Cuando no se enteraban de algo me miraban angustiados enseguida. "Mami, ¿has visto cómo se hace? ¿Seguro?" y yo les pedía encarecidamente que se callaran y asentía como una loca mientras juraba y perjuraba que se lo explicaría en casa más tarde. Además de tener que tomar buena nota de todos los secretos que nos contaba el protagonista de la velada, me las veía y me las deseaba para que mis churumbeles permanecieran en sus butacas sin molestar a las pobres personas que se habían sentado delante y les amenazaba con toda clase de castigos si no bajaban la voz. Me sentía algo malabarista.
Algunos trucos no los contaba, claro. Y eran los más alucinantes. Mis peques exclamaron más de una vez: "¡¡¿Cómo lo ha hecho?!!" y me miraban fijamente esperando que yo, pobre de mí, les desvelara el misterio. Creo que nunca me habían regalado antes tantas miradas de decepción y reproche. Que ya sabemos que los padres somos magos a la hora de intentar hacer felices a los chiquillos, pero hay límites. Esta situación me recuerda a cuando se pone a llover y te alargan la mano para que les des el paraguas. Paraguas que, evidentemente, está en casa. ¡¿Qué esperan?! ¿Que chasquee los dedos y aparezca? En fin, que me disperso.
El caso es que, cada vez que Iván Santacruz pedía un voluntario, Daniel se despepitaba por salir. Se contorsionaba, saltaba en su butaca, agitaba los brazos como si no hubiera un mañana con gran peligro para la pobre madre que estaba a su lado (Yo)... En cambio, el pequeño, que asegura que sufre de pánico escénico, se encogía y hasta parecía que se hacía más pequeño, miraba a un punto indeterminado entre sus pies y se mantenía en silencio absoluto hasta que pasaba el peligro. Desde luego, no parecen hermanos.
En una de esas ocasiones, Daniel casi se cae encima de los de delante en su afán de salir, así que Un papá mago le invitó al escenario muerto de la risa. Se la jugó bastante, he de confesar, porque el peque estaba incontrolable. Pero ¡vaya si lo supo manejar! Se nota que tiene tablas en esto de actuar para niños. El mayor estaba exultante y era incapaz de estarse quieto, perseguía al pobre mago por todo el escenario con ojillos brillantes siguiendo sus indicaciones muy feliz.
Cuando se sentó a mi lado estaba más hinchado que un pavo por haber salido de voluntario. Incluso levantó la mano en el resto de ocasiones que se pidió que alguien subiera al escenario a pesar de mi protestas.
El show se nos hizo muy corto de lo bien que lo estábamos pasando y los dos hicieron la cola muy felices para hacerse la foto con Iván Santacruz, algo que no suelen hacer nunca. Pero ya se ve que Un papá mago los tiene encandilados.
En cuanto llegamos a casa me pidieron material para emularle, pero tuvieron que esperar a después de comer y a hacer las tareas antes de que les facilitara nada. Parecía fácil cuando lo hacía él, pero a nosotros nos ha costado bastante hacer algunos. Los más sencillos ya los tienen dominados... masss o menosss.
Jajajaja, lo hizo muy bien tu peque en el escenario! A Toin le pasaba como a Iván, que eso de ser el centro de atención lo lleva fatal (en según qué ocasiones, claro...). Estos practicaron algunos trucos, dejaron flipados a todos con la carta que vuela y creo que hoy Gololo intdntará hacerlo en clase, ese y el de los números. A ver qué me cuenta luego :). Un besote!
ResponderEliminarPues ya contarás como fue lo de hacer de mago en clase. Como mola. seguro que los dejó a todos flipando!!!
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