Le propuse esgrima porque en el cole está subvencionada por el ayuntamiento y sale baratísima. Además, no tienes que comprar nada porque el equipo lo pone la Escuela Municipal de Esgrima. Y lo mejor de todo, la hacen durante el recreo del comedor, dos días a la semana, así que no hay que estar cuadrando horarios ni llevarle y traerle a ningún sitio. Buenos, lo mejor de todo es que le ha gustado mucho y nos habla de ella muy entusiasmado.
Pocos días antes de Navidad tuvo la competición de invierno y, a pesar que no nos venía muy bien porque ese finde nos íbamos a pasar unos días a Sevilla, le apuntamos igual porque le hacía muchísima ilusión. Qué no haces por los peques.
Nada más entrar ya nos olimos que eso iba a ser un caos de los buenos. Un montón de padres buscaban asiento sin saber por dónde andaría su churumbel, mientras los peques entrenaban en la pista. Yo me senté dónde mejor se me ocurrió y desde luego no fue un lugar privilegiado para ver a Iván que lo pusieron en el fondo del fondo. Aún así se le veía dar pasitos hacia adelante y hacia atrás florete en ristre y se le reconocía por las playeras. Una pena que haya padres tan poco respetuosos que te planten el culo delante para hablar con su hija durante toda la jornada haciendo oídos sordos a las protestas de los allí reunidos. Que tampoco se oía mucho porque el ruido era importante.
El caso es que moviéndome un poco y contorsionándome un mucho logré hacer algunas foticos saladas. Eso sí, no me enteraba de nada. No penséis que te iban explicando por un altavoz ni nada. Que va. Yo no sabía si lo estaban haciendo bien o mal ni quien iba ganando. Pero era bonito ver al chiquillo peleando con la espadita.
Al final se acercó donde estábamos sudando a mares el pobre, después de haber guardado el equipo, que la día siguiente teníamos que llevarlo a su clase. Estaba un poco mosqueado porque decía que los jueces no habían tenido en cuenta las malas posturas, ni los pasos ni nada. Que había un niño que incluso había corrido y no le habían dicho nada. Y yo asentía a todo lo que decía, aunque ni idea del tema. A mí me parecía que él se movía como lo ángeles, que os voy a contar de mi niño jajajaja.
Cuando acabaron todos los combates, les dieron una medalla a todos por haber participado, detalle que me pareció fabuloso porque así todos contentos, pero sigo sin saber si Iván lo hizo bien, mal o regular. Si está aprendiendo algo o jugando. Pero vamos, que yo mientras se lo pase bien...
Como broche final dieron una merienda a base de patatas fritas de todos los tipos que hizo que los niños se volvieran locos y se tiraran a degüello a por ella. Los padres ni nos acercamos. Al pobre Iván lo expulsaron de la mesa a empujones. Menos mal que su hermano le trajo pitanza, que él no le gana nadie consiguiendo los mejores trozos. Con la altura y planta que tiene lo tiene más fácil y no creo que hubiera muchos allí que se atrevieran a empujarlo.
En fin, que el pequeño estaba más feliz que una perdiz con su competición, pero su hermano y yo nos aburrimos todo el tiempo que él no compitió, es decir, el 80% del tiempo.
A ver si la fiebre del esgrima le dura más y el próximo año sigue yendo.
Un deporte original. Un beso
ResponderEliminarLa verdad que sí. Y muy barata. Lo tiene todo :)
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