jueves, 31 de enero de 2013

El día de la Paz en el cole de Daniel

Y por fin llegó lo que Daniel cree que es el cumpleaños de Paz. El peque llevó al cole una camiseta naranja mía que le iban a poner encima del abrigo para hacer una actividad conjunta. Cuando fui a recogerle me encontré con un montón de globos que volaban sobre mi cabeza. Habían formado a los chiquillos por clases y colores en el patio y habían cantado canciones como la de "De colores" de Nana Mouskuri (creo). Los niños estaban guapísimos con sus camisetas entre tres y diez tallas más que la suya y sus coronas de flores. Las profesoras estaba irreconocibles con sus atuendos de hippies. Los peques venían con una postal preciosa en las manos hecha con una imagen simpática de dos niños y un marco adornado con el papel de regalo que tuvimos que traer al cole tras las Navidades.

Se lo debieron pasar en grande ese día, aunque los chiquitines venían que más celebrar la paz, parecía que habían celebrado la guerra. Daniel venía con tres arañazos en la cara, una amigo suyo otro gordo en la nariz, otro un bollo en la frente... Les llevamos al parque y allí siguieron las peleas, los juegos violentos, el chincharse unos a otros... La explicación: ese día no habían dormido siesta porque estaban de fiesta.

miércoles, 30 de enero de 2013

Tana vuelve al cole

La rana Tana ha vuelto hoy al cole para seguir su periplo de casa en casa. El objetivo de esta actividad es que los peques aprendan a compartir. Aunque yo creo que también les sirve para aprender a cuidar los juguetes, porque al peluche lo tiene que cuidar muy bien para que llegue entero a la casa del último amiguito.

A Daniel le encantaba ver las fotos y leer las aventuras de la ranita con los compañeros que ya habían disfrutado de su compañía. Al final, no hacía más que mirar y remirar la hoja en blanco destinada a él.

Anoche por fin la rellenamos y esta mañana me hizo leer mil veces mientras se observaba en las fotos con una sonrisa de oreja a oreja. El texto quedó así:

"¡Que bien lo hemos pasado con Tana esta semana! Daniel, su hermanito Iván, papá y mamá. El miércoles fuimos todos a una fiesta de cumpleaños a un parque de bolas. ¡Hay que ver cómo saltaban Daniel y Tana entre las bolas! Lo que más le gustó a la ranita fue el tobogán. Una tarde, Daniel se encontró a Tana sobre un montón de juguetes. Mamá riñó al peluche porque hay que recoger un juguete cuando se saca otro y recogerlo todo cuando se acaba de jugar. El fin de semana fuimos a ver a los bisabuelos a Elda. Es un pueblo que está lleno de parques para niños con telas de araña como la de Spiderman, toboganes, barcos, castillos, dinosaurios... Pero todo tiene su fin y Tana tiene que volver al cole para seguir visitando a los amigos a de Daniel. ¡Hasta la próxima Tana!".

Al peque le encantó su página de aventuras con la mascota de clase y le dio mucha pena devolverla al colegio.

martes, 29 de enero de 2013

Daniel, Iván y Tana visitan a los bisabuelos en Elda

El lunes era fiesta para Raúl porque trabaja en una universidad, así que hemos aprovechado para dar una salto a Elda y visitar a los bisabuelos. Para ellos es un soplo de aire fresco que sus biznietos les vuelvan la casa del revés.

Si algo tiene este pueblo (que en realidad es una una ciudad) son fabulosos parques infantiles. Los chiquillos los han pasado en grande columpiándose en las telas de araña, visitando barcos y castillos, subiendo en lomos de un dinosaurio, explorando una isla desierta, volando en tirolina, conduciendo una grúa... Incluso, Daniel salvó a mamá que estaba atrapada en una red. Por supuesto, la Rana Tana participó en la diversión. De eso se trata la actividad de clase. Hay que llevarla con nosostros a todos los lados y después contar la experiencia.

Teníamos que sacar de la casa a los chiquitines cada cierto tiempo, porque son unos terremotos y todo lo tocaban, todo lo querían, en todo se subía... ¡Un estres! Aunque los bisas encantados. Y cómo son tan cariñosos se les caía la baba con sus besos y abrazos. Les dio muchísima pena cuando llegó el momento de la despedida. En vez de desearnos un buen viaje nos preguntaron que cuando volvíamos.


domingo, 27 de enero de 2013

Premio Siete cosas sobre mí

Gracias Araceli, de La vida con David, por acordarte de mí a la hora de repartir este premio. Un galardón que está destinado a conocernos mejor entre nosotros porque consiste en decir siete cosas sobre una misma.

Me encanta el blog de esta mamá. Nos cuenta muchísimas cositas prácticas, trucos, juegos y consejos para criar a nuestros peques, entremedias nos regala anécdotas que hacen sonreir, retazos de su vida, mensajes maravillosos... Es mejor leerlo a que yo lo cuente.

Ahora toca decir siete cosas sobre mí. Es muy difícil porque ya he ido describiéndome a mi mima en varias ocasiones durante estos tres años. A ver si me exprimo el cerebro un poco.

1. Soy una persona de buenas intenciones. ¡Y eso es malo!
2. Me encanta hablar con la gente que me voy encontrando por el camino... Demasiado jeje
3. El caos no es nada al lado mío
4. Mis hijos son demasiado listos y tengo que estar con los cinco sentidos alerta para que no me la líen parda.
5. Tengo un marido que también está lleno de buenas intenciones. ¡Que peligro!
6. Me encanta el color amarillo, pero me sienta fatal en la ropa.
7. Últimamente, meto la pata cada vez que hablo. Quiero decir una cosa, me expreso fatal y mi interlocutor entiende otra distinta. Menos mal que hasta ahora sólo he producido risas y no ofensas. ¿Será porque no duermo lo suficiente?

Ahora toca repartirlo a siete blogs:

- Mamá de Parrulín
- Las cositas de Lucita
- Star en rojo
- 39 semanas y...
- La nave de V
- Azul celeste
- Diario de una familia con adolescentes. Un minuto en la vida

sábado, 26 de enero de 2013

El día de La Paz en la guardería

Ayer celebraron el día de La Paz en la guardería de Iván. Curiosamente, el miércoles los celebran en el colegio de Daniel. Se ve que cada uno lo celebra cuando mejor le viene.

El caso es que mi bebé iba guapísimo de blanco angelito, aunque, paradójicamente, se ha levantado con el espíritu guerrero y no ha encontré con una agradable sorpresa.  El centro había regalado a los peques un libro y un cd de música.  El cd todavía no lo hemos escuchadoe protestar y berrear en todo momento. ¿Estará incubando algo?

Daniel también ha tenido su ratito de perreta porque no quería ir a la piscina. Hoy se lo pasa bien, mañana se aburre muchísimo aprendiendo a nadar, pasado la odia, y al siguiente es genial chapotear con su profe. Me está volviendo loca. A lo mejor es que también está incubando algo y tenemos fiesta de virus este finde. Espero que no.

El mayor tiene que ir con una camiseta naranja de unos de sus progenitores para que se la pongan encima del abrigo. A cada clase se le ha asignado un color diferente. Supongo que harán alguna coreografía en el patio. Él está emocionado porque se acerca el cumpleaños de una tal Paz.

Cuando fui a por Ivan me encontré una agradable sorpresa. En el centro le habían regalado a los peques un libro y un cd de música. No nos ha dado tiempo de escuchar el cd, pero el librito le ha fascinado a mi hijo mayor. Es pequeñito y tiene figuras desencajables. Ha edtado un buen rato jugando con él.

viernes, 25 de enero de 2013

Comiendo solito

He decidido dar un paso más en cuanto ala alimentación del bebé se refiere. En realidad, en la guardería llevan haciendo esto bastante tiempo, pero yo no me había animado hasta ahora. Sabía lo que iba a pasar y me hacía la remolona.

Ha llegado el momento de sumar autonomía a las necesidades básicas del bebé: Iván ya come solito en la trona. Evidentemente no es capaz de acertar con la cuchara rellena de puré en la boca. me refiero a Jamón de york, croquetas, salchichas, tortilla... Con sus deditos busca los trozos de alimento y los engulle con gula.

Resultado de esta decisión: gatos más gordos. Sabía que en cuanto se cansase de comer se dedicaría a practicar su puntería. Y que los felinos no desaprovecharían esta oportunidad única de conseguir bocados exquisitos.

Me temo que, hasta el momento, le divierte más alimentar a sus mascotas que a sí mismo, pero seguiremos insistiendo en el tema.

jueves, 24 de enero de 2013

Tercera opinión

Cuando le conté a Raúl la situación "Virus boca, mano, pie" me aconsejó que fuera a la consulta del pediatra sin tener hora para pedirle el certificado. Así lo hice, pero mi pediatra no estaba. Al principio maldecí mi suerte, pero luego pensé en positivo. Si le mira otra pediatra tendré una tercera opinión. Quien sabe si la médico de mis hijos se había equivocado. ¡Cualquiera puede tener un error! Muy contenta con la nueva perspectiva le conté mi problema a la sustituta. La facultativa levantó una ceja y muy seria me dijo que tenía que ir al mostrador a pedir hora por urgencias aunque realmente el caso le parecía una tontería.

Me dieron la cita y con toda mi vergüenza y disculpándome hasta el infinito pasé antes que otras madres con niños realmente enfermos. La sustituta volvió a examinar a Iván y diagnosticó "granitos en la zona bucal causados por dermatitis atópica". Me mandó que le pusiera una crema hidratante en la zona afectada y me despachó en cuanto me entregó el certificado firmado por su puño y letra. Ya tenía en mis manos la llave para que mi hijo pudiera entrar a la guardería al día siguiente.

Cuando lo llevé a la guardería las chicas recogieron el justificante y fueron muy amables. Me aseguraron que era el protocolo del centro y que ellas estaban obligadas a seguirlo. Comprensible.

Pensando que todo había acabado me dispuse a trasladarme al centro para realizar unas gestiones que ya no podía seguir postergando. Me encontraba esperando que me atendieran en el banco cuando sonó el móvil. Lo descolgué angustiada. A ver si esta vez le han pegado el virus de verdad.

Pero no, resulta que el pequé se había pegado un trastalazo y se había hecho una brecha en el ojo. Me agobié muchísimo pensando en que el chiquitín pudiera estar sangrando como un becerro y yo tenía al menos una hora por delante hasta llegar a la guardería y llevarlo al centro de salud. Mi imaginación me jugó una mala pasada, porque mi interlocutora enseguida le quitó hierro al asunto. Me explicó que se trataba de una pequeña rajita en el párpado, que le iban a poner hielo para que no se le hinchara y que ellos preferían llamar a los padres para avisarles de estos accidentes. ¡Y yo también prefiero que me llamen!

Sopesé si ir a la guardería a por Iván o seguir con los papeleos. Si la cuidadora decía que el niño estaba alegre, que sólo había llorado un poquito al darse el golpe y que no era necesario realizar ninguna cura me decanté por terminar de una vez con las dichosas gestiones que llevaba intentando realizar desde el lunes.  Quien sabe lo que pasará mañana y si podré volver al centro para reanudar mi labor. Con la dinámica que estamos siguiendo esta semana seguro que me llaman del cole del mayor porque tiene fiebre o algo así.

Intranquila y sintiéndome la peor madre del mundo decidí seguir adelante con las obligaciones que me había impuesto hoy.

Cuando fui a recogerle me lo encontré dormidito apaciblemente en su colchoneta. Una de las cuidadoras me aseguró que casi ni había llorado y que el golpe, en realidad, no fue muy fuerte, aunque sí aparatoso y en un mal sitio: muy cerquita del ojo. Le habían puesto suero con una gasa y me aconsejaron hacer lo mismo en casa.

Mi chiquitín se despertó muy contento de ver a mamá a su lado y salió dando saltitos de la clase en busca de su sillita.

miércoles, 23 de enero de 2013

La Rana Tana se queda una semana con nosotros

La mascota de la clase ha venido a visitarnos durante toda una semana. En ese tiempo tenemos que jugar mucho con ella y contar nuestra experiencia en un archivo de clase acompañando el texto con fotos.

Daniel estaba contentísimo. "Quiero dormir con la rana Tana" fue lo primero que me dijo abrazando el maltrecho peluche. El pobre había pasado ya por unos cuantos hogares y se notaba el sobeteo.

Esa tarde mi peque se empeñó en tener al animalillo de trapo a su lado en todo momento. "La rana Tana quiere ver Spidermán", "La Rana Tana quiere cenar", "¡A Tana le gusta mucho la tortilla! Ummm", "Tana quiere un cuento"... Y así hasta que les arropé en la camita para que tuvieran dulces sueños.

A la mañana siguiente, el niño se levanto chillando y llorando porque no encontraba a la rana. El peluche estaba a los pies de la cama en una postura imposible. Daniel la abrazó en seguida y expresó su deseo de llevarla con él al cole. Le expliqué que no podía ser, pero que no se preocupara porque iba a estar con nosotros hasta el próximo martes. Se conformó y le dio un beso a su preciado tesoro antes de salir de casa.

martes, 22 de enero de 2013

Cuidadoras versus pediatra ¡y yo en medio!

El lunes llegué a la guardería y me llevé una gran sorpresa. Las cuidadoras me dijeron que había suelto un virus al que llaman "boca, mano, pie" y que Iván lo tenía porque le habían salido unos granos alrededor de la boca. Como era altamente contagioso me dijeron que me lo tenía que llevar de nuevo a casa. Añadieron que lo mejor era que me lo quedar una semana y que se lo llevara a la pediatra. Intenté explicarles que probablemente era una reacción ala vacuna de varicela que le puse el viernes o por su piel sensible, pero ni me escuchaban. Seguían empecinadas en que mi bebé no podía quedarse.

Me quedé atónita. Obediente deshice al camino hasta casa parando en la frutería y en la pollería para adquirir los ingredientes de su puré. Cuando llegué a casa reaccioné y me entró el ataque de rabia. ¡El niño estaba como una rosa! Se subía a la tapa del lavavajillas como un campeón, me sacaba la ropa de la lavadora metódicamente, me metía juguetes en la secadora tan habilmente como siempre, trepaba temerariamente por el sofá, acosaba a los gatos, me disputaba el cepillo y el recogedor, sacaba de su sitio todo lo que yo ordenaba y podía alcanzar, si no podía alcanzarlo lloraba como un energúmeno... ¡Vamos! que no me dejó hacer nada. Sólo pude avanzar algo durante su siesta y teniendo cuidado para que no se despertara con el ruido.

Esa misma tarde me dieron cita en el centro de salud. Lo llevé con la seguridad de que la pediatra me iba a echar la bronca. ¡Y acerté!. En cuanto empezó a reprocharme que siguiera llevando niños sanos a su consulta, le eché la culpa a las cuidadoras como una cobarde. Le aseguré que me habían metido el miedo en el cuerpo con el virus "boca, mano, pie".

"¿¿Pero si no tiene granos ni  en las manos ni en los pies?? ¿¿No lo ves?? ¿¿Quienes son ellas para diagnosticar?? Si les vas a hacer más caso a ellas que a mí dimito. Además los granos de la boca tienen que estar en el paladar, no fuera. Esto no es motivo para que un niño no vaya a la guardería" Mientras crecía la indignación de la facultativa la mía también.

Al día siguiente, llegué a la guardería dispuesta a transmitir el mensaje de mi pediatra palabra por palabra. Pero la chica con la que hable me aseguró que quince años de experiencia le daban derecho a distinguir unas enfermedades de otras y que la que no tenía ni idea era mi pediatra.

El caso es que la que no tiene ni idea soy yo. Y estoy un poco cansada de ser la pelota de tenis de cuidadoras y pediatra. Si unas me dicen que le tengo que llevar al médico porque tiene tal síntoma, le llevaré al médico por si acaso, aunque hasta ese mismo momento no hubiera pensado que fuera importante. Lo que me fastidia es que piensen que por estar en paro me estoy rascando la barriguita en casa. Si fuera así, no tendría al niño en la guardería y no me gastaría el dinero tontamente.

El caso es que en la guardería se lo han tomado muy a pecho porque me han llamaron poco después para decirme que la pediatra del centro había examinado a mi hijo y había dictaminado que  tenía el dichoso virus y que no me admiten al niño hasta que mi pediatra me firme un certificado de que no es contagioso. "Los dos primeros días es muy contagioso" me dice amablemente mi interlocutora. "Pues ya han pasado cuatro desde que le apareció el primer granito" le contesto yo ya un poco quemada. "Bueeeeno, pero por si acaso...". Lo dicho, se creen que me quedo en casa para rascarme la barriga.

No he conseguido hora hasta mañana por la tarde, así que mañana tengo aquí de nuevo a Godzilla. ¡Vaya tira y afoja y yo por medio! Si viera que el niño está enfermo soy la primera que se lo queda en casa, lo mima, lo arrulla y que se pare el mundo, pero cuando el peque está tan alegre y activo como siempre, no entiendo por qué no puede estar en la guardería.

lunes, 21 de enero de 2013

Adiós al biberón de madrugada

Llevamos ya unas cuantas noches sin que Iván pida su biberón nocturno. Esto supone un descanso para mí, que era la que tenía que levantarme a calentárselo y dárselo la inmensa mayoría de las veces. Con el ojo pegado daba tumbos hasta la cocina, sacaba el biberón mal que bien de la nevera, lo metía en el microondas que conectaba con la fuerza de la costumbre y luego se lo enchufaba al pequeño glotón mientras yo dormitaba sentada. Alguna vez me desperté con el bebé dormido en mis brazos y el biberón caído a un lado.

Las noches siguen siendo toledanas, aunque un poco menos. El peque empieza su sueño en la cuna y lo acaba en la cama de papá y mamá. Ya admite el colecho con alegría, pero siempre hay daños colaterales para sus sufridos padres. Ayer, Raúl se levantó con un ojo morado de un cabezazo casual de su retoño. Entremedias se suele despertar el mayor exigiendo mi presencia a su lado. Me tumbo con él hasta que se duerme u oigo berrear al otro porque se ha dado cuenta de que me he ido. Entre paseo y paseo me echo mis sueñecitos, que ya es más de lo que dormía antes.

¡Esto va por buen camino! Muy pronto los tendré a los dos durmiendo del tirón.

domingo, 20 de enero de 2013

Especial: Marian

Mi cuñadita es mi fan número dos (la primera es mi madre). No se pierde un post. Sé que le hace ilusión cada vez que sale su nombre o su cara reflejada en este blog, así que me he lanzado a hacerle un post sólo para ella. Aquí tienes tu regalo prometido Marian.

Mariángeles llegó a nuestra familia hace ya muchísimos años. Poco sabíamos de la Zaragozana que traía loco a mi hermano. Nos enteramos de su relación cuando ya hacía mucho que llevaban juntos. Fernando es así de reservado. Mi hermana y yo no perdimos la oportunidad de acercarnos a la capital de Aragón a conocer a nuestra futura cuñada. Lo que más nos gustó de ella fue su amplia y pronta sonrisa. Alegre y muy práctica, con los pies en la tierra. Fue mi primera impresión.


Una cena pantagruélica, una noche de juerga en la que mi hermano estuvo evitando aquellos bares donde pudiera encontrarse con compañeros de batallón (Su novia y sus hermanas eran grandes tesoros que guardar), el Monasterio de Piedra, un episodio trágico con la lavadora... No recuerdo más de esa visita.

El día de la boda, mi hermana le advirtió que no admitíamos devoluciones ¡y se lo tomó muy en serio! Ahí siguen tan enamorados como el primer día.

En principio pensamos que su destino estaba en Zaragoza, pero nos dieron una gran sorpresa al pedir Fernando destino en Las Palmas y que se lo concedieran. Que alegría les dieron a mis padres.

Los primeros meses a Marian le pareció que Canarias era otro mundo. Quien iba a decir que se iba a adaptar tan bien. Casi se puede decir que es más canariona que maña.

Después llegó Natalia. Mi sobrina. Mi hermana y yo cruzábamos los dedos porque fuera una niña a la que poder poner vestiditos y lacitos en el pelo. ¡Y así fue!

Por esa época yo era poco amiga de jugar con niños, pero me hizo mucha ilusión la idea de tener  una sobrinita. Creo que a Marian le pilló la maternidad tan de sorpresa como a mí cuando me llegó el momento. Hasta que no tienes a tu propio hijo no te das cuenta del compromiso tan enorme que contraes con tu bebé. ¡Y es de por vida!

La lactancia materna, lidiar con un bebé terremoto, suplir las necesidades de una niña que cada vez se hace más y más mayor... ¡No es fácil! Yo todavía no he llegado a la etapa en la que está ella y ya me tiro de los pelos en muchas ocasiones.

Muchas gracias por leerme y animarme con esto del blog, cuñadita. Eres una más de la familia. Ya lo sabes. Y recuerda: No admitimos devoluciones jaja.


sábado, 19 de enero de 2013

Pinchazos y más pinchazos

Y llegó el siguiente viernes y las vacunas no pudieron ser aplazadas por más tiempo. La cara de la enfermera cuando procedió a pinchar los muslitos de mi príncipe era de angustia. Incluso me preguntó hasta cuando tenía que ponerle la vacuna de los resfriados. Se agradece tanta preocupación por su parte.

El caso es que se llevó una en un muslo, otra en el otro y, cuando ya pensaba que había acabado su tormento, otra en el brazo, que fue la que más le fastidió. Lloró, berreó y pataleó con todas sus fuerzas mientras a mí me asomaba la lagrimita en los ojos.

En cuanto la enfermera abrió la puerta después de despedirse de nosotros el chiquitín salió como un cohete, por si acaso le caía otra.

Le subí al carrito y le faltó tiempo para alargar su manita exigiendo el aspito. Es que son más listos que el hambre. Se lo di y se quedó tranquilito masticandolo, aunque aún con los ojillos rojos y la respiración agitada.

Mi niño. Pobrecito. Porque es por su bien, que si no...

Sorolla: la casa del pintor

El viernes Raúl y Daniel se sumaron a una iniciativa del AMPA para introducir a los niños al arte que me parece genial. Se fueron a visitar la Casa Museo de Sorolla. Yo me quedé con el bebé, que acababa de recibir tres vacunas y estaba muy necesitado de mimos de mamá.

El papá me contó que lo pasaron genial, pero que el peque se cansó de las explicaciones de la voluntaria, una madre profesora de arte que se ofreció ha hacer de guía gratis, en el primer cuadro. La Cicerone explicaba la historia que escondía cada pintura y les hacía partícipes de la obra con preguntas como "¿A ver quien sabe decirme cual es el color que más presencia tiene en este cuadro?", pero me temo que este tipo de excursiones la aprovechan al máximo los niños mayores.

Aún así, también fue muy didáctica para mi niño, que empieza a aprender cómo comportarse en un museo, a gustarle los cuadros, aunque no ha apreciarlos todavía, a divertirse con el arte...

Raúl me contó que acabaron haciendo la visita por su cuenta y que el chiquitín disfrutó mucho con los cuadros de barcos, con los niños de la playa ("¡Se bañaban desnuos, mami! Yo me baño con el bañador"), con el estudio del pintor...

El jardín le encantó, sobre todo una estatua que dice que reñía a la gente porque tenía en vilo un  dedo acusador.

Menos mal que a Daniel le acompañó su padre y no yo, porque así el peque tuvo la oportunidad de ver la fachada del Palacio de Congresos pintada por Miró, el pintor que están dando ahora en clase. Yo no tenía ni idea de que hubiera una obra de Miró en una de las paredes del Congreso. A papá no se le escapa una.

jueves, 17 de enero de 2013

Un ramo de flores para The best blog

Alylu, de Antes de comerte a tu hijo, me ha regalado un premio con flores, The best blog. Estoy encantada con mi ramo. Muchas gracias.

Alylu es maestra y pedagoga de Educación Infantil. En su blog comparte vivencias, deseos, consejos y muchísimas buenas ideas.

El premio viene acompañado de diez preguntas:

1. ¿Qué te gusta más cocinar: postres o platos de cuchara?
Difícil elección. Normalmente los platos de cuchara son más sencillos, así que me decanto por ellos.
2. ¿Qué es lo más importante para tí en una persona: La personalidad o el físico? La personalidad. El más guapo del mundo es Raúl, así que al resto sólo les queda tener una maravillosa personalidad para llamar mi atención ;)
3. ¿Quién fue la primera persona que te inspiró para empezar en esete mundo?
Mi madre.
4. ¿Sueles seguir muchos blogs o te llegan los seguidores por otras personas que te han conocido?
Ambas cosas.
5. ¿Qué te guasta más, cocinar o que te cocinen?
Que me cocinen. Sin dudarlo. Soy una catadora muy agradecida. ¡Todo me gusta!
6. ¿Comes en casa o en el trabajo?
En casa desde finales de junio, que me quedé en paro.
7. ¿Sueles hacer recetas de verdura?
Sí. Me gustan los purés, las berenjenas rellenas, la coliflor con bechamel y bacon, las judías verdes con chorizo... Ummmmm...
8. ¿Cual es tu mejor receta?
Pocas veces repito una receta, así que no lo sé. Aunque he de decir que siempre que hago bolitas de coco triunfan (Galleta rallada, leche condensada, coco. Se junta todo, se hacen las bolitas, se rebozan en coco y ¡listo! Deliciosas)...
9. ¿Qué es lo que pides a una persona que es tu amiga?
Nada. Si es amiga mía será que he visto en ella cualidades excepcionales.
10. ¿Cual es la mejor película que has visto?
El violinista en el tejado. Es mi preferida desde que la vi con diez años.

 Y ahora a pasar el premio a:

- Cómo naciste
- Vaya Telita Diseño exclusivo (Ahora están con unas rebajas de locura. Aprovechad)
- B aprende en casa
- De mi maternidad y otros demonios
- O Cantinho de Piruli
- Bizcocho de chocolate
- Historias de una diablilla con corona y tutú
- Bloguero de nacimiento
- Estrellas en los ojos


Tenían que haber sido 20 blogs de menos de doscientos seguidores, pero entre que me pongo a mirar los seguidores de uno y otro se me ha ido casi una hora y se me echa el tiempo encima. Espero que os guste el premio tanto como a mí.

miércoles, 16 de enero de 2013

Premio Liebster Rosa

Spatium Quietis ha pensado en mí a la hora de repartir este premio tan chulo. Me encanta el nombre de su blog. Me transmite tranquilidad. Su espacio está lleno de sinceridad, guiños, mensajes altos y claros y, sobre todo, mucha ilusión y fuerza positiva.

Muchas gracias por pensar en mi.

Este premio lleva consigo una ardua tarea. Hay que responder las once preguntas de quien te lo pasa...

1. Comida favorita: ¡Cocido madrileño! Ummmmmm
2. No soporto el olor de y me encanta el olor de: No soporto el olor de la tarta de queso (me puse malísima porque me atraqué a lo bestia en una ocasión), me encanta el olor del pelo de mis hijos.
3. Si cierro los ojos me imagino que estoy (lugar y con quien): Con mi familia riéndome a mandíbula batiente.
4. Que canción te viene ahorma mismo a la cabeza: Para dormir a una elefaaaaante, se necesita un chupete muy graaaande...
5. Una palabra que te emocione: la misma que a Spatium Quiets MAMA
6. Una fiesta que te encante celebrar: Los cumpleaños de mis chiquitines.
7. Una flor: la de los almendros.
8. Un viaje multimillonario: Vuelta al mundo... Y con calma.
9. Ciudad donde te gustaría vivir: Donde vivo: Madrid
10. Tocas algún instrumento musical? No y no tengo aptitudes, aunque sí que me gustaría.
11. Y para terminar una típica, que tres cosas te llevarías a una isla desierta?: Raúl, Daniel e Iván jajaja.

Hay que decir once cosas de ti misma... ¡Qué difícil!
1. Soy despistadísima
2. Desordenada también
3. Me encanta escribir
4. Quiero muchísimo a mi familia
5. Tengo demasiadas ideas en la cabeza y acabo poniendo en práctica menos de la mitad
6. Tengo explosiones de mal genio
7. Prefiero una buena serie a una película
8. Me encantan los animales
9. Siempre voy con prisa a todos sitios
10. Estoy enganchadísima a la Blogoesfera, sobre todo a los blogs sobre hijos.
11. Por menos que nada me planto en el pediatra, pero ya tengo que estar grave para aparecer por la consulta de mi médico.

Plantear once nuevas preguntas para los once blogs a los que se les pasa el premio.
1. Un método que nunca te falle con tu hijo
2. El juguete preferido de estas navidades
3. Un plan ideal
4. Una serie infantil que recomendarías
5. Con qué no podrías vivir
6. Un momento inolvidable
7. Un lugar en el que te sientas feliz
8. Tu libro preferido
9. Una frase genial.
10. Un consejo que te haya servido
11. Algo de lo que nunca te hayas arrepentido.

Y por fin... Lista de blogs a los que les paso el premio:

martes, 15 de enero de 2013

El pajarito glotón

Estaba yo de camino al cole y peleándome con mi hijo mayor para que se comiera una magdalena que se había negado a probar mientras desayunaba, cuando se nos acercaron Yoli y Mari Carmen. Sumaron sus argumentos a los mío con la esperanza de convencerle, pero mi hijo, magdalena en mano, no cejaba en su empeño.

En esas estábamos cuando, de repente, Mari Carmen, le señaló el cielo al pequeñín. "¡Mira Daniel! ¿Que hace ese pajarito?" En cuanto el peque desvió la vista hacia el lugar que le indicaban, nuestra amiga aprovechó para pellizcar levemente el bollito. "¡Anda! ¡Que listo! Se quiere comer tu magdalena. ¿Has visto el picotazo que le ha dado?" Al niño le duró unos segundos la sorpresa antes de meterse su desayuno enterito en la boca y masticarlo con dificultad. No sé ni cómo le cupo.

lunes, 14 de enero de 2013

Roscón Tardío

El lunes quedamos las chicas de mí número y portales cercanos para disfrutar de un roscón tardío acompañado con chocolate calentito. Raúl tuvo la inmensa amabilidad de cocinarnos uno, con ayuda de nuestro primogénito, porque a estas alturas era imposible adquirirlo a buen precio. Le salió delicioso. Y el chocolate que preparó Mari Carmen tampoco se quedó atrás. Cómo disfrutamos de la merienda a pide de calle a pesar del frío.

Los niños estaban locos con el chocolate. Daniel se lo bebía a grandes tragos y pedía más. Iván mojaba una cuchara que le proporcionó la hija de Mari Carmen y daba grititos guturales exigiendo que le acercara el vaso de nuevo. Se pusieron la cara, la ropa y las manos asquerosas. Su aspecto pedía a gritos que los metiera en la bañera y los restregara a base de bien. Y eso hice en cuanto tuve la oportunidad.

Mari Carmen reservó un vasito de la preciada bebida para Raúl, que se lo tomó encantado después de cenar.

domingo, 13 de enero de 2013

Mis pequeños tiranos

Mi bebé está sentado en la trona tomándose su puré muy a gusto. De repente su boca se cierra herméticamente y su cabeza se mueve frenéticamente de un lado al otro. Aparto la cuchara. El chiquitín me señala el biberon del agua al mismo tiempo que emite gracioso soniditos. Se lo acerco a los labios presta. Succiona con avidez unos segundo y lo aparta de un manotazo. "Yuuu yuguuu guuu" afirma muy serio. Significa "¡¿Dónde está mi comida?! La quiero ahora".

Cuando acaba con su comida se debate inquieto en la trona hasta el punto que temo porque acabe estrellándose contra el suelo pese a las cintas que lo atan. Lo bajo al suelo como me ha hecho entender que era su voluntad.

Iván dirige su dedito hacia algo con desgana mientras emite otros sonidos guturales. Probablemente no sea un juguete apto para sus regordetas manitas, pero sé, que si veo que no entraña peligro para su integridad física se lo acabaré dando.

Se pasea tan a gusto con su objeto de deseo hasta que decide estamparlo por que sí contra el suelo. De milagro no se ha roto. Decido arrebatárselo ahora que aún que estoy a tiempo.

- "Du du duaaaaaaa"- protesta señalando la mano que tengo escondida en la espalda. Me hago la sueca.

- "Daaaaa ¡Daaaa! ¡¡¡Maaaaaaa!!!- La cosa pinta mal. En segundos se pondrá berrear como un loco. Tengo que pensar rápido. Le enseño otros objetos atractivos, pero es un cabezota y sigue erre que erre. Cuando sus berridos llegan a un nivel de alerta roja acabo cediendo y le entrego mi preciado tesoro. Le sigo de cerca para evitar destrozos. Cuando se cansa del divertido juego "lo tiro  inesperadamente para ver si mamá tiene los suficientes reflejos" lo abandona en cualquier rincón. Se acerca a la tele, la señala y me dice "¡Pam, pam, pam!" mientras se mueve al ritmo de una imaginaria música. Esto significa algo así como: "Quiero los Cantajuegos y los quiero... ¡Ya!". Me falta tiempo para darle gusto. Por lo menos me aseguro quince minutos de tranquilidad.

Pero estaba equivocada. Desde la habitación de juegos me llega un grito agudo: "¡¡Mamaaaaaaaaaaa!!" Acudo rauda y veloz a la llamada.
"¿Qué pasa Daniel?"- Inquiero.
Mi hijo mayor me tiende un coche y un muñeco.
"No pueeeeeeeedo ponelo en el cocheeeeeee. No se puedeeeeeee. Buaaaaaaaa"- Se desespera.
"Tranquilo. Ya lo hago yo" - Coloco al muñeco en el asiento del conductor.- ¿Ves? Ya está. NO hay que llorar.
- ¡¡¡Asi noooooooooo!!!- Aulla el crío.- Tiene que ir detraaaas.- Me recrimina.

Sin pensármelo dos veces cambio el muñeco de sitio y se lo tiendo al chiquillo.

-¡Así, así!- Exclama entusiasmado. Tira coche y muñeco a un lado sin el más mínimo cuidado y me suelta con su tono más autoritario.- ¡¡Quiero merendar un huevo duro!!
- No puede ser Daniel. Es la una menos cuarto y vas a comer dentro de poco.- Mi niño tuerce el gesto.

- Me lo voy a comer cuando a mí me dé la gana.- Me suelta. A mí se me está acabando la paciencia.
-¡¡¡¿Qué has dichoooooo?!!!- Le increpo con mi voz más temible.
- Que me lo voy a comer cuando a mí me dé la gana.- Me repite imperturbable.
- Pues hoy no vas a ver la tele porque a mí no me da la gana.- Le respondo.
- Me da iguaaaaaal.- Asegura elevando el tono.
- ¡Ah! ¿Si? Pues te va llevar al parque Rita porque esta que está aquí se queda en casa porque le da la gana- Contrataco.
- ¡¡¡¡Quiero parque!!! ¡¡¡¡Quiero parque!!! Buaaaaaaaa.- Berrea inconsolable.
- Pues si te duermes la siesta sin protestar después de comer te llevo.- Reculo.
- ¡¡Quiero ^parqueeeee!! Buaaaa- Insiste
- Te he dicho que si...
- ¡¡¡¡¡Parqueeeeee!!!!
- ¡¡¡¡¡¡Que te he sicho que Síiiiiiiiiiiiiiii!!!!!- Claudico
- Vale-  me dice tan tranquilo - ¿Y mi huevo?

Antes de que pueda reaccionar a los ataques verbales de un niño de apenas tres años oigo llorar a mi benjamín con lo que me levanto a toda prisa para averiguar que ha pasado. El enano está intentado sacar de su "aparcamiento" la bici sin pedales del hermano. Se le ha enganchado el manillar y por eso chilla. Lo que me faltaba. Que al bebé le apeteciera dar una vueltecita en bici a costa de los riñones de su madre.

Harta y al límite del estallido agarro Iván con toda la delicadeza que me permite mi creciente complejo de esclava de mis hijos, le endoso la chupa para que deje de llorar a voz en grito y lo meto en la cuna. Llora, le acuno, le meto en la cuna, berrea, le acuno aún más, le canto, le meto en la cuna, gimotea, le doy golpecitos suaves en la espalda, se duerme por fin...

Hago la comida del mayor.
"¡Daniel! A comer" Siseo
"¿Has hecho mi huevo?"
"Gruar, gruar. Siéntate y ya verás lo que hay" Le ordeno tajante.
El peque se sienta tan feliz, mira su plato, me mira y pregunta.
"¿Y esto de dónde viene? ¿Lo han hecho los gnomos o crece en la isla de los piratas?" Entonces su padre y yo nos tenemos que devanar los sesos en busca de una buena historia. Si no le gusta el cuento nos cuesta un mundo que coma.

sábado, 12 de enero de 2013

Día de vacunas

Al pobre Iván le iban a agujerear los muslitos a base de bien este viernes. Le tocaban dos pinchazos de la vacuna contra los resfriados por la mañana y las tres inyecciones de la revisión de los quince meses por la tarde. Pero la enfermera del centro de salud se apiadó de él y le aplazó el tormento una semana.

Por la mañana todo fue como siempre. Coincidimos casi las mismas madres en cada ocasión con lo que ya nos saludamos y nuestros hijos se prestan los juguetes e interactúan juntos. Hay que tener mucho cuidado para que un cochecito no acabe aplastado con la carita de alguien, pero por lo demás los peques están entretenidos y se les pasa el rato antes.

Lo malo es que ya se acuerdan y los gritos de terror al traspasar la puerta maldita se repiten con cada uno. La cosa fue rápida y, como siempre, el chiquitín se quedó completamente dormido en el carrito de camino a casa, así que fue directo a la cuna. Se me despertó una hora después, pero yo sabía que esa minisiesta iba a ser insuficiente para él y decidí acostarlo conmigo para darle una mimo extra. El bebé se quedó frito al instante. Si se me ocurría la peregrina idea de abandonar el lecho se removía inquieto hasta que volvía a tocarme. Daba igual lo profundamente dormido que pareciera que estaba. En cuanto me movía un poco me buscaba.

En cuanto se despertó le preparé la merienda, se la di y derechos al centro de salud. Se lo pasó muy bien corriendo por los pasillos, pero en cuanto cruzó el umbral de la consulta entró en pánico. Al verlo así, la enfermera decidió pasar las vacunas al siguiente viernes. Mal que bien logramos medirlo y pesarlo. Pesa 10,700 kilos y mide 83 centímetros. De altura está en el percentil 95 y de peso en el 45. El diámetro de la cabeza es de 47 centímetros. Todo correcto.

El progreso del bebé también era el normal: mete el bracito en la manga o tiende el pie cuando le enseño el zapato, dice alguna palabra como mamá, papá o agua, apila algún bloque (aunque más bien lo que hace es tirarlos), camina e incluso corre y trepa... Todo bien.

Le pregunté por al lengua del chiquitín, ya que he observado que tiene la mitad blanquecina y la mitad roja. No logramos que la sacara, pero la enfermera me explicó que a ese fenómeno se le suele llamar lengua geográfica y que no tiene la menor importancia.

Le recetó una cremita para su incipiente dermatitis atópica que le está saliendo en la carita y poco más.

Cuando salimos de la consulta me tendió la manita muy serio para exigir su premio, aunque no hubiera habido pinchazo. Siempre le doy una aspito o galletita, algo rico para quitarle el sabor amargo del mal rato. le di su golosina y le llevé a casa para que descansara un rato antes de ir a por su hermano que volvía de la piscina.

viernes, 11 de enero de 2013

El regalo olvidado

Cuando se hizo el reparto de regalos en casa de las abuelas, Raúl y yo echamos en falta uno. Sus majestades nos habían asegurado que lo llevarían a la dirección que les había indicado, pero el Tío Luis, que era el que hizo las veces de paje real sólo entregó la taladradora de juguete a nuestro hijo. No hizo falta más porque el peque andaba emocionado con su herramienta, que ahora servía para arreglar los muebles y ahora como pistola. Pero el paquete que faltaba era el del Juego de mesa de Los Tres Cerditos y con lo aficionado que es el padre a esta clase de entretenimientos se quedó muy desconsolado de no poder abrirlo y jugar con su hijo y sus sobrinos.

Esa misma tarde llamé a sus majestades para averiguar si había sido un descuido, pero me aseguraron que lo habían entregado en el sitio correcto en el momento indicado. Perpleja colgué le teléfono justo cuando a Raúl le entraba otra llamada. Era la abuela Chari informándonos que en su casa había aparecido otro paquete para Daniel que el paje no había visto. Aliviados nos congratulamos de que por fin habíamos averiguado al paradero de tan interesante juego. Ahora viene la disyuntiva. ¿Qué hacemos? ¿Se lo damos tantos días después de Reyes o lo guardamos para mejor ocasión?

jueves, 10 de enero de 2013

Primer día de cole tras las Navidades

Cuando pensaba en el día que se acabarían las vacaciones de Navidad y tuviera que convencer a la prole de que tenían que volver al cole, me echaba a temblar. Estaba segura de que sería un día lleno de lágrimas y ataques de nervios, pero me equivoqué. Daniel estaba deseando enseñarle a Yoli, la portera y a  Mari Carmen, su amiga del estudio de arquitectura, la máscara de Spiderman y la pistola de rayos tan chuli que le había traído los Reyes.

Bajó los escalones de dos en dos sin esperarme a mí, que bajaba por el ascensor. menos mal que vivo en el primero y la sensación de peligro al tener a mi niño mayor fuera de mi alcance duró poco. Cuando llegué al portal y saqué a Iván con su carrito del ascensor, el peque estaba buscando a sus amigas ansiosamente. Por fin las vio en la calle y corrió a dispararles con su pistola y a impresionarlas con su risa malvada. La verdad es que consiguió el efecto que deseaba y casi llegamos tarde al cole por entretenernos demasiado.

Mi niño mayor estaba deseando llegar a su clase para enseñar a sus compañeros sus tesoros. En el patio se lo pasó bomba corriendo de un lado a otro disparando indicriminadamente. Sorprendentemente no le costó nada entregarme los juguetes cuando sonó el timbre que anunciaba el comienzo de las clases y fue a reunirse con su profesora sin dramas.

Desgraciadamente con Iván no ocurrió lo mismo. En cuanto entró en el aula se aferró a mí como una lapa y cuando le cogió la profesora en brazos se puso a aullar como un desesperado. me fui de allí con el corazón en la mano. Me temo que el bebé se ha desadaptado durante estos quince días. Espero que vuelva a adaptarse pronto. Cuando volví a por él, las profesoras me aseguraron que al minuto estaba como una rosa. Al menos se lo pasa bien, cuando yo ya no estoy.

miércoles, 9 de enero de 2013

Cortando flequillos

Las melenas de mis hijos se les metía en los ojos y les hacía bizquear, así que mi marido y yo decidimos que era el momento de meter tijera. No queríamos raparlos por el frío que está haciendo, así que Raúl les cortó sólo el flequillo. La verdad es que tiene mucho mérito porque no paraban de moverse y protestar. Iván incluso se puso a berrear como un loco.

Ahora se les ve la cara y están guapísimos.


martes, 8 de enero de 2013

El álbum veraniego de la Rana Tana

Cuando recogí a Daniel en su último día de clase, la profesora me entregó un Álbum en el que aparecía la Rana Tana en la playa en la portada. Dentro estaban todas las fotos de verano que había entregado cada niño de la clase. En la de Daniel aparezco yo en bikini con mis dos retoños. Si llego a saber que esa imagen iba a darse una  vuelttecita por todos los hogares de los compañeros de mi hijo mayor hubiera dado otra más recatada. Menos mal que el agua me tapa la barrigota, que es lo más importante de esconder, por lo menos en mi fisionomía.

Ese mismo día hojeamos el álbum para ver las fotos de los amiguitos y leer los pareados con los que cada padre tenía a acompañar la imagen cuando pasara por sus manos. A mí se me ocurrió uno ese mismo día:

"En la playa todos lo pasamos bien
pero el que más disfruta es Daniel"

Lo escribí en un block de notas y me olvidé de ello durante todas las vacaciones de Navidad. De echo, no volvimos a mirar el álbum. La víspera del comienzo de las clases lo vi por casualidad al ir a coger algo de la estantería. Busque frenéticamente el pareado que se me había ocurrido hacía ya casi quince días, pero había desaparecido como por arte de magia. Cuando ya estaba a punto de ponerme histérica, Raúl vino a rescatarme con otro pareado mucho mejor que el mío:

"A Daniel le encanta darse un buen baño
sea cual sea la época del año"

Venía muy a cuento, teniendo en cuenta que habíamos pasado unas navidades de calor en mi tierra. Pegué el papelito que me tendía mi marido debajo de la foto y respiré tranquila. Mañana el álbum de la Rana Tana volvería a las manos de la profesora y seguiría su periplo de casa en casa.

domingo, 6 de enero de 2013

Vorágine de regalos

Los Reyes Magos se han vuelto locos y han traído miles de regalo. Debe ser que los peques se han portado muy bien. Los regalos estrella de Daniel no ha sido ni la comisaría ni la Grúa de Lego, tampoco el dominó o las cartas de su adorada Peppa Pig, no. Lo que más le ha emocionado ha sido una pistola de Rayos (tres euros) y la máscara de Spiderman (80 céntimos). Cada día me convenzo más de que a estos chicos les traen cajas de cartón  un año y lo flipan jugando con ellas. A Iván, por su parte le gustó todo y nada. Lo suyo y lo del hermano se dedicó a rechupetearlo el tiempo que tardábamos en abrir el siguiente paquete. Entonces lo dejaba a un lado para babear el nuevo juguete. Al final acabó divirtiéndose de lo lindo con los juguetes antiguos y dejando de lado los nuevos. Menos mal que al día siguiente me puse a jugar con él y ya se mostró más entusiasmado.

Daniel perdió un poco el control. El primero de los paquetes iba dirigido a los dos hermanos (loe Reyes pretenden que así aprendan a compartir). Mi chico mayor se empeñó en abrirlo el primero porque era el más grande. ¡Era la comisaría de policía de Lego Duplo! "Móntala papá, porfiiiii".

Cuando el papá tenía todas las piezas ya clasificadas e iba a proceder al montaje. El peque se empeñó en seguir abriendo paquetes. Le obligamos a recoger primero las piezas de Lego. Cada regalo abierto era una sorpresa agradable ante los ojos de mis dos retoños. Daba igual a quien iba dirigido. Las peleas fueron titánicas. Siempre querían lo mismo. ¡Vamos! Lo normal entre hermanos.

El mayor nos hacía sacar todas las piezas del juguete y cuando parecía que se iba a poner a jugar exigía abrir otro regalo. Los dos se lo pasaron genial tirando al aire los bloques blanditos de Iván, mirando los cuentos, con el tapiz de la selva y los animalitos de plástico...

Cuando ya se nos estaba haciendo un poco tarde nos vestimos y salimos hacia la casa de las abuelas. Daniel se empeñó en llevarse sus amadas máscara y pistola de rayos. Iba por la calle diciendo que era un supervillano y soltando su risa malvada a todo el que se cruzaba.

las abuelas los recibieron con gran alegría. allí los dejamos Raúl y yo para aprovechar el resto del día en recoger y limpiar nuestra casita. Después de estas locas vacaciones navideñas teníamos una leonera por hogar.

Cuando fuimos a recoger a los peques, Daniel estaba profundamente dormido. Cómo no hubo manera de despertarlo lo dejamos para que pasar la noche allí. Al día siguiente se reunía la familia y las abuelas entregaban a los peques sus regalos de reyes. Los últimos, afortunadamente.

Ahora toca reorganizar la habitación de los juguetes para hacer sitios a las nuevas adquisiciones.