pero cuando por fin llegó el momento le entró un repentino ataque de timidez y me la di a mí para que se la diera. Como es de suponer se la devolví y le hice ver que no era lo mismo que se la diera yo. A papá le hace ilusión que su niño se lo entregara. Así que corrió hacia él, le tiró la camisita de papel y se fue corriendo.

Raúl pasmado abrió la camiseta y tarjeta, leyó el mensaje y empezó a reirse a carcajadas. "Anda Daniel", le llamó, "Ven aquí. Que síiiii, que ya te he dicho que en cuanto tenga tiempo te preparo las imágenes de Plantas contra Zombies para imprimirteloooo". La cosa me dejó totalmente descolocada. Daniel salió de repente de la nada y saltó a los brazos de su padre con risa nerviosa. Ay Daniel. Que pillo. Cuando leí la nota lo entendí todo: "Papá eres el mejor, ¿Cuando me imprimes lo de Plantas contra Zombies?".

El de Iván también me pareció muy mono. Una composición plastificada con dos maletas coloreadas por él en las que se lee: "Felicidades Papá. Iván" y hay una foto suya pegada. Que ternura. Sólo con poner su foto en el regalo ya me ganan.

Lo que pasa es que el chiquillo estaba un poco confundido y me lo dio a mí diciendo que era un regalo para su mamá. Le dije que lo abríamos en casa, sin caer en tan señalada fecha del día del padre, porque teníamos un cumple. Cuando volvimos estaba tan enfurruñado conmigo por haberle sacado del jolgorio que me dijo "Pues ya no te doy tu regalo". Ahí fue cuando caí. "Que no Iváaaan, que no es para mí. Que es para Papá" le dije yo con mi mejor tono. "Ah" contestó escuetamente y corrió a dárselo a Raúl que le recibió con los brazos abiertos.

viernes, 18 de marzo de 2016

El gusanito comelibros

La profesora de Daniel ha puesto en marcha una iniciativa genial. Se llama: el gusanito comelibros. Es un método divertido para fomentar la lectura entre sus alumnos. El niño se lleva una ficha a casa y puede elegir entre llevarse en préstamo un libro de la biblioteca de la clase o elegir uno en casa. Sólo tiene que leerse el libro elegido y hacer la ficha del mismo con una letra mínimamente legible. Y ¡Tachan! Su gusanito va creciendo a medida que el peque va haciendo fichas porque la profe pone un cuerpecito por cada una que le entregan.

Hay tantas cabezas de gusanitos como niños participantes y debe ser muy emocionante verlo crecer. Daniel lo cogió con ganas al principio, pero enseguida se cansó de hacer fichas. Así que lo hemos tenido que motivar con algo que sabíamos que iba a surtir un efecto inmediato: Si trae una ficha cada viernes y la hace durante el fin de semana tiene un turno de tablet que no le podemos quitar por muy mal que se porte. Y he de decir que le viene de perlas porque últimamente juegan bastante poco.

jueves, 17 de marzo de 2016

Plantando aguacates

Primero fueron las judías... Y se nos dieron estupendamente. Luego... la remolacha y el apio del huerto de Knorr... que no sobrevivieron ni dos semanas (snif). Y ahora no hemos atrevido con... ¡Aguacates!

Tras degustar los deliciosos aguacates que nos trajeron en nuestra compra de Lola Market, mis peques se enamoraron de sus huesos suaves y lisitos. Los limpié muy bien y se los dejé para que jugaran, pero pronto empezaron a tener inquitudes horticultoras y me miraron con ojos brillantes esperando una respuesta de su mami.

Pero mami no tenía ni idea de aguacates y su proceso de plantación. Alguna vez había visto alguna extraña ilustración en el que los huesos penden sobre agua o algo así, pero sin poder ser más precisa hubo que tirar de wikihow. Hay que ver lo bien que explican todos los pasos. Es una guía de plantación de aguacates para dummies en la materia, o sea yo.

Como era tarde, mandé a mis churumbeles a la cama con la promesa de que a la mañana siguiente tendrían sus huesos bien plantados. Me estudié a conciencia el método y procedí al pinchamiento por palillo sin que me temblara la mano. Con mucho cuidado, porque hay una gran diferencia entre la parte de abajo y la de arriba, procedí a colocarlo en un vaso de plástico lleno de agua. De verdad que espero no haberme equivocado de lado porque si no de ahí no va a salir nada.

Y ahí lo dejé todo, esperando a dos niños muy ilusionados que a la mañana siguiente saltaron de su cama para observar embelesados sus aguacates.

Lo que pasa es que el proceso es muuuuuuy lento. Muuuuuuy lento. Y perdieron interés... Hasta que surgió algo minúsculo de una ranura. Desde entonces Daniel me atosiga para que les ponga agua y más agua no se les vaya a evaporar demasiada. Espero que crezca algo pronto porque el mayor está deseando ver ramas verdes. Iván, por su parte, hace mucho tiempo que no hace ni caso a los huesos de aguacate.

miércoles, 16 de marzo de 2016

¡Vaya Pelos!

Tengo la firme convicción que mis vastagos se levantan a luchar por las noches porque hay que ver con que pelos se levantan cada mañana. O eso, o que les rezuma le espíritu punky por la cabellera. A veces hasta lucen unas crestas que ya les gustaría a muchos chicos duros que se gastan litros y litros de gomina cada día.

Y ahí está mamá, cargada de peine y agua, para intentar hacer milagros. Bajo el pelo y ¡toing! vuelta para arriba. Aliso, aplano, peino y repeino, pero la cosa no tiene remedio. Siempre vuelven a us posición original. Total, que todos los días van al cole de lo más modernos y con mechones de pelo dando botes al ritmo de sus brincos.

Que ganas tengo de que venga el calor y sacar la maquinilla de cortar pelos.

martes, 15 de marzo de 2016

Iván, mini chef

Ni Iván, ni Daniel pierden la oportunidad de ayudarme cuando hago cosas que ellos piensan que son divertidas. Ahora bien, poner la mesa o recoger los juguetes debe ser lo más tedioso del mundo. Ellos prefieren guarre... estoooo... limpiarme el baño, encharc... digoooo... fregar suelos y..., como no, ¡cocinar!

Daniel cuanto más pringue mejor, pero, curiosamente, Iván es menos de ensuciarse las manos, pero le encanta añadir los ingredientes.

Un día que el mayor estaba en estudio dirigido, le pregunté al benjamín si quería ayudarme a hacer la mezcla para los filetes rusos. Entró en la cocina dando saltitos de alegría. Que emoción ayudar a mami. Ocupó su lugar en la silla y se dispuso a seguir mis instrucciones paso a paso. ¡Que divertido poner la carne picada! Aunque... ¡que pringosa! Nada más acabar lo tenía a mi vera con las manitas extendidas para que se las limpiara a conciencia.

El resto de los ingredientes fue aún más divertido porque no se tenía que ensuciar: ajo picado, perejil, sal y huevo... ¡listo para mezclar!

Me miró, le miré, nos miramos un ratito largo... "Esto... Iván, ¿Quieres que lo mezcle yo?" le sugerí para romper el incómodo silecio. "¡Síiiiii!" exclamó aliviado mientras se bajaba de la silla. ¡Ale! Él ya había trabajado lo suficiente. Con las manos bien limpias puso rumbo a la habitación de los juguetes con la satisfacción de haber cumplido con su deber mientras mami se ensuciaba las manos.

lunes, 14 de marzo de 2016

Necesitas una aplicación, mami

"Necesitas un aplicación, mami", me soltó de repente Daniel durante una de nuestras caóticas comidas. "¿Cómoooo?", le contesté al borde de la histeria. "Que necesitas una App" insistió. Aparqué mi enfado monumental por los actos de rebeldía de mis peques en la mesa y pregunté más sobre le tema. ¿¿¿Con seis años y ya conoce las App???

"Nuestra profe la usa en clase", comenzó su explicación, "Graba con el móvil: Ssssssh; y luego se repite un montón de veces Sssssh Ssssssh Sssssh Ssssssh.... Así no tiene que repetirlo ella constantemente. Imagínate mami, podrías decir "Cooooome Ivaaaaan", "Con las manos ¡¡¡No!!!" Y "No comas con la boca abierta" ¡Sólo una vez! ¿A que es genial?". Me partía con los recursos de la profe de Daniel en clase. Me parece genial que le saque todo el jugo a las TICs y lo aplique a clase. ¡Que original! Una pena que Daniel no supiera decirme cual era esa App, que si no... Yo también le veo muuuuchas aplicaciones en el hogar. "Vístete" "Lávate los dientes" "Desayuna" "Al baño" "Recoge los juguetes"... Las posibilidades son infinitas.

En cuanto a Daniel, sólo se me ocurrió conetestarle: "Y si te sabes tan bien las reglas... ¡¡¡¿por qué no lo haces?!!!

sábado, 12 de marzo de 2016

Ahora quiere ser novelista

Mi niño mayor se ha pasado de la gastronomía a la literatura. Ahora quiere ser escritor, aunque no abandona su afán culinario. "¿Puedo ser las dos cosas?" me preguntó una tarde mientras doblaba un folio en dos. "¡Claro que sí!" le animé yo. ¿Por qué no? Son dos profesiones que se complementan estupendamente.

Me pidió pegamento, tijeras, lápiz y goma y le dejé sólo ante el papel en blanco. Al poco me pidió ayuda para ver cómo se escribía una u otra palabra y, finalmente, tenía un pequeño librito con portada, ilustraciones y reseña trasera entre las manos.

Se titula: El tropecista y su caballo. Y las ilustraciones las había sacado de una actividad de su colegio. Me pareció increíble que lo hubiera ideado y creado el sólito. Se hace mayor muy deprisa. Me sentí extremadamente orgullosa.

Tanto le alabamos el trabajo que se arrancó a hacer otro cuento sobre un semáforo dormilón que hizo él sólo sin preguntar dudas ni nada. Y que también nos pareció un tesoro.

Al día siguiente, se sentó en la mesa y nos enseñó dos folios con sendas poesías: La del monstruo amarillo y una sobre la policía. Me parecieron preciosas. ¡Que voy a decir!

Pero la cosa no quedó ahí. Es que también nos hizo un libro con una ventanita sobre un castillo muy oscuro, un pasillo muy oscuro, una puerta muy oscura.. Ábrela y... ¡Un perrito!
Al verlo, Iván también quiso hacer uno. ¡Y vaya si lo hizo! Para sus cuatro años aluciné con la historia que me pidió que escribiera al lado de sus dibujos. También añadió una ventanita en la que ponía: Ábrela si quieres saber de qué va disfrazado el amigo. Y al abrirla... ¡De troglodita!

¡Que artistas son mis niños! Daniel incluso le dio un día por escribir jeroglíficos egipcios. A su manera, claro. Pero me llamó la atención que siempre que se ponía con los jeroglíficos dibujara los mimos símbolos y con el mismo color que destinaba a cada uno. ¡Que memoria!

En cambio, el más peque de la familia se cansó de hacer cuentos enseguida y volvió a diseñar juegos chulos con los que me deja alucinada. Me hace laberintos, pruebas de buscar elementos en un dibujo, de elegir la columna más fina, adivinar bajo que ventanita está la cara contenta... Desde luego tienen una mente muy activa.

Poco después de esta jornada tan creativa, me enteré de que Boolino había puesto en marcha el concurso infantil y juvenil Atrapa-Palabras y se lo comenté al mayor. Muy ilusionado eligió el cuento del tropecista y las dos poesías para participar. Al más peque no le dije nada porque no llegaba a la edad mínima de seis años. Me parece una iniciativa muy divertida para pequeños escritores.