martes, 31 de octubre de 2017

Voldemort en el cuentacuentos de Halloween de Akira Cómics

El sábado nos dimos el salto a Akira Cómics porque tenían un evento muy especial y terrorífico: un cuentacuentos especial de Halloween. El niño que quisiera podía ir disfrazado, pero yo no me acordé y fuimos tal cual, que ya de por si damos mucho miedo.

Esta temporada los cuentacuentos de Akira giran alrededor del mundo Harry Potter, así que la jornada giró alrededor de la figura más tenebrosa y más temida por los magos: Voldemort. Allí nos contaron su desoladora y terrorífica historia. Para poder hacerlo con seguridad tuvieron que echar un montón de hechizos protectores porque, como todos sabemos, nombrar al innombrable puede atraerlo y ya la tendríamos liada pard. Afortunadamente el más malo entre lo malos no apareció, pero sí lo hizo otro malvado, uno particular de la tienda de cómics, muy dispuesto a acabar con todos los niños magos allí reunidos. Pero eso lo contaré más adelante.

Mientras esperábamos a los magos más tardones, los profes magos nos pusieron a todos a bailar para jugar el juego de las estatuas. Fue muy divertido, pero caímos como moscas. Yo la primera por reirme. Cuando perdías te tenías que sentar.

Cuando vieron que ya estábamos todos los alumnos comenzaron los cuentos con la historia de Voldemort, que tuvo muy enganchados a los niños desde el minuto cero.

Después de conocer el origen del malvado mago, vinieron otros cuentos chulísimos para aprender a vencer a nuestros miedos: el huevo que se convertía en monstruo, luego en ratón y luego volvía a ser huevo; la niña que para vencer a sus miedos llamaba a todo tipo de refuerzos: caballeros, monstruos, dragones...; el niños que se asustaba y se imaginaba un monstruo cada vez más grande y que cuando se va calmando lo va haciendo cada vez más pequeño en su imaginación; el monstruo que comía oscuridad; y el cuento del abrigo de los miedos. Todos preciosos.

También hubo mucha magia. No podía ser de otro modo en una escuela para magos.

La directora de la casa Tortuzorro y su ayudante, la enfermera asesina zombi (así se denominó ella misma), hicieron un truco mentalista, pero el niño mago era muy poderoso y contraatacó con otro hechizo para proteger su mente de miradas indiscretas. El truco no salió, pero sí que hubieron muchas risas.

La maestra nos dijo cómo enseñar a alguien una serie de cartas para que elija una y luego hacer desaparecer justo esa (en realidad cambian todas las cartas aunque sean muy similares. Se usa la técnica del cambiazo con dos mazos preparados).

¿Queréis saber como hacer levitar una varita? Os cogeis la muñeca dejando escondido un dedo con el que sujetamos la varita disimuladamente y cuando os digan que la estais sujetando con un dedo quitáis las mano y ¡¡¡Ualaaaaa!!! La varita sigue suspendida gracias a un celo de doble cara que llevaremos pegado en medio de nuestra palma. Geniales las caras de los chiquillos cuando la maga retiró la mano y la varita seguía levitando.

El truco de los platos causó sensación. Se pasa una moneda de un plato a otro y caen dos. Cuando se vuelven a pasar las dos monedas aparecen tres en el otro plato. ¡Alucinante! Sobre todo si no sabes que en la parte posterior de los platos hay un bolsillito en el que se esconde la moneda mágica. Así cuando giras un plato sobre otro cae la moneda corriente y la mágica.

Por último, nos explicó un truco de magia ciencia. Los niños tenían que lograr que una figura de Luigi cruzara un puente de papel. Uno de ellos estuvo muy cerca. Casi logra, pero la figura finalmente se metió el tortazo. Sólo teníamos que doblar el papel todas las veces que pudiéramos para conseguir que el hermano de Mario cruzara con seguridad.

¡Lo que estamos aprendiendo en esta escuela de magia!

Cuando parecía que ya se acababa la clase apareció Herodotón, al que no le gustaban nada los niños pero mucho el fuego. Venía muy dispuesto a acabar con todos nosotros pero los profesores lanzaron rápidamente el hechizo para quitarle la varita "¡Espelliarmus!" y la ridícula varita de florecita del tenebroso malvado salió volando por los aires. La profesora cuenta cuentos lo mandó al rincón de pensar como castigo.

Nos fuimos de Akira más mágicos, con un juego más de mesa (Dados Ninja), con tres cómics nuevos de Star Wars y con unas chuches que les supieron a gloria a mis chicos.


lunes, 30 de octubre de 2017

Linternas calabazas

Como el año pasado el concurso de calabazas del cole tuvo tanto éxito lo van a repetir éste. pero en esta ocasión las calabazas van y vuelven el mismo día. Se ve que en la edición anterior se les pudrieron unas cuantas en el proceso.

Nosotros dedicamos un rato del domingo a hacer las nuestras. Que vale, que sí, que las íbamos a hacer de todas formas. Vaaaale, también. Que las hicimos entre el padre y yo con la escasa colaboración infantil. Más bien. sólo dijeron que sí o que no a mis planes de diseño. Esta vez ni vaciaron. Pero es que estaban liados en una importante proyecto de dibujo (cómics de Angry Birds Star Wars, nada menos) y confiaban totalmente en sus progenitores.

Así que Raúl se armó con un cuchillo para dar forma a las caritas y yo de una cuchara para vaciar las calabazas. Un equipo perfecto. Un vez vacías, el papi cortó los ojos, nariz y boca siguiendo mis instrucciones y un poco con estilo libre. Un ojo le salió demasiado grande para lo que yo quería, pero no pasaba nada si la hacíamos tuerta. Más terrorífica aún.

Cuando terminamos llamé a los niños para que dieran el visto bueno final y Daniel se enfadó porque, según él, no le habíamos llamado y él quería hacerlas. ¿¿¿Qué??? ¿¿¿Cómo??? Pero que morro tiene. Si me había dicho que estaba ocupadísimo. En fin. Se le pasó el mosqueo jugando con las calabazas linternas.

Por dientes les habíamos puesto palillos. Y en los ojos tenían incandescentes tomates Cherry. ¡Le gustaron muchísimo! Aunque el mayor me miró seriamente y me soltó: "Mami, sabes que no vamos a ganar. ¿Verdad?" "Sï", le contesté yo, "Pero... ¿Y lo bien que nos lo estamos pasando?" Daniel sonrió y siguió con su juego de calabazas. Menos mal que ninguna se cayó al suelo ni nada parecido.




domingo, 29 de octubre de 2017

La telaraña, un juego de Halloween

Conocí la existencia de este juego casero gracias a un tuit de Manualidades con mis hijas y me fascinó. Era tan sencillo, entretenido y tan halloween que cayó en mi lista de obsesiones desde el minuto cero.

Eso significa que no podré dejar de darle vueltas y vueltas hasta que lo haga.

Se trataba de un recipiente con una telaraña de lana en la que perdían tenebrosas criaturas, mayormente arañas de todos tipos y tamaños. El jugador tiene que sacarlas de su cubil ayudándose de unas pinzas de cocina. La dificultad radica en que las patas se enredan en la tela de araña y hay que ingeniárselas para sacarlas de ahí sin usar las manos.

En la manualidad original usaban un cesto de tender la ropa de rejilla, pero yo no cuento con uno. Así que cogí una caja de cartón y le hice yo los agujeros a fuerza de tijeretazos. Para ensartar la lana me ayudé de un palo de brocheta a modo de aguja. metía y sacaba la lana por los agujeros de forma aleatoria para formar una estupenda tela de araña naranja.

Y lista. Ya sólo tenía que recopilar las miles de araña de plástico que tienen estos por toda la casa. Huelga decir que no las encontré todas y que tiré de otros bichos repugnantes de diferentes formas y tamaños para hacerlo más interesante.

Les encantó el nuevo juguete. Juegan con él juntos y en solitario sacando bichos y puntuandolos según el nivel de dificultad. Parece fácil, pero se enredan en la lana y cuesta bastante sacarlos de su cubil. Luego los colocan en tuppers con mucho cuidadito de no tocarlos porque, por supuesto, son altamente venenosos. Así lo hacen más emocionante.

Es una manualidad fácil y divertida. De mis preferidas.

viernes, 27 de octubre de 2017

Nuestra pequeña mantícora

No sé muy bien cómo lo vi. Supongo que estaría riéndose como un loco, o llorando. Cualquiera de las opciones es posible porque abre mucho la noca y se tiene una panorámica interior estupenda. El caso es que me quedé helada. Pensé que había visto mal y muy seria la pedí que abriera la boca. Iván me devolvió la mirada y algo debió de notar en mi tono de voz porque me hizo caso (Aleluya. Milagro, milagro).

Y ahí estaba, un enorme incisivo que surgía donde no debía. Perfectamente alineado y en perpendicular a uno de sus hermanos gemelos. Ay Dios. Esto tiene que doler, pero el peque estaba tan pichi y aseguraba que ni se había enterado. Me hizo hacerle una foto emocionado. "¿Esto significa que por fin va a venir el Ratoncito Pérez?". "No lo sé", le respondí mientras marcaba el número del centro de salud para pedirle hora con el dentista.

No tardaron mucho en arrojarme un jarro de agua fría. No tenían hueco hasta una semana después. Pero esto era gravísimo. Le expliqué a la persona que me atendió el caso del niño y me sugirió que fuera por urgencias. Nos personamos en el centro y sólo tuve que enseñarle a la recepcionista el "problema" para que me diera vía libre hacia la consulta.

No tardaron nada en atenderle. El dentista es muy majo y enseguida se metió en el bolsillo a mi pequeño. Con un rápido vistazo dio por finalizado el chequeo, me miró fijamente a los ojos y me soltó "Vas a tener que confiar en mí". Ostrás y que otra cosa podía hacer. Yo no tengo idea de dientes.

Me aseguró que era algo de los más normal y que según  creciera el resto de los incisivos harían hueco al nuevo que tomaría su lugar en la fila sin problemas. De todas formas, como tenemos que llevar a los niños a revisión cada seis meses, iría viendo la evolución.

Muy agradecida y mucho más tranquila salí de la consulta con el enano pegando saltos.

A los pocos días, raúl detectó otro incisivo rebelde creciendo al lado de su compañero. Esto tenía pinta de no parar hasta que el peque luciera una inquietante doble fila. ¿Se estará transformando en una pequeña mantícora ante mis preocupados ojos?

jueves, 26 de octubre de 2017

Odd y los gigantes de escarcha

He de confesar que soy una fan de Neil Gaiman. Muy fan. Muy muy muy muy fan. Y esto ocurre desde que me dejó fascinada con su Sandman. Lo que habré reído, sufrido y llorado yo con esos cómics. Que por cierto no son para nada infantiles. Al contrario. Adultos adultísimos. Ya entonces se hacía notar el interés de este escritor por la cultura celta. La leyenda de Sandman proviene de la mitología nórdica, precisamente. Pero este post no es para hablar de esa magna obra, sino de otra que también me ha impresionado. Y esa sí que es para niños. Los míos están enamorados de este libro: Odd y los gigantes de escarcha, escrita por mi admirado Neil Gaiman y por el recién descubierto ilustrador Chris Riddell, que ha pasado a ser uno de mis preferidos.

Yo también estoy fascinada por la historia que cuenta este álbum, las preciosas ilustraciones en tinta de Chris Riddell y la cuidada edición en blanco, negro y plata. Un verdadero tesoro. Estoy realmente agradecida a Literatura SM por haberme descubierto esta maravilla, que ya he colocado al lado de Stardust, otro precioso cuento del mismo autor y que también vale la pena que nuestros hijos lean (aunque, no sé por qué, está catalogada para adultos).

Odd es un niño vikingo singular al que la vida no le ha tratado muy bien, pero que, nadie sabe por qué, nunca pierde su sonrisa. Y, claro, eso puede llegar a ser muy inquietante para los que le rodean. Daniel, mi niño mayor, le admira profundamente, por su sed de aventuras. Iván, mi hijo pequeño, le envidia por la compañía: un peludo oso, un zorro ladino y una impresionante águila. Qué niño no querría tener semejantes compañeros.

Pero estos animales misteriosos esconden un secreto que llevarán al protagonista a partir hacia Asgard en una misión suicida: enfrentarse a los temibles gigantes de escarcha.

En la ficha del libro pone que está orientada a niños de ocho a doce años, pero en esta casa nos ha flipado desde al peque de seis a la mamá de cuarenta. El papi aún no ha tenido tiempo de echarle un vistazo, pero lo tiene en mente. Es el primer libro infantil que ha mirado con verdadero interés. Y no es para menos. La portada de por si ya te tienta a leerlo de una sentada.

Eso hicimos una noche que terminamos de cenar pronto. Se suponía que sólo iba a leerles un par de capítulos, pero, cada vez que terminaba con uno mis hijos me suplicaban que empezara con el siguiente. "¡No puedes dejarnos así!", exclamaba el mayor. "Está demasiado emocionante", le secundaba el pequeño. Y una que es débil, blanda y que era la primera que quería seguir, continuaba el relato asegurando tajantemente que ese sería el último que leeríamos esa noche. Evidentemente, nos lo acabamos. Ejem.

El lenguaje es bastante sencillo, aunque algunas palabras tuve que explicarla a mis churumbeles. Y se agradece un poco de cultura sobre el mundo de Odín, pero, si los peques conocen las andanzas de Thor como Vengador no tendrán problemas en manejar vocabulario como mjolnir o midgard.

Por cierto, tuve la grandísima suerte de coincidir con Neil Gaiman en una edición del Salón del Cómic de Barcelona alucinante hará como uno veinte años. Puedo afirmar que es tan majo como aparenta. Ojalá volviera a España. Tener el libro firmado por él sería la releche.

Otra cosita, podéis echar un vistazo a las primeras páginas en el link que incluye este post.

miércoles, 25 de octubre de 2017

I Gymkana Rúnica

El sábado Bebé a Mordor nos chivó que había quedada jugona en la tienda Júpiter juegos de la calle Manuel Silvela, 8 a cargo de El dado rúnico, un club de juegos de mesa. Casi peligra el tema porque el día antes los peque se quejaban de dolor de estómago. Daniel incluso se metió en la cama. Algo insólito en él, así que ya pensaba abortar el plan. Pero, fíjate, que por la noche revivieron milagrosamente y tuvieron fuerzas más que suficientes para liarla parda.

Al día siguiente tiramos todos para la tienda con unos niños bastante revoltosillos. Cuando casi estábamos llegando la tuvimos gorda porque empezaron a preguntarnos qué les íbamos a comprar. ¡Dios! Estos niños no tienen límite. Evidentemente les dije que nada, con lo que se desató la hecatombe. Qué paciencia hay que tener.

Al llegar a la tienda y ver el panorama se animaron bastante. Sobre todo al localizar el aviador loco, que es un juego que siempre triunfa con niños y mayores. Pero voy poco a poco:

El aviador loco: Acierto seguro. Es un juego para cuatro, aunque pueden jugar dos, que consiste en evitar que el aviador loco tire tus gallinas en su volar errático a fuerza de golpes a una especie de catapulta. Te partes de risa. También existe una versión para tres bajo la licencia de Star wars, Loopin Chewie, pero a ese nunca hemos jugado y no sé si será igual de divertido. Se recomienda a niños mayores de cuatro años.

Rhino Hero Super Battle: Otro juego divertidísimo, aunque hay que tener buen pulso y habilidad para evitar frustraciones. Iván es más habilidoso, pero Daniel ha heredado las dos manos izquierdas de su madre, así que enseguida se enfurruñó y abandono la partida. Si juegas con niños te ríes mucho y si juegas sólo adultos te picas mucho. Todo son ventajas. Consiste en escalar una torre con tu superhéroe. Torre que también van haciendo los jugadores según las instrucciones de unas cartas. Si dos superhéroes comparten nive de altura comienza la batalla de dados. He de confesar que los monos al principio me parecieron de relleno y luego llegué a odiarlos. Mucho. De dos a cuatro jugadores de más de cinco años.

Mondrian: curioso es te juego de habilidad tirando el dado de diferentes maneras e intercambiando cartas para conseguir puntuaciones más altas. Le tenía ganas y me apetecía mucho probarlo. POne que es para niños de más de diez años, pero los míos no parecían tener muchos problemas con la mecánica. De dos a cuatro jugadores.

Conquista el trono: A este jugó sólo Iván, que se buscó la vida y encontró sitio en una mesa en la que estaban jugando a esto. Para decirlo más claramente, pasó de nosotros. Triste pero cierto. Estábamos buscando un juego para jugar en familia y cuando nos quisimos dar cuenta el peque había volado. Le encontramos tirando cartas muy emocionado sobre un tablero. Le flipó este juego. Según nos contó tenían que conquistar un trono y el primero que lo hiciera ganaba. Por el camino te encontrabas malo y trampas que tenías que contrarrestar tirando cartas. Yo no jugué así que no puedo opinar. Según el más pequeños de la familia es un juego alucinante. De  dos a seis jugadores está recomendado para edades superiores a seis años.

Kanagawa: Aprovechamos que los peques estaban despistados con la tablet de otro niño para jugar a Kanagawa. ¡Y nos encantó! Nos pareció que la mecánica era demasiado complicada para nuestros peques, pero que se podía adaptar a sus edades. Según la caja está recomendado a mayores de 10 años. Pueden jugar de dos a cuatro jugadores y Raúl y yo sospechamos que el número de jugadores lo cambia todo. Nosotros jugamos en pareja y nos gustó muchísimo. Teníamos que pintar cuadros, eligiendo unas cartas repartidas al azar en el tablero según quién empezara y si nos plantábamos o no antes de las tres rondas. Unas estaban descubiertas y otras cubiertas. Según lo que saliera pintábamos diferentes motivos, ampliábamos habilidades, nos hacíamos con fichas de recompensas, etc etc. Al final se contaban los puntos de victoria y ganaba el que más tuviera. Yo perdí vergonzosamente la primera partida, pero aprendí de mis errores y empaté la segunda. Es un juego que requiere de estrategia y que es monísimo.

Y hasta aquí las jornadas porque nos fuimos a comer a casa con unos niños castigadísimos por lo mal que se habían portado. Eso sí, con nos dados nuevos en el bolsillo, que una es una blanda y no puede ser.

Me encantó ver allí a Laura, Sergio, Julia, Fernando, Ruth, Raquel, Rolero de Hamelín, Refuerzo divertido... Miren ¡te eché de menos!

martes, 24 de octubre de 2017

El osito mensajero

La pastelera del pueblo, que es un amor, les regaló por su cumple a los peques un osito lleno de huevos de chocolate. ¿Cómo sabía que estábamos de celebración? (Porque el día justo justo no era de ninguno de los dos). Evidentemente, porque le compramos una deliciosa tarta.

Los peques enseguida se pelearon, no por los huevitos, que eran fáciles de repartir, sino por el continente: ¡el oso!

Les convencí para dejar la disputa hasta que acabasen con el chocolate. Eso me dio unos días de ventaja, pero al final todo llega y los últimos huevitos fueron consumidos. Juro que me pareció hasta oír la típica musiquita de duelo del salvaje oeste.

Ambos hermanos entrecerraron los ojos y estiraron los dedos sin quitar la vista de su objetivo. "Es míooooo" gritaron a la vez y se abalanzaron hacia mí con muy malas intenciones (yo era la que lo tenía, claro). Pero no lograron arrebatármelo (Buena soy yo dando esquinazo).

Muy enfadada anuncié lo que más se temían: "¡Juguete castigado!". Ya sé que no es un juguete, pero para estos todo lo que les rodea es susceptible de convertirse en uno. Cuando castigamos un juguete significa que desaparece del mapa por una temporada (bastante porque se me olvida hasta que me lo vuelvo a encontrar de casualidad).

Lo interesados protestaron, patalearon y se rasgaron las vestiduras, pero no hubo manera de convencerme de que les entregara el osito de plástico. Así que se retiraron a deliberar.

Al poco volvían con una solución bastante interesante. El mayor, que era el que había tenido la idea, tomó la palabra. El tan era tan sencillo como brillante, e incluso educativo, con lo que se le levantó el castigo al juguete y fue depositado en el lugar indicado para comenzar en ese mismo segundo a ejercer su nueva función: la de buzón.

El oso permanecería entre las puertas de las habitaciones de ambos hermanos y contendría los mensajes que quisieran mandarse (eso, que escriban, que escriban... Y mejoren la letra de paso). y Ahí está la porquería del bicho, en todo el pasillo para hacerme tropezar venticinco veces al día y lleno de papelitos de uno o de otro.

Cuando lo vea vacío unos cuantos días seguidos lo hago desaparecer ainss

sábado, 21 de octubre de 2017

Fiesta del cine: Ninjago

Del 16 al 18 de octubre se ha celebrado la Fiesta del cine. Un invento maravilloso para poder ir al cine en familia sin dejarte un pastón. Porque, no nos engañemos, el cine es carillo. Menos mal que existen los descuentos, promociones y días del espectador.

El caso es que nosotros podemos aprovechar sólo un día de esta promoción tan tentadora porque sólo lo hacen en días lectivos y los peques ya están en Primaria. Esto significa deberes y obligaciones en las tardes de entre semana. No quiero agotarles, así que hemos ido sólo el lunes a ver Ninjago. Y ese día vaya paliza se metió el pobre Daniel para terminar los deberes del día siguiente tras ir a ver la película.

Eso sí, él asegura que valió la pena.

A mí Ninjago me ha despertado emociones encontradas. No me la esperaba con ese humor tan absurdo. Me ha hecho gracia, peeero el doblaje es tan malo que es casi una tortura para los oídos. Buuuuf. Eso sí, a mis hijos les hacía muchísima gracia. A lo mejor es que lo hacen a posta pensando en ellos porque Lego tendrá presupuesto para un doblaje de calidad. Vamos, digo yo.

La historia es muy tipicorra, pero también tierna en muchas ocasiones. A mí, el papel de la madre del Ninja Verde me encanta. Que voy a decir. Es que la entiendo al cien por cien.

Por supuesto, lo mejor de toda la película es el gato. Bueno, gata. Esa hija del demonio tan cuqui que hace estragos en Ninjago con la más extrema monería. Tal cual son los gatos jajaja

Esta entrega me recuerda a la primera Lego Película, pero mucho más loca y surrealista. Introduce elementos del mundo real (el arma definitiva) y aborda un tema muy serio, la discriminación. Al pobre Lloy le caen las consecuencias de todos los actos malvados de su padre cuando él sólo quiere encajar, ser aceptado y tener una figura paterna cerca, aunque sea la encarnación del mal y eso.

En fin, que para pasar el rato está muy bien.

jueves, 19 de octubre de 2017

"Todos somos científicos" contra el cáncer infantil

El lunes 2 de octubre tuve la suerte de poder asistir a la presentación "Todos somos científicos", un libro que incluye once curiosos experimentos para hacer en familia y que ha salido a la luz gracias a la colaboración de Fundación Telefónica y Apadrina la Ciencia.

Con María José :D
Lo mejor de todo es que que su objetivo principal es contribuir a la lucha contra el cáncer infantil donando los beneficios a la Asociación Pablo Ugarte (APU), entidad que busca dejar en el paro a todos los oncólogos.

En la actualidad se curan el 80% de los casos de cáncer infantil, todavía hay mucho camino que recorrer para llegar al 100% y aquí juega un papel muy importante APU, que financia nada menos que 21 proyectos de investigación a día de hoy.

Con este libro se pretenden reunir fondos para seguir con sus investigaciones a la par que motivan a los niños para acercarse a la ciencia de una forma divertida  y amena. Porque en sus páginas no sólo encontramos una sucesión de divertidos experimentos. Todos están hilados de forma magnífica por la historia de Alicia y Bastián, que nombres más significativos, que toman vida de la mano de la escritora María José Rodríguez, autora de libros como Galgui y Un amigo diferente.

Digo que los nombres son muy significativos porque presupongo que hacen alusión a Alicia en el País de las Maravillas y Bastián de la Historia Interminable, dos homenajes a la curiosidad innata de los niños.

La recomendación dice que este libro está dirigido a niños de entre 7 y 14 años de edad, pero yo creo que la única diferencia según la edad del niño es la mayor o menor participación del adulto en los experimentos, porque la capacidad de asombrarse es la misma. Aunque los que tengan más base en sus estudios lo entenderán mejor que los que cursen niveles más bajo, como es lógico.

Mis peques están como locos con el libro. Sobre todo Daniel, el mayor. Pronto empezaremos a hacer los experimentos y a descubrir nuevas maneras de ver el mundo.

Si quieres conseguir el tuyo sólo tienes que rellenar este formulario. Cuesta 9,99 euros, gastos de envío incluídos. Si la recaudación llega a los 10.000 euros, Fundación Telefónica donará el doble a la APU. Entre todos conseguiremos grandes avances en la lucha contra el cáncer infantil.