El domingo tuvimos una vuelta del pueblo dificililla, por no decir horrorosa. Más de cuatro horas tardamos en un trayecto de dos horas y media de media. Les habíamos dicho a los niños que llegábamos de sobra para descansar un poco, cenar y salir a ver los fuegos artificiales de fin de fiestas del barrio, pero al final llegamos con tan sólo un par de horas de antelación y muy cansados de un viaje en el que los niños no se habían portado como ángeles precisamente.
Los progenitores abordamos la cuestión con tacto y diplomacia: "Uuuuy que tardeeee", "Anda que caritas de cansados", "...y lo mal que os habéis portado...", "Hay que hacer la cena y todo"... Y ellos sin pisparse de nada y a lo suyo. "Así que... casi mejor no vamos a ver los fuegos artificiales esta noche..."
"¡¡¡¿Qué?!!! ¡¡¿Cómo?!! ¡Por quéeeeeeeeeee! No es juuuusto", y así un buen rato a coro y en estéreo. Luego pasaron el "Porfiiiiii, por favooooor. Queremos ver los fueeeeegos. Que sólo es una vez al año snif snif".
Pues nada, que al final tiramos para el parque con el frío en el cuerpo y cero ganas. Los padres, porque los niños iban pegando brinquitos tan felices. Si es que somos unos blandos. Ya lo digo yo...
Y el cielo se llenó de luces...
q bonito!!!
ResponderEliminarbueno un buen plan para finalizar el puente, no?
y eso... es solo una vez ala año :D
Eso eso. Ponte de su parte! jajaja
EliminarPero no veas que cansados llegamos y qué pocas ganas de ponernos el abrigo y tirar para el parque. Pero por los peques lo que sea. Que vamos a hacer!
Ser blandos en eso es un plus, jejejejeje... y los peques -no tan peques- se habrán quedado con un recuerdo feliz. <3
ResponderEliminarMuas!
Jajaja eso sí. En nuestro recuerdo se queda como actividad en familia, pero no veas que perezón ponerte el abrigo y salir para quince minutos. Muacs!!
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