domingo, 29 de diciembre de 2019

Con qué sueñan los pandas en el teatro Galileo

Teatros Luchana tienen un notición que darnos: van a gestionar el Teatro Galileo para acercar la dramaturgia al público jóven. Y comienzan esta andadura con muchos platos fuertes para todos los gustos que se pueden consultar en la cartelera infantil de su web. Todas tienen pintaza, pero nosotros os podemos recomendar dos de primera mano porque ya las hemos visto y nos han encantado: Pato, el feo y Con qué sueñan los pandas.

Ésta última la vimos el sábado y nos hizo reír, cantar y aplaudir a rabiar. Que bonita historia y qué bien desarrollada. Yo iba con un poco de miedo porque la recomendación de edad es para niños de 2 a 9 años y Daniel ya cuenta con 10 añazos, pero no tenía nada de qué preocuparme porque le gustó como al que más.

Es que estos niños tienen predilección por los osos pandas, que siempre tenemos que ir a visitar cada vez que vamos al zoo. Según ellos son ¡¡¡taaaan mooonos, peluditos y kawaiis!!! Cuando les dije de ir a ver esta obra ni lo dudaron, ¡ositos panda!

Así que fuimos para ver y participar en las correrías del travieso Paitang y el tierno Bambú, dos amigos encantadores que en más de una ocasión os recordarán a vuestros hijos con sus reacciones y formas de proceder.

Daniel e Iván pensaban que Paitang era un poco malo y que se pasaba un poco con el pobre Bambú, pero en realidad lo único que pasa es que es un poco gamberro y le encanta jugar hasta sus últimas consecuencias sin querer saber nada de la responsabilidad de sus actos (es clavadito a mis dos churumbeles). Menos mal que Bambú está ahí para poner cada cosa en su lugar.

Los dos ositos se verán envueltos en muchas situaciones unas más delirantes, otras más hilarantes y algunas hasta un poquito tensas, pero la forma de interpretar a los personajes, la escenografía y las pegadizas canciones la hacen apta para cualquier público.

Los actores meten al público dentro de la obra en todo momento de diferentes maneras, todas muy divertidas. Y todos acabamos cantando y bailando los estribillos con la guía de los ositos, que se mueven con mucha gracia a pesar de los pedazo de trajes peluditos que portan.

En esta ocasión, los peques no dudaron ni un instante en que querían una foto con los protagonistas de la obra. ¡Ah! Y ahora ven muy necesario conseguir otro oso panda de peluche para que haga compañía al que ya tenemos y que, curiosamente, se llama Bambú.

En esta casa nos alegramos mucho de que Teatros Luchana gestione el Teatro Galileo porque han demostrado que tienen muy buen tino en la elección de las obras para peques. Siempre que hemos ido lo hemos pasado genial todos los miembros de la familia.

viernes, 27 de diciembre de 2019

Los Packs de Mamá Leona

Es difícil no apoyar proyectos tan bonitos como el de Mamá Leona, una diseñadora que apuesta por el emprendimiento con unos preciosos packs de fiestas y láminas muy originales.

Tiene unos monísimos para fiestas Navideñas, como la que se nos avecina de fin de año. Llenemos todo de ositos polares, pingüinos o cervatillos.

O convirtamos el salón en un pueblo navideño. Es una forma maravillosa de añadir magia a estas fiestas y los peques lo van a flipar. Y los mayores. A quién no le gusta crear le ambiente propicios para cada ocasión.

Además son tan fáciles de preparar que podemos contar con la participación de los más peques de la casa. Seguro que les hace una ilusión tremenda y tenéis un tiempo divertido para toda la familia.

Por cierto, que también tiene un pack específico para montar en nochevieja un glamuroso rincón de las uvas y un photocall en el que inmortalizar el momento de un forma muy divertida.

Pero no sólo encontramos estos packs tan bonitos entre sus diseños, si visitas su web descubrirás otras maravillas, como el mapamundi para viajar con los niños a través de la imaginación o las láminas personalizadas o de familias en las que reflejan a todos por medio de preciosos dibujos, que regalo más original para estos Reyes.

Espero que tenga mucho éxito en su proyecto y haga más cosas bonitas.

lunes, 23 de diciembre de 2019

Competición de Esgrima

Pues este año a Iván le ha dado por la esgrima. Cuando le dijimos de volver a matricularle en kungfu me dijo que no, que a eso ya había ido. Me parece que este chico no tienen muy claro lo que es la constancia en los deportes y se nos ha convertido en un picaflor en el área de las extraescolares. Lo único que ha repetido, igual que su hermano es la de Training Wheels.

Le propuse esgrima porque en el cole está subvencionada por el ayuntamiento y sale baratísima. Además, no tienes que comprar nada porque el equipo lo pone la Escuela Municipal de Esgrima. Y lo mejor de todo, la hacen durante el recreo del comedor, dos días a la semana, así que no hay que estar cuadrando horarios ni llevarle y traerle a ningún sitio. Buenos, lo mejor de todo es que le ha gustado mucho y nos habla de ella muy entusiasmado.

Pocos días antes de Navidad tuvo la competición de invierno y, a pesar que no nos venía muy bien porque ese finde nos íbamos a pasar unos días a Sevilla, le apuntamos igual porque le hacía muchísima ilusión. Qué no haces por los peques.

En fin, que la competición se celebraba a más de media hora en metro de mi casa y no en el colegio, ¡vaya por dios! pero es que participaban los niños de toda la escuela y no sólo los nuestros. Allá que fuimos corriendo para verle competir con el florete.

Nada más entrar ya nos olimos que eso iba a ser un caos de los buenos. Un montón de padres buscaban asiento sin saber por dónde andaría su churumbel, mientras los peques entrenaban en la pista. Yo me senté dónde mejor se me ocurrió y desde luego no fue un lugar privilegiado para ver a Iván que lo pusieron en el fondo del fondo. Aún así se le veía dar pasitos hacia adelante y hacia atrás florete en ristre y se le reconocía por las playeras. Una pena que haya padres tan poco respetuosos que te planten el culo delante para hablar con su hija durante toda la jornada haciendo oídos sordos a las protestas de los allí reunidos. Que tampoco se oía mucho porque el ruido era importante.

El caso es que moviéndome un poco y contorsionándome un mucho logré hacer algunas foticos saladas. Eso sí, no me enteraba de nada. No penséis que te iban explicando por un altavoz ni nada. Que va. Yo no sabía si lo estaban haciendo bien o mal ni quien iba ganando. Pero era bonito ver al chiquillo peleando con la espadita.

Al final se acercó donde estábamos sudando a mares el pobre, después de haber guardado el equipo, que la día siguiente teníamos que llevarlo a su clase. Estaba un poco mosqueado porque decía que los jueces no habían tenido en cuenta las malas posturas, ni los pasos ni nada. Que había un niño que incluso había corrido y no le habían dicho nada. Y yo asentía a todo lo que decía, aunque ni idea del tema. A mí me parecía que él se movía como lo ángeles, que os voy a contar de mi niño jajajaja.

Cuando acabaron todos los combates, les dieron una medalla a todos por haber participado, detalle que me pareció fabuloso porque así todos contentos, pero sigo sin saber si Iván lo hizo bien, mal o regular. Si está aprendiendo algo o jugando. Pero vamos, que yo mientras se lo pase bien...

Como broche final dieron una merienda a base de patatas fritas de todos los tipos que hizo que los niños se volvieran locos y se tiraran a degüello a por ella. Los padres ni nos acercamos. Al pobre Iván lo expulsaron de la mesa a empujones. Menos mal que su hermano le trajo pitanza, que él no le gana nadie consiguiendo los mejores trozos. Con la altura y planta que tiene lo tiene más fácil y no creo que hubiera muchos allí que se atrevieran a empujarlo.

En fin, que el pequeño estaba más feliz que una perdiz con su competición, pero su hermano y yo nos aburrimos todo el tiempo que él no compitió, es decir, el 80% del tiempo.

A ver si la fiebre del esgrima le dura más y el próximo año sigue yendo.

lunes, 16 de diciembre de 2019

Si ya no lo necesitas, dónalo

¿Ya estás haciendo hueco para todo eso que te van a traer los Reyes Magos y Papa Noel? Seguro que tienes bolsas llenas de ropa, libros, juguetes... De todo lo que ya no usas y no hace más que ocuparte un espacio que vale su peso en oro. Lo cierto es que con la vida que vivimos y la sociedad consumista que nos rodea, es más que posible que el 70% de todas esas cosas estén en estupendo estado.

Incluso alguna con la etiqueta puesta (confiesa, confiesa, que nos ha pasado a todos). Esa ropita que se coló al fondo del armario y se le ha quedado pequeña al bebé sin darle tiempo a estrenarla, ese juguete que le entretuvo lo justo para sacarlo de la caja y casi volverlo a meter, esa falda que te compraste pensado que te motivaría para perder esos dos kilillos que te sobran... ¿Y ahora qué? porque no vas a dejar que se pudran en el punto limpio. Diosss, sería un sacrilegio y sólo recibirías carbón, ¡tenlo por seguro! Además de toda esa ropa que te has puesto tan poco, esos juguetes que están tan cuidados que parecen nuevos, los libros que ya no leéis, etcétera...

Pues te voy a contar la pedazo de idea que han tenido los de Tablondeanuncios.com para facilitarnos la vida y que esas cosas seminuevas o en buen estado lleguen a quienes las necesitan y tengan una segunda vida. Es un servicio de Donaciones y que consiste básicamente en hacer llegar las donaciones a las ONGs que el usuario elija de una forma fácil y eficiente.

Ahora te explico cómo. Sólo tienes que rellenar un formulario con las productos que quieras donar y la ONG a las que los quieres hacer llegar. Por otro lado, ellos tienen un listado de ONG's que a su vez también han cumplimentado un formulario con lo que necesitan. Una organización perfecta para ayudar a los demás, fomentar el consumo responsable, la economía circular y la reutilización de productos, como bien explican ellos en su web.

Además, contribuyen a cuidar el medio ambiente porque evitan miles de toneladas de residuos y de CO2. Es un proyecto solidario maravilloso. ¡Ah! Y funciona todo el año. No sólo en Navidad.

Lo que pasa es que Navidad es una época especial en la que las personas somos más propensas a ayudar a los demás. No sé por qué. Debe ser cosa del ambiente, el espíritu navideño o que el azúcar de los turrones y polvorones nos endulza el carácter, pero el caso es que nos acercamos más a la idea de vivir en comunidad que el resto del año, que solemos mirarnos más el ombligo. ¡No todo el mundo! Pero sí en general. Por favor, no te olvides de éste servicio de donaciones cuando hayas saboreado el último mazapán. 

Las donaciones se necesitan durante todo el año: Muebles, ropa, juguetes, libros, alimentos, cosas para el bebé... Cada vez que hagas una limpieza en tu casa haz dos montones: lo que ya no sirve, por la razón que sea, y lo que está en buen estado y que otros pueden aprovechar. Acuérdate y dónalo. A veces ayudar es tan fácil que lo inexplicable es no hacerlo.

sábado, 14 de diciembre de 2019

Jumanji, siguiente nivel

Ir al cine con los niños es un plan que siempre les hace ilusión. por lo menos a los míos. Pero hay que saber elegir bien la película entre todos. No es plan de que los padres muramos en el intento ante una película llena de pedos y tortazos entrelazados en un guión estúpido e inconsistente (esas mejor que las vean ellos en casa mientras yo friego, barro o algo por el estilo), o que ellos entren en modo inquieto semivándálico por puro aburrimiento por llevarles a una peli demasiado adulta (me hubiera encantado decir que se durmieran del aburrimiento, pero mis hijos sólo duermen por obligación). Hay que encontrar el término medio, guiones con las dos lecturas (apta para todas las edades en diferentes niveles) y las ganas de pasar un buen rato en familia. No es nada fácil para los que hacen las pelis encontrar este equilibrio, pero en Jumanji, siguiente nivel, creo que más o menos lo logran durante casi toda la película.

Es verdad que los chistes tontos y los golpes se suceden a diestro y siniestro, pero hay muchos que hacen reír a los adultos a carcajadas a la par que los niños alucinan con los efectos especiales y las piruetas imposibles de los actores sin haberse enterado de misa la mitad pero la mar de felices.

Lo cierto es que es una película que no engaña y da lo que promete: exactamente lo mismo que en la anterior entrega. Es decir, una historia absurda y cogida con pinzas que nos introduce de lleno en un universo de aventura gráfica que hará gracia a los gamers noventeros y alucinará a las nuevas generaciones, que todo lo que suene a videojuego ya sube varios puntos en su escala de interés. Eso lo mezclamos con trepidantes escenas de acción, un derroche de efectos especiales y las actuaciones histriónicas de los protagonistas y ¡bum! una peli familiar muy entretenida que no nos dejará huella, pero nos hará pasar un buen rato.

En esta ocasión, el protagonista entra en el juego para llenar un vacío existencial relacionado con la poca confianza en sí mismo a sus amigos no les queda más remedio que seguir sus pasos para ayudarle a acabar el juego (que podría ser un mensaje para aumentar la autoestima de los niños y reforzar el valor de la amistad inquebrantable y fiel, pero con tantas aventuras, creo que se acaba diluyendo un poco en pro de acabar con el malvado de turno). Con lo que no contaban es que se enfrentarán a una nueva aventura, con los avatares intercambiados y nuevos personajes y habilidades. Por cierto, que la habilidad de la chica de luchar mientras baila la han mantenido. Ay diossss, como me rechina.

Pero bueno, el caso es que se dan situaciones graciosísimas y simpáticas que hacen que la película se disfrute a cualquier edad, siempre y cuando no tengamos espectativas demasiado altas y tengamos claro lo que vamos a encontrar: una comedia de acción y aventuras.

viernes, 13 de diciembre de 2019

Los Familukis y el poder de los Slimeris

Ha llegado a mi casa un cómic que tiene todos los ingredientes para flipar a mis fieras: Los Familukis y el poder de los Slimeris. Por un lado estamos hablando de aventuras extraterrestres llenas de emoción, superpoderes, tensión y momentos altamente peligrosos (suena bien, ¿eh?) y por otro de que los protagonistas son una familia de Yutubers, sí, sí, como lo lees, que tienen canal donde puedes verlos en carne y hueso.

Sabía que estaban muy de moda los libros de youtubers, incluso lo que mezclan novela y cómic, pero un cómic 100% de youtubers no lo había conocido... hasta ahora. A mis peques les llamó la atención desde el minuto uno en que vieron la portada al estilo Los Increíbles. Luego se fijaron en la sobrecubierta con la foto de los Youtubers en la realidad y finalmente acabaron de rendirse a la tentación al ojearlo un poquito y encontrar explosiones, peleas, aliens monos y horrorosos y un dibujo muy expresivo y dinámico lleno de líneas cinéticas y tramas que añaden más tensión a la lectura.

Una vez ya dentro de las páginas nos presentan a Los Familukis, una familia de youtubers en la que cada miembro destaca por unas u otras cualidades que los hacen diferentes, pero a la vez muy cercanos a su público que pueden identificar ciertas escenas como algo cotidiano en su realidad diaria.

Los protagonistas acaban de mudarse y salir de su zona de confort, lo que les traerá bastantes problemas a la hora de adaptarse a su nueva vida. Sobre todo, a los dos hijos mayores, que tendrán que enfrentarse a casos de bullying, inseguridad, falta de confianza, ganas de encajar, etc... Del pequeño no nos cuentan mucho más allá de sus ganas de hacer gamberradas a diestro y siniestro. Y papá y mamá ya tienen demasiado con organizar y compatibilizar todos los aspectos de su día a día: niños, casa, trabajo... ¿Os suena?

En fin, que en estas estamos cuando aparecen unos aliens monísimos llamados Slimeris que acaban por enredar aún más las cosas, aunque ayudándoles bastante por el camino. Gracias a una accidental simbiosis, cada miembro familiar adoptará unos superpoderes acordes a sus personalidades.

No tienen mucho tiempo para asimilar la nueva situación porque enseguida aparecen unos nuevos personajes con muy malas intenciones y que no dudarán en usar la violencia para conseguir su propósito, que no es otro, como ya habrás adivinado, que dar caza a los monísimos seres que se han aliado con la familia youtuber.

Y la cosa no queda así, que se lía más y aparecen un montón de personajes nuevos y situaciones tremendas. No te da tiempo ni a respirar que ya se está montando otro pollo de narices y te enteras de más y más detalles de la trama.

Los peques no han dudado ni un segundo en leérselo ellos solitos sin pedirme que se los cuente como hacen un montón de veces. También es verdad que los cómics es mejor leerlos solos para poder disfrutar de cada viñeta tranquilamente y saber quién está diciendo qué. No es como una novela, que si el lector entona bien hasta puedes escucharlo con los ojos cerrados.

En fin, ¡que les ha encantado! y ya se han apuntado la segunda parte en su lista de deseos para cuando la saquen. Que la van a sacar seguro porque el cómic tiene sorpresa final. ¡Ah! y también incluye de una forma muy gráfica el proceso de creación de una página para todos aquellos futuros dibujantes de cómics como los míos.

Y que no se me olvide destacar u elemento más. Está lleno de mensajes sobre valores como la amistad y el amor. Esto nos gusta más a los padres que a los niños, que lo captan más bien de forma subliminal, pero ahí estamos plantando semillitas para el futuro.



jueves, 12 de diciembre de 2019

Ya es Navidad... en mi casa

Bueno, bueno, bueno... este año hemos puesto los adornos navideños en unas fechas bastante decentes. Es que encontrar el hueco en estos días llenos de exámenes y planes de ocio tan chulos no es nada fácil. Pero entre que Iván se nos puso maluchillo, que había mucho que estudiar y que yo no tenía ningunas ganas de salir de mi casa este puente de diciembre hemos aprovechado y ¡voila! árbol y belén montados y decorados.

Bueno, más bien árboles, porque encontraron uno que compramos antes de quedarnos embarazados que se despliega con adornos y todos en un plis plas. El summum de la vaguería navideña. Un inventazo cuando el espíritu navideño no te visita ni de lejos (que tuve yo una época que...), pero Raúl venga a insistir y venga a insistir en que tenía que haber árbol y belén. Pues toma árbol todo en uno de Ikea y Belén apiñado en una figura gordota enorme que nos regalo mi suegra y que mola un montón. Púm, lo pones y, pum, lo quitas. Unas maravillas de la eficiencia y el ahorro de tiempo.

Pero, claro, llegan los churumbeles y tened claro que no se conformaron con la filosofía minimalista navideña de su madre. No. Ellos quieren marcha, luces, colores y fanfarria. Anda que no me hicieron ponerles los villancicos a todo trapo en el Youtube Music mientras se dedicaban a sepultar, digoooo... a decorar el árbol. Que ya se sabe que en gustos decorativos infantiles cuanto más y más brillante mejor. Vamos, que no me llenan de brillantina la casa porque  no pueden (no les dejo ni de broma), que si fuera por ellos... jingle bells por aquí y jingle bells por allá.

Pero hay que ver cómo lo disfrutan. Da gusto verlos poner más y más guirnaldas sobre la copa del árbol como si no hubiera un mañana sin darse cuenta de que se dejaban la parte de abajo bastante desnuda. Hasta que se acabaron y no era plan de ponerse a recolocar. Esto se arregla con profusión de bolas. Yo les dejé hacer y me dediqué a otras labores. Aunque de vez en cuando me pasaba por allí y ponía algún que otro adorno, que también me hacía así como que un poco de ilusión.

Cuando la punta del pobre árbol comenzaba a doblarse temblorosa dieron por terminada su obra de arte y se giraron muy emocionados hacia la caja que guarda las figuras del belén. Entre todas las que hay y las preciosas casitas de Badviento nos quedó muy abarrotado, pero chulísimo. Hasta con gallinas y gatos en algunas terrazas y todo. Y eso que le guardamos un espacio bastante grande al belén, sobre un mueble largo, pero se ve que ya se nos está quedando corto. Habrá que pensar algo que no requiera de suelo con el peligro gatuno que ello conlleva.

Por aquí el grinch de nuestro gato adora comerse los adornos y tirar el árbol con extremada gracia y elegancia para luego lamerse con parsimonia como si aquí no hubiera pasado nada. Entre su efecto ciclón y el de los niños no hay ni un momento en el que no se oiga clonc clonc clonc. O peor, catacrooooc. En fin, la buena noticia es que del suelo no pasa y que unas figuras con marcas de dientes dan caché al belén. Como si fueran figuras halladas en un tesoro antiguo después de pasar innumerables aventuras y esas cosas.

Poniendo las figuras estábamos cuando se percataron de la presencia de una caja rectangular bastante achatada. "Mamá, ¿Qué es esto? ¿Qué es esto?", no me había dado tiempo a abrir la boca y ya lo habían abierto y desparramado su contenido. Era el ya nombrado árbol de fácil montaje. Y, como era de esperar, se empeñaron en montarlo junto al otro. Le añadimos unas luces por ponerle algo, que no hacía falta, y encendimos los dos. Ilusión máxima. ¡A por las panderetas! Que ya no han abandonado el salón desde ese día. No vaya a ser que les dé por tocarlas de repente y tengan que sacarlas de su sitio. Dios no lo quiera. A ver si se me van a herniar.

Cuando estuvieron más o menos contentos con el resultado final (les hubiera gustado adornar cada milímetro de casa, pero se conformaban), llegó el momento del descanso de los guerreros. Les acomodé a gustito porque soy así blandita y les rodeé de libros para que se relajaran. Qué estampa más bonita. Por cierto, que ahí siguen los libros también, dando vueltas por el salón, que no los quieren guardar ni a tiros porque siempre que les pregunto por el tema estaban A PUNTITO de ponerse a leerlos.

En fin, que no quiero ni pensar cómo va a acabar la casa cuando les den las vacaciones en el colegio. Miedo me da la guerra que vamos a tener para que recojan todo lo que van dejando por ahí.

Pero bueno, que lo importante es que ya estamos navideños al 100%.