martes, 28 de mayo de 2019

La divertida vida de las mascotas

Ha caído en mi poder un divertidísimo libro ideal para niños díscolos y amantes de los animales y de las risas caóticas. La divertida vida de las mascotas es una guía descacharrante y muy poco fiable que nos acerca a estos seres entrañables, maravillosos y con personalidad propia que son nuestras mascotas, futuras mascotas o mascotas que quieres y no tienes.

¿Quieres aprender sobre los animales que nos quieren y acompaña a los pies de la cama, en sus jaulas o nadando en sus peceras? Pues éste no es tu libro.

Aquí no estamos para aprender, sino para pasarlo bien a base de mentiras bien tejidas y alguna verdad, que, probablemente, en veinte años se convierta en otra mentira.

Estas páginas están pensadas para echar a volar la imaginación, empaparte de anécdotas graciosas, instrucciones delirantes, máquinas imposibles y costumbres improbables.

Aquí encontrarás desde la explicación a la conspiración de los hamsters, a cómo escapar de la luna usando a tu perrito, la enumeración de distintas razas reales o inventadas, consejos de rara utilidad, una tabla para identificar caquitas, el tema de las alergias y mucho más.

Atento a los capítulos dedicados a la pérdida de una mascota. Esos son muy serios como serio es el tema. A lo mejor te ayudan si has estado en esta situación y a lo mejor no, pero ahí están y me parecen importantes.

Ninguno de mis dos hijos ha querido leerlos aún. Una mascota es imposible de sustituir y de olvidar.

Eso sí, se desternillan con cada página que pasan. No de delante hacia atrás, ni de atrás hacia delante, sino marcando sus propios caminos y atajos, porque este libro lo puedes leer como quieras.

Descubre la divertida vida de las mascotas con James Campbell y Rob Jones.

lunes, 27 de mayo de 2019

¿Mazo o baraja?

Una tarde, Iván salió dando saltitos de emoción del cole.
"Mira mamáaaaaa", gritó entusiasmado, "Ha habido un cumpleaños en mi clase y nos han regalado esto", me dijo mostrándome una baraja de cartas pequeñita. "Es un juego de Póker. ¿Tú sabes jugar al Póker?"
"Bueno, un poco", le contesté intentando hacer memoria. Hace como mil millones de años que no juego a eso.
"¿Y cómo se juega?" inquirió muy interesado.

"Pueeees... es un juego de combinaciones. Te reparten cinco cartas que tienes que combinar para sumar puntos. Puedes cambiar una vez las que no te sirvan y gana el que tenga la combinación más alta". El peque no se rindió tan fácilmente y siguió preguntando por las combinaciones. A la conversación se unió el mayor también muy interesado. Con lo que me lié a explicarles el tema de las parejas, doble parejas, tríos, fulls, escaleras, pokers, repoker...

Al llegar a casa, el benjamín abrió rápidamente la baraja exclamando: "¡Estoy deseando ver qué me ha tocado en mi mazo!". Yo me quedé boquiabierta. De verdad, tanto juego, tanto juego y ¡¿no saben lo que es una baraja normal y corriente de cartas?! Ahora que lo pienso... ¿Habremos jugado alguna vez al parchís con ellos? Pues puede que no.

Le expliqué que todas las barajas tienen las mismas cartas, aunque hay diferencias entre la española y la napolitana por el tema de los ocho, nueves y dieces. También puedes encontrar diferentes diseños, pero en su esencia todas las barajas tienen las mismas cartas.

Muy entusiasmados me pidieron que les enseñara a jugar al póker y eso hice, aunque bastante mal porque no me acordaba muy bien de las reglas. Menos mal que ya vino el padre, repartió piezas de pasta y les explicó lo de las apuestas, los faroles y la cara de póker. ¡Les encantó!

Yo de pequeña jugaba con garbanzos, pero no tenía, así que hubo que improvisar.

Ya sólo me queda comprarles puros de chocolate para darles el toque final a sus timbas jajaja

El próximo juego: el cinquillo (que por cierto tampoco me acuerdo de cómo se jugaba).

viernes, 24 de mayo de 2019

Vibs, zumos y batidos 100% naturales y deliciosos

Cuando me puse a curiosear entre los regalos del Madresfera Bloggers day encontré una tentación que sonaba extremadamente deliciosa. La marca Vibs nos invitaba a probar una selección de sus zumos y batidos. ¡Por supuesto que quería! Me puse en contacto con ellos y me mandaron cuatro botellas graciosísimas rellenas de riquísimo néctar.

Para fortalecer nuestras defensas un zumo de melocotón con naranja y zanahoria lleno de vitaminas A y C, para mantenernos activos naranja, mandarina y piña con potasio y más vitamina C, para relajarnos fresa, arándanos, pera con minerales y extracto de camomila, y, como colofón, un gazpacho tradicional que estaba de muerte.

Me costó tanto esperar a que los niños llegaran del cole para probarlos que no les esperé (lo sé, lo sé, soy muy mala). Me serví un poco de cada en vasos de chupito y me los bebí con fruición. ¡Que ricos estaban. Qué difícil elegir. Aunque al final me decanté por el sabor dulce y consistente del melocotón.

Cuando llegaron mis hijos les dije que eligieran y quisieron probarlos todos, menos el gazpacho, porque nunca les ha gustado, y no quisieron ni dar una oportunidad a éste. ¡Mejor! Más para Raúl y para mí.

Tras paladearlos un buen rato, e ir de uno a otro pasándose los vasos de mano en mano, por fin llegaron a una conclusión. El que más les había gustado era el de fresa, espeso y moteado. ¡Perfecto! A ver si es verdad y los relaja un poquito que van como motos.

A duras penas conseguí que dejaran un fondito de cada para el padre, que también se prestó a probarlos encantado. En su opinión el más rico era el de naranja, con su puntito ácido y tan ligerito. ¡Vamos! que no nos pusimos de acuerdo y aquí cada uno tiró para un lado.

Me parece que este verano nos vamos a aficionar a esta marca...

En lo que sí coincidimos el padre y yo es que el gazpacho era uno de los mejores que habíamos probado.

miércoles, 22 de mayo de 2019

Jornadas FAM 2019, segundo día

Al día siguiente volvimos a las Jornadas Fam con renovadas fuerzas y muchas ganas de seguir probando juegos. Además había apuntado a los niños a un taller de robótica al que tenían muchas ganas de asistir e iban emocionados.

Raúl vio Ubongo y no se lo pensó dos veces. Nos sentó a todos en la mesa y empezamos a jugar. Nos encantó. Es tipo puzzle. Consiste en tirar un dado y con la figura que salga coger las piezas que te indica la ficha y hacer la figura completa. El que antes la haga grita Ubongo y se lleva una gema valiosa, el segundo una menos valiosa y luego los cuatro jugadores cogen una gema al azar que puede dar más o menos puntos. Hay dos niveles de dificultad, así los adultos jugamos con el difícil y los niños con el fácil, con lo que se equilibró mucho la cosa. De 2 a 4 jugadores y a partir de 6 años.



En ese momento nos separamos de los niños porque se empeñaron en jugar de nuevo a Nightmarium y nosotros no queríamos repetir. Así que ellos se fueron con un monitor muy majo y nosotros nos sentamos a jugar Dry Bones con la propia creadora del juego, que se curró muchísimo la ambientación de la historia. Éramos exploradores que teníamos que resolver el misterio de los huesos secos y revivir a los muertos. Para lograrlo teníamos que recolectar objetos, descubrir secretos, esquivar obstáculos (como las tormentas de arena) y abrir portales. Una pena que me tuviera que ir antes de que se acabar la partida porque tenía que llevar a los peques al taller de Robótica, porque luego le estuvo explicando a Raúl lo más curioso del juego: las cartas musicales, con las que tienes que escuchar música en una app y responder una preguntas sobre lo que escuchas.

El caso es que me fui pitando a buscar a mis hijos, que, evidentemente, ya no estaban dónde les dejé, sino que se habían vuelto a ir al patio de los juegos gigantes, y los llevé al aula de informática.

Allí estaba ya el profesor de robótica, Marc Tarvé, de Ayudar jugando (un proyecto solidario alucinante que organiza eventos solidarios para ayudar a niños en situaciones de riesgo) y Cero en cordura.

Los peques estaban un poco revolucionados, pero enseguida se hizo con ellos. Empezó con una clase magistral muy participativo y luego les invitó a inventarse un robot sobre el papel (lo que me pude reir con el destructor asesino que te limpia la casa que hizo uno de los niños).

Lo siguiente fue ponerlos a meter líneas de código como locos para lograr un objetivo concreto.

En el caso del grupo de Iván, el robot tenía que dar la vuelta completa a una silla, y en el de Daniel tenía que seguir una línea negra que hacía una curva en menos de 20 segundos.

Ninguno llegó a lograr su objetivo al 100%, pero se les veía muy entregados y no se cansaban de probar una y otra vez con el simpático robot lleno de sensores que había traído consigo Marc.

Es alucinantes verlos trastear con el ordenador tan decididos, cuando yo lo que veía en la pantalla era algo así como chino japonés. Algunos padres se animaban a echarles una manita de vez en cuando, pero yo que soy de letras sólo podía observar y flipar. Mis hijos salieron contentísimos del taller.

Poco después, estábamos intentando cumplir las misiones de Slide Quest guiando al caballero manipulando unas palancas que mueven el tablero y hace que las figuras se muevan. ¡Cuidado con los agujeros! A mis hijos les hace mucha gracia este tipo de juegos, aunque no controlan muy bien los temas psicomotrices y suelen acabar peleados. Esta vez no fue una excepción. El juego es de 1 a 4 jugadores y está recomendado a partir de 7 años.

Salieron de esa sala de morros, pero no sé cómo acabó la cosa porque ya se hacía la hora del cierre y yo con mi Magic Mandala sin firmar, así que fui a ver a Manu Palau que estaba haciendo demostraciones en otra sala y abandoné al padre con las fieras enfurecidas (una que es muy lista). No sufráis por él que pronto se reunió conmigo y sin niños, que se habían vuelto a ir al patio con los juegos gigantes.

En ese momento nos encontramos con Paco Gómez que casualmente llevaba un ejemplar de su nuevo juego Ardillas del bosque.

Raúl había jugado en unas jornadas y le había molado, así que le pregunté si me lo podía explicar y enseguida destapó el juego para enseñarmelo. Lo del tablero modular me dejó flipada. Según el número de jugadores juntas los extremos con el número de bellotas igual al número de jugadores y te sale un tablero de 5 a 3 jugadores totalmente diferente. El juego consiste en que somos ardillas y tenemos que apilar frutos secos en una pila, poniendo alguna trampa, porque luego tenemos que recoger los frutos intentando robar los de los compañeros y no llevarnos las sorpresitas.

Te tienes que acordar de cómo estaban apilados. Hay fichas de animales con habilidades especiales que te pueden servir para tomar ventaja frente a tus competidores. Por un lado se juega con los animales diurnos y por el otro con los nocturnos. Tiene muy buena pinta, una pena que no pudiéramos jugar porque ya se acababan las jornadas.

De hecho, tuvimos que buscar a los niños, que esta vez no estaban en el patio y nos despedimos con mucha pena de estas jornadas tan alucinantes para jugar en familia. Cuando salimos Daniel no perdió la oportunidad de comentarles a los organizadores que estaría bien que hicieran pronto otra edición, por ejemplo, mañana jajajaja

Si queréis saber al potrollón de juegos que jugamos al primer día leeros este post :)

martes, 21 de mayo de 2019

Jornadas Fam 2019, primer día

Este fin de semana hemos ido a unas jornadas de juego fantásticas porque estaban centradas en las actividades familiares. ¡Y qué hay mejor que jugar en familia! (chist, es una pregunta retórica).

Es la primera vez que las organizan, pero esperamos que vuelvan a hacerlas porque estuvieron muy bien. La organización se lo curró muchísimo. Llenó el programa de actividades interesante, organizó los juegos en las salas por edades y habilitó una sala para personas con necesidades especiales. No se les escapó nada.

Se celebraron en un colegio que se adaptó a la perfección para este evento lúdico, permitiendo que las familias se movieran con facilidad de una sala a otra y probara los juegos con comodidad. Un voluntario te esperaba en cada habitación para explicarte las reglas y enseñarte a jugar. Todo muy fácil.

Sólo tenías que preocuparte por pasartelo bien... y que no se te descontrolaran los niños, claro. A nosotros Daniel nos lo puso muuuuuy difícil el sábado. Tenía un día muy malo y se dedicó a boicotearnos a más no poder. Tanto fue la cosa que estuvimos a punto de irnos bastante temprano, pero siempre había algo que nos llamaba la atención y nos hacía retrasar nuestra partida... hasta que cerraron las puertas.

Comenzamos con Nightmarium, un juego que se le ha metido entre ceja y ceja al mayor y que es más que probable que se venga a casa por regalo de notas. Consiste en ir construyendo monstruos y activando sus habilidades para obtener bonus o fastidiar a los contrincantes. Muy divertido. Ya sólo por el diseño y el montaje de bichos chulos entra por los ojos. Ideal para llevarlo de vacaciones contigo. De 2 a 5 jugadores y en las instrucciones pone que es para más de 10 años, pero por la mecánica pueden jugar perfectamente niños mucho más pequeños. No les hace falta ni saber leer si tú les vas recordando las habilidades, que no son tantas.



Muy cerca encontramos Los Tesoros de Castellina, un juego de memoria y habilidad muy curioso en el que tienes que memorizar la situación de tus fichas y su forma, para luego poder atraparlas sin mirar metiendo la mano por la puerta del castillo. Risas aseguradas y algún que otro momento crítico de frustración infantil. De 2 a 4 jugadores y a partir de 5 años.



Por fin pillamos la mesa de El Mortal desocupada y nos sentamos muy felices. Le teníamos muchas ganas a este juego. La mecánica es muy emocionante porque tienes que tratar con todas tus fuerzas y cartas de tu mano no robar la carta de la muerte y que la roben tus compañeros de mesa. Cada seis cartas del mazo tienes una muerte, así que hay que controlar muy bien las que se van robando para que no te pille desprevenido. Es un juego que mejora cuanto más juegas porque te vas conociendo las cartas y la cosa se agiliza. A nosotros se nos hizo un poco lento porque cada vez que se robaba los peques tenía que leer y entender la nueva carta antes de continuar con la partida. De 2 a 6 jugadores y para mayores de 10 porque hay que leer y procesar mucha información.



En cambio Capitan Flint es mucho más dinámico, aunque hay que pensar muchísimo para ver qué tesoros y cuándo cogerlos antes de que te los roben los piratas. Cada jugador tiene delante el tipo de tesoro que se puede llevar, ya sea por color o por tipo y tiene que esperar lo justo para llevarse el mayor número de riquezas sin que te las quite antes otro jugador, te la roben los piratas o se acabe el juego. De 2 a 8 jugadores y aquí también creo que han tirado por lo alto con la edad. Aconsejan a partir de 8 años, pero si son jugones no creo que haya problema con peques de 6 o 7.



Entonces fue cuando Iván tuvo un flechazo, se llama Labyrintix y creo que es otro que acabará en casa por buenas notas. Consiste en colocar cuatro tótems en la mesa con hueco en medio para una carta de recorrido. Cada jugador coge un carta para ver si se tiene que guiar por el tótem al que señala al final el recorrido o por el color que señala el recorrido en la propia carta central. Cuando se descubre la carta todos tienen que ir a por el tótem que les toca resolviendo el recorrido. Si éste acaba siendo un bucle hay que gritar ¡Tótem! El primero que coja su tótem o grite por que sea un bucle se la lleva. ¡¡Una locura!! Hay que ser muy rápidos. Iván le pilló el tranquillo y era imparable. De 1 a 6 jugadores y a partir de 8 años.

Luego se empeñaron en jugar a la nueva edición de Monster Kit a pesar de que la voluntaria y yo les juramos y perjuramos que era idéntica a la antigua que tenemos en casa menos en la portada. Hasta que no jugaron un poco no nos creyeron. ¡Que tíos! De 1 a 5 jugadores y a partir de 3 años.




Y de allí se sentaron en la mesa en la que se mostraba la mecánica de Virus 2, que básicamente es la misma que el primero, pero con nuevas cartas para dar más gracia al juego. Se lo pasaron genial infectando y curando órganos. De 2 a 6 jugadores y a partir de 8 años.




Al cruzar de un pasillo a otro nos encontramos con Happy Salmon. Yo me empeñé en jugar porque oigo mucho de este juego, pero nunca lo he probado. Es perfecto para echarte unas risas: rápido, divertido y fácil de jugar. Sólo tienes que ir descubriendo cartas de tu mazo hasta que alguien descubra una carta igual que la tuya, hacer la acción que se indica, quedártela y seguir descubriendo cartas. Gana el que más cartas se lleve. También jugamos a Funky Chicken, que es igual pero con pasos de baile. Ambos son de 3 a 6 jugadores y están recomendados a partir de 6 años.




Lo siguiente fue pasar vergüenza con un juego recomendado a partir de 6 años de hacer series porque yo no daba ni una e Iván no fallaba nunca: Crazy Food. Claaaaaro, como él está todo el día haciendo estos ejercicios en clase... Es de 2 a 4 jugadores.




Justo estábamos jugando a eso cuando nos enteramos de que iba a comenzar un cuentacuentos, así que para hacer un descanso a nuestros cerebros y darle un poco de espacio a Daniel que estaba más enfadado que una mona, y no recuerdo el motivo porque debía andar ya por su enfado número mil.

El narrador nos presentó de una forma muy divertida y participativa una historia mágica que nos enseña que con poco se puede ser inmensamente feliz: Toribio Y El Sombrero Mágico. Tras la introducción nos contó el cuento enseñándonos las bonitas ilustraciones. En él, Toribio pedía lo que le apetecía ins hacer caso a los consejos no pedidos de sus amigos, familiares y vecinos: no quería dinero, ni viajes alucinantes, ni apartamentos en la playa... É quería un manzano en su salón, unos calcetines que no cubrieran los pies... y, lo más importante, unas escaleras al revés para que ningún inoportuno viniera a darle más consejos. Estuvo muy bien.

Cuando salimos, jugamos a Chuches, que también tenía muchas ganas de probar. La mecánica es sencilla, tiene que ir cogiendo las chuches que no esté cubiertas total o parcialmente y activar sus habilidades en el caso que las tenga.

Hay que elegir bien para sumar puntos porque dependiendo de la carta de gustos que te haya tocado valen 2, 1 o 0. Lo que realmente triunfó entre mis peques es el tema de lanzar al aire las cartas al inicio y con una de las habilidades. Se les veía disfrutar a tope cuando les tocaba hacerlos. Yo, en cambio, sufría por la integridad de las mismas.



Ahí ya veía yo a los críos más descontrolados de lo normal, así que cuando me pidieron salir al patio ellos solos para investigar los juegos gigantes les di permiso encantada. Seguro que allí encontrarían opciones para quemar la energía física que llevaban demasiado tiempo contenida frente a juegos de mesa.

Mientras ellos estaban a los suyo Raúl y yo pudimos probar Magic Mandala, un juego que ya tengo en mi poder y que me ha encantado. Cada jugador tiene tres cartas de mandala de tres colores distintos en ambas caras: Amarillo, rosa y azul. Se saca una carta del mazo y hay que intentar hacer el mandala de esa carta lo más rápido posible. Oye, que yo suelo ser mala en este tipo de juegos y le pillé el tranquillo. Que divertido encajar las fichas para conseguir el objetivo. De 2 a 4 jugadores y a partir de 6 años.



También probamos Cahoots, que sale a la venta este verano y nos ha molado muchísimo. este también cae. Consiste en poner cuatro cartas sobre la mesa en fila y sacar cuatro misiones. Con las cartas que tenemos en la mano tenemos que ir cumpliendo todas las misiones teniendo en cuenta que sólo podemos cubrir una carta si coincide en número o color. Cuando se cumple una misión se descarta y sale la siguiente. Es colaborativo. Tan entretenida estaba que hasta se me olvidó sacar una foto. De 1 a 4 jugadores y a partir de 6 años.

En ese momento, poco antes de que cerraran las puertas, dimos por terminado nuestro primer día en las jornadas. Recogimos a los peques del patio, dónde se lo habían estado pasando bomba, y nos fuimos en casa pensando que aún nos quedaban muchos juegos que probar al día siguiente.

Gracias a Goznar que andaba explicando juegos por el patio me enteré que que el juego que más les había llamado la atención a mis fieras fue Kubb, también llamado el juego vikingo. Para ganar la partida, los contrincantes tienen que derribar los palos de su fila y cuando acaben al rey que está en el centro. Pueden jugar de 2 a 12 jugadores y está recomendado a partir de 3 años.

Mañana os cuento cómo nos fue en el segundo día con más juegos y el taller de robótica.