martes, 30 de enero de 2018

Los Superpreguntones: Inventos

Si hay una colección que todo pequeño curioso tiene que tener en su librería es la de Superpreguntones. Ya sólo el formato llama la atención y pasar las páginas en busca de conocimientos y respuesta es toda una aventura.

En esta ocasión ha caído en nuestras manos Inventos gracias a Boolino, un tomo de lo más interesante que nos permite ahondar en la faceta más curiosa de los inventos de la humanidad, como por ejemplo, que el primer submarino torpedero o el antepasado del helicóptero, el autogiro, fueron inventos españoles. Además de la fregona, el futbolín y la navaja que eso ya lo sabíamos en esta casa.

Comienza con la sección El arte de inventar para meternos en contexto. Aquí nos explican la utilidad de inventar, conoceremos la diferencia entre inventar y descubrir, o qué significa patentar un invento, entre muchas otras cosas.

El siguiente epígrafe se refiere e inventos que usamos de forma cotidiana. ¿Sabes el origen de muchas de las cosas que tenemos por casa? ¿A que muchas veces te has preguntado cuando porras apareció el cepillo de dientes que tanto les cuesta utilizar a los churumbeles? O a lo mejor te lo han preguntados los chiquillos y a ti sólo se te ha ocurrido acudir a internet en el mejor de los casos.

Seguro que te han preguntado cómo se inventó el papel higiénico o cómo se borraba antes de que existiera la goma. Y mil millones de preguntas más que a veces a los adultos se nos pasan a fuerza de crear hábitos, pero que a los chiquillos les despiertan inquietudes y preguntas. Por cierto, a mis hijos les ha flipado conocer cual fue el primer juego de una videoconsola. Están muy felices de todo lo que se ha adelantado desde entonces en este sector jajaja

El último bloque de preguntas se presentan bajo el título de Grandes inventos de la humanidad empezando, por supuesto con... ¡la rueda! pasando por tecnologías de todo tipo, medios de locomoción, medicina, cartografía... A ver si adivináis cual fue el peor invento de la historia y cual el que aparece en muchas encuesta como el que nos podíamos haber evitado. ¡Yo no puedo vivir sin éste último!

Realmente es un libro que responde muchas preguntas, pero también te hace plantearte otras muchas. Es más, te dan ganas de ponerte a inventar. Seguro que detectamos pronto una necesidad para poder inventar una solución. Ya os contaremos.


lunes, 29 de enero de 2018

Magia y cuentos en Akira Cómics

Continúa la temporada basada en Harry Potter de los cuenta cuentos de Akira Cómics. Una vez al mes los integrantes de las casas de Serpentón, Aguileja y Tortuzorro acuden a una clase de magia muy especial, llena de cuentos y trucos.

La velada comienza con una parte de la historia de Harry, en esta ocasión tocó la referida a la aventura del Cáliz de Fuego. Los peques no se perdían ni un detalle de los acontecimientos: ¿una competición llena de peleas, monstruos y peligros con un final sorprendente? Quien no se sentiría interesado.

Los míos sólo han visto la primera de Harry Potter, pero después de estos cuentacuentos voy a tener que ponerles el resto. No lo jhago ya para no destriparles los siguientes.

Tras la emocionante aventura de los magos de Hogwarts, la profesora de los Tortuzorros hizo el primer truco. Transportó un dado de una forma poco ortodoxa y pidiendo mucha imaginación a los asistentes de un sombrero a una caja, luego dejó al público alucinado al hacerlo desaparecer y devolverlo, nadie sabe cómo, al sombrero.

Me encantó el cuento que vino después, uno lleno de fantasía, libros, una bruja malvada y un dragón comecuentos que se llama El Dragón de las palabras y que se puede encontrar junto con muchos otros en El Bosque de las Fantasías.

También contó una historia muy bonito sobre como dependiendo de cómo encaremos los problemas en una pareja puede llegar a separarnos, enredarnos o podemos resolverlos y seguir adelantes más unidos. Dependiendo de cómo pegas los extremos de unas tiras van quedando diferentes figuras al recortarlas por la mitad, simbolizando las diferentes situaciones, que también se pueden aplicar a relaciones de amistad. Un truco cuento muy visual. No sé si los niños lo entendieron del todo, pero a mí me encantó.

Otro cuento que contó y que es una preciosidad y muy famoso es Cuatro esquinitas de nada, en el que se pone de manifiesto de una manera muy gráfica y sencilla que no se trata de cambiar para agradar a los demás, sino que los demás nos acepten como somos.

Uno de los momentos más divertidos fue cuando salieron varios niños a teatralizar la leyenda del Minotauro de Creta. Lo hicieron genial. A mis chicos les quedó muy claro que el Rey Minos era malísimo por no aceptar a su hijo como era y encima darle de comer niños, que Teseo también era un pieza por abandonar a la princesa Ariadna en una isla después de engañarla para que le ayudara a acabar con el pobre minotauro, que no tenía culpa de nada y que sólo se comía a los niños porque tenía hambre. Pobrecico.

Casi para terminar hicieron el truco de magia científico. Siempre hacen un experimento curioso. En esta ocasión, los niños tenían que averiguar porque una lata de Fanta se hundía más en el agua que una lata de Fanta Zero teniendo los mismos mililitros en el interior. ¡La culpa es del azúcar!

Para que entendieran mejor el experimento, contaron la historia de Arquímedes y la corona de Hierón, ilustrada con fotogramas del capítulo de Érase una vez el Hombre que trataba de ella.

Y así finalizó la jornada de cuentos y magia. Los niños formaron una fila ordenada y abandonaron la tienda masticando unas chuches azules con pinta de estar muy ricas, por lo mucho que las disfrutaron.



viernes, 26 de enero de 2018

Yoguicards: la importancia del mindfulness para relajar a los niños

Hace unos seis meses participé en un crowdfounding muy chulo de una baraja de cartas para que los niños practiquen mindfulness de una forma muy fácil y divertida que me ha venido de perlas. Lo puso en marcha Yogakids, un centro de Yoga infantil con muchas inquietudes.

Mi niño mayor se apoderó del mazo en cuanto me llegó y se lo guardó en su cuarto, igual que había hecho Iván con otras cartas de posturas de Yoga que había comprado en otra ocasión. Ahora cada uno tenía su propia baraja. De vez en cuando les pido que la compartan para hacer los juegos en familia, pero no os creáis que reciben con mucha alegría de la idea. Ellos prefieren disfrutar de su momento en solitario. Es curioso.

A esta ostra se le olvidó seguir el ritmo de respiración
Aunque cuando nos ponemos todos en el salón a hacer juegos de mindfulness y posturas de Yoga se lo acaban pasando genial y se ríen muchísimo. Probablemente, el objetivo de estas cartas lo consigan mejor ellos en la intimidad de su cuarto y por eso lo prefieren así.

Cuando nos juntamos todos me temo que acaban más excitados que antes de la sesión, así que el juego en familia vale mas bien para pasar un rato divertido, pero relax y concentración poquito.

Vamos a ser erizos
El mazo consta de 47 cartas divididas en tres grupos diferentes. Cada noche Daniel saca una de cada tipo y las interpreta a su manera. Cuando termina con los ejercicios se va a la cama a leer un ratito y luego se duerme feliz. Este es un paso importante porque muchas noches acabábamos con bronca por su etapa rebelde (entró en esa etapa en la sala de partos y aún sigue. ¿Seguro que es sólo una fase? ¿Seguro?) con lo que se iba a dormir muy intranquilo y muchas veces llorando. Que queréis que os diga, a mí se me partía el corazón con esta situación.

Ahora seguimos con las broncas, no podemos pedir peras al olmo, pero entre su rato de mindfullnes y su momento de lectura, cuando llega el momento de las buenas noches y el beso le dejo muy tranquilo en su cama. Eso no tiene precio.

¿Que os parecen mis pulpitos?
Entre las cartas encontramos asanas, relajaciones con respiraciones y juegos relacionados con animales y elementos de la naturaleza. ¡Son monísimas! A mi sólo mirarlas tranquilamente ya me parece algo relajante. La autora nos aconseja que empecemos alternando asanas con juegos y terminemos con respiraciones. También propone que los niños se vayan inventando unas historia con las cartas que vayamos utilizando para hacerlo más divertido.

Por cierto, asanas son posturas de Yoga. Lo pone en las instrucciones, pero la primera vez que las usamos fue tan precipitado porque el mayor no quería perder ni un segundo en probarlas que no las leí y nos quedamos a cuadros con el tema. Así que sólo hacíamos lo que nos pedía el animalito de turno: aplaudir con los piés, mover el culete, rugir como un león... La verdad es que esta baraja tiene un montón de posibilidades.

Ahora la autora está inmersa en un nuevo crowdfounding. Un libro ilustrado para enseñar a los más peques de la casa como relajarse a través del Yoga y el Mindfulness como una actividad familiar que se llama "Cierra los ojos, Ona".


miércoles, 24 de enero de 2018

Lectura en solitario

"Mami, tengo que pedirte algo" me soltó mi chico mayor una tarde de parque, "quiero leer yo sólo en la cama un rato antes de dormirme". Mis ojos se cuajaron de lagrimillas y solté un angustiado "¿Ya no quieres participar en la hora del cueeeeentooooo". Mi primogénito suspiró e hizo un gesto de "que paciencia tengo que tener"

"Claro que quiero, lo que digo es que después quiero leer antes de irme a dormir. Leemos en voz alta, nos lees los capítulos que toquen y luego a mi cama a seguir leyendo". No me pareció mal plan, pero lo que no me gustó un pelo fue sus ansias de que alargara el momento de irse a la cama. Ah no, eso no. Que al día siguiente están peor que zombis. Y con un humor...

Lo que he hecho es adelantar todo. Sí, señores. Ahora en mi casa se cena a las siete y media en vez de a las ocho. Si puedo antes mejor. A las ocho y cuarto con suerte estamos enzarzados con los cuentos y a las nueve cada uno se va a su cama cargado con lo que le da gana.

Y ha tenido un gran éxito esta propuesta. Ambos hermanos están encantados con su ratito de lectura en la intimidad. Eso sí, las peleas cuando voy a anunciarles que llega la hora de apagar la luz siguen siendo de órdago.

Lo que les cuesta dormirse y lo que les cuesta levantarse. A no ser que sea fin de semana o fiesta. Ahí la cosa cambia y hay que despertarse de madrugada para aprovechar bien el día. Ainsss

martes, 23 de enero de 2018

¡Mi vida es un asco!

¡Vaya! Me han salido existencialistas. Y paranoicos. Por lo menos esa es la etapa en la que estamos inmersos ahora mismo hasta las cejas. Y los dos a la vez. Yujuuu.

Por qué hay que ir al cole, por qué las cosas son así, por qué todo lo bueno es malo, por quéeeeee. ¡Cómo si yo hubiera puestos las reglas! Cómo si yo hubiera decidido que el chocolate muy de vez en cuando y la verdura todos los días. Cómo si yo eligiera el contenido del temario escolar. Como si yo pudiera controlar el tiempo.

Pues no, no lo hago, pero soy la que tiene que cuidar que se cumplan y darles todas las explicaciones del mundo. Por supuesto, insatisfactorias aún antes de que abra la boca. Lo veo en sus expresiones, en sus miradas, en sus rictus inconformistas.

Pero eso no es todo, además todos hemos sido puestos en ese mundo para fastidiarlos. Su madre la primera. La de empeño que pongo en hacer su vida imposible vigilando que no se les llenen los dientes de caries, que no cojan frío y que se les meta en sus duras cabezotas que no viven solos en el mundo. ¡Malísima que soy! Malissssisisisisisima.

Y ahora meten en el saco a todo el mundo: profes, familiares, amigos... Todos están en su contra. Sobre todo desde el punto de vista del mayor. Los profesores, déspotas; los amigos, traidores; los familiares, poco serviciales...

Por lo visto, el resto de niños que conocen viven en el mundo superguay de la piruleta en el que comen chuches a dos carrillos, juegan a videojuegos a sus anchas, no tienen tiempo límite para ver la tele y youtube... Jauja. Que pena que me cueste creerlo.

Y claro. El problema de todo esto es que no confío en mis hijos. ¡No creo en sus palabras ni en sus ojitos llenos de lágrimas! Cómo puedo ser tan malvada. "¡Joder mami!, cómo puedes asegurar que yo digo palabrotas cuando te estoy diciendo que no es así", "Cómo puedes sospechar que yo me he comido ese chocolate, mis morros sucios son sólo una prueba circunstancial". Cómo puedo ser taaaan desconfiada, me pregunto.

Tampoco lucho sus batallas. Como oso obligarles a solucionar sus propios problemas domésticos. Que se enfadan con su amigo, pues en su lógica infantil tengo que ser yo la que hable con la madre del susodicho; que la maestra les castiga, de nuevo piensan que tengo que luchar yo contra esa injusticia y no volverme contra ellos ("¿Vas a creer antes de mi profe que a mí?" "¿De verdad quieres que responda a eso?"); que su hermano no le presta el juguete, pues que mami se convierta en Salomón. Una que vale pa tó.

El otro día les compré una cosita en un todo a cien y ambos me aseguraron muy felices que era la mejor madre del mundo. "Disfrutaré de estos cinco segundos de gloria antes de volver a convertirme en el ogro" les contesté. Enseguida protestaron "jo, mamá, cómo te pasas. Con lo que te queremos, aunque digamos que eres mala". Aprenden deprisa los muy bribones. "¿Es que no os dais cuenta que me decís que soy buena cuando me ablando y dejo que hagáis cosas que os afectan negativamente y, en cambio, os cuido bien cuando me tachais de mala madre?" Parecía que Iván iba a decir algo, pero su hermano mayor, que es mucho más avispado, le puso una mano en el hombro y finalmente fue él el que pronunció las siguientes palabras: "Claro que sí, mami. ¿Te has fijado en lo chulo que es el mío?"

lunes, 22 de enero de 2018

Cuidando del primito en el Parque Doramas

En las Palmas de Gran Canaria hay un parque muy chulo al que siempre acabamos yendo antes o después. Esta vez nos trajimos con nosotros al primito más pequeño. Con quince meses se ha ganado el corazón de Daniel que le cuida con una ternura a la que no nos tiene acostumbrados.

En cambio, Iván como mucho lo mira de reojillo y con suspicacia. Aún no le ve la gracia al godzilla en miniatura. Aunque eso no significa que no le quiera, sólo que no le entiende y pasa de él.

El caso es que cogimos al bichillo y nos fuimos con él al parque para darle un respiro a mi hermana. El pequeñajo se portó genial todo el tiempo. En cuanto llegamos a la zona de juegos se lanzó en plan kamikaze a la zona de mayores junto a sus primos. Mi mayor se volcó en que el bebé estuviera seguro.

Le daba la mano, se tiraba con él por el tobogán, le impedía la entrada a los lugares que pensaba que eran peligrosos para él. Y yo supervisando detrás, por supuesto.

Sólo accedió a ir a la zona de peques cuando sus primos le acompañaron. Lo pasaron genial, lo grandes haciendo el bruto con supervisión materna para que no hubieran accidentes y el más chiquitín a sus juegos y persiguiéndolos muerto de la risa.

Los niños se llevaron los coches teledirigidos que les habían pedido para Papa Noel en la casa de su tío Fernando y tras un buen rato de trepar y correr me los pidieron. Los hicieron correr tan a gusto provocando al pequeñín.

El bebé corría tras ellos intentando atraparlo. Daniel frenaba de vez en cuando para que pudiera coger el suyo antes de que le entrara un ataque de rabia, pero su hermano iba a su aire tan feliz. Por eso el primito siempre le daba el coche que atrapara a mi mayor, aunque cogiera el de Iván por casualidades de la vida.

Mi niño pequeño se pasó un buen rato explicándole a su primo que el rojo era de Daniel y el amarillo suyo, pero el chiquillo ni flowers y en cuanto atrapaba uno, del color que fuera, corría a entregárselo al primogénito.

Tuve que explicarle yo a Iván que con quince meses aún no se saben los colores.

También hubo tiempo para ver las gigantescas carpas que pueblan el lago. "Están así de gordas desde que se cayó un niño al agua y se lo comieron", me susurró el mayor al oído dando mucho dramatismo a su confidencia. "¡Daniel! ¡Déjate de tonterías! Eso no ha pasado nunca" "Que síiiiii, que síiiii. Que es verdaaaad". "¿Quién te ha contado eso?". "No me acuerdo". Jo, este niño. Siempre tan truculento.

LLegamos a casa con los tres niños magníficamente cansaditos. Listos para el baño, la cena y la camita.

viernes, 19 de enero de 2018

Nadie es perfecto

Entiendo que hay que predicar con el ejemplo, entiendo que tenemos que intentar corregir nuestros errores, que tenemos que intentar conducirnos siempre con educación y respeto... pero ¡oye! ¿Dónde quedó el somos humanos? Y lo de que ello conlleva que se nos da muy bien errar. Jolín, que eso no lo oigo nunca.

"No te enfades", si eso estuviera en mi mano siempre estaría alegre y feliz. Ni que fuera masoca.

"No grites a los niños", ¿pero sabes lo que he tenido que tragar hasta que me han hecho perder los nervios?

"Tienes que aprender a controlar tu mal genio" y qué te crees, ¿que no lo intento? ¿De verdad hay gente que piensa que a mí me encanta estallar como una olla exprés?

Si estuviera en nuestra manos borrar nuestros vicios y defectos el mundo sería un paraíso. Pero no. Hay mucha gente cruel, despiadada, estúpida, irresponsable, engreída, celosa, envidiosa... que resulta que también es amable, simpática, empática, comprensiva, tierna, optimista... Porque... En eso consiste ser humanos. ¿No? En ser imperfectos, irregulares, buenos y malos a la vez, en equivocarnos y no querer reconocerlo, o sí,  y en tropezar mil veces con la misma piedra.

Entonces ¿por qué me pedís milagros? Y ¿Por qué pedís milagros a los niños?

Que sean buenos, que sean buenos, que se porten bien tooodo el tiempo. ¿Es eso posible? ¿Yo soy buena todo el tiempo? ¿Lo eres tú? ¿Hay alguna maldita persona que pueda asegurar que es perfecta?

No quiero niños perfectos, ni que exijan la perfección. Quiero niños que sepan lo que está bien y lo que está mal, aunque a veces se equivoquen. Que intenten ser buenos siempre que puedan y que cuando se comporten mal sean consciente de eso y les pique la conciencia.

Quiero que sepan que no deben rechazar a alguien por ser irascible, celoso o envidioso. Hay que aceptar a la gente con sus defectos y virtudes siempre y cuando no pisen tus derechos, ni tú los suyos.

Y quiero que sepan que su madre no es perfecta. Al contrario, es muy imperfecta. Puede que pierda los nervios. Y les chille. Tome decisiones injustas. Les diga cosas de las que luego me arrepienta... Pero por encima de todo saben que les quiero infinito. Aunque no sea un gran modelo de templanza o a veces no reaccione como ellos esperen o quieran. O de la manera que la gente que me rodea espera o quiera.

Estoy muy orgullosa de ser como soy. Y de cómo son mis hijos. Me queda mucho para plantar semillitas de valores y pensamiento crítico en sus mentes. Luego ellos las interpretarán a su manera y tomarán decisiones y actuaran de formas muy diferentes a la mía. ¿Y qué?

Me gusta pensar que a mis hijos no les estoy dando un ejemplo de perfección si no de que equivocarnos no es una tragedia, que todo se puede arreglar menos la muerte, que es tan importante reír, como llorar, que  las segundas oportunidades son frecuentes, pero no hay que abusar de ellas... Bueno, y mil cosas que he ido aprendiendo yo misma. Seguro que sólo se acordarán de ellas cuando se equivoquen, pero para mí eso ya es algo.

Vaya, al final seguro que me he explicado fatal. Pero ahí queda eso.

jueves, 18 de enero de 2018

Reunión de tuiteros en Las Palmas de Gran Canaria

Estas Navidades han sido muy especiales porque hemos podido quedar con Refuerzo divertido, Rolero de Hamelín y Lithian. Y además en un lugar chulísimo: el barrio antiguo de Las Palmas de gran Canaria.

Primero nos encontramos con Refuerzo divertido, Rolero de Hamelín y sus niños. Los peques parecieron congeniar muy bien entre ellos y estuvieron jugando en el barco pirata del Parque de San Telmo, mientras los mayores charlábamos un poco. Así los cansamos un poco antes de ir al restaurante a comer cositas típicas de la isla.

Refuerzo divertido es una crack a la hora de mantener a los niños entretenidos para que no la lien. Nada más sentarnos en la mesa sacó Virus, iniciativa que los peques acogieron encantados. Pero como nos atendieron muy pronto, las cartas fueron sustituidas por ceras de colores para pintar el mantel de papel. ¡Que buenísima idea! Se lo pasaron bomba desplegando su arte libremente. Tengo claro que no vuelvo a un restaurante sin ceras en el bolso. Luego, como el mantel sea de tela me da algo jajajaja

Del restaurante fuimos a visitar a los perros de Santa Ana, la banda de Faycán (Ya sé que en realidad no tienen nada que ver con el libro, pero la leyenda es tan bonita...). No hay niño que resista montarse en sus lomos. Debe ser cosa de magia. Los cuatro churumbeles no perdieron un segundo para trepar por ellos muertos de la risa.

Cuando se desmandaban un poco Refuerzo divertido sacaba su tridado y se hacía con ellos al segundo. ¡Esta mujer está llena de sorpresas! Mis hijos me han hecho prometer que les compraría uno. La verdad es que tiene muchísimo juego y es muy fácil de llevar a todas partes. Iván no lo soltaba.

Ni siquiera cuando nos metimos de cabeza en el Museo Canario, uno de los preferidos de mis hijos. Eso se notó enormemente cuando Daniel se empeñó en hacer de guía a sus nuevos amigos y consiguió que nos llamaran la atención por correr emocionados de una vitrina a otra explicando las cosas a gritos. Por supuesto que era necesario moderar tanta emoción, pero teniendo en cuenta que las madres estábamos en ello y que es un museo que recibe muchas visitas de colegios me pareció una reacción un poco exagerada. En fin, el caso es que logramos bajar la intensidad infantil... mas o menos. ¡Es que el museo es chulísimo! Y a veces volvían a emocionarse demasiado. A mí me encanta verles así, aunque les pongamos los límites lógicos a la situación que viven. En un museo no se grita, no se corre, no se tocan las vitrinas...

Como yo ya sabía, la sala que más éxito tuvo fue la de los ritos funerarios, Más que los dioramas y los animales disecados. Es que es muy curiosa y la tienen muy bien montada.

Los chiquillos pudieron dar rienda suelta a sus ganas de correr y jugar por las calles de Vegueta cuando salimos de allí. ¡Qué bonita es esta zona de Las Palmas de Gran Canaria! Y que bien se lo pasaron callejeando entre los edificios de estilo colonial y los balcones canarios bellamente labrados.

Por esas calles quedamos con Lithian y su bella familia. Son todos un amor. Nos fuimos a un parque cercano al Gabinete Literario para todos los niños jugaran y los mayores pudiéramos charlar medio tranquilos. Lithian sacó una bolsa de galletas de mantequilla hechas por ella misma que tuvieron un éxito tremendo. Es una repostera excelente. Los niños no podían parar de comer. Jo, es que estaban riquísimas. Yo les entiendo. En ese momento cogí sólo una de la vergüenza que me estaba dando el saqueo indiscriminado de Daniel a la bolsa (este crío no se corta un pelo cuando se trata de comida), pero resultó que la bolsa era para nosotros. Que super detallazo. Cómo las disfruté acompañando al café del día siguiente. Obvio que las acabamos de una sentada.

Se nos pasó el tiempo volando en tan buena compañía. Los niños jugaban, la liaban, se peleaban, se reconciliaban... Lo típico vamos.

Finalmente nos fuimos a cenar, otra vez cositas típicas a otro restaurante que nos encantó. Lithian y su marido se tuvieron que marchar porque su peque era muy pequeño para andar trasnochando. Que pena que no pudieran venir.

Tras la cena nos despedimos también de Refuerzo divertido y Rolero de Hamelín. A ellos aún les quedaba una buena tirada hasta llegar donde se hospedaban.

¡Fue un día espectacular!
Fuente: Refuerzo divertido



martes, 16 de enero de 2018

La cabalgata de Reyes

Y otra vez volvió el momento infantil infernal: la cabalgata de Reyes. Ojitos ilusionados en todos los niños y caras de horror y sacrificio en la de algunos padres. Porque también los hay que van superilusionados al evento. Adultos, digo.

Cargué mis reservas de paciencia a tope y seguí a mis tres hombres (todos superextrailusionados y gritando "Me he portado bieeeen, me he portado bieeeeen). A mí en cambio se me venían a la mente las imágenes de la guerra por la primera fila del año pasado y se me erizaban los pelos de la nuca. Ainssss...

Como siempre, llegamos temprano y los peques empezaron a dar botes y carreras para tensar aún más mis ánimos. También pedían a berridos sprays de hilos pringoso, que en esta ocasión también eran los protagonistas de la fiesta. Sinceramente yo se los hubiera metido por dónde el sol no calienta a alguno, estoooo... A sus padres, a sus padres me refiero. De hecho, hubo una de las que participaban en la cabalgata que a punto estuvo de soltar un buen guantazo a un infante cuando cuando le dirigió el spray a la cara y casi le mete la masa pringosa en un ojo. ¿Esto no se considera agresión?

Y que voy a decir de los pobres camellos. Salieron de allí pidiendo terapia a gritos y con niñofobia seguros. ¿De verdad que no se pueden prohibir esos sprays que atentan contra la seguridad ciudadana? Y mis hijos rogando por uno a voz en grito. Ni loca les compro uno en una cabalgata. A lo mejor sí para que se maten entre ellos y se pongan en el lugar de los pobres de la cabalgata.

En cuanto a la guerra por la primera fila… Desgraciadamente no nos libramos de ella, pero este año, en vez de ser entre niños impulsados por empujones de órdago de sus progenitores fueron entre los propios adultos, que se adueñaron de los mejores puestos sin importarles lo más mínimo si la gente bajita veía o no.

Mi hijos no se cortan ni un pelo y se buscan la vida para adelantar puesto de mejore y peores maneras. No estoy orgullosa de ello, la verdad. Pero prefiero verles pisar “sin querer” a un tipo que intenta ponerles su espalda en la cara, que llorar desconsolados porque no ven nada. Lo dicho, es la guerra. Y no me da la gana de llamarles la atención por algo que les va a dar desventaja frente a los cafres que les rodean.

Espero, supongo que en vano, que lo consideren una ocasión especial, y que entiendan que en otro momentos se la van a cargar pero gorda si les veo dar codazos y empujones de esa manera.

Por cierto, que majos fueron los romanos chocando las manos de todos los niños con grandes sonrisas. Al resto de los personajes les faltó la simpatía de estos soldados del antiguo imperio. Incluidos los Jedis y los soldados de asalto que iban a matacaballo entre voluntarios con chalecos amarillos que les mantenían alejados de la multitud enfervorecida. Presupongo que era algo de pánico a ser spraizado. Pobres... Que estrés.

Cuando los Reyes aparecieron la gente se volvió loca. TODA la gente. Alguno se hubiera merecido un mordisco del camello en la nariz, pero los pobres animales estaban demasiado aterrorizados como para pararse a masticar nada. Más bien aligeraban el paso intentando huir de los padres enfervorecidos que casi atropellaban a sus propios hijos con cartas en las manos y gritando “Una PlayStatioooooon cuatroooo”, “El Halcón milenarioooooo”, “ Un S seeeeis”… Pero a ver señores. Como les digo esto… ejem…. Los Reyes son los padres. Quién se encarga de esta tarea en sus casa ¿Los abuelos? Porque si es un paripé está muuuuy logrado.

Con ellos terminó, por fin, el infi… digoooo… la cabalgata y las unidades de limpieza se pusieron en marcha en el minuto cero. Me pareció genial que lo tuvieran tan bien preparado para no dejar la calle tan asquerosa. Eso sí, el pringue que dejaron los vándalos de spray no creo que lo pudieran quitar muy fácilmente.

Nosotros pusimos rumbo al hogar, unos soñando con los regalos que le iban a traer sus majestades al día siguiente y otra dando gracias por salir ilesa un nuevo año de las hordas, estooo… el público ilusionado, demasiado ejem, por la cabalgata y sus Majestades de oriente.