miércoles, 30 de septiembre de 2015

Preparando el cumpleaños: Pterodáctilos voladores

Como nos parecieron pocos los dos pterodáctilos de la pared nos pusimos a hacer más, pero esta vez en tres dimensiones y voladores. La idea la cogí en la web de Art Attack y la vi por pura casualidad porque es un página que no facilita las búsquedas por temas. Me pareció tan fácil y resultona que no pude resistirme. Así que dibujé las partes del bicho a ojo de buen cubero en cartulinas blancas, las recorté y se las di a los peques para que les dieran color y las montaran.

Para mi sorpresa Daniel no me secundó esta vez. En Cambio Iván participó encantado. Nunca dejarán de sorprenderme. El peque coloreó mal que bien las partes de su pterodátilo, pero al final se lo tuve que montar yo, porque no era tan fácil como parecía. Una vez ensambladas todas las partes y con los ojitos del color que eligió el peque. sólo quedaba añadirle el hilo y colgarlo donde ellos quisieran.

Quedó tan chulo que me pidieron más, pero que los hiciera yo. ¡Vaya panda de vagos! Ahora tenemos dos en el salón y uno en la puerta de su habitación que mantiene a raya a las malvadas pesadillas y no las deja pasar. ¡Y parece que funciona! Ahora sólo me llaman para que les dé agua, para que les tape, para que les acompañe al baño... ¡Algo es algo!


martes, 29 de septiembre de 2015

Compositum, la cosmética de la salud

Gracias a una amiga, conocí a un chico que trabaja en una empresa de cosmética, Compositum, que es un auténtico huracán de energía positiva. Me encanta su filosofía de vida basada en el esfuerzo, en el equilibrio y en ayudar a los demás. Cuando me habló de los productos de su empresa me llamó mucho la atención que se refiriera a la salud en vez de a la belleza. Hablando, hablando me quedé pasmada de todas las cosas que me descubrió. "Las empresas de cosmética actuales se basan en mentiras marketinianas", eso no me sorprende nada, "para empezar, que las pieles sean grasas o secas sólo es un síntoma que las cremas mitigan, pero que no curan porque no van al origen del problema. Ni las pieles son neutras, ¡son ácidas! El Ph neutro es 7, no 5,5 como nos intentan vender. Si en realidad esas cremas tuvieran Ph neutro serían agua. Tampoco hay cremas hidratantes. Ninguna crema introduce agua en la piel para hidratar, a contrario, el efecto que hacen es que el agua no salga de nuestra piel para que no se seque...". Tantas revelaciones me dejaron anonadada. Por lo visto, lo importante es encontrar de nuevo el equilibrio de la piel, que ya está muy dañada por la limpieza excesiva, perfumes o desodorantes agresivos, la contaminación ambiental, la mala alimentación, etcétera.

Tan interesada me vio que se ofreció a hacerme una muestra de las cremas. Y claro, yo acepté encantada. Así que el día fijado se presentó en mi casa con un enorme maletín y una gran sonrisa. Tuvimos que defender los botecitos de las cremas del ataque de curiosidad gatuno, pero enseguida se hizo amigo de mis felinos y los mantuvo a raya con cariño.

Me explicó que iba a hacerme el tratamiento intensivo, aunque también tenían uno de día y otro de noche, ya que la piel en descanso y la piel activa tienen necesidades diferentes.

Me puse una diadema que me facilitó y comenzó el tratamiento sólo en una mitad de mi cara para que notara la diferencia al terminar. Primero me puso un fluido purificante y una loción Photencial, que olía muy bien y que hizo que empezara a picarme ligeramente la piel. "Eso es muy bueno", me aseguró, "Significa que todo se está colocando donde debería estar". Tras dejar que la crema hiciera su efecto un rato, me aplicó Serum y contorno de ojos, porque decía que la piel que los rodea es mucho más fina que la del resto de la cara.

Lo siguiente fue aplicar en mi piel una ampolla de Tratamiento con masaje Galvanic Spa. Esto último merece una explicación. No tenía ni idea de que la piel, además de la dermis y la epidermis, tiene una capa de neutrones y electrones que la protege. Este aparato, que daba el masaje, se encarga de abrir momentáneamente esa capa para dejar pasar el producto y que se absorba más rápido.

Al final del tratamiento, me aplicó una crema Epidérmica y me invitó a que me mirara en el espejo. ¡Alucinante! La mitad de la cara estaba más tersa, con menos pieles colgantes, menos arruguillas, el pómulo más dibujado, el rabillo del ojo alzado y ¡hasta la ceja la tenía más levantada! "Ahora me haces la otra mitad. ¿No?" le pedí temerosa de tener media cara en su sitio y la otra media chuchurría. "¡Claro que sí!" me aseguró muerto de la risa. Y volvió a empezar todo el proceso con el otro lado.

La sensación de relax era extraordinaria. Él me aseguró que no era por el masaje con el que se aplican las cremas sino por que la salud de la piel mejoraba y de ahí venía ese bienestar. Me explicó que todos los productos eran fito-biológicos en 95% para que el cuerpo los identifique como naturales, como los de nuestro propio organismo, y no provocaran reacción ni rechazo. Otra clave del éxito se basa en que el tratamiento trabaja por capas y estructuras, con lo que la eficacia la proporciona la propia piel y no las cremas en si. Un dato curioso es que me aseguró que la piel de los hombres y las de las mujeres son iguales en relación al trabajo de sus estructuras.

Y tenía mucho más que contar, pero, desafortunadamente, se acercaba peligrosamente la hora de ir a buscar a los chicos al cole y tuvimos que dar por terminada nuestra charla. Se despidió asegurando que el tratamiento seguiría trabajando en mi piel durante todo el día y que mañana me encontraría aún mejor. Me dejó unas hojas con todas las explicaciones al milagro, pero yo prefiero seguir pensando que es cosa de magia.

Los precios oscilan entre 20 y 45 euros. La verdad es que no son nada caras para los efectos inmediatos que produce. Y encima te hacen una demostración gratuita, porque los canales de venta de estos productos son iguales al sistema de la Thermomix. Si a alguien le interesa preguntar tiene toda la información en esta página.

lunes, 28 de septiembre de 2015

El Museo de la Naturaleza

No recuerdo dónde lo vi pero se me debió quedar clavado en la retina porque en cuanto llegué a la casa de campo de mi abuela en Elda me fijé en los pinos que estaban más próximos y corrí a por la cinta de embalar transparente. Entre los troncos crucé varias tiras pegajosas y luego fui a buscar a los niños.

"¡Vamos a hacer un museo de la naturaleza!" les expliqué contagiándoles mi emoción. Los chiquillos se prestaron enseguida a convertirse en exploradores y buscar piezas de colección por todo el jardín. Lo recorrimos entero cargados con cubos para transportar nuestros descubrimientos hasta el lugar donde había pegado las cintas de embalar. Hojas, piñas, flores, palos, pinocha... Hasta un montón de conchas de caracol que encontramos en nuestro camino.

Tras la exploración y recogida, llegó el momento de pegar la colección en las "paredes del museo". Les encantó buscarle sitio a todo, mientras mamá reforzaba con más cinta de embalar para que nada acabara en el suelo. Les hizo muchísima ilusión tener su propio museo. Tanto que no hicieron un visita guiada, primero Daniel, que nos contó el montón de "fósiles" y plantas "prehistóricas" con las que contaba el museo. Y después Iván, que se centró casi exclusivamente en las plantas pinchosas.

Fue tan divertido que, cada vez que salíamos a dar una vuelta y se encontraban con algo interesante lo guardaban para el Museo.

Cuando nos fuimos de Elda, todavía se guardaban las cosas interesantes que veían para el Museo, pero luego se acordaban de que mamá lo había tenido que quitar cuando se acabaron las vacaciones en el pueblo y lo tiraban con tristeza. Así que decidí que era el momento perfecto para desempolvar el libro de la naturaleza de Daniel y comenzar el de Iván.

Metí dos cubos y los cuadernos en la mochila y les invité a ir al parque a por material que aplastar entre sus páginas. Los dos fueron encantados. A recolectar me ayudaron con mucho gusto, peeero, cuando nos sentamos en el banco corrieron hacia los columpios y sólo miraron hacia atrás para pedirme que pegara yo las plantitas. ¡Que listos!

De vez en cuando, se acercaban para decirme si les gustaba así o mejor de otra manera. Ahora las libretas descansan bajos dos enormes ejemplares de arte con el fin de que se prensen y sequen bien las plantas, antes de volver a hacer otra excursión botánica.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Preparando el cumpleaños: Volcán con Pterodáctilos

Una mañana en la que los peques estaban el cole, me armé de paciencia y trozos de gomaeva sobrantes de otras actividades y colocando una allí otra allá hice un volcán tipo puzle. No me pareció que quedara mal y encima había usado materiales sobrantes. La lava la simulé con papel charol rojo que sobró del meteorito.

Me alejé para ver el resultado y me pareció que no quedaba mal, pero le faltaba algo... Pensando, pensando lo vi claro. Ahí faltaban un par de pterodáctilos enormes. Compré cartulinas negras Din A3, dibujé con lápiz las siluetas, las recorté y las estampé en la pared sobre el volcán. ¡Mucho mejor!

Encima, el cuadro que tenemos en esa pared viene que ni pintado porque es abstracto y tiene los mismos colores que el volcán.

sábado, 26 de septiembre de 2015

La ducha casera

Desde que vi la idea de la ducha hecha a partir de una botella de plástico en el blog de Happy Kids Time, me obsesioné con que yo también tenía que tener una de esas. Esperé pacientemente la oportunidad y ésta llegó en Elda cuando montamos la piscinita hinflable. Enseguida vi las posibilidades y cogí una botella de agua vacía para agujerearla a placer. No me quedó tan mona como la del post en el que inspiré. En realidad, me quedó un churro tremendo, pero valía para lo que quería. La idea le encantó, sobre todo, al mayor, que se lo pasó pipa inventando juegos bajos los chorritos. Al pequeño le hizo mucha gracia, pero pronto dejó de jugar. Yo misma pude comprobar por qué pronto. Me metí debajo de la duchita tan feliz y se me helaron todos los huesos. ¡Que agua más fría! Como es para regar no tiene la opción de agua caliente. Ni con todo el calor del mundo en el ambiente aguanté ni un minuto debajo. Desde luego Daniel es un valiente.

viernes, 25 de septiembre de 2015

La Fortaleza del Anillo

En el castillo de Alicante exhiben una exposición que Raúl no estaba dispuesto a perderse por nada del mundo: La fortaleza del Anillo. Y sí, la cosa va del universo Tolkien.

Ya sólo el castillo es una fuente inagotable de diversión y aventuras para los chiquillos. Sus cañones, estatuas, almenas... ¡Lo viven! Es un lugar ideal para ir en familia.

Cuando hubieron corrido, saltado e imaginado que eran grandes guerreros durante un buen rato, entramos en la primera sala. Los niños se quedaron muy impresionados con los trajes y la estatua del orco, pero lo que realmente les gustó fueron las vitrinas donde se exponían las armas. Estuvieron un buen rato preguntando por una u otra a su padre.

La siguiente sala me pareció la más curiosa. En ella se exhibían diferentes ediciones de las obras de tolkien en muchísimos idiomas, revistas, comics, carteles de películas. Entre todo me llamó muchísimo la atención la edición pirata del señor de los anillos fechada en 1955 (ya en esa época existía la piratería editorial). Los tres ejemplares son muy difíciles de encontrar en el mercado ya que Tolkien ganó la batalla y no los volvieron a reeditar.

También me gustó el poster de E Hobbit en el que viene escrito todo el libro  con la forma del título y de un dragón entre las letras. ¡Qué original! Otra curiosidad: Leonard Nimoy le dedicó una canción a El Señor de los anillo en uno de sus discos. Para el que no sepa quien es este famosísimo señor, sólo les diré que en la pequeña pantalla era un vulcaniano famosísimo. Dedicamos muchísimo tiempo a observar en detalle esta sala. Y nos fuimos de allí porque los niños ya empezaban a alborotar.

Muy emocionados, los peques corrían delante hacia la sala número tres, aunque cuando llegaron se llevaron un pequeño susto porque allí se alzaba Gollum con toda su fealdad.

Nos reímos mucho de la anécdota y nos acercamos a un panel en el que aparecían todos los acertijos que Bilbo y Gollum se intercambian en su particular duelo. las respuestas venían a modo de dibujos, así que los niños intentaban adivinarlas incluso antes de que terminara de leérselas. Algunas eran muy difíciles y recibimos la ayuda del público congregado.

La última sala, que contaba con dos pisos, fue la que más les gustó con diferencia. Era la que albergaba las figuras y miniaturas de las películas y la tienda de regalos. Barbol, una puerta Hobbit, el encuentro de Gandalf con el Balrog, ejércitos de orcos... Creo que no se han olvidado de nada. También se exponían unas ilustraciones chulísimas que no dejaron indiferentes a ningún miembro de la familia.

Los chiquillos saltaban literalmente para no perderse ningún detalle de los escenarios y gritaban "Éste es mi preferido... ¡No! ¡Este!... Mejor éste...".

La verdad es que dio para mucho y estuvimos dentro del castillo mucho más de lo que teníamos calculado, ya que luego queríamos acercarnos a ver unos fuegos artificiales que hacían en un pueblo cercano por expresa petición del más pequeño de la familia, que se empeñó en que quería ver unos fuegos artificiales ese verano fuera como fuera. El plan era cenar antes, pero se nos hacía tarde, así que fuimos directos al pueblo en fiestas.

El castillo estuvo chulísimo e impresionó a mis churumbeles que gritaban con cada estallido de color. De allí, ya por fin, buscamos un sitio para cenar. Como se nos había hecho muy tarde nos metimos en el primero que encontramos (y que vimos con buena pinta).

Daniel, muy resuelto, le pidió al camarero que le dijera que platos tenía para niños. Al camarero le hizo mucha gracia y le enumeró pasta, hamburguesa o huevos fritos con patatas. "¿Y nada más?", exclamó el peque desilusionado. "Bueno, también tenemos platos de adultos como los arroces..." comenzó el simpático señor... "Siiiiiiiii. ¡Arroz! Arroz. Quiero arroz. ¿Cuales hay?". A estas alturas flipábamos todos en colores con el desparpajo del peque, que eligió, sin pensárselo dos veces el arroz negre. Al padre le había hecho tilín otra clase de arroz, pero como teníamos que ser mínimo dos personas para que nos los prepararan e Iván se había decantado por los huevos fritos, acabó cediendo con la elección de su primogénito.

Los dos chiquillos estaban muy animados para las horas que eran ya, pero fue servirnos el arroz, tomar dos chucharadas y Daniel cayó en los brazos de Morfeo dejándonos kilos y kilos de arroz a sus progenitores delante de las narices. La cara de Raúl era un poema. pero se solucionó la cosa pidiendo lo que sobró para llevar. ¡Y menos mal! porque estaba delicioso, era imposible acabar con todo y era una pena dejarlo allí.


Al día siguiente, Daniel, mucho más despejado dio buena cuenta de él.





jueves, 24 de septiembre de 2015

Preparando el cumpleaños: Pinturas rupestres, meteorito y armas trogloditas

Este año hemos decidido que el cumple de los peques va a versar sobre la prehistoria. Es un tema que les atrae muchísimo. Ellos están encantados y me están echando una mano con los preparativos.

Un día, que Daniel no fue al cole porque estaba medio malucho, le propuse hacer el meteorito que supone la extinción de los dinosaurios. Enseguida se prestó, pero la tarea, envolver una bola enorme de corcho con papel celofán rojo, le pareció demasiado sencilla, así que me me pidió gomaeva marrón y gris para ponerse manos a la obra con una idea sorpresa que se le había ocurrido. Al ratito se dio cuenta de que le faltaba algo para poder acabar su trabajo: Cinta adhesiva. Me la pidió y continuó tan feliz.

Cuando me enseñó el resultado final me encantó: armas de troglodita para colgar en las paredes de la cueva que vamos a construirnos en el comedor. ¡Una idea genial! Quedaron estupendas.

Cuando Iván llegó del cole y vio el meteorito y las armas se emocionó y quiso participar, así que saqué las pinturas rupestres que había impreso y les pedí que les dieran colores salvajes. Empezaron muy ilusionados, pero, como ya he dicho otras veces, acabaron hartos de colorear ya en la guardería, y ni duraron ni cinco minutos. Se me ocurrió que a lo mejor eran más amigos de las tijeras y les puse a recortar para dar forma redondeada a nuestras pinturas. Eso ya les interesó más.

Cuando acabamos las pegamos en las paredes. ¡Nuestra cueva está quedando fenomenal!

miércoles, 23 de septiembre de 2015

A Daniel no le gustan los deberes

El mayor ya va a primaria y tenemos que ponernos serios, aunque yo aún le vea pequeño. Supongo que le veré pequeño toda la vida. Con casi dos semanas de colegio, es normal que traiga a casa deberes de vez en cuando. Nada especialmente duro, desde mi criterio: Leer un cuento el fin de semana; aprenderse de memoria nombre, apellidos, fecha de nacimiento, dirección y teléfono una tarde; y escribir las letras del abecedario y una palabra que empiece por cada una de ellas ha sido toda la tarea que se ha llevado a casa.

¡Y nos ha costado un mundo sacarla adelante! Para empezar, el chiquillo no resulta una fuente fiable de información. Como ayuda está la agenda, pero descifrar la letra del peque es como intentar leer chino. Aunque algo saco. Del resto me entero preguntándole directamente, primero, y por el grupo de Whatsapp después. Lo que tengo muy claro es que ya abusan demasiado de mí como criada como para que encima me convierta en su secretaria. De eso nada monada. Así que he adoptado la estrategia de dejar que fluya la tarde y si llegada la cena no me ha dicho lo que tiene que hacer, le confieso que me he enterado por otras madres de que sí tiene deberes, le explico en que consisten, le echo una charlita sobre responsabilidad que por un oído le entra y por otro le sale y luego le "invito" a hacer las tareas. Primero le dejo sólo ante el peligro a ver que hace. Pero tras corregirle el ejercicio (estilo Kumon a ser posible: decir dónde está el fallo, pero no cual es) unas veinte veces acabo por sentarme con él (craso error, lo sé).

Vayamos por partes: Tarea 1, leer un cuento. Dejamos que escogiera el libro y le dejamos sólo y tranquilo para que lo leyera con total autonómía. Menos leer debió hacer de todo. Luego su padre se sentó con él para que leyera frase tras frase. Una hora después el chiquillo pegaba botes en la silla harto de las letras. Lo dejaron ahí y siguieron al día siguiente, también con poco éxito e interés por parte del crío. El lunes fue al cole con la mitad del cuento leído, pero como se sabe la historia supongo que salió airoso de la prueba en clase.

Tarea 2, aprenderse su nombre, apellidos, dirección, fecha de nacimiento y número de teléfono. Perdí los nervios y me faltó morderle un ojo. Cómo se explica que se aprenda a la perfección un número de móvil desde el minuto uno y que sea incapaz de retener la fecha de nacimiento tras haberla repetido millones de veces y con mil pistas para relacionar ideas como "Es el único mes que empieza con S" "¿Sábril?" "Lo matoooooooo". En fin, que no fui un ejemplo de madre paciente y amorosa que ayuda a su hijo a dar los primeros pasos en el maravilloso mundo de los deberes precisamente. Lo admito. Pero él me aseguró que al día siguiente lo había dicho todo muy bien. ¡A saber!

Tarea 3, escribir el Abecedario y una palabra con cada letra. Ésta fue un ejercicio que no le dio tiempo terminar en clase. En la agenda ponía "palabras, abecedario". Daniel me aseguró que lo único que tenía que hacer era escribir el abecedario. "¿Y lo de las palabras?" Inquirí. "Que no maaami, que sólo el abecedario" aseguro cerrando el tema. No me engañó, pero lo dejé hacer. Cada vez que terminaba me llamaba, yo le ponía una X dónde veía un fallo, pero no le decía cual era (letras al revés, que no aparecían o que estaban mal colocadas...). La penúltima vez que me llamó, el chiquillo había echado mano de un libro que tenemos para aprender el Abecedario, con lo que lo tenía perfecto... ¡menos la ñ! porque debía ser una traducción del inglés y no venía.  Le escribí la letra en un post it porque me aseguró mil veces que no tenía ni idea de la letra que podía ser y le dejé para que completara su ejercicio. Al menos es un chico con recursos. Como valoro el ingenio no le reñí por copiar del libro, pero le hice saber que eso lo considero "hacer trampas". Al poco me aseguré por el grupo de whatsapp que efectivamente tenía que escribir un palabra por cada letra. Le pregunté un par de veces más y en vista de sus negativas, le dije después de cenar que otras madres me habían chivado la verdad y que en vez de cuento le tocaba tarea. Lloró, berreó, protestó... Pero no le sirvió de nada. Tiene que aprender que esos trucos no le van a valer en casa.  Le di el folio de nuevo y le dije que si lo acababa pronto tendría su cuento. Iván por solidaridad se quedó a su lado. El pobre Daniel no sabía ni por dónde empezar. Tras un buen rato viéndole sufrir, me senté a su lado. "A ver Daniel, que puede empezar por esta letra..." Tuve que decirle como sonaban algunas letras, recordarle cómo se escribían otras, decir las palabras lentamente y exagerando la pronunciación para que reconociera cómo se escribían... ¡Una ardua tarea! Pero no para el niño, no. ¡Para mí! Aquí también perdí la paciencia varias veces. Su hermano, por su parte, le chivaba muchas cosas, porque se le dan mejor las letras. Todo un poco caótico, la verdad. Al llegar al final nos topamos con letras muy difíciles, así que le chivé Walabi, Xilófono, Yoyó, e incluso Zorro.

Cuando fuimos a por el cuento, cogió el manual de letrilandia y me pidió leer cositas muy fáciles. ¡No podía creerlo! Yo encantada. Y ahí los tuve a los dos con los "Ua, iu, ai..." tan felices hasta que vi que se hacía tarde y los metí en la cama.

A éste le creo hábito de estudio como que me llamo Dácil.

martes, 22 de septiembre de 2015

Ludo Ergo Sum 2015

Este fin de semana se celebraron las jornadas Ludo Ergo Sum en Alcorcón y allí que nos presentamos o al padre le daban los siete males. En esta ocasión los niños disfrutaron mucho más, sobre todo el más pequeño que ya tenía edad como para emocionarse en las partidas. En esta ocasión como entrada pedían un kilo de lo que quisieras: arroz, harina, azúcar, pasta... Pero, por lo visto hubo mucha gente que no se enteró y les dejaron entrar igual. Me parece bien, porque una vez te plantas allí, como te digan que no dejan entrar... Nosotros sí los llevamos porque nos parece una idea solidaria estupenda.

Allí nos llevamos muchas sorpresas agradables como el encuentro con un antiguo profesor de la guardería de los peques al que Daniel tenía mucho amor o con la máster que llevaba las partidas de Pequeños detectives de monstruos en las TdN.

Nos ha dado tiempo a probar pocos juegos porque les gustaban tanto todos que se empeñaban en jugar a lo mismo una y otra vez, hasta que papá o mamá decidían que era hora de cambiar. Siempre protestaban, pero el nuevo juego hacía que sus ojitos se iluminasen de nuevo.

Empezamos con La Torre Encantada, un juego que nos recomendaron con los ojos cerrados en la ludoteca. Y no me extraña porque es buenísimo. Un jugador se convierte en un malvado brujo que esconde una llave por el escenario. El resto son el aventurero que tiene que adivinar dónde está la llave antes de que llegue el malechor a por ella. El que la coja primero prueba una de las cerraduras de la torre y si logra hacer saltar a la princesa... ¡ha ganado! Si no, el mago malvado vuelve a esconder la llave... Y otra vez a empezar.

Tras cuatro partidas seguidas en las que Iván se empeñó en ser el mago tres veces para esconder la llave, les convencimos para cambiar el juego por Carrera de dinosaurios.

Les llamó mucho la atención porque en la caja encontraron unas figuras de dinosaurios chulísimas. Se las dimos para que jugaran mientras el padre leía las reglas. Cuando nos las explicó comenzó la carrera. A base de cartas, puñaladas traperas, un volcán en erupción que nos pisa los talones... Hay que conseguir llegar los primero a la meta, a ser posible con el huevo. Nos gustó mucho, pero al padre y a mí no nos pareció del todo equilibrado. El huevo era casi imposible que cambiara de equipo y avanzar más o menos dependía de la suerte y de las cartas que te iban tocando. Aún así, tocó jugar dos veces más y dejar que los peques se inventaran juegos nuevos con las piezas de la caja. Se lo pasaron bomba retándome a jugar con sus reglas y ganando siempre ellos, por supuesto.

Tampoco faltó echar un par de partiditas al aviador loco. Lo tenemos en casa, pero en cuanto mis peques lo vieron montado en una mesa se tiraron en plancha. Es que es divertidísimo. El chico de la mesa representaba a la ONG Jugando Juntos, que realizan una maravillosa labor llevando juegos de mesa y jugando con niños en hospitales y cárceles.

Lo mejor de todas las jornadas fue encontrarnos allí a Manu Palau (Brain Picnic), creador de Mix It e Icónikus y que nos invitara a probar el prototipo de su nuevo juego. Los niños se prestaron enseguida a ser conejillos de indias. Les gustó tanto el nuevo juego que cuando nos íbamos estuvieron todo el trayecto de coche pidiendo jugar cuando llegáramos a casa. Cuando les dijimos que no teníamos se enfadaron porque no lo habíamos comprado. No hubo manera de hacerles entender que todavía no estaba a la venta.

Menos mal que se conformaron con Card Line Marvel, un juego que acaban de sacar y ya lo tenían en la ludoteca de las LES 2015. Cuando lo abrimos vimos que estaba sin desprescintar. ¡Éramos los primeros en cogerlo! E iban a ser mis fieras las que lo iban a manipular. ¡Que miedo! A pesar de que estuvieron horas y horas jugando con él, siguiendo las reglas o inventándoselas como ya viene siendo costumbre en ellos, las cartas siguieron intactas hasta el final.

El último juego que probamos también nos pareció muy curioso, se llama Loony Quest y consiste en que cada uno de los jugadores tiene como una pizarrita transparente y un rotulador para dibujar lo necesario para pasarse cada panel. Te pueden pedir que hagas un camino sin tocar las bombas, que dispares a unos jarrones o que rodees flores por ejemplo. Por cada acierto te suman puntos y por cada fallo te los restan. No es nada fácil. Yo que tengo muy poco orientación espacial me chocaba con todo lo lo malo. ¡Excepto en el malo final! Entonces se obró el milagro y lo coecté a la perfección con todas las bombas. Incluso escribí un efectista Ka-boom. Los dejé a todos alucinados jajaja

Cuando empezaron los actos de clausura mis hijos estaban demasiado excitados y habían estado demasiado tiempo sentados como para poder estarse quietos. Fue una misión imposible escuchar lo que decían. Menos mal que fue corta. En cuanto vieron que acababa se escapó uno para cada lado, perdí de vista a Iván y casi me da un ataque de nervios. Menos mal que al final estaba con su padre.

Al final del día los peques se llevaron una buena regañina por esa costumbre que tienen de perderse de mi vista y que me está quitando años de vida.

lunes, 21 de septiembre de 2015

La cenicienta "rockera" de Tiovivo Teatro

De chiripa me enteré de que Divertydoo sorteaba entradas para el musical de La Cenicienta, interpretada por Tiovivo Teatro. Faltaba poco para que expirara el plazo. Me lo pensé un poco porque mis hijos están en un momento "Eso es de chicas puag" un poco enervante, pero al ver la foto del anuncio ya no tuve ninguna duda y... ¡participé! El caso es que mis chicos andan obsesionados con la música rock y se pasan todo el día bailando simulando tener una guitarra elétrica y berreando... digo... cantando a voz en grito. He de aclarar que su padre les pone este tipo de música siempre que puede porque es muy fan.

Y, ¡lo que son las cosas!, mi nombre fue el que salió. Yujuuuu. Que alegría me dieron. Les conté a los peques dónde íbamos y en cuanto vieron en la foto la chica con la cresta de colores y la chupa de cuero me pidieron acudir ya, ipso fcto, en ese mismo momento. Pero tuvieron que esperar hasta el día siguiente.

La historia les enganchó desde el minuto cero, en parte por los graciosos ratoncitos, en parte por las animadas canciones. Los actores invitaban a participar al público en la obra cada dos por tres. La primera vez sólo contestamos los padres porque los chiquillos estaban un poco cortados, pero enseguida tomaron confianza y gritaban las respuestas y sus opiniones a voz en grito. Los personajes del cuento se amoldaban a ellos a la perfección y hacían el espectáculo mucho más divertido. Que si llamaban "mala" a la hermanastra, que si delataban al pobre príncipe que trataba de esconderse, que si le explicaban a Cenicienta que la vida en palacio era chachi y guay...

Mis niños, como siempre, se animaron demasiado, y a veces hacía que recordarles que estaban en un teatro. Daniel incluso se intentó comer a una pobre ratona que se acercó a verle. "'¡Éste muerde!" gritó la graciosa roedora con cara de susto. Y es que mi niño mayor se convierte en el gato Zampón cuando menos te los esperas y una ratoncita (sobre todo tan guapa como la que se le acercó) era mucha tentación. Poco después se reconcilió con ella. El personaje que más les caló fue el del hada madrina rockera. La adoraron desde que salió al escenario.

Cuando cantaron la canción final, Daniel me miró con ojos sorprendidos y me soltó: "¿¿Ya se acabaaaa?? ¡Pero si no ha pasado ni una hora!". Clara señal de que se lo pasó muy bien.

A la salida los actores estaban esperando a los emocionados niños. Iván se tiró en plancha al príncipe y se quedó maravillado cuando se le acercó el resto del elenco para hacerse una foto con él. Daniel salió corriendo antes de que los actores pudieran decirle nada. Salía enfurruñado porque el padre le había hecho dejar en su sitio una perla que había recogido del escenario. Es curioso lo claro que tiene el concepto de propiedad privada y lo difuso que tiene el de propiedad ajena. Ya no sé como decirle que lo de "Me lo encontré en el suelo" no significa que se lo pueda quedar.

El enfado se le pasó enseguida y ya en la calle los dos tarareaban la canción final y se desternillaban con los nombres de los tres ratoncitos de la historia (Mel, Oco y Tón). Un nombre muy afrutado jajaja