miércoles, 29 de julio de 2020

Padre no hay más que uno 2, risas aseguradas

Hoy se estrena una comedia familiar divertidísima, Padre no hay más uno 2. Si te gustó la primera, ésta sigue la misma línea con nuevos personajes y más situaciones descacharrantes. La pantalla se llena de gags cómicos, uno detrás de otro, en cuanto comienza la película, todos del mismo estilo a los que nos hicieron partirnos en la anterior.

De nuevo, el guión se ha hecho a la medida del protagonista principal, Javier, encarnado por Santiago Segura, un padre de familia más que numerosa que, desde la anterior peli, ha cogido el toro por los cuernos para tener más presencia en la vida de su familia. Un papel que le queda como un guante gracias a su humor cafre, eso no se lo podemos negar. El resto del reparto tiene un papel más coral con sus momentos de gloria. 

Sobre todo, Loles León, que logra robar presencia a la estrella del filme en algunos momentos en su papel de arpía con buen corazón. Cuando la suegra llega todo se vuelve aún más frágil, inestable y explosivo. Sí, aunque parezca increíble, las cosas pueden volverse aún más surrealistas.

Los cameos de famosos han sido un acierto. Lo que me he podido reír con algunos. Sobre todo con uno. Seguro que descubrís enseguida con cual si veis la película.

La recomendación de edad es a partir de 8 años, en contraste con la primera, que era para todos los públicos. No vi ninguna escena subida de tono, pero es cierto que hay muchos momentos que un niño pequeño no va a entender. Desde luego, mis hijos la tienen escrita en su lista de los deseos. Sobre todo, desde que vieron que uno de los personajes nuevos es José Luis, un perrito al que no le hace falta tener mucha personalidad porque su monería ya le hace destacar. Ya será raro que haya algún niño que no se derrita cada vez que asome su hociquito por la pantalla.

A las fieras les encantó la primera y saben que la segunda va a ser éxito asegurado porque ellos no piden obras maestras del séptimo arte, sino un humor comprensible, divertido y con el que, incluso puedan llegar sentirse identificados. Porque, tanto si eres padre o hijo en las edades que se representan, seguro que hay al menos una situación que te recuerde vivencias propias y hagan que te partas recordándolas.

Además, a mis peques les encantan los niños de la familia, aunque sus actuaciones no sean perfectas. A ellos les llenan más las expresiones y gestos de cada uno, tirando a lo gamberro o marisabidillos, que las interpretaciones de Oscar. En esta ocasión, surgen nuevos problemas con cada uno de ellos y continúan los que se quedaron en el aire. El padre de familia se las veía muy felices con el desenlace anterior, pero no hace falta mucho para que todo se le vuelva a ir de las manos. Como la vida misma. Un giro inesperado hará que su vida vuelva al caos del que salió gracias a su aplicación Conchy. Y es que hay cosas que ni una app móvil puede solucionarte. A veces no queda otra que guiarse por el corazón. Y ya se sabe que éste no es nada infalible y sí extremadamente emocional.

martes, 28 de julio de 2020

De picnic en tiempos del coronavirus

Pues nada, que el verano hay que llenarlo de actividades divertidas para toda la familia... PERO... con todas las precauciones posibles. Está claro que la mejor precaución es la abstención. Esto es igual que con el sexo, pero igualmente me arriesgaba métodos anticonceptivos mediante (con el tiempo ya fui a por los bebés a posta con una pareja que sabía que estaba libre de enfermedades venéreas... pero eso ya es otra historia que no tiene nada que ver con este blog). En fin, que me disperso como siempre. Una, que busca siempre unos ejemplos nada esclarecedores.

Lo que quiero decir es que un plan divertido, tomando todas las precauciones necesarias, viene bien durante las vacaciones estivales, así que nos hemos ido de picnic al parque, ya un par de veces. Me parece un plan ideal para los peques, sobre todo, porque es al aire libre. Eso sí, hay que ir a cenar, sobre las ocho de la noche en adelante, si no queremos morir asados (por lo menos en los madriles).

La primera decidimos celebrarlo con temática de gastronomía alemana, por eso de hacer algo diferente. Así que todos los participantes nos pusimos manos a la obra con las currywurst, las frikadellen, las berlinas, el apple strudel... hasta los niños echaron una mano, al menos en mi hogar.

El día del picnic montamos un banquete digno de un rey. Todo estaba buenísimo. Pero era demasiado y sobró mogollón de comida. En casa tuvimos platos alemanes para todo el día siguiente.

Llevamos todo desechable: mantel, platos, vasos, cubiertos... Servilletas, bolsas de basura (para plásticos y orgánicos, no fue idea mía, pero estuvo muy bien tenerlo en cuenta). Así, no se compartía nada y todo lo que usamos se fue directo a la basura. Uno de los padres trajo unos bonitos vasos de plástico de colores que llamaron más la atención de los niños que los desechables de toda la vida y algunos usaron esos. Pero eran fácilmente identificables por el color. Ellos tenían claro que quién era el verde y de quién el naranja. Nos quitamos las mascarilla para comer y beber, pero el resto del tiempo fue una constante en nuestra cara.

Es muy difícil evitar el contacto entre los niños, pero al menos llevamos gel hidroalcohólico para minimizar riesgos. Nos han dicho que el contagio por contacto es mínimo y que lo más efectivo es llevar la mascarilla, pero no está de más extremar las precauciones como están las cosas ahora mismo.

Lo pasamos tan bien que decidimos repetir la experiencia, aunque a base de sandwiches, empanadas, patatas fritas y cosas más normales y menos trabajosas. Llegamos a la conclusión que el tiempo que pasamos juntos en el picnic tiene la misma calidad con una medianoche de jamón y queso, que con el currywurst, y nos ahorramos un montón de horas de cocina.

miércoles, 22 de julio de 2020

Las campañas educativas de Pekín

Algo que me llamó muchísimo la atención en nuestro viaje a la ciudad china de pekín fueron las campañas educativas que tenía en marcha el gobierno dirigidas hacia la población. En ellas, se explicaban normas de educación y comportamientos cívicos. No sólo el tan famoso de "no escupir cuando y dónde te venga en gana". Los mensajes eran muchos y muy variados: "No hablar a voces por la calle porque puedes molestar al resto de los transeuntes", "Respeta a tus mayores, cuida de los niños, ayuda a los que lo necesiten", "no corras en lugares como pasillos o escaleras mecánicas", "Cruza por los pasos de cebra y los semáforos" "Si vas conduciendo, respeta las normas de circulación y las señales de tráfico, etc, etc... Mensajes que también irían bien en las calles de muchas ciudades españolas. Porque he visto demasiadas veces a gente escupiendo al suelo, peatones cruzando por donde les da la gana poniéndose y poniendo a otros en peligro, coches saltándose los semáforos en rojo, etc , etc...

Aunque sí que hay que admitir que el tema de la circulación en Pekín es una auténtica locura. Cruzar una calle era una prueba de alto riesgo. En muchas guías de viaje, incluso te recomiendan que esperes a ver cruzar a un autóctono y le imites con mucho cuidado. Las que tienen más peligro son las motos eléctricas, que ni las oyes venir. por cierto, es una ciudad que tienen muchísimos vehículos eléctricos, obviamente para bajar sus altos niveles de polución.

Otra curiosidad que me gustaría contaros está relacionada con unos puntos y rayas que ves en relieve en casi todas las aceras. Resulta que sirven para indicar el camino a los invidentes, que siguen su relieve con el bastón. Si son rayas quiere decir que el camino es recto y, si son puntos, que hay una intersección de caminos. me parece una idea buenísima para facilitarles la vida.

martes, 21 de julio de 2020

Departamento de Asuntos Mágicos

Tengo entre mis manos una novela negra juvenil que he devorado con mucho entusiasmo. ¡Con lo que me gusta este género! Encima mezcla misterio, asesinatos, relaciones difíciles, situaciones angustiosas y... ¡magia!

En Departamento de Asuntos Mágicos un agente mago, Cusak, tendrá que unir fuerzas con un inspector de policía, Lindberg, que es bastante receloso ante todo lo que suene a magia. Más o menos como el resto del común de los mortales, porque, lo que no se entiende, se teme. Y los magos parecen ser muy de temer con todo ese poder corriendo por sus venas.

Este pequeño colectivo ha tenido que esconderse y aguantar tratos discriminatorios de muy diferentes niveles dependiendo del país en el que vivan. Desde un discreto control a su persecución para exterminarlos y borrarlos de la faz de la tierra.

Ahora al Inspector Lindberg no le queda otra que dejar de lado sus prejuicios y trabajar codo con codo con el agente mago, que le hará abrir los ojos a una realidad en la que descubrimos que por mucha magia que tengan, no dejan de ser seres humanos con sus emociones, virtudes, defectos, debilidades, personalidades...

Entre manos tienen el difícil caso de un asesino en serie que se dedica a arrancar el corazón a adolescentes magos que, curiosamente, coinciden en ser refugiados de una cruenta guerra que se vive en Europa del Este.

Por otro lado, seguiremos las aventuras y desventuras del éxodo de otros dos adolescentes, Radu y Lera, que se enfrentarán a muchos peligros y tragedias en su camino en busca de una seguridad mínima después de perderlo todo de la peor de las maneras. En el libro no se esconden ni edulcoran los horrores de la guerra, pero tampoco se ceba en ellos.

Anaya recomienda su lectura a partir de 14 años y yo estoy de acuerdo por los temas sensibles que trata, aunque no sea en mucha profundidad. Tenía pensado dejar que Daniel se lo leyera, quien, por otro lado está deseando echarle mano. La sinopsis le ha ganado: asesinatos, corazones arrancados, magia, luchas, intriga... Le suena a música celestial para sus ojitos lectores. Pero creo que, mejor, se lo voy a guardar para más adelante. Creo que es más lógico que lo lea cuando pueda entender ciertos grises, así lo disfrutará mucho más.

A mí, personalmente, me ha encantado la trama y cómo se cuenta. Si hubiera profundizado un poco más en ciertos aspectos hubiera sido más redonda para mis gustos, pero con la estructura que tiene es perfecta para un lector juvenil que devora novelas de misterio.

lunes, 20 de julio de 2020

Las piscinas municipales en la nueva realidad

Este año pensábamos que no íbamos a catar una piscina ni de lejos, pero, hete aquí, que nos armamos de valor y pedimos cita para una de las jornadas de la piscina municipal más cercana.

Nos metimos en la página de venta de entradas, que se podría mejorar bastante, y adquirimos cuatro entradas para la mañana, franja horaria en la que creímos que habría menos gente. Por la mañana abren de 10 a 14.30 y por la tarde de 16 a 21.00. Al medio día limpian y desinfectan las instalaciones para el siguiente turno. En grande pone que metas tu usuario y contraseña, pero puedes optar por acceder como invitado y sin necesidad de esos datos.

El caso es que a las 10 éramos bastante pocos y se estaba de lujo, pero a eso de las 12 ya éramos demasiados. Lo de la distancia de seguridad no se cumplía ni aún queriendo, que algunos querían y otros no. Las mascarillas también son otro punto para comentar extensamente. Había quien pensaba que ya sólo por cruzar la puerta del recinto se podía sentir libre de llevarla e ignoraba los carteles que rezaban que el uso en vestuarios, baños y dentro del bar eran obligatorias. Luego en el solarium, alrededores de la piscinas y mesitas al aire libre allá cada cual con su forma de actuar.

Los niños se lo pasaron en grande y se pegaron un buen rato al remojo. No nos íbamos porque nos daban penilla, pero a las 13, que la guerra por el borde la piscina ya llevaba un buen rato desarrollándose, decidimos que ya era hora de escapar al hogar.

No quiero ni pensar como estarían los del turno de tarde. De todas formas, fuimos en fin de semana. Es de suponer que entre semana por la mañana esté bastante despejado y sea un entorno mucho más seguro. Eso sí, estaba más limpia que nunca.


sábado, 18 de julio de 2020

La guerra del agua

Uno de los planazos veraniegos que estamos teniendo es el que incluye escaparse a un parque, muy cercano a nuestra casa, cargados de botellas y pistolas de agua para meternos de lleno en batallas campales muy muy refrescantes.

Con esto del coronavirus hemos cancelado todos nuestros planes viajeros y hemos decidido disfrutar de unas vacaciones tranquilas en Madrid. Aunque pronto me di cuenta de que tampoco estábamos disfrutando de la extensa oferta de esta ciudad. Sobre todo, a causa de la angustia que me ha generado el tema del virus.

Para empezar, no me meto en el metro si no es estrictamente necesario, con lo que el radio de acción se acota visiblemente. Además, no me gusta llevar a niños a espacios cerrados ... todavía, así que se restan aún más posibilidades. Soy muy agonías, lo sé.

Todas esas escapadas a museos, actividades culturales y exposiciones de otros veranos han desaparecido de un plumazo. Dando prioridad a las hogareñas, parquereñas y cercareñas (vale, me he inventado os palabras por la cara, pero no olvidéis que el lenguaje es dinámico y en un par de años a lo mejor os sorprendéis diciéndolas muahahaha).

Pues una de la que más triunfan últimamente es la de la guerra del agua. Supongo yo que es porque mamá participa un buen rato. Llegamos al parque y nos repartimos las zonas: en la rampa, en el puente del castillo o a suelo raso. Éste último es el que más radio de acción tiene, pero el que más se arriesga al fuego cruzado. Personalmente, es mi posición preferida porque es más fácil esquivar y puedes pillar desprevenidos a los otros dos.

Entonces se lía la de dios es Cristo, con gritos, imprecaciones, carreras, protestas y disparos a tutiplen. Todo ese guirigay se para de inmediato a la voz de ¡stop!, porque si no saben que nos vamos a casa ipso facto. Se grita stop si vemos un civil acercándose peligrosamente a la zona de guerra o cuando a alguien se le acaba la munición. Cuando pasa esto último, hacemos una alto, nos acercamos al banco y rellenamos las pistolas con el agua de la botella.

En el momento que viene un niño al parque se acabó la lucha y toca jugar al estilo tradicional, pero como vamos bastante temprano pueden pasar horas hasta que el primer niño asoma la nariz por ahí.

A la quinta o sexta batalla comienzo a flaquear y aviso de mi retirada para que sigan ellos mientras yo les observo en algún lugar seguro. Más o menos, porque siempre me da una bala perdida (de agua).

viernes, 17 de julio de 2020

La biblioteca en la Nueva Realidad

Una tarde, Iván me vino hablándome muy emocionado de una serie que les tiene muy enganchados a los dos últimamente: Naruto. Me dijo que quería leerse el manga y a mí me pareció una idea buenísima. Encima, sabíamos que los tienen en la biblioteca municipal a la que solemos ir porque en otra ocasión los estuvo cogiendo el hermano. 

Total, que me puse a investigar las nuevas normas que había que seguir para pedir préstamos en la biblioteca. Pensaba que aún había que acudir con cita previa, pero no encontraba por ningún lado la página para pedirla, así que acabé llamando al centro y santas pascuas. Allí me informaron muy amablemente que ahora se podía acudir sin cita previa y se accedía si el aforo no estaba completo. Además, me dijeron que la zona infantil estaba cerrada para evitar riesgos innecesarios con respecto al COVID-19, pero que podríamos consultar el catálogo, tanto desde casa en nuestros dispositivos, como allí desde sus terminales y los compañeros nos traían los títulos que nos interesaban.

Muy ilusionados nos plantamos allí y seguimos todas las estrictas (y necesarias) normas de seguridad: el gel, seguir el camino indicado, la distancia de seguridad, hablar con los empleados a través de los paneles de seguridad... etc. La verdad es que el chico que nos atendió fue muy amable y paciente con nosotros, porque lo de Iván era fácil (los tomos del 2 al 7 de la colección regular. El 1 ya se lo había leído), pero lo de Daniel fue otro cantar porque quería one shots, pero no sabía especificar títulos. El bibliotecario nos fue buscando pacientemente los títulos hasta llegar a los seis libros que podía sacar con el carnet.

La verdad es que nos fuimos de allí encantados con el botín, aunque echamos de menos trastear entre las estanterías a la busca de tesoros desconocidos. Asumimos que eso es algo que tardará bastante en volver a formar parte de nuestra normalidad, por mucha penita que no dé. ¡El caso es que teníamos mucho material para tener a las fieras entretenidas!

Nada más llegar a casa se sentaron tranquilitos a leer y no supimos nada de ellos hasta la hora de la cena, en la que soltaron sus cómics a regañadientes. ¡Que maravillosas son las bibliotecas!

jueves, 16 de julio de 2020

Olivia

Los cómics de Olivia son mágicos, divertidos, entrañables... Vamos, que nos han encantado de principio a fin. Sobre todo a mis hijos, que se los han leído de una sentada y luego se los han releído varias veces buscándome para señalarme sus partes favoritas. 

Ahora quieren más, como era de esperar. Nuestra lista de libros pendientes crece cada día...

¿Qué tienen estos libros que los hace tan especiales? Muchas cosas, pero empezaré por la historia. Los protagonistas son una niña; con un carácter fuerte, bastante rebelde y con las ideas muy claras; y un perro; muy inteligente, cariñoso e inquieto. Todo comienza el día que Olivia, y su familia, se mudan a una casa perdida en un bosque, muy cerca de un aburrido pueblo. ¡Vaya panorama para una niña de ciudad enganchada a los videojuegos! Pero pronto se dará cuenta de que hay un mundo muy complicado y surrealista más allá de las puertas de su casa.

Así comienza el primer tomo, Olivia y el genio sinvergüenza, en el que Olivia se encontrará con Peluso, su fiel compañero de andanzas, y otros curiosos personajes, algunos de los cuales le acompañarán en sus siguientes aventuras. Los secundarios no tienen desperdicio. Sobre todo, el ingenuo padre y la arisca pastora. Están muy bien construidos.

En el segundo tomo, Olivia y el zorro furioso, la aventura continúa donde lo dejaron en el anterior tomo. Habrá consecuencias muy graves por ir jugando con diferentes realidades. Los protagonistas tendrán que enfrentarse a un Zorro guardián del otoño muy muy enfadado y muy muy destructivo, que cuenta con unos caballeros castañas muy muy adorables.

No se puede negar que éste cómic derrocha imaginación e ingenio. Si ligamos todo esto a un dibujo encantador, colorido y dinámico, en el que hasta los malos se pintan extremadamente cuquis, ya tenemos entretenimiento para un buen rato. 

Mis peques no se cansan de mirar y remirar los grandes momentos, que suelen ser dónde los personajes peludos salen más monos. 

O sin tanto pelo, porque para el mayor, los mejores personajes del mundo mundial son los caballeros castaña, que salen en el segundo tomo y, aparentemente, han venido para quedarse.

Otro punto que les encantó es el mapa que aparece al principio y al final con las notas de Olivia, que van cambiando a medida que se desarrollan nuevos acontecimientos. A mis hijos les llamó muchísimo la atención.

En definitiva, son unos cómics con maravillosos dibujos y una excelente historia que te deja con ganas de mucho más.


martes, 14 de julio de 2020

El colchón viejo

Un día me tumbé a dormir una siesta en la cama de Daniel, porque la mía estaba ocupada por dos salvajes haciendo el cafre, y me di cuenta de que ya era hora de jubilar ese colchón. No entendía como Daniel no había dicho nada sobre el tema y como podía dormir como un ceporro en él. Tenía bultos muy muy molestos.

El caso es que fuimos a comprar otro a una tienda y lo trajimos a casa lo más rápido posible. El siguiente paso fue contactar con el ayuntamiento para que vinieran a por el viejo. Los pasos a seguir fueron avisarles por twitter de lo que necesitábamos y seguir sus instrucciones: 

entrar en la página de avisos de Madrid, crear un usuario, pinchar en el símbolo de ! con una +, que es nuevo reporte, pinchar en Tengo un problema con un elemento de la calle-Aviso y facilitar todos los datos que te piden. Entonces, eliges la opción de recogida de muebles y te llaman posteriormente para decirte la hora a la que lo tienes que bajar para que se pasen a por él.

Mientras esperábamos respuesta, embutimos el colchón como pudimos en nuestra miniterracita.

A los pocos días nos llamaron y nos avisaron que irían a por él ese mismo domingo de nueve a once de la noche. ¡Genial! Informé de la feliz noticia a la familia y los churumbeles me preguntaron si podían jugar con él durante los pocos días que les quedaban juntos. 

Evidentemente, dije que sí. Aunque al padre no le hizo mucha gracia convivir esos días con una colchón tirado en el suelo del salón.

Se convirtió en una cama elástica, en el suelo de una tienda de campaña hecha de sábanas y sillas, en el tatami ideal para dar grandes volteretas, en un ring de boxeo (por poco tiempo porque corté el juego antes de que alguien se hiciera daño de verdad)... Tan bien se lo pasaron con él que, cuando llegó el domingo,  casi se encadenan al colchón para evitar que lo bajáramos.

Pero viendo que era una decisión irrevocable por parte de sus mayores, no les quedó otra que aceptarlo, aunque pusieron una condición: Ellos ayudaban a bajarlo a la calle.

No me pareció mal hacerles esa concesión aunque incluyó bastante teatro por parte de los churumbeles. ¡Incluso quisieron darle un besito de despedida al colchón! Por ahí ya no pasé que se había rozado con un montón de paredes y suelo.

Un pelín malhumorados volvieron al hogar dejando atrás uno de los "juguetes" que más satisfacciones les había dado últimamente. En un principio, planearon sacar al salón sus colchones funcionales, pero les quité esa loca idea de la cabeza bajo amenaza de castigo fulminante. Eso sí, me hicieron prometer que, cuando hubiera que jubilar el colchón de Iván, les dejaría el antiguo unos cuantos días para jugar antes de avisar al ayuntamiento.

Las mini pizzas de Tom Gates

Para hacer más entretenida la especie de noche en blanco en la que nos obligaron a participar los churumbeles decidimos tener sesión culinaria para hacer la cena entre todos. Decidimos hacer las mini pizza del libro de actividades de Tom Gates, que son muy fácil y divertidas.

Sólo necesitamos un pan de pita para cada churumbel, tomate, queso y los ingredientes que queramos añadir.

Cada peque se hizo su pan de pita a su gusto. Bueno, sus panes de pita, porque se hicieron dos suculentas mini pizzas cada uno, una de jamón y panceta y otra de atún, salmón y anchoas.

Luego sólo hay que meter las creaciones al horno, esperar un poquito y ¡a comer! No las dejéis mucho porque a mí se me fue la olla con las de panceta y se quemaron los bordes. Así que los recorté y puse otro pan de pita debajo de lo que quedaba del primero con toda la chicha. Menos mal que les gustó el invento.

Y así fue como dimos comienzo a esa noche en la que nos hicieron trasnochar.

lunes, 13 de julio de 2020

De excursión a El Pardo

Nos pilló un día estupendo
De nuevo nos hemos dado el salto a la naturaleza, aunque esta vez solo una par de horas que teníamos una día movidito en perspectiva. Nos fuimos a El Pardo, que siempre es apuesta segura, y elegimos una de sus rutas para ejercitar las piernas, que desde que los peques están de vacaciones hemos dejado de hacer la gimnasia y nos movemos poquísimo.

Adentrándonos en el bosque oscuro...
Nos adentramos por una sendero irregular, lleno de tramos más o menos difíciles y árboles que parecían sacados de la peli de Poltergeist. Si hubiera sido de noche, estoy segura de que nos hubieran amenazado con sus negras y punzantes ramas...

Oooooh
Además, nos enfrentamos con hordas de hormigas gigantes que, en realidad, nos ignoraron y fueron a lo suyo, transportando comida de aquí para allá. 

Hormigas gigantes asesinas
Afortunadamente mis hijos ni intentaron pisar ninguna, ¿estarán madurando? ¿O les intimidaron las pinzas diminutas que tenían en la boca? Esas hormigas debían pegar buenos mordiscos.

Oscuras madrigueras
También encontramos muchísimos agujeros de madriguera, a los que nos asomamos sin mucho éxito. Sólo se veía oscuridad.

Un árbol maldito encantador
El padre asegura que vió un par de conejos botando felices por el monte, pero al ser el único que tuvo esa suerte comenzamos a dudar de la veracidad de sus palabras. "Claaaaro, claaaaro... conejos... Y yo he visto un jabalí verde con lunares rojos, que sí, que sí...". Menos mal que el padre se lo tomó con humor.

Misteriosos lazos rojos
Pero ese no fue el único misterio al que nos enfrentamos... por el camino nos encontramos con unos misteriosos... ¡lazos rojos! Estaban atados a ramas y dieron lugar a múltiples teorías entre los miembros de la familia. Algunas bastante escalofriantes, por cierto. 

¡Más misterioso lazos rojos!
Por ejemplo, la que sustentaba que era la marca para indicar que era un buen lugar para esconder cadáveres... ainsss. por otro lado, había quien aseguraba que eran señales para no perderse y poder desandar el camino, o marcas que indicaban una ruta de senderismo no oficial. Cosas más normales, oye.

¿Que pasó aquí?
Otro misterio que resolver fue cuando pisamos un camino lleno de desniveles, grietas y promontorios. ¿Qué podía haber pasado ahí que deformara de tal manera la senda? Razonando posibilidades, Iván llegó a la conclusión que por ahí corría el agua cuando llovía mucho. ¡Premio para el caballero!

Ni desde aquí vemos animales
La verdad es que los peques estaban deseando avistar animales como locos, pero lo único que vieron fueron tres caballos y algunas aves. Descontando el montón de bichos que pululaban por todos los sitios.

¡Como molan las vistas!
Cada vez que encontrábamos un mirador hacíamos un alto. En total subimos a tres para contemplar las vistas y comentarlas.

Empieza a apretar el calor...
A eso de las once ya no se podía ni respirar del calor y decidimos volvernos a casa. Está claro que en verano lo mejor para hacer senderismo es madrugar. No sólo por el calor sino porque supongo que te encontrarás menos gente. Nosotros nos cruzamos con mucha menos que cuando fuimos a la Sierra hace dos fines de semana.

¡Una planta de oro!

Por el lado más difícil

¡Siempre hacia delante!

¡Nos atacan!