Desde Caixabank nos hablaron #DeTúATú y nos dejaron muy claro que los conocimientos en finanzas revierten en mayor calidad de vida y tranquilidad. Por eso cuentan con un programa de cultura financiera orientado a muchos tipos de público, incluido el infantil.
Allí mismo nos presentaron un divertido vídeo de un padre que tiene clarísimo que con los hijos hay que hablar de dinero y dejarles muuuuy clarito todo lo que a él se refiere, desde el reconocimiento del valor de billetes y monedas, al ahorro, pasando por entender tickets y administrar correctamente las pagas. ¡Que crack todo lo que explica en tan pocos minutos!
Tan crack como nuestro ponente, Jordi Martínez Llorente, que nos ayudó a interiorizar los aprendizajes del vídeo.
Para empezar hay que acabar con la barrera de que el dinero es un tema tabú. No nos gusta hablar de dinero porque damos sensación de codicia, pero este límite es generacional. Los niños pueden hablar libremente sobre temas financieros de una forma muy natural. Desde muy pequeños hay que enseñarles que el dinero sirve para poder valorar las cosas y que existen algunas que tienen valor incalculable y no se pueden pagar con dinero como el amor, la amistad, la confianza, etc, etc…
Tenemos que implicarlos en el presupuesto familiar de una forma realista en aspectos que les afecten. Por ejemplo hacer un presupuesto para ir al cine. También podemos guardar los tickets de nuestras compras y comentarlos con ellos para ver que gastos son necesarios, cuales superfluos, dónde podemos ahorrar…
Otra forma de motivarles podría ser que les recompensemos con una cantidad determinada de euros cuando lleguen a otra cantidad determinada en sus ahorros. Voy a poner un ejemplo porque no lo podía haber explicado de una forma más enrevesada: Cada cinco euros que ahorre le podemos dar un euro más de prima.
Según explicaba el vídeo, hay que tener muy en cuenta la edad de los peques a la hora de darles responsabilidades financieras. A medida que van creciendo van entendiendo más conceptos matemáticos que les ayudan en este sentido. Por eso es importante darles una paga cuando tengan edad suficiente para que la administren. Tienen que entender que el dinero cuesta un esfuerzo ganarlo y se va muy rápido.
La edad ideal para comenzar con la paga son los siete años, porque empiezan a hacer las primeras operaciones. Se empieza con pequeñas cantidades que se pueden ir aumentando con la edad. Es muy importante que las cantidades que fijemos sean lógicas y acordes a su edad y su entorno. Se le puede dar un euro semanal para comenzar, que es lo que suelen costar los sobres de cromos. De este dinero, el peque tiene que tener en cuenta que una parte es para gastar y otra para ahorrar. Le podemos poner el ejemplo de las tres huchas, que es muy sencillo y fácil de entender. Ese dinero que les damos perseguirá tres objetivos. Una parte la gastaremos en algo inmediato, otra la ahorraremos y la última la pondremos en una tercera hucha para donar o ayudar a los amigos. Así también les enseñamos a tener conciencia social.
Esta paga no debería ir ligada a tareas, que deberían hacer sí o sí. Son niños y no trabajan. Más bien se debería dar a cambio de transferirle responsabilidad.
Seamos realistas. A ciertas edades es muy difícil que entiendan el largo plazo así que los objetivos de ahorro mejor a medio y corto hasta que tengan edad suficiente para entenderlo. Esto me lleva a otro tema que también es esencial: debemos educarles en las previsiones de futuro. Explicarles los imprevistos, como que se rompa la lavadora, y las previsiones según los gastos.
Pero mucho cuidado, hay que enseñarles que una parte se ahorra y que otra parte es para disfrutarla. Si incidimos demasiado en el ahorro podemos transformarlos en auténticos tacañones. Yo misma viví una crisis económica familiar de pequeña que nos convirtió a mi hermano y a mí en miembros del clan del puño cerrado muchos años. En cambio mi hermana siguió tan despreocupada como una florecilla. Mi padre nos llamaba los miserables porque ahorrábamos hasta las pesetas que encontrábamos en el suelo. Cuando me vine a Madrid a los dieciocho y tuve que administrarme yo sola los ingresos y los gastos fue cuando aprendí que el ahorro y el gasto deben estar equilibrados para poder disfrutar de la vida sin perder la tranquilidad.
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