miércoles, 31 de octubre de 2018

¿Jugamos una aventura? Aventura espacial

La cuarta entrega de ¿Jugamos una aventura?, Aventura espacial, tiene absorbidos a mis hijos. Resulta que el mejor final no es nada fácil de descubrir, sobre todo para ellos que no son los niños más valientes del mundo, así que están muy picados. Tanto que me piden la tablet a todas horas para seguir investigando.

Harta de tanta exposición a las pantallas aproveché la oferta de Jaime Blanch (Universín) para los suscritos a su lista de gasto de envío gratis (sólo hasta mañana) y, ya que estaba, se los pedí todos en papel. Toda la colección.

La tenemos en versión digital, pero yo creo que donde estén las hojas de verdad para pasar hacia atrás y hacia delante y disfrutar tranquilamente de la lectura que se quiten todas las pantallas. Y encima nos ha mandado todos los ejemplares con unas dedicatorias muy curradas.

¡Ya veréis que sorpresa se llevan estas Navidades! Les van a encantar. Por fin van a poder investigar todos los finales de todas las aventuras sin tener que suplicarme la tablet.

Lo cierto es que este escritor tiene una imaginación prodigiosa y una capacidad increíble para estructurar estas historias múltiples con tantas posibilidades alternativas. Yo ya no sabría ni por dónde voy si tuviera que escribir una. A los chiquillos les encanta releer las aventuras una y otra vez, pero cada vez de forma diferente. Lo viven más intensamente.

En Aventura espacial, mis peques se convierten en un niño que se ve abducido por un ovni sin comerlo ni beberlo. Un robot semiorgánico al que encierran muy cerca de él le cuenta una historia para no dormir de una inminente invasión, no sólo de la Tierra, sino de todo el universo. ¡Casi nada! ¿Que vás a hacer para impedirlo? Se necesita de mucho valor y astucia para enfrentarse al malvado Zur ¡y buscarse buenos aliados! ¿Estás preparado? Ten mucho cuidado al tomar tus decisiones y llévanos hacia el mejor final.

Lo divertido no es conseguirlo a la primera, sino ir investigando dónde creen que han elegido mal e intentarlo de nuevo. De hecho, mis niños, aunque lleguen al mejor final de todos, necesitan saber que para en TODOS los finales, así que van buscándolos y estos libros les dan muchísimo juego.

Por cierto, si quieres hacer trampitas y saber como se llega al mejor final en Aventura espacial aquí te lo explica el propio autor ;)

Recetas de Hallowen: Almuerzos y meriendas terroríficos

Hacer felices a los niños con sandwiches o tapas al más puro estilo halloween es muy fácil. Como dice Pilar, de Postres originales, cualquier receta se puede adaptar a estas fiestas con un poco de decoración... o imaginación añadiría yo.

Aunque no se tenga mucha maña. Como yo, que al final he tenido que explicar que quería hacer en cada plato. Eso sí, cuando se los decía exclamaban "Aaaaaah, sí sí sí. Es verdaaaaad. Como mola". Y eso llega al corazoncito de una madre. Incluso quieren que repita aunque se pase Halloween. ¡Si es que cuando quieren son un amor!

Sandwiches monstruosos

Nada más fácil de hacer. Coger unas rebanadas de pan de molde, unas tijeras de cocina o cuchillo afilado, la chicha que más les guste y los elementos decorativos. Por ejemplo, recortamos unos ojos y bocas malvados en una de las rebanadas, untamos nocilla en la otra, hacemos el sandwich y ponemos una perla comestible como pupila y ¡niños encantados!

Para la versión salada, puse jamón de york en la rebanada de abajo, corté el conjunto en forma de dientes afilados, corté una parte de la rebanada superior para que se vieran esos dientes, hice ojos terroríficos y las pupilas de tomate frito. Sí, es obvio que con éste último detalle me falló el pulso, pero así me quedó muy sangriento y a estos les encantó el efecto.

Vampiros, demonios o lo que cada uno vea en plan test de rorschach

Corté un hojaldre circular al estilo pizza y en cada triangulito puse un poco de nocilla (qué vamos a hacer si a estos les flipa. Yo hubiera preferido dulce de leche, pero...). Luego enrollé los triángulos con cuidado para que no se saliera el relleno. Las puntas las curvé como si fuera croasanes. Los pinté con huevo batido, los puse en la bandeja con el papel para horno que trae el hojaldre en el envoltorio y al horno a 180 grados hasta que los vi dorados (lo siento, no mido tiempos. Voy mirando de vez en cuando).

Los saqué, dejé que se enfriaran y luego les puse caras de vampiros y demonios con más nocilla (ojeras) y mermelada de fresa (sangre). Las pupilas se las puse con perlas comestibles (el juego que me están dando). Los vampiros tenían los picos hacia abajo como colmillos y los demonios hacia arriba como cuernos.  No sé yo si llegaron a ver las figuras como yo, pero no protestaron porque estaban buenísimos.

Ojos de huevo... digo de demonio, o bruja... o lo que se quiera

Super fácil. Se coge un huevo duro y se corta en láminas que aparezca una parte de la clara y otra de la yema formando un ojo. Como toque final se pone una pupila de aceituna, verde o negra al gusto. Yo las puse verdes porque era lo que tenía. Luego me tocó comérmelas todas porque a mis hijos no le gustan.

Sandwiches o perritos de dedos cortados

Esto es un clásico de estas fiestas. Se coge pan, se pone una salchicha, con un cuchillo se hacen cortecitos a modo de nudillos, se corta un poco en un extremo para incrustar la almendra a modo de uña, se adorna con tomate frito o ketchup al gusto y ¡tachaaaaan! ya tenemos una estupenda merienda a base de sangrientos dedos. Lo que no haga una por los hijos...

Minipizzas de murciélago

Se hace la masa de pizza con la termomix y se le da forma de murciélago. Luego se mete en le horno a 180 grados una media hora, dependiendo del grosor. Se saca y se unta con nocilla, aunque en mi caso fue con crema de oreo, que queda más oscura. Les encantó.


martes, 30 de octubre de 2018

Manualidades Halloween: Fantasmas, posters y arañitas

Mis hijos ya llevaban bastante días dándome la murga con la decoración de Halloween, así que la tarde del sábado decidí desplegar todos los recursos que tenemos por aquí y a ver que nos salía. Hacía tiempo que no sacaba las témperas sólidas y los peques se tiraron en estampida a por ellas.

Pues la cosa estaba clara. ïbamos a empezar por hacer carteles terroríficos. Uno ¿eeeeeh? No vayáis a pensar que estos se estiran. Y menos mal, porque ya se sabe que cuando uno tiene el azul, todos necesitamos el azul y si el otro tiene el rojo, es el rojo el objeto deseo. ¡Hacer manualidades con estos dos sí que es una actividad que asusta! Lo bueno es que ellos se diviertan. Y que estaban muy orgullosos de sus carteles lleno de tumbas, monstruos y sangre.

Tras el despliegue artístico hubo que buscar lugares de honor para tan magnas obras. Cada uno eligió el rincón del salón, que todavía estaba libre, para que mamá colgara su póster.

Entonces nos volvimos a reunir alrededor de la mesa, esta vez para hacer fantasmas. Los dos primeros los hicieron con mucho entusiasmo, pero cuando les dije de hacer más me dijeron que para mí el cuento. Que repetir lo mismo era muy aburrido. Eso sí, no tenían ningún problema en darme a mí instrucciones para que MIS fantasmas fueran de SU gusto, ejem.

Para hacer los fantasmitas me inspiré en un post de Gololo y Toin, pero no lo seguí a rajatabla porque nos faltaban materiales y ganas de salir a la calle a por ellos. Ha sido un finde muy casero porque Daniel y yo andábamos un pelín tocados. Nosotros usamos las gasas que me dieron en el hospital cuando fui por una cosa del ojo, algodones de bola, cordón, rotuladores (Iván innovó dándoles color) y ojitos. Bueno, y cinta de doble cara porque quitar el papel de los ojos fue misión imposible.

Entonces se nos ocurrió hacer globos fantasmas con los ojos adhesivos grandes y globos blancos. La cosa iba bien hasta que se pusieron a jugar con los globos pasando de la actividad. No me hubiera importado si no me hubieran robado mil veces el globo negro que iba a llenar de ojos y convertir en el monstruo de los mil ojos, pero al final se quedó en la mancha negra porque no hubo manera.

Cuando se cansaron de hacer deporte, dejamos a los fantasmitas descansando en un mueble y nos pusimos manos a la obra con las arañas. Afortunadamente encontramos limpiapipas para todos porque nos quedaban pocos. Nos liamos un poco haciendo las patas alrededor de los pompones, porque así quedaban más originales y únicas, creo yo.

Al final los ojitos se los puse yo porque ellos aseguraban que era muy difiiiiiicil. ¡Venga ya! Me siento explotada.

Y adivinad quien colocó todo. ¡Exacto! Si es que estas fiestas más para mí que para ellos jajaja




lunes, 29 de octubre de 2018

Recetas de Halloween: Ataúdes de pizza

No hay nada más fácil que presentar una pizza monstruosa a tus peques. Ni nada que tenga más éxito. Por lo menos entre los míos. Creo que cada año les preparo una. Este Halloween se me ocurrió formar ataúdes individuales con la masa. Estaba segura que la idea iba a causar impresión.

Sobre la masa eché el tomate frito y en la mía añadí queso y champiñones (yo soy más gourmet que las fieras). Raúl no estaba castigado, es que, simplemente, no estaba. Estaba de viaje por ahí. Así que se quedó sin ataúd, pero como las fieras rugen porque repitamos, seguramente podrá probarlo.

Mientras se hacían las bases, freí carne picada en una sartén. Luego la colé para quitarle todo el líquido que suelta y que me deja las masas de pizzas hechas blandiblue. Cuando vi que estaba suficientemente seca la mezclé con más tomate frito. Me moría por echar orégano (moho para el muerto), pero seguro que los peques me lo protestaban, así que nada.

Saqué las bases y formé el inquietante cadáver sobre los ataudes. No hay que ser muy artista, que a los chiquillos les va a hacer ilusión igual. Es más, casi mejor no ser muy realistas, por no impresionarles demasiado.

Les puse el plato delante y fliparon. ¡Les encantó su pizza con cadáver! No dejamos ni las migas. No hace falta mucho para crear ambiente en una cena cine estilo Halloween. Por cierto, vimos La Familia Adams 2. No recordaba que fuera tan aburrida, pero a estos dos les encantó. Curioso.

P.D.: Las calaveritas de arroz, que mis hijos se empeñan en que eran fantasmas, os cuento en otro post cómo las hice porque son los restos de otro plato más grande.

domingo, 28 de octubre de 2018

100 crisis de un papá primerizo

Cuando me contaron que existía el cómic de 100 crisis de un papá primerizo me hizo mucha gracia. La verdad es que esto de estrenar hijo se lleva diferente según géneros y no es por machismo. Es que, para empezar hay ciertas cosas (como estar embarazada, parir, dar el pecho...) que sólo puede hacer la madre. Supongo que por eso mismo el apoyo a los "embarazados" suele ir más orientado a la mujer por lo general: los cambios en tu cuerpo, cómo crece el bebé en tu interior, cómo prevenir las grietas en los pezones... etc... Parece que el padre sólo tiene el papel de acompañante que, con suerte, hasta ayuda.

Y no es así. Los hombres también viven este momento con emociones encontradas: ilusión, miedo, nervios, felicidad, estrés, poca confianza en sí mismos... Bueno, depende de cada persona, por supuesto. En mi caso, yo a Raúl muy nervioso no lo veía... Pero vamos, que yo hasta que nació Daniel tampoco pasé nada de ansiedad. Hasta que no me pusieron al crío en los brazos no asumí lo que REALMENTE estaba pasando. La gente veía al peque como un algodón de azúcar adorable y yo como una bomba de relojería. En fin, que cada uno es un mundo, pero las experiencias compartidas sirven y mucho.

Eso pensó Eduardo Prádanos, cuando Ari, su mujer le anunció que estaba embarazada y él intentó buscar información para padres primerizos. Entonces se encontró con que se enfrentaba a un sector muy centrado en la población femenina. Se dio cuenta de que a los futuros padres no les era nada fácil encontrar información útil o experiencias similares a la suya que les sirvieran de ayuda.

El desencadenante de todo esto, Alex, ya tiene poco más de dos años y corretea ajeno a su protagonismo en esta publicación. En cambio, la madre amenaza al padre con publicar su versión en otro cómic. Pues yo la animo, oye. Estaría genial leer la otra cara de la moneda. Mi marido también me amenazó con publicar un blog llamado: Toda la verdad de lo que hay detrás de Blog de una madre desesperada, pero creo que me vio tan entusiasmada con el proyecto que se desmotivó.

El caso es que Edu, que así se llama su alter ego caricaturizado, nos cuenta sus experiencias de padre primerizo con unos dibujos requetemonos, hechos por Marina Rodríguez, para ayudar a otros padres que están pasando por la misma experiencia y desdramatizar la paternidad. Los personajes son muy expresivos y la dibujante ha sabido captar el carácter de las personas reales en sus trazos.

El autor nos habla del tortazo que se dio contra los consejos, sugerencias, opiniones no pedidas que de repente le atacaban desde todos los bandos. Incluso llegó a hacer la fórmula matemática de la pregunta mamporrera: ¿No+Afirmación capciosa disfrazada de pregunta inocente+al bebe? Por ejemplo: ¿No le habéis quitado aún el pañal al bebé?, ¿No duerme aún sólo en su habitación el bebe? o ¿No le ponéis ropita más de bebé al bebé? Ahí lo tenéis.

También piensa que educar cada día es más complicado porque nos invade la locura de la perfección alimentada por empalagosas campañas de marketing alrededor de las figuras del superpapá o la supermamá. La verdad es que puede llegar a agobiar. Casi se nos impone ser los mejores en esto de la crianza, como si existiera una fórmula mágica e infalible para que esto salga bien. Ojalá. En el cómic se defiende que cada uno lo haga lo mejor que pueda. Hay que ser flexibles. Todas tus buenas intenciones cuando no ha nacido, al final chocan con la realidad. ¡A veces hay que improvisar!

Nota importante del autor: a los hijos se les quiere con locura, pero pueden llegar a torturarte hasta el extremo y decir que han sido puñeteros para dormir o para comer (por ejemplo) no es de mal padre, ¡es normal!

Lo que a mi me pareció muy interesante fue el tema de la transmedia, como lo llaman ellos, que enriquece muchísimo la experiencia. Podemos entrar a los podcast de Ari, en lo que se debaten los diferentes puntos de vista de la pareja, o charlar con tres tipos diferentes de nanocuñados, leer los cuentos que han hecho para Alex, la Papipedia...

Pues nada, nada. Habrá que leer el cómic para ver, en clave de humor, las vicisitudes y experiencias de este padre primerizo.


jueves, 25 de octubre de 2018

Calabazas, calabacitas

Halloween ha llegado para arrollarme en un momento un pelín liadillo de mi vida. Y la de los niños, porque justo estas semanas están con exámenes a potrollón. Por eso mismo, cuando me dieron la nota, un lunes, de que el viernes sería la fiesta de Halloween del cole y que este año también había concurso de calabazas, en vez de alegrarme casi me da un síncope.

"Y si este año pasamos de las calabaz...", dos pares de ojos inyectados en sangre con expresiones aún más terroríficas que las de El pueblo de los malditos se giraron para fulminarme por la blasfemia que acababa de soltar. "Vae, vale... lo pillo...". Nada, que no me libraba.

Si el caso es que me encanta el tema de las lámparas calabaza, pero es que ¡no tengo tiempo! Joooo, que injusta es la vida. En fin. No hay tiempo para quejas: compra la calabaza y rebusca en los lineales elementos de decoración. Este año me llevé gusanos de gominola y pegatinas molonas. Les iba a encantar.

Y tanto que les gustó la idea, como que quisieron comerse todos los gusanitos antes de tiempo los muy sinvergüenzas. También compré fieltro para hacerles bufanditas y busqué gorritos para ponerles, pero esa idea ya se queda para el próximo año porque no tuvimos tiempo.

Creo que este años es el que más han colaborado ellos en su calabaza. Porque, no nos engañemos, esto es una actividad de padres. Ni loca les doy a mis hijos un cuchillo para cortar los ojos y boca de la lámpara. Eso sí que sería un Halloween terrorífico.

Las calabazas las vacié yo (ellos lo intentaron, pero se cansaron pronto. Es que no es fácil), las caras las hizo el padre y los peques se dedicaron a poner dientes de palillos, gusanos por doquier, pegatinas y sangrantes heridas.

Había que ver que concentrados estaban en la tarea. Doy fe que es el año que mejor se lo han pasado. Sobre todo cuando me dijeron que era la mejor calabaza que habían hecho, se nota que les costó un esfuerzo.

Ahora, que dudo mucho que ganemos el concurso. Hay mucho nivel ahí. Daniel siempre lleva su calabacita muy esperanzado, pero el pequeño sabe que esto lo hacemos por diversión y no por ganar.

Los dos están deseando que vuelvan sus calabazas a casa y que decoren la cocina hasta que se pudran y desaparezcan como por arte de magia jajaja



miércoles, 24 de octubre de 2018

El libro de Los futbolísimos, el musical

Gracias a Literatura SM tenemos en nuestras manos el texto completo de la obra de teatro: Los Futbolísimos, el musical. Al sacarlo del sobre y verlo tan bonito, con esa portada tan chula, esa edición tan cuidada... No pude resistir la tentación y me lo leí de pe a pa en cuando saqué tiempo.

Mi idea era ver primero el musical sobre las tablas del Teatro La Latina, pero la curiosidad pudo más y me lo bebí línea por línea casi sin respirar. ¿Cómo serían estos pillos 10 años después? Pues casi iguales pero más altos. Con esa personalidad tan suya que da pie a muchos líos y situaciones tronchantes, pero con preocupaciones y vidas diferentes que les han llevado por caminos distintos. Hasta que... ¡Bueno! Hasta que algo sucede que los vuelve a juntar y les hace recuperar el espíritu de Los Futbolísimos, una promesa que perdura a pesar de todo. Por supuesto hay fútbol, enredos y, claro, también hay un misterio que resolver. ¡Ah! Y canciones. Muchas canciones de las que queremos conocer la música para poder cantarlas en casa.

Por cierto, que cogía el libro a escondidas para que no fastidiarles las sorpresas a mis churumbeles. pero el mayor siempre va dos pasos por delante de su madre y lo encontró una tarde que revolvía mis cosas buscando vete tú a saber qué. Nunca lo sabremos porque vió un grueso tomo de los Futbolísimos en el que brillaban notas musicales al trasluz y le cambiaron las prioridades ipso facto.

Por si acaso, también se lo leyó a escondidas, no vaya a ser que se lo quiten, y no confesó su pillería hasta que se lo terminó. "¡¡Me ha encantado!! Pero ahora ya sé lo que va a pasar en el musical joooo", a buenas horas mangas verdes. En mi opinión, por mucho que te leas el libreto, la escenificación siempre impresiona. Y lo digo yo que he leído mucho teatro en mi juventud (Mi preferido de toda la vida Cirano de Bergerac, aunque El tragaluz e Historia de una escalera también me marcaron mucho... Y Casa de muñecas... Imposible elegir). Así que lo he dejado muy tranquilo y con redobladas ganas de ver escenificado todo lo que se leyó.

En cambio el pequeño asegura que prefiere ver primero el musical y luego si eso que se lo lea su madre en la hora del cuento. Vaya vagazo. Espero que con la edad le coja la misma afición a la lectura individualizada que su hermano. Lo bueno es que la historia de la obra de teatro le va a pillar de nuevas y va a ser genial verle partirse de risa en ciertas escenas y saltar de la silla en otras (Seguro que el mayor también se emociona en su butaca a pesar de saber lo que viene. Si es que lo estoy viendo...).

Este libro me parece perfecto para iniciarles en la lectura de obras de teatro. La trama, los personajes ya conocidos, los expresivos dibujos de Enrique Lorenzo hacer muy dinámica la lectura. Daniel asegura que no se perdió ni se lió con el formato tan diferente a la novela que tenía entre manos.

Al contrario. Está encantado porque le fue mucho más fácil leerlo que los otros. A ver si ahora va a querer más entregas estilo obra de teatro... No me extrañaría. La trama, escrita por Roberto Santiago, sigue la misma estructura y tono que en las novelas haciendonos reir y manteniendo la emoción e intriga durante toda la historia. Aaay, ese paquete, nunca cambiará... Ni el resto de la panda tampoco.