lunes, 29 de noviembre de 2021

La trucha momificada

"Mamá, necesito huevos kinder"

"Sí, claro. Y yo un cruasan relleno de crema y con cobertura de choc..."

"Que no, mamá. Que es en serio. Los necesito para una actividad de sociales" 

Tenéis que admitir que es difícil de creer que se necesiten huevitos de chocolate para una tarea del cole, pero dejé hablar al peque y todo cobró sentido.

Necesitaba las cápsulas del plástico donde vienen las sorpresas para los órganos de una trucha que iban a momificar porque estaban dando el antiguo Egipto. ¡Wow! Como se lo curra su profesor (o profesora. Desde que está en Secundaria nos entero de nada).

Pues nada, nada. Como madre abnegada que soy compré los dos huevos que necesitaba, otros dos para su hermano (que si no iba a haber lío), uno para mí y otro para el padre (que también nos gusta el chocolate). El gran beneficiado de todo este negocio fue Iván, que se hizo con casi todas las sorpresas: unos animalitos bastante chulos. Daniel sólo quiso los dos que le tocaron a él.

Y las cápsulas, claro. Al final se llevó todas por su a alguien les hacía falta.

¡Ah! Y la trucha, que también me tocó a mí ir a comprarla porque el peque se presentó voluntario. En su descargo, tengo que decir que tenía toda la intención de ir él mismo a buscarla, pero, teniendo en cuenta que íbamos a ser entre 8 y 10 padres a la búsqueda de una trucha intacta, pensé que era mejor ir a primera hora a por ella (cuando Daniel estaba en clase). Porque estaba claro que cuanto más fresca mejor, así que la compré un día antes de la actividad.

Iba avisada por la madre de otro grupo (les había tocado un par de días antes) de que ni me molestara en ir a una pescadería, porque ya tenían todo el pescado limpio listo para servir a los clientes. La única opción eran las bandejas del hipermercado, en las que te ponían el pez entero y sin limpiar un poco más barato.

Yo iba pensando en que si no había trucha, pues tendría que ser dorada o lubina. Pero afortunadamente había trucha porque ¡vaya diferencia de precios! El caso es que volví con mi truchita bajo el brazo como un tesoro. Por cierto, tampoco podía ser descongelada, que no se qué pasa con sus órganos que no, que nos sirve. 

Me puedo imaginar cómo apestaría la clase el día D con 10 truchas esperando su momento de ser momificadas a última hora de la mañana.

El caso es que el niño estaba muy emocionado con la perspectiva de tener una trucha momia y se fue al cole la mar de feliz con su pescado.

Luego nos contó que él fue el único de su grupo que se atrevió a cortar al cadáver porque al resto les daba muchísimo asco. Luego sí que sacaron los órganos con pinzas y los metieron en los huevos kinder. Por último metieron el cuerpo en lo que supongo que será una especie de salazón para que se momificara (Sal y limonela, o algo así me dijo Daniel, pero no me acuerdo muy bien).

"En 14 días espero traer a casa la momia", exclamó entusiasmado.

He de confesar que yo espero que no.

Me explicó qué se la rifarían en los grupos para ver quien se la llevaba a casa.

Espero que Daniel no sea el afortunado porque mi pasión por los experimentos y las creaciones de mis churumbeles tiene un límite y no tardaría mucho en acabar en la basura.

¡Y que ni se le ocurra traerme un huevo kinder relleno de tripas!

Las fotos se las pasó un de sus compañeras de grupo a mi móvil. A veces mola que alguien se lleve el móvil a clase. Alguien que no sea mi hijo, claro.

sábado, 27 de noviembre de 2021

Los cero escrúpulos de los grupos de interés de los NFTs

Seguramente habréis flipado con el título del post. Estaréis preguntándoos si me he equivocado de blog y he metido aquí una entrada que iba para otro medio, pero no, que va. Esto, desgraciadamente, tiene muchísimo que ver con la educación y el ocio infantil. Y con la poca preparación que tenemos los padres para abordar ciertos temas. En mi caso, el tecnológico. Afortunadamente tengo a mi lado a un señor informática que sabe de lo que estamos hablando.

Pero mejor empiezo por el principio. Estábamos en mitad de la lucha generacional que se suele montar en cada cena y comida familiar cuando Daniel soltó ya la gota que colmó el vaso: "Pues estoy pensando en gastar algo de mi dinero en NFTs y..."...

Yo: "¿Eso qué es?"

El padre: "Por encima de mi cadáver. Eso es un TIMO"

"Pero por quéeeeee", se quejó enfadadísimo, "Todo el mundo dice que gana un montón de dinero con los NFTs. Está comprobadísimo", argumentó levantando mucho la voz.

"QUIÉN lo dice, QUIÉN lo ha probado", le pregunté extremadamente escéptica. "E, insisto, qué narices es eso".

"Muchos Youtubers..." comenzó a replicar, pero abandonó esa línea cuando cayó en que sabe perfectamente lo que pienso de dotar a los youtubers con principio de autoridad sólo porque tienen un número determinado de seguidores. Ya le puedo explicar millones de veces lo fácil que es manipular a la gente por medio de vídeos retocados, montados de una manera u otra o sacados de contexto. Pero se resiste a creerme.

El caso es que cambió de tercio porque sabía que por ahí estaba perdido. "Un amigo mío lo ha probado. Hace dos meses gastó 80 euros y ahora tiene 200", aseguró totalmente convencido. "Mira que me extraña", le contesté yo. "¿De dónde sale ese dinero?". Daniel me miró sin comprender. "Ese dinero que supuestamente le regalan por sus 80 euros, de dónde sale". "Pues de cosas que haga la empresa mamá, yo que sé".

Madre mía, que ignorancia da la juventud y la inexperiencia. "¿Pero tú sabes lo difícil que es conseguir beneficios en las empresas?", le solté ojoplática. 

"Pero ellos sí se forran, que lo dicen los youtubers".

"Se forran estafando dinero a los incautos como tú", se rio su padre. Craso error, porque ya teníamos un niño muy ofendido y nada receptivo.

Frunció el ceño y yo me temí lo peor, así que suavicé mi todo. Le expresé mi miedo a que le engañaran y que tenía que entender que estuviera preocupada. De otro modo no sería su madre. Le expliqué que a mí me sonaba a timo piramidal y que era un tipo de fraude que lleva mucho años llevándose a cabo y que ha engañado a millones de personas, pero, fíjate que luego me enteré de que estaba equivocaba y era otro tipo de timo, el esquema ponzi.

Luego comentando mi indignación sobre cómo se aprovechan de los niños lavándoles el cerebro para que inviertan en la mierda esta y en bitcoins (es que estoy flipando en colores con esto) desde canales de youtube, empresas de videojuegos y personajes famosos a los que admiran en general (que asco de mundo), Jugando en pareja me habló de un vídeo de un youtuber que explicaba muy bien este tema. 

Y es verdad que te queda claro, pero ¡buf! Menudo lenguaje para ponérselo a una niño de 12 años que, por otro lado, seguro que habla aún peor en cuanto se sale del radar materno. En fin, a veces hay que hacer sacrificios en pro de un beneficio mayor y yo pienso que el mensaje del vídeo bien vale que el peque escuche algunas barbaridades. Aquí os comparto el vídeo. Ojo, si pensáis ponérselo a un niño antes tenéis que verlo. Que de verdad que es un bastante bruto.


En fin, siguiendo con mi relato. El caso es que Daniel se sentó en la mesa pensando que ya tenía la vida resuelta si invertía sus ahorros en NFTs. Ahorros que, afortunadamente para él, le administramos nosotros y, gracias a eso, no han acabado dilapidados con micropagos timantes en videojuegos. 

Por lo que decía, esperaba estar ganando unos 2.000 euros al mes en unos seis meses y, vamos, que ya no tendría ni que estudiar, ni que trabajar ni nada. Sólo grabar vídeos y jugar con las consolas. El sueño de casi todo adolescente de 12, por lo visto.

A mí casi me da un ataque y su padre intentó convencerlo en vano de que no hacía más que decir tonterías. Si fuera tan fácil hacerse millonario, todos seríamos millonarios, ¿no creen?

Afortunadamente acabó muerto de la risa con el vídeo de Baitybait, que, reconozcámoslo, no le hubiera puesto en mi vida si no estuviera ante un problema tan grave, y que parece que entendió mejor que las explicaciones de sus sufridos padres. 

Y yo ahora me pongo en situación y pienso: hace como dos meses le di permiso para comprarse un pack de un videojuego por 15 euros por su cumpleaños. Pensé, "vaya forma de tirar el dinero, pero si es lo que ha pedido por su cumpleaños toca hacer de tripas corazón". Sí, ese es el nivel de mundo materialista y consumista en el que se está criando. Si tu hijo te pide tirar el dinero como regalo de cumpleaños, pues hala, que le hace ilusión.

Tengo la culpa, sí. Hay consecuencias si intentas nadar totalmente contracorriente, también. Buscar el equilibrio es muy difícil. Como siempre. No me fustigo. Hago lo que puedo y lo que creo en cada momento analizando cada circunstancia y tomo la decisión que mejor se adapte desde mi punto de vista.

Pero, pongamos que ese día me hubiera pedido comprar un pack de skins para un juego NFTs (compras personajes, u otras cosas, y supuestamente ganas más dinero cuanto más juegues o algo así). 

Supongamos que ese día no está Raúl, que es el que analiza todas estas peticiones porque su formación lo hace más indicado para tratar estos temas (estaba totalmente en contra de comprar el pack de 15 euros, pero yo le convencí porque eso era lo que quería el niño por su cumple. Menuda razón ¿eh?). Supongamos que le doy mi permiso pensando que está pagando por unas skins, unas armas, alguna habilidad extra... yo que sé, lo que suelen llevar los packs que se venden por ahí. 

Y, supongamos que sí, que el niño gana dinero porque hay más incautos que meten dinero detrás de él y financian su actividad. Imagináos el destrozo intelectual para un chaval de 12 años ver que gana dinero tan facilmente y que... ¡oh maravilla! Sólo tiene que invertir más para ganas aún más. ¡Magia!

Y su madre, que está en la inopia porque no tiene ni idea de estos temas, sigue soltando la pasta (o el permiso para gastar la pasta de sus ahorros), pensando que el peque está desarrollando su afición a los videojuegos. Y lo que está desarrollando es una adicción hacia la inversión y encima le están timando con dinero que ni siquiera existe. 

Porque aún no lo he dicho, pero todo este tema de NFTs se manejan con dinero virtual de ese que soy incapaz de entender cómo funciona.

Con el tiempo no sería raro que perdiera todo el interés en formarse para su futuro laboral. ¿Para qué si ya gana dinero? Y de repente, antes o después, todo se va a la mierda, porque así funcionan estos timos. Y tus NFTs pierden valor hasta llegar a lo que siempre han valido en realidad: Nada. Porque, por sí mismos, no valen nada. Lo que les da ese valor es la gente que está dispuesta a pagar por ellos, vete tú a saber por qué.

Y estas consecuencias catastróficas son una suma de los estímulos que le llegan al niño sin control, la ignorancia de sus padres hacia ciertos temas (¡que no se puede saber de todo en esta vida!) y la falta de escrúpulos de los que se están forrando con este timo.

Esto es vender ludopatía a los niños por internet (equivalente a vender drogas en la puerta de un colegio, pero a lo bestia). Eso por un lado. Por otro, el niño paga un dinero real, que va a manos de una empresa a cambio de un item virtual que puede vender por dinero del juego o criptomonedas que no existen (dinero del monopoly, vamos), que deja de existir en cuando desaparece el juego o se borra la criptomoneda del servidor. Sólo son unos y ceros, mientras que el especulador que está detrás de este inmenso timo se embolsa el dinero real. 

Da miedo, ¿eh? 

A mí mucho. Menos mal que Daniel nos lo cuenta todo porque así es su carácter. Menos mal.

P.D.: Para cuando charlas sobre estos temas en los colegios e institutos.


viernes, 26 de noviembre de 2021

Museo Geominero

Un sábado por la mañana decidimos dar el gusto al mayor de las fieras y darnos el salto al Museo Geominero, su preferido en Madrid. Ya hemos ido varias veces y nunca se cansa de recorrer las vitrinas llenas de alucinantes tesoros. 

Su profesor de sociales les recomendó la visita en clase y le volvieron las ganas de volver a explorarlo. A él y a nosotros, que también nos pareció una excelente idea.

El museo se encuentra ubicado en una sala impresionante. Aunque no es de fácil acceso. Cuenta con un montón de escaleras hasta llegar a la sala de exposiciones y, una vez en ella, sólo se puede acceder a los pisos superiores a través de cuatro estrechas escaleras de caracol, una en cada esquina. La mitad tiene un cartel que indica que son sólo para ascender y la otra mitad para sólo descender. Una idea excelente porque me parece en nuestra anterior visita todavía no lo habían organizado así y se montaban unos atascos tremendos.

La entrada es gratis y, aunque pueda parecer que el Museo es muy pequeño (que un poco si lo es), hay que reservar muchas horas para poder disfrutarlo. Nosotros estuvimos toda la mañana y aún así no pudimos verlo con toda la calma que requiere. ¡Tiene una colección enorme!

Además, la muestra comienza en la misma puerta, sigue por los vestíbulos y los pasillos hasta desembocar en la gran sala. Es un paseo impresionante.

Y no sólo encontramos minerales. También cuenta con una exposición paleontológica de primera. los huesos de mamut del acceso es un imán para los niños. También la cabeza del T-rex, la cabra y el oso de las cavernas son platos fuertes para sus ojillos.

Aunque a Daniel le llama mucho más la atención las vitrinas de las joyas preciosas (como las llama él).

En esta ocasión, además habían añadido un interesante apartado sobre la erupción de La Palma. Se nota que es una instituciónq eu se preocupa por cuidar y renovar su colección.

Me gustaría decir que fue una maravillosa visita en familia, pero ¡que va! Cada niño se hizo con el móvil de un progenitor y se fue por su cuenta a montarse imaginativas historias en formato vídeo. Por un lado, mola que sean tan creativos, pero, por otro echábamos de menos descubrir las maravillas del museo sin ellos al lado. 

De vez en cuando nos cruzábamos y aprovechábamos para comentar una cosa y otra que habíamos visto, pero no era lo mismo que cuando nos seguían de pequeños alucinando con lo que les contábamos (que básicamente acabábamos de leer en los carteles explicativos. No os voy a engañar).

El caso es que lo pasamos bien aunque de manera un poco extraña. Raúl y yo recorriendo las vitrinas de la mano más como pareja que como padres y los peques de un lado para otro, subiendo y bajando, y creando extrañas historias que nada tenían que ver con la realidad en formato vídeo.



lunes, 22 de noviembre de 2021

Pintando galletas de mantequilla

A veces, cuando voy a rellenar la despensa familiar, me da por pasarme por la sección de repostería a ver si han puesto algo nuevo que me llame la atención. En una de esas ocasiones descubrí los nuevos rotuladores pasteleros. A simple vista parecen normales, pero ¡la tinta no es tóxica! Al contrario, está ideada para ser devorada en la superficie que elijamos para crear nuestras obras de arte. ¡Al carrito que fue!

Admito que estuvieron bastante tiempo guardados en uno de los cajones de la cocina porque no encontraba el momento de sacarlos y darles uso, pero, un día, el padre los encontró y me preguntó por ellos. Le conté mis planes y le hizo gracia. "Pues este fin de semana sería una buena actividad para que los peques desconectaran de estudios y pantallas", comentó, "No creo que lleve mucho tiempo hacer una galletas de mantequilla..." y ya no pudo seguir porque me puse en modo entusiasta 100%. Me faltó tiempo para buscar una receta fácil, resultona y que no me quitara mucho tiempo. 

La encontré enseguida. Sólo tenía que mezclar los ingredientes, aplanar, cortar y al horno. Podía hacerlo a la vez que hacía la comida del día. Todo ventajas.

Para hacer los lienzos comestibles utilicé el molde que viene en el kit para hacer galletas de portadas de cómic de Spiderman. El rectángulo que necesitaba. Bueno, a lo mejor era un pelín enorme. Nos iban a salir una galletonas enormes. Eso sí, ideales para pintar encima.

Al final no fueron todo lo ideales que me esperaba. Estaban llenas de grietas que hacían más difícil el dibujo, pero no imposible. Otro fallo fue que su color tostado ocultaba totalmente el amarillo. Pero no resultó ningún drama. Si hubiera pasado igual con el negro o el rojo sí que hubieran protestado.

El caso es que, una vez frías las galletonas, se las puse delante a los churumbeles con los rotuladores. Les flipó la idea. Querían dibujar todas. El padre les cedió las suyas y yo me quedé con dos. Una que no había salido igual que las otras porque estaba echa con el resto de la masa sobrante. Y otra que Daniel no quería porque decía que con dos ya tenía suficiente. 

En la más pequeña dibujé las campañas que siempre pintaba en Navidad cuando era pequeña. No sé por qué, pero me recuerdo pintando las mismas campanas en el dibujo que nos hacían hacer en clase como antesala a las ansiadas vacaciones.

Y en la segunda no tenía ni idea qué dibujar. Al final busqué una imagen de la serie que tiene enganchados a mis peques últimamente, kimetsu no yaiba. más concretamente de Nesuko, que me pareció la más fácil de dibujar. 

A las fieras les gustó un montón y se lamentaron de que no hubiera dibujado también a Tanjiro en vez de las campanitas.

Daniel se curró unos personajes que sospecho están inspirados en los manga que lee últimamente, pero no sabría asegurarlo.

Iván, por su parte, llenó las suyas de gatitos navideños: el Papa Noel, el duende y el reno. 

Esa misma tarde nos las merendamos. No nos dio ninguna pena hacerlas desaparecer, por cierto. Estaban buenísimas.

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Magia Majara, el espectáculo más loco y divertido

El Domingo pasado fuimos a pasarlo pipa al teatro Marquina. Magia Majara volvía a las tablas y no queríamos perdérnoslo. ¡Nos encanta la magia!

En cuanto salieron los magos al escenario pudimos sentir la fuerza de la ilusión corriendo por nuestras venas de nuevo. No hay nada como que nos den la oportunidad de disfrutar como niños.

Lo mejor de Julio, Elena y Germán no es que sean unos magos geniales, que también; sino su forma de hacernos reír a carcajadas, de sorprendernos y hacer que nos olvidemos por una hora y media de obligaciones, responsabilidades y preocupaciones de la vida diaria. Entras al teatro, a ver Magia Majara, discutiendo con tus hijos el horario de estudio de la tarde casi a gritos y sales con una sonrisa en los labios y comentando entre risas los momentos más emocionantes. Eso es lo que consigue este simpático trío con sus trucos divertidos, desenfadados y, por supuesto, extremadamente mágicos.

Con la sala hasta arriba y un público más que entregado, no puedo más que admirar el temple de todos ellos para tratar con todo el mimo, cariño y mucha mano izquierda a los descontrolados niños que ocupaban las butacas. Al menos las ocupaban durante un tiempo, porque lo normal era verlos rebotando en sus asientos, flipando en colores, muertos de la risa o agitando sus brazos enérgicamente para ser el siguiente en subir al escenario. Bien sentaditos sólo los vi cuando Julio aseguró que sólo saldría al escenario el que ocupara correctamente su asiento. Entonces todos se volvieron angelitos mágicamente. Un truco buenísimo.

Los adultos mantenían mejor el tipo, pero cuando eran elegidos para subir al escenario lo hacían dando saltitos como un niño más. La verdad es que mantenían al público atento y motivado en todo momento. Da gusto volver a disfrutar de espectáculos así. 

Por cierto, Durante la actuación se hace un sorteo muy chulo. Sólo hay que escanear el código del folleto que te facilitan los acomodadores y cruzar lo dedos para tener suerte. Aunque si no la tienes y te quedas con las ganas, siempre puedes adquirir tu objeto de deseo en la tienda que tienen montada en el teatro. 

Esta vez no ganamos nada, pero la otra vez que fuimos a verlos nos fuimos a casa la mar de contento con una auténtica baraja de cartas de mago firmada por ellos. La tenemos guardada como un tesoro.




lunes, 8 de noviembre de 2021

El Museo de Burgos

Con la entrada del Museo de la Evolución Humana se podía entrar gratis al Museo de Burgos y allí que nos fuimos para aprovechar al máximo la mañana. El único problema es que los peques con uno ya estimaron que tenían más que suficiente y no le dieron ni la más mínima oportunidad. 

¡Y eso que tiene verdaderas maravillas! como la Tizona del Cid. Aunque una vez allí nos explicaron que Tizona eran un tipo de espadas y que la que ahí se exponía era tizona, pero no la del Campeador en concreto. Aún así nos pareció muy emocionante estar ante una Tizona... A los adultos, porque los peques iban de sofá en sofá y tiro porque me toca. Y eso en el mejor de los casos.

Si les pedíamos que continuaran o les llamábamos la atención hacia algún objeto concreto de la exposición que nos parecía curioso nos miraban con enfado y victimismo (mucho victimismo). Incluso abríamos el grifo a quejas y reproches sin fundamente directamente recogidos del enorme egoísmo infantil. Casi era mejor dejarles aburrirse a gusto en los sofás que encontraban en cada sala.

Aunque, como vieron que acabamos por ignorarlos, cambiaron de estrategia y empezaron las peleas territoriales por el sofá, aunque en algunas salas pudimos contar hasta tres. El caso era jorobar.

Así que yo alternaba el gusto por la exposición por las reprimendas a los pequeños troles. La verdad que había muchos objetos maravillosos expuestos. 

Nada más entrar nos encontramos con un patio lleno de columnas alucinante y se empieza el recorrido por los tesoros arqueológicos que allí guardan desde el paleolítico hasta la época visigoda. Si hubieran estado de otro talante, los niños hubieran alucinado con este paseo por la prehistoria y la historia, ¡pero no! ellos estaban dispuestos a ponérnoslo difícil.

De la historia damos paso al arte burgalés. También una maravilla. ¡Y hasta sorpresas encontramos! por ejemplo, una puerta esconde un guerrero musulmán por su otro lado. No te esperas encontrarte otra cosa que no sean motivos geométricos, pero ahí está él dispuesto para la pelea.

Y en todo momento no nos faltó el "Nos vamos ya, nos vamos ya, nos vamos ya..." de las fieras tocanarices; cuanto más me lo decían más dispuesta a pasar tiempo admirando la colección tenía yo. Algo así como: A ver quién aguanta más. 

La última sala la recorrí con muchas ganas de ahogarlos y ellos de asesinarme con la mirada , pero nos la recorrimos entera y yo con la más amplia y falsa de mis sonrisas: "¡Habéis visto esto! ¡Es alucinante!" y ellos "Nos vamos ya, nos vamos ya"... "¡Mirad! Una de las primeras versiones del juego que tenemos en casa!", "Novamosyanorvamosya", "Fijaos qué colores. ¡Impresionante!", "Nosvamosyanosvamosya", "¡Chicos! ¡¡La espada de El Cid!!", "Es falsa. Nosvamosyanosvamosyanorvamosya"...

Cómo se nos acabó el museo y lo iban a cerrar nos fuimos. Nada más pisar la calle el humor infantil cambió y se les veía a los dos de lo más animados. Y yo agotada, claro.

Camino del coche nos encontramos con otra pieza de museo: Una cabina de teléfonos... ¡de las cerradas! Los peques se metieron dentro sin esperar un segundo a tocar todos los botones y a hablar por el teléfono.

"Esto no funciona", me dijo el mayor. "Cómo va a funcionar si no metes monedas", le contesté yo. Ambos me miraron asombrados, "¿Aaah? ¿Qué funciona con monedas?". Ésta generación...






sábado, 6 de noviembre de 2021

El museo de la evolución humana en Burgos

El profesor de sociales de Daniel lo tiene muy motivado y acoge todas sus propuestas entusiasmados. Hacía un tiempo que nos había dicho que quería ir al Museo de a Evolución humana de Burgos porque habían hablado de él en clase. Y yo encantada de darle el gusto, claro. Aunque tuvo que pasar un tiempo hasta que por fin pudimos darnos el salto.

En el mismísimo fin de semana de Halloween nos fuimos a dar una vuelta por este recinto lleno de huesos y mucho más. No me digáis que no viene al pelo. La historia y la ciencia tienen muchas historias de terror documentadas.

El mayor estaba muy ilusionado de volver a este Museo, uno de los que más nos gustan hasta ahora, pero al pequeño no le entusiasmaba mucho. Desde la pandemia ha perdido su motivación por explorar exposiciones, aún no sé por qué. Menos mal que más pronto que tarde se contagió de nuestra ansia de explorar. la última visita fue hace muchos años y no se acordaban de muchas de las piezas, pero otras las tenían marcadas a fuego, como la recreación del barco en el que viajó Darwin o la sala de los dioramas de la evolución.

Iván no se acordaba del cerebro gigante y fue una de las cosas que más le fliparon. Debía verlo como una mazmorra lúgubre y tenebrosa llena de misterios. Me hizo entrar un montón de veces y luego se quedó bastante rato trasteando con la pantalla que informaba sobre las funciones cerebrales, mientras su hermano recorría con gran interés el círculo de la evolución humana y me contaba lo aprendido en clase. No hay nada mejor para retener conocimiento que explicárselo a otra persona como si fueras el profesor. Estoy segura de que se inventaba lo que no recordaba, pero no le voy a quitar mérito a mi guía improvisado.

Tuvimos la suerte de coincidir con una exposición temporal muy curiosa de esculturas de animales de hierro impresionantes. Puedo  asegurar que al pequeño fue lo que más le gustó de todo lo que vio ese día, que fue muchísimo, por cierto, porque con la entrada podías acceder gratis a otro Museo, el de Burgos.

Antes de dejar el recinto descubrimos una zona nueva en el que tenían salas para talleres, una mesa con material manipulativo, grandes figuras hechas con cartón y mini exposiciones curiosas. Nos costó bastante arrancarles de la mesa en la que podían construir sus propias figuras en base a piezas triangulares. Estaban la mar de entretenidos montando y desmontando. 

Al final, dejaron todas las piezas colocadas con la vana esperanza de que el resto de los visitantes pensaran que eran obras de arte y las dejaran tal cual. No creo que duraran ni dos minutos con la de niños que habían por ahí, pero les dejé con la ilusión en sus cabecitas artísticas.