El dueño de un hotel, que se llama como su mujer, a la que tanto ama y amará por siempre, nos muestra jirones de alma a través de anécdotas, experiencias y retazos de poemas salidos directamente de su alma. Una preciosidad de libro, ideal para leer con calma y perderse en las pequeñas ironías, filosofías de andar por casa y búsquedas eternas de un poquito de felicidad.
Al abuelo, le gusta asomarse a los ojos de los demás y llegar siempre un poco más allá. Algo que, hoy en día, se ha vuelto muy difícil. A veces, sólo hace falta un trozo de la famosa tarta de manzana de la abuela para que se desaten las lenguas y bailen los corazones.
Por eso, el que ha pasado por alguna de las habitaciones de este hotel, repite. Porque va buscando ese humor sutil y alegría en las pequeñas cosas que transmite la pareja que lo regenta. Esa forma de sentirse aceptado aunque seas una pieza de un puzle distinto. Porque el abuelo no juzga, sólo escucha y se sumerge en la conversación, sin agobios, sin presiones...
Las ilustraciones de Bea Enríquez son el complemento perfecto para dar forma física a las estrambóticas situaciones que se van sucediendo.
No es de extrañar que esta bella historia, que apunta directamente al corazón y al alma de los lectores, haya ganado el Premio Anaya Infantil de 2020. A mí también me ha ganado. Y a mis hijos, por ser una lectura amena graciosa, aunque estoy segura de que la han entendido de otra manera.
Supongo que cada uno se quedará con un mensaje diferente porque el escritor lo lanza al aire, pero sin límites, para que nosotros lo recojamos y lo amoldemos a nosotros mismos y lo disfrutemos a nuestro modo.
Este libro se queda en mi biblioteca. Y la frase que nos regala el autor en la banda que acompaña a esta edición la voy a colgar en mi pequeño rincón de trabajo: "El humor es todo. Debería ser una asignatura que se impartiese en el cole". Aunque, en realidad, pienso que debería ser algo que nos acompañase el mayor tiempo posible y nos endulzara la vida, que ya bastante amarga llega a ser si no hacemos nada por evitarlo.
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