Cuando una profesora de Iván me ofreció gusanos de seda me acordé de la Jirafita. Había leído en el blog de La Jirafa que los estaban criando para deleite de la pequeñina y que estaban aprendiendo muchísimas cosas. No me lo pensé dos veces y acepté encantada pensando en los beneficios que tendría la experiencia para Daniel: Aumentar la reponsabilidad, amor hacia los animales (incluidos bichejos), aprender sobre el ciclo de la vida y, lo mejor de todo, la ilusión que le iba a hacer cuidar de los gusanitos.
En un par de días me entregaron la caja de zapatos que les había facilitado con seis gusanitos dentro. Pensé que me iban a dar muchísimo asco, pero no fue así. Parecían oruguitas. Tampoco es que sean guapos, pero tienen un aspecto simpático. Si te fijas bien incluso distingues la pequeña boquita dando mordiscos ansiosos a su comida.
Nada más hacerme con ellos se los enseñé a Iván y a toda su clase con mucho cuidado para que no los aplastaran con su entusiasmo. Les llamó muchísimo la atención.
Cómo ya me esperaba Daniel se volcó con los gusanos en cuanto llegó. Se apoderó de la caja y se la llevaba con él a todas partes. Le encantaron.
Tuvimos un pequeño problema con las hojas de parra. ¡Que no sabíamos de dónde sacarlas! Pero un vecino maravilloso nos trajo un montón de su parcela. ¡Menos mal! Porque hubo un momento en el que pensé que morirían de hambre. A los peques les encanta ponerles las hojitas en la caja con lo que parece que viven en una selva. Estarán encantados con tanta pitanza después de la época de escasez.
Metimos las hojas de morera en el congelados porque así se conservan más frescas. O eso nos dijo el vecino.
Le hemos explicado que en poco más de un mes los gusanitos se convertirán en mariposas (mas parecidas a las polillas que a las de alas de preciosos colores, desgraciadamente) y está deseando que pase tan maravilloso fenómeno.
viernes, 31 de mayo de 2013
jueves, 30 de mayo de 2013
Para el calendario de cuenta atrás de las vacaciones ¡o gomets o perreta!
Nada, que no, que lo sellos no los quiere Daniel. Y lo que es mejor. Ivan ¡tampoco!
Resulta que se lo pasan pipa pegando gomets, así que habrá que rascarse el bolsillo.
Me he dado cuenta que esto de pegar circulitos, cuadraditos, estrellas y rectángulos viene genial para ejercitar la pinza digital famosa que luego vendrá de maravilla para que los peques cojan bien el bolígrafo, así que les estoy construyendo yo las pegatinas con etiquetas y así ahorro un poco a la par que practicamos postura dactilar.
Iván pega dónde le viene en gana y Daniel... pues Daniel también. Luego tiene que venir mami a recolocar y poner orden.
Resulta que se lo pasan pipa pegando gomets, así que habrá que rascarse el bolsillo.
Me he dado cuenta que esto de pegar circulitos, cuadraditos, estrellas y rectángulos viene genial para ejercitar la pinza digital famosa que luego vendrá de maravilla para que los peques cojan bien el bolígrafo, así que les estoy construyendo yo las pegatinas con etiquetas y así ahorro un poco a la par que practicamos postura dactilar.
Iván pega dónde le viene en gana y Daniel... pues Daniel también. Luego tiene que venir mami a recolocar y poner orden.
miércoles, 29 de mayo de 2013
El susto, la culpa y el materialismo
Todo empezó de la forma más inocente. Los niños se levantaron tontitos y la mamá irritable porque había pasado una noche especialmente mala. Iván toda la mañana pegado a mi pierna sin dejarme preparar las cosas para ir al cole, Daniel con "quiero esto y esto no" y buaaaaa buaaaaa. Resultado: una mami con muy poca paciencia.
A trancas y barrancas los bajo al portal y allí me la monta mi niño mayor porque he abierto yo la puerta y no él. He de decir que pesa bastante y no le resulta fácil tirar de ella. Aún sabiéndolo, salí con el pequeño y dejé dentro a Daniel para que la abriera él solito tal y como era su deseo.
Me encontré con Yoli y me puse a charlar con ella tranquilamente, cuando de repente un vecino abrió la puerta del portal y sacó a un niño hecho una mar de lágrimas. Era mi hijo que fue incapaz de tirar de la pesada puerta y creía que me había ido sin él. Se me encogió el corazoncito pensando en lo mal que me había portado con el chiquillo y lo llené de besos y abrazos para que se le fuera el susto. Con el mal trago no quería ir al cole ni separarse de mí, así que la profesora tuvo que entrarlo en volandas.
Con el peso de la culpa sobre mis espaldas llevé a Iván a la guardería y a la vuelta me paré en una tienda de todo a cien a comprarle al mayor dos figuritas de plástico que me parecieron excesivamente caras (Ironman y el Doctor Muerte) y al pequeño un juguetito que se agita y aplaude, porque él también tiene derecho a sus sorpresitas de vez en cuando.
Al bebé le encantó su juguetito y lo fue agitando todo el camino hacia el cole de su hermano. A Daniel le emocionaron sus muñequitos. Marta me dijo que la angustia se le había quitado en cuanto yo había desaparecido de su vista y que había pasado el día tan bien como siempre.
Mi niño mayor me puso ojitos de bambi y me pidió que le comprara otro muñequito. Le dije rotundamente que no. ¿No le valía con dos? "Porfi, porfi, porfi, mamiiiiiiii" Siguió intentandolo. "No y no insistas porque tampoco he traído dinero, así que nada" le solté muy satisfecha con mi razonamiento.
Cuando volvíamos a casa del parque, el peque se metió la mano en el bolsillo y sacó un céntimo extremadamente sucio. "Mami, he encontrado dinero. ¿A que ahora sí que me puedes comprar otro?" aseguró con una sonrisa de oreja a oreja. Le expliqué que eso era muy poco dinero y que no llegaba. La cara de desilusión me llegó al alma, así que al día siguiente tenía a Lobezno entre sus manitas. Soy demasiado blanda. Eso sí, ya le he advertido que es el último que le compro. Con culpa o sin culpa.
A trancas y barrancas los bajo al portal y allí me la monta mi niño mayor porque he abierto yo la puerta y no él. He de decir que pesa bastante y no le resulta fácil tirar de ella. Aún sabiéndolo, salí con el pequeño y dejé dentro a Daniel para que la abriera él solito tal y como era su deseo.
Me encontré con Yoli y me puse a charlar con ella tranquilamente, cuando de repente un vecino abrió la puerta del portal y sacó a un niño hecho una mar de lágrimas. Era mi hijo que fue incapaz de tirar de la pesada puerta y creía que me había ido sin él. Se me encogió el corazoncito pensando en lo mal que me había portado con el chiquillo y lo llené de besos y abrazos para que se le fuera el susto. Con el mal trago no quería ir al cole ni separarse de mí, así que la profesora tuvo que entrarlo en volandas.
Con el peso de la culpa sobre mis espaldas llevé a Iván a la guardería y a la vuelta me paré en una tienda de todo a cien a comprarle al mayor dos figuritas de plástico que me parecieron excesivamente caras (Ironman y el Doctor Muerte) y al pequeño un juguetito que se agita y aplaude, porque él también tiene derecho a sus sorpresitas de vez en cuando.
Al bebé le encantó su juguetito y lo fue agitando todo el camino hacia el cole de su hermano. A Daniel le emocionaron sus muñequitos. Marta me dijo que la angustia se le había quitado en cuanto yo había desaparecido de su vista y que había pasado el día tan bien como siempre.
Mi niño mayor me puso ojitos de bambi y me pidió que le comprara otro muñequito. Le dije rotundamente que no. ¿No le valía con dos? "Porfi, porfi, porfi, mamiiiiiiii" Siguió intentandolo. "No y no insistas porque tampoco he traído dinero, así que nada" le solté muy satisfecha con mi razonamiento.
Cuando volvíamos a casa del parque, el peque se metió la mano en el bolsillo y sacó un céntimo extremadamente sucio. "Mami, he encontrado dinero. ¿A que ahora sí que me puedes comprar otro?" aseguró con una sonrisa de oreja a oreja. Le expliqué que eso era muy poco dinero y que no llegaba. La cara de desilusión me llegó al alma, así que al día siguiente tenía a Lobezno entre sus manitas. Soy demasiado blanda. Eso sí, ya le he advertido que es el último que le compro. Con culpa o sin culpa.
martes, 28 de mayo de 2013
Una maqueta en honor al agua
En la guardería siempre tienen expuesto alguna maqueta chula en la entrada. El años pasado fue el bosque de noche y éste año han hecho una sobre el agua que les ha quedado preciosa. Por la cara que puso cuando la vió, Iván piensa lo mismo que yo.
El prado está salpicado por plantitas de mentira y de verdad que crecen por días, animales de plastilina, casitas de madera y una río encantador. Al fondo vemos montañas coronadas por nubes de tormenta y nieve. ¡Una monada! Los niños de este cole son unos artistas.
Seguro que a Daniel le va a encantar cuando la vea. A partir de junio sólo va a clase por la mañana y luego me acompañará a buscar a su hermano a la guardería. Entonces aprovecharemos para que saludo a sus antiguas profesoras y para admirar la maqueta del agua.
El prado está salpicado por plantitas de mentira y de verdad que crecen por días, animales de plastilina, casitas de madera y una río encantador. Al fondo vemos montañas coronadas por nubes de tormenta y nieve. ¡Una monada! Los niños de este cole son unos artistas.
Seguro que a Daniel le va a encantar cuando la vea. A partir de junio sólo va a clase por la mañana y luego me acompañará a buscar a su hermano a la guardería. Entonces aprovecharemos para que saludo a sus antiguas profesoras y para admirar la maqueta del agua.
lunes, 27 de mayo de 2013
El juego de las letras
En el blog de La Jirafa vi un juego muy educativo y muy a propósito para reforzar los conocimientos que ha aprendido en clase mi hijo mayor.
Es tan sencillo hacerlo que me puse manos a la obra enseguida. Cogí un folio y escribí el abecedario con letras muy grandes. Tuve que hacerlos dos veces porque siempre me saltaba alguna letra. Al final, le puse una etiqueta blanca para corregir mi último error y listo. Se ve que esto de no dormir está afectando seriamente a mis neuronas. Hice lo mismo con los números porque ya que nos ponemos... Esos los hice bien a la primera. ¡Menos mal! Ya hubiera sido demasiado.
Puse los folios en la nevera y su correspondiente letra o número en su lugar. Me sirvió para averiguar que mis retoños habían perdido unas cuantas. Pensé que motivaría al peque si le pedía que buscara por la casa la letras que faltan y así las recuperábamos todas. Me creí muy lista.
Cuando llegamos a casa después del cole invité a mis niños a jugar con las letras, los números y los folios. Accedieron encantados. Al principio yo les veía manipular los imanes a su antojo. De repente empezaron a volar por lo aires.
Les reñí y volví a poner todo en su lugar. Una par de letras más habian desaparecido. Nada más acabar de colocar la última letra llegó el bebé godzilla y lo tiró todo de un manotazo. Enfadada lo dí por perdido y me fui a dedicarme a mis labores.
Daniel recogió los folios del suelo y me pidió las pinturas con su cara más angelical.
"¿Para que las quieres?" le pregunté muy seria.
"Para dibujar letras" me aclaró.
"Pero no las dibujes en los folios del juego. Las reglas no son así" le pedí.
"Pero es que yo quieroooooooo" me exigió al borde de las lágrimas.
Entonces se me presentó una disyuntiva: ¿Dejo que dibuje las letras en mi plantilla y entonces tiramos por la borda eso de que tiene que aprender a seguir reglas sencillas, pero aprende las letras o le obligo a seguir las normas y no aprende las letras, pero aprende a seguir instrucciones?
Cómo ya estaba quemada con el comportamiento anterior le di las pinturas para que estuviera entretenido una rato y me dejara hacer mis cosas. Claro que venía a verme cada minuto a enseñarme su "O" y sus cruces a la vez que el pequeño se me agarraba insistentemente a la pierna, con lo que no me dejaron hacer nada.
Al menos ellos lo pasaron bien, aunque no sé si Daniel sacó algo en claro de todo esto. Más adelante lo volveré a intentar. Puedo usar las mismas plantillas, porque el peque se cansó pronto de pintar.
Es tan sencillo hacerlo que me puse manos a la obra enseguida. Cogí un folio y escribí el abecedario con letras muy grandes. Tuve que hacerlos dos veces porque siempre me saltaba alguna letra. Al final, le puse una etiqueta blanca para corregir mi último error y listo. Se ve que esto de no dormir está afectando seriamente a mis neuronas. Hice lo mismo con los números porque ya que nos ponemos... Esos los hice bien a la primera. ¡Menos mal! Ya hubiera sido demasiado.
Puse los folios en la nevera y su correspondiente letra o número en su lugar. Me sirvió para averiguar que mis retoños habían perdido unas cuantas. Pensé que motivaría al peque si le pedía que buscara por la casa la letras que faltan y así las recuperábamos todas. Me creí muy lista.
Cuando llegamos a casa después del cole invité a mis niños a jugar con las letras, los números y los folios. Accedieron encantados. Al principio yo les veía manipular los imanes a su antojo. De repente empezaron a volar por lo aires.
Les reñí y volví a poner todo en su lugar. Una par de letras más habian desaparecido. Nada más acabar de colocar la última letra llegó el bebé godzilla y lo tiró todo de un manotazo. Enfadada lo dí por perdido y me fui a dedicarme a mis labores.
Daniel recogió los folios del suelo y me pidió las pinturas con su cara más angelical.
"¿Para que las quieres?" le pregunté muy seria.
"Para dibujar letras" me aclaró.
"Pero no las dibujes en los folios del juego. Las reglas no son así" le pedí.
"Pero es que yo quieroooooooo" me exigió al borde de las lágrimas.
Entonces se me presentó una disyuntiva: ¿Dejo que dibuje las letras en mi plantilla y entonces tiramos por la borda eso de que tiene que aprender a seguir reglas sencillas, pero aprende las letras o le obligo a seguir las normas y no aprende las letras, pero aprende a seguir instrucciones?
Cómo ya estaba quemada con el comportamiento anterior le di las pinturas para que estuviera entretenido una rato y me dejara hacer mis cosas. Claro que venía a verme cada minuto a enseñarme su "O" y sus cruces a la vez que el pequeño se me agarraba insistentemente a la pierna, con lo que no me dejaron hacer nada.
Al menos ellos lo pasaron bien, aunque no sé si Daniel sacó algo en claro de todo esto. Más adelante lo volveré a intentar. Puedo usar las mismas plantillas, porque el peque se cansó pronto de pintar.
domingo, 26 de mayo de 2013
Siempre es papá
"¡¡¿¿¿Por qué no funciona el ordenadoooooor?!!! ¡¡¿¿Por quéeee??!!" Grito y me desespero mientras intento poner una serie de dibujos animados a mis hijos para tenerlos entretenidos un rato y poder hacer cosas importantes. "Esto ha sido tu padre." Aseguro categóricamente a Daniel "Seguro que se ha puesto a instalar no se qué y ha estropeado algo grrrr". Mi hijo mayor me mira sin decir nada y se conforma con lo que echan en ese momento en la tele.
"¿¿¿Dónde están tu playeras, Daniel????" Le pregunto al pequeñajo mientras las busco frenéticamente con los minutos contados para no llegar tarde al cole.
"No séeeee" me contesta alegremente mientras juega con unos coches.
"Dónde los habrá puesto tu padre" Me pregunto mientras pongo los ojos en blanco. "Ayer cuando te bañó las tendría que haber dejado en un lugar visible. ¡Este hombreeee...!"
"Lo siento, Daniel. Hoy no podemos ir al parque porque está lloviendo. ¿Ves cómo llueve?" le explico a mi primogénito que me mira caricontecido.
"Joooo. Papá tiene la culpa" Afirma enfadado.
"¿Papá? ¿Y qué tiene que ver tu padre con que llueva?" Le pregunto sorprendida.
"Todo es culpa suya, mami. Siempre es él".
¡Ups!
"¿¿¿Dónde están tu playeras, Daniel????" Le pregunto al pequeñajo mientras las busco frenéticamente con los minutos contados para no llegar tarde al cole.
"No séeeee" me contesta alegremente mientras juega con unos coches.
"Dónde los habrá puesto tu padre" Me pregunto mientras pongo los ojos en blanco. "Ayer cuando te bañó las tendría que haber dejado en un lugar visible. ¡Este hombreeee...!"
"Lo siento, Daniel. Hoy no podemos ir al parque porque está lloviendo. ¿Ves cómo llueve?" le explico a mi primogénito que me mira caricontecido.
"Joooo. Papá tiene la culpa" Afirma enfadado.
"¿Papá? ¿Y qué tiene que ver tu padre con que llueva?" Le pregunto sorprendida.
"Todo es culpa suya, mami. Siempre es él".
¡Ups!
sábado, 25 de mayo de 2013
El primer baño de espuma de Iván
Mi bebé suele ir muy contento al baño, pero hay veces que está demasiado entretenido con lo que tiene entre manos y no le hace gracia que su madre le arranque de dónde esté y lo lleve en volandas a la bañera.
En una de estas ocasiones decidí darle interés al asunto llenando el agua de espuma a ver si así se metía con más gusto. A Daniel le encantaban los baños de espuma a su edad, pero cada chiquillo es distinto y a Iván le horrorizó esa cosa blanca que surgía de repente del agua.
Tanto fue así que tuve que quitar la espuma con una espumadera para que no se encogiera de terror cada vez que lo intentaba meter en la bañera. Fue una misión imposible, pero afortunadamente accedió a bañarse cuando ya sólo quedaba una fina capa blanca. Alzaba su manita espumosa y gritaba "Ayyyyyy" mientras me miraba con cara de asco.
Cuando parecía que no había remedio para su situación le cogió gusto a la espumita y empezó a golpear el agua con los juguetes para que apareciera más. Incluso intentó comérsela ante mis gritos de "¡Ni se te ocurra! Con estos niños nunca se sabe. Ahora quiero, ahora no quiero.
Mientras tanto, Daniel descubrió el filón de espuma que había dejado yo en el bidé y me pidió permiso para jugar. Después de ver la charca en la que me estaba convirtiendo el baño su hermano pequeño ni vi inconveniente. De todas formas iba a tener que pasar el mocho.
En una de estas ocasiones decidí darle interés al asunto llenando el agua de espuma a ver si así se metía con más gusto. A Daniel le encantaban los baños de espuma a su edad, pero cada chiquillo es distinto y a Iván le horrorizó esa cosa blanca que surgía de repente del agua.
Tanto fue así que tuve que quitar la espuma con una espumadera para que no se encogiera de terror cada vez que lo intentaba meter en la bañera. Fue una misión imposible, pero afortunadamente accedió a bañarse cuando ya sólo quedaba una fina capa blanca. Alzaba su manita espumosa y gritaba "Ayyyyyy" mientras me miraba con cara de asco.
Cuando parecía que no había remedio para su situación le cogió gusto a la espumita y empezó a golpear el agua con los juguetes para que apareciera más. Incluso intentó comérsela ante mis gritos de "¡Ni se te ocurra! Con estos niños nunca se sabe. Ahora quiero, ahora no quiero.
Mientras tanto, Daniel descubrió el filón de espuma que había dejado yo en el bidé y me pidió permiso para jugar. Después de ver la charca en la que me estaba convirtiendo el baño su hermano pequeño ni vi inconveniente. De todas formas iba a tener que pasar el mocho.
viernes, 24 de mayo de 2013
Superhéroes en rollos de papel higiénico y en huevitos
Cuando leí el post de La nave de V sobre cómo remodelar tus tubos de rollo de papel higiénico para que te queden flamantes superhéroes con múltiples usos se lo enseñé al instante a mi marido. A los dos nos encantó la idea y nos quedamos impresionados con el arte del Padre de la criatura. Hay que ver cómo dibuja de bien el papá de V. Es un artista.
A Raúl se le ocurrió una variación usando los diseños de La nave de V. Se podían pegar las caras de superhéroes y supervillanos en los huevos donde viene el juguete de los Kinder sorpresa, ponerles peso en su base y tener unos minitentetiesos.
No tardé mucho en poner en práctica su idea y la de la mamá de V. Utilicé pegatinas de etiquetas para imprimir las caritas y plastilina para poner el peso en la base de los huevitos. Quedaron muy monos. Cómo Daniel estaba ansioso por hacer sus propios superhérores no pude recopilar más que tres tubos de papel higiénico. Encima la impresora se puso en mi contra y logré imprimir tres caras con mucho esfuerzo, así que el peque no pudo elegir, pero no le importó. Se pus a poner pegamento con ahinco y a pasarme a los superhéroes para que los colocara yo en el rollo.
"Cuando papá arregle la impresora hacemos más ¿Eeeeeh?" Me pidió categóricamente alzando su dedito. Estuvo jugando un buen rato con las creaciones hasta que su hermano vino a reclamar mi presencia a base de gestos y berridos. Entonces cogió unas tijeras infantiles y poniéndome ojos tiernos me preguntó si podía destrozarlo. Rotundamente ¡no! Salvé a los superhéroes y los coloqué en una de mis desastrosas estanterías (poco cabe ya en ellas) para que sirvieran de adorno.
Daniel torció el gesto, pero logré convencerlo para que jugáramos los tres a encestar pelotas en los cestos de guardar juguetes.
A Raúl se le ocurrió una variación usando los diseños de La nave de V. Se podían pegar las caras de superhéroes y supervillanos en los huevos donde viene el juguete de los Kinder sorpresa, ponerles peso en su base y tener unos minitentetiesos.
No tardé mucho en poner en práctica su idea y la de la mamá de V. Utilicé pegatinas de etiquetas para imprimir las caritas y plastilina para poner el peso en la base de los huevitos. Quedaron muy monos. Cómo Daniel estaba ansioso por hacer sus propios superhérores no pude recopilar más que tres tubos de papel higiénico. Encima la impresora se puso en mi contra y logré imprimir tres caras con mucho esfuerzo, así que el peque no pudo elegir, pero no le importó. Se pus a poner pegamento con ahinco y a pasarme a los superhéroes para que los colocara yo en el rollo.
"Cuando papá arregle la impresora hacemos más ¿Eeeeeh?" Me pidió categóricamente alzando su dedito. Estuvo jugando un buen rato con las creaciones hasta que su hermano vino a reclamar mi presencia a base de gestos y berridos. Entonces cogió unas tijeras infantiles y poniéndome ojos tiernos me preguntó si podía destrozarlo. Rotundamente ¡no! Salvé a los superhéroes y los coloqué en una de mis desastrosas estanterías (poco cabe ya en ellas) para que sirvieran de adorno.
Daniel torció el gesto, pero logré convencerlo para que jugáramos los tres a encestar pelotas en los cestos de guardar juguetes.
jueves, 23 de mayo de 2013
Conversaciones con Daniel
"Mamiiii, Juan me pega en el recreo" Me soltó mi primogénito de camino al cole.
"¿Y tú no le pegas? ¡Con lo suelta que tienes la mano!" le respondí resuelta.
"Yo no, mamiiiii" aseguró con su cara más angelical "Se lo digo a Marta"
"¿Y Marta que hace?" Le interrogué con curiosidad.
"Le castiga" afirmó muy serio, "Le dice: ¡Siéntate en la escalera! Y le sienta en la escalera"
"Muy bien cariño" le felicito admirada de su buen proceder, "Lo haces muy bien"
"Es que necesito que me des una cuchillo de la cocina" Cambia de tema de repente.
"¿Para qué?" Para nada bueno seguro.
"Para cortarle la cabeza a Juan" No, si ya lo sabía yo...
"¡Pero eso no se hace! Está muy mal" Le regaño.
"Pero mami, las Tortugas Ninja lo hacen" me justifica.
"Las Tortugas Ninjas sólo le cortan la cabeza a los robots" Le sigo el juego no sé ni por qué.
"¡Y a los niños malos!" asegura categorico.
"No señor" le rebato "A los niños malos se les lleva a un lugar a enseñarles a ser buenos. No se les corta la cabeza". Mi niño arruga el ceño un rato. Cuando lo desarruga vuelve a la carga.
"Pues como soy malvado voy a conquistar el mundo en el recreo" vuelve a cambiar de tema. Supongo que piensa que si conquista el mundo podrá ordenarme que le dé el cuchillo de cocina y que yo le haré caso.
"¿Y cómo vas a hacer eso? ¿Tienes un plan malvado?" Seguro que sí que lo tiene.
"Voy a usar bolas de fuego ja ja ja jaaaaa" Risa malvada donde las haya.
"Pues cuidado no te vayas a quemar con las bolas de fuego" Me mira como si fuera tonta y me dice.
"Mamáaaaaa. Si es de mentiraaaaa..." Pone los ojos en blanco y se mete en su clase sin mirar atrás ni una sola vez.
Me siento un poco estúpida y anoto mentalmente "Las Tortugas Ninja prohibidas ad eternum".
"¿Y tú no le pegas? ¡Con lo suelta que tienes la mano!" le respondí resuelta.
"Yo no, mamiiiii" aseguró con su cara más angelical "Se lo digo a Marta"
"¿Y Marta que hace?" Le interrogué con curiosidad.
"Le castiga" afirmó muy serio, "Le dice: ¡Siéntate en la escalera! Y le sienta en la escalera"
"Muy bien cariño" le felicito admirada de su buen proceder, "Lo haces muy bien"
"Es que necesito que me des una cuchillo de la cocina" Cambia de tema de repente.
"¿Para qué?" Para nada bueno seguro.
"Para cortarle la cabeza a Juan" No, si ya lo sabía yo...
"¡Pero eso no se hace! Está muy mal" Le regaño.
"Pero mami, las Tortugas Ninja lo hacen" me justifica.
"Las Tortugas Ninjas sólo le cortan la cabeza a los robots" Le sigo el juego no sé ni por qué.
"¡Y a los niños malos!" asegura categorico.
"No señor" le rebato "A los niños malos se les lleva a un lugar a enseñarles a ser buenos. No se les corta la cabeza". Mi niño arruga el ceño un rato. Cuando lo desarruga vuelve a la carga.
"Pues como soy malvado voy a conquistar el mundo en el recreo" vuelve a cambiar de tema. Supongo que piensa que si conquista el mundo podrá ordenarme que le dé el cuchillo de cocina y que yo le haré caso.
"¿Y cómo vas a hacer eso? ¿Tienes un plan malvado?" Seguro que sí que lo tiene.
"Voy a usar bolas de fuego ja ja ja jaaaaa" Risa malvada donde las haya.
"Pues cuidado no te vayas a quemar con las bolas de fuego" Me mira como si fuera tonta y me dice.
"Mamáaaaaa. Si es de mentiraaaaa..." Pone los ojos en blanco y se mete en su clase sin mirar atrás ni una sola vez.
Me siento un poco estúpida y anoto mentalmente "Las Tortugas Ninja prohibidas ad eternum".
miércoles, 22 de mayo de 2013
Comienza la cuenta atrás
Tanto me la lió Daniel con que no quería ir al cole y tanto lloró que acabé haciéndole un calendario para contar los días que faltan para las vacaciones a todo correr. Así quedó de cutre, pero a él le encantó. Al principio le dije que pegara gomets, pero quedan tantos días que me voy a gastar un pastón en las dichosas pegatinitas y he terminado por ponerle su juego de sellos en las manos para que marque los días que van pasando con tinta. Mucho más económico, donde va a parar...
martes, 21 de mayo de 2013
Recogiendo los juguetes por colores
"Danieeeeel, recoge los juguetes" repetí a mi niño mayor por centésima vez.
"Que no pueeedo. Stoy ocupaaaado" me respondió sin pestañear.
"Bueno, pues vamos a hacer una cosa" Se me ocurrió de repente, "¿Qué te parece si recoges tú los juguetes azules y yo los rojos y quien termine antes gana?" Mano de santo. ¡Vaya si recogía el pequeñajo! A la velocidad de la luz. Eso sí. Sólo los azules. Y cuando ganó (le dejé ganar por motivarle) ya no hubo manera de que recogiera los verdes él y yo los amarillos. Aún así me conformaba con lo que había conseguido.
Al día siguiente oí que si padre le conminaba a recoger sin éxito y le conté mi treta. No sé si la pondría en práctica o no porque se me olvidó preguntar. Cuando me tocó otra vez a mí sí que repetí el truco, pero no dio resultado. Así que acabó recogiendo con el morro torcido como el noventa por ciento de las veces.
Días después le propuse el juego de recoger por colores otra vez y volvió a funcionar. Le encantó competir a ver quien recogía antes su color.
Supongo que depende de cómo le pilles.
"Que no pueeedo. Stoy ocupaaaado" me respondió sin pestañear.
"Bueno, pues vamos a hacer una cosa" Se me ocurrió de repente, "¿Qué te parece si recoges tú los juguetes azules y yo los rojos y quien termine antes gana?" Mano de santo. ¡Vaya si recogía el pequeñajo! A la velocidad de la luz. Eso sí. Sólo los azules. Y cuando ganó (le dejé ganar por motivarle) ya no hubo manera de que recogiera los verdes él y yo los amarillos. Aún así me conformaba con lo que había conseguido.
Al día siguiente oí que si padre le conminaba a recoger sin éxito y le conté mi treta. No sé si la pondría en práctica o no porque se me olvidó preguntar. Cuando me tocó otra vez a mí sí que repetí el truco, pero no dio resultado. Así que acabó recogiendo con el morro torcido como el noventa por ciento de las veces.
Días después le propuse el juego de recoger por colores otra vez y volvió a funcionar. Le encantó competir a ver quien recogía antes su color.
Supongo que depende de cómo le pilles.
lunes, 20 de mayo de 2013
El tiempo se equivoca
Nos liamos la manta a la cabeza y decidimos irnos después de todo. Menos mal, porque la predicción del tiempo había exagerado mucho. En realidad, no llovió tanto y pudimos estar en la calle todo lo que quisimos. Paseamos, vimos muchísimas motos porque había una convención de motoristas (incluso Daniel y Raúl llegaron a ver un espectáculo a dos ruedas), cogimos un caracol para deleite del bebé, disfrutamos de los columpios, del río, Iván ejercitó su psicomotricidad con los cojines del sofá y… lo que no hacemos casi nunca, tuvimos algo de tiempo en pareja. El sábado los papis nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos a tomar una par de cervezas y a dar un romántico paseo nocturno gracias a la ayuda de las abuelas, que no dudaron en hacerse cargo de la tropa infantil.
Ese mismo día por la tarde nos granizó un poco volviendo hacia la casa, pero, lejos de amargarnos el día, se lo alegró a los peques que se empeñaban en coger los pequeños granizos con sus manitas. ¡Lo que nos costó que se pusieran a cubierto!
Entre las tormentas inexistentes con la que nos amenazaban los meteorólogos en el puente mayo y las lluvias sin fin que al final no cayeron de este fin de semana voy a tener que empezar a no hacerles caso y que sea lo que dios quiera.
Picozapato en el cole
Imagen cogida de la web de la compañía de teatro Tropos |
Poco después de llegar al cole, los peques fueron al gimnasio y allí se encontraron con Picozapato, un ave con el pico en forma de zapato, como su propio nombre indica, que vive feliz en su laguna. De repente un día, se despierta y se encuentra en un lugar desconocido. Ha sido capturado y tiene que intentar escapar.
Todo esto me lo contó el peque con más o menos detalles, pero cuando le pregunté si Picozapato lograba al fin llegar a su hogar de nuevo me contestó "No sé". "¿Te perdiste el final de la obra? le interrogué. "Noooooo" contestó indignado, "La vi tooooda, tooooda. Es que no me acuerdo". Habrá que suponer el final feliz de la historia, porque no he conseguido que se acuerde del destino de tan entrañable protagonista.
domingo, 19 de mayo de 2013
La crisis y el bicho
Daniel se empeñó tanto en hacer una receta de su querido libro (qué pena que lo tengamos que devolver pronto a la biblioteca), que me lo llevé al hipermercado a comprar los ingredientes. Cuando volvíamos de nuestra labor pasamos frente a un stand en el que venden vehículo teledirigidos. Que no le hubiera llamado la atención al peque hubiera sido un milagro, así que hicimos una alto en el camino para admirar coches, helicópteros, robots y demás artilugios. Mirando el expositor me fijé en un muñeco android que iba a cuerda y me encapriché en adquirirlo para Raúl, que le molan mucho estas cosas.
Se lo pedí al dependiente, pero caricontecido me aseguró que no le quedaban. Compungida le pregunté insistente si le vendrían más y me aseguró que no, porque iban a cerrar el stand por falta de ventas. Muy simpático el chico se ofreció a regalarme el del expositor, pero estaba pegado con pegamento de ese imposible de despegar y no puso ser, así que cogió un bicho que estaba al lado y se lo dio a mi hijo sin pensárselo dos veces. El muñeco android costaba tres euros y el bicho ocho. Me quedé atónita y le di las gracias profusamente.
Daniel estaba encantado con su regalo. Paraba a todo el mundo para enseñarselo. "Mira que bicho más feo" soltaba de repente a cualquiera que pasara por su lado, "pero es simpático" agregaba rápidamente. A la gente le hacía mucha gracia.
A Raúl le gustó el bicho casi tanto como si hubiera sido el robot de Android. No tardó mucho en ponerle pilas. El robotito andaba si le tocabas el cable trasero y se paraba si le tocabas las antenas. ¡Que pena que las pilas estuvieran usadas! (Las cogió de una lamparita) y la diversión durara tan poco. Toca comprar más pilas.
Se lo pedí al dependiente, pero caricontecido me aseguró que no le quedaban. Compungida le pregunté insistente si le vendrían más y me aseguró que no, porque iban a cerrar el stand por falta de ventas. Muy simpático el chico se ofreció a regalarme el del expositor, pero estaba pegado con pegamento de ese imposible de despegar y no puso ser, así que cogió un bicho que estaba al lado y se lo dio a mi hijo sin pensárselo dos veces. El muñeco android costaba tres euros y el bicho ocho. Me quedé atónita y le di las gracias profusamente.
Daniel estaba encantado con su regalo. Paraba a todo el mundo para enseñarselo. "Mira que bicho más feo" soltaba de repente a cualquiera que pasara por su lado, "pero es simpático" agregaba rápidamente. A la gente le hacía mucha gracia.
A Raúl le gustó el bicho casi tanto como si hubiera sido el robot de Android. No tardó mucho en ponerle pilas. El robotito andaba si le tocabas el cable trasero y se paraba si le tocabas las antenas. ¡Que pena que las pilas estuvieran usadas! (Las cogió de una lamparita) y la diversión durara tan poco. Toca comprar más pilas.
sábado, 18 de mayo de 2013
El libro de cocina de la biblioteca
Daniel se ha acostumbrado a que mami le busque los libros en las bibliotecas. Mal por mí, porque le vuelvo un vago, pero es que siempre le acierto y suelo tardar pocos segundos en localizar algo interesante. Él puede estar horas rebuscando y no encontrar nada.
Cuando el libro "Cocinar sin mamá" cayó en mis manos supe que era perfecto para mi peque. Con lo que le gusta a él enredar con los ingredientes. Se lo enseñé y lo cogió entusiasmado. Ese mismo día tuvimos que ir a casa corriendo para empezar a cocinar. No tenía los ingredientes de ninguna de las recetas, pero pudimos apañarnos para hacer unos caramelos de menta, sólo que fueron de vainilla porque el jarabe con sabor del que hablaban no sabía ni dónde lo podían vender. Fue un fracaso total. Bueno, total no, porque a Daniel le encantó la masa pringosa azucarada que resultó de nuestro intento.
El segundo día también tocó correr hacia la cocina de casa nada más salir del cole. Las trufas nos salieron muy ricas, aunque con consistencia bastante blanda. Lo mejor fue cuando entre él y su hermano dieron buena cuenta de los restos de nata y chocolate. Cómo el libro dice que después de cocinar toca limpiar debieron pensar que hacerlo a fuerza de lengua era lo más indicado. El jabón y el agua lo dejaron para mamá.
También se empeñó en hacer unos bocadillos muy sencillos de jamón de york y pan de molde con forma redonda ensartados en un pincho. Se lo merendó muy ilusionado con su creación. Mientras cocinábamos Iván la liaba abriendo cajones y armarios y sacando lo que no debía. Confieso que me estresé bastante con la situación.
El tercer día, mi primogénito tampoco podía esperar a ponerle la mano encima a los ingredientes, pero mami se plantó. Iván necesitaba parque, aire fresco, jugar... Me costó una gran perreta del mayor, pero conseguí llegar a los columpios. Intentó amargarme la velada con todas sus fuerzas, pero sé que se lo pasó bien jugando con sus compañeros de clase. El bebé agradeció mucho cambiar la cocina de casa por el castillito. No estuvimos mucho porque tampoco quería dejar a Daniel sin su receta diaria. A poco estuvo de quedarse sin ella por mal comportamiento. No sé que les pasa a estos chiquillos, pero siguen la mar de irritables.
Por fin tuvo su adorado libro delante de las narices y comenzamos a hacer el batido de vainilla. Le dimos el toque final tras la cena porque una vez le pusiéramos el helado habría que comerlo inmediatamente y era ya demasiado tarde para merendar. Así que lo dejamos para el postre. Nos encantó a todos.
El fin de semana el peque nos deleitó con las Fresas con nieve de Isabel. A él no le gustó nada, pero los papás nos chupamos los dedos y le hemos pedido que lo repita.
Lo cierto es que el libro es una maravilla porque recoge recetas muy sencillitas y muy ricas que pueden hacer los peques sin peligro. Todos los pasos están ilustrados por dibujos muy explicativos. Estoy intentando conseguirlo, pero no es fácil. Es de 1980. Los datos son "La cocina sin mamá" Sacha de Frisching. Editorial Everest.
Aquí os dejo las que hemos hecho, menos la de los caramelos, que no salió.
Trufas de Tomás: Se echan doce cucharadas de chocolate instantáneo (nosotros usamos Cola Cao) en un bol, se añaden tres cucharadas de mantequilla y una de nata fresca, se amasa la mezcla, se hacen bolitas (en nuestro caso pegotones, porque la masa no era lo suficientemente consistente), se colocan en una plato y se les pone más chocolate instantáneo por encima a modo de adorno.
Bocadillo sol de Susana: Se recortan todos los círculos posibles en las lonchas de jamón de york y las rebanadas de pan de molde con un vaso pequeño, se pone mantequilla en el pan y se atraviesa con el pincho. Una rebanada, una loncha de york, una rebanada, una loncha de york... Y así hasta que se te acaben. Yo no le facilité la mantequilla al chiquillo para evitar más desastres. No queráis saber cómo quedó la cocina.
Batido de vainilla de Miguel: Se machaca un plátano con un tenedor en una jarra, se añade una cucharada de azúcar, se echa medio vaso de leche y se mezcla con las varillas (batidora, thermomix... Nosotros usamos las varillas porque le apetecía al niño). Se echa la mezcla en vasos y se añade una bola de helado de vainilla (de vainilla, chocolate y nata pusimos nosotros y quedó buenísimo). Por último se ralla chocolate por encima de los vasos (Nosotros echamos topping de chocolate).
Fresas con nieve de Isabel: Se le quitan los rabos a quince fresas, se machacan con un tenedor en un bol, se añaden tres cucharadas de azúcar, se baten dos claras a punto de nieve y se mezclan con las fresas, se echan en vasitos y se meten al frigorífico una hora.
Panecitos de Pedro: Se coge una barra de pan, se cortan las extremidades, se quita la miga, quedando un tubo de corteza hueco, se rellena de paté, se corta en rebanadas y quedan unos círculos de pan rellenos con paté muy chulos. Nosotros lo calentamos un poco en el micro y quedarón buenísimos.
Dátiles y ciruelas pasas de virginia: En un bol se mojan ocho ciruelas pasas. Se abren los dátiles y las ciruelas y se les quita el hueso, con una cucharilla se rellenan con petit suisse naturales. Nosotros sólo lo hicimos con dátiles, porque no teníamos ciruelas.
Tomates mimosa de Teresa: Se cortan los tomates en dos, se les quita la pulpa, se rellena de queso fresco, se sazona con sal y pimienta. Se corta un huevo duro en trocitos pequeños, se pone encima y se adorna con perejil. El perejil no lo pusimos porque Daniel no quiso.
Espuma de chocolate de María Ángeles: Se baten claras a punto de nieve y se reserva la yema. Se mezclan las yemas con petit suisse natuales y nata fresca en otro bol, a esta mezcla se le añaden dos cucharadas de azúcar glas y dos de chocolate instantáneo (En nuestro caso Cola Cao). Se bate la mezcla con las varillas, se añaden las claras a punto de nieve, se vierte en los vasitos y se mete al congelador diez minutos.
Carlota rusa de Cristina: Se pone una cucharada de chocolate instantáneo (Cola Cao) en un plato con leche, se remueve (nosotros tuvimos que calentar la leche para que se disolviera bien), se mojan ocho bizcochos en la leche (O los que sean que cubra el recipiente en e que se vayan a poner). Se colocan en el recipiente, se cubre con mermelada de albaricoque (sólo tenía de ciruela), se cubre con nata fresca y vuelta a empezar aunque a nosotros la nata sólo nos dió para una capa. Sobre la capa de nata final se ponen gajos de mandarinas, aunque nosotros pusimos pera. Se mete una hora a la nevera.
Pimiento relleno de Felipe: Se corta la parte de arriba de un pimiento, se quitan las pepitas. En un bol se machaca atún con un tenedor, se añade nata fresca, dos cucharadas de ketchup, sal y pimienta. Se mezcla todo y se echa dentro del pimiento. Se mete una hora en la nevera. Se sirve con patatas fritas que mojaremos en la mezcla.
Cuando el libro "Cocinar sin mamá" cayó en mis manos supe que era perfecto para mi peque. Con lo que le gusta a él enredar con los ingredientes. Se lo enseñé y lo cogió entusiasmado. Ese mismo día tuvimos que ir a casa corriendo para empezar a cocinar. No tenía los ingredientes de ninguna de las recetas, pero pudimos apañarnos para hacer unos caramelos de menta, sólo que fueron de vainilla porque el jarabe con sabor del que hablaban no sabía ni dónde lo podían vender. Fue un fracaso total. Bueno, total no, porque a Daniel le encantó la masa pringosa azucarada que resultó de nuestro intento.
El segundo día también tocó correr hacia la cocina de casa nada más salir del cole. Las trufas nos salieron muy ricas, aunque con consistencia bastante blanda. Lo mejor fue cuando entre él y su hermano dieron buena cuenta de los restos de nata y chocolate. Cómo el libro dice que después de cocinar toca limpiar debieron pensar que hacerlo a fuerza de lengua era lo más indicado. El jabón y el agua lo dejaron para mamá.
También se empeñó en hacer unos bocadillos muy sencillos de jamón de york y pan de molde con forma redonda ensartados en un pincho. Se lo merendó muy ilusionado con su creación. Mientras cocinábamos Iván la liaba abriendo cajones y armarios y sacando lo que no debía. Confieso que me estresé bastante con la situación.
El tercer día, mi primogénito tampoco podía esperar a ponerle la mano encima a los ingredientes, pero mami se plantó. Iván necesitaba parque, aire fresco, jugar... Me costó una gran perreta del mayor, pero conseguí llegar a los columpios. Intentó amargarme la velada con todas sus fuerzas, pero sé que se lo pasó bien jugando con sus compañeros de clase. El bebé agradeció mucho cambiar la cocina de casa por el castillito. No estuvimos mucho porque tampoco quería dejar a Daniel sin su receta diaria. A poco estuvo de quedarse sin ella por mal comportamiento. No sé que les pasa a estos chiquillos, pero siguen la mar de irritables.
Por fin tuvo su adorado libro delante de las narices y comenzamos a hacer el batido de vainilla. Le dimos el toque final tras la cena porque una vez le pusiéramos el helado habría que comerlo inmediatamente y era ya demasiado tarde para merendar. Así que lo dejamos para el postre. Nos encantó a todos.
El fin de semana el peque nos deleitó con las Fresas con nieve de Isabel. A él no le gustó nada, pero los papás nos chupamos los dedos y le hemos pedido que lo repita.
Lo cierto es que el libro es una maravilla porque recoge recetas muy sencillitas y muy ricas que pueden hacer los peques sin peligro. Todos los pasos están ilustrados por dibujos muy explicativos. Estoy intentando conseguirlo, pero no es fácil. Es de 1980. Los datos son "La cocina sin mamá" Sacha de Frisching. Editorial Everest.
Aquí os dejo las que hemos hecho, menos la de los caramelos, que no salió.
Trufas de Tomás: Se echan doce cucharadas de chocolate instantáneo (nosotros usamos Cola Cao) en un bol, se añaden tres cucharadas de mantequilla y una de nata fresca, se amasa la mezcla, se hacen bolitas (en nuestro caso pegotones, porque la masa no era lo suficientemente consistente), se colocan en una plato y se les pone más chocolate instantáneo por encima a modo de adorno.
Bocadillo sol de Susana: Se recortan todos los círculos posibles en las lonchas de jamón de york y las rebanadas de pan de molde con un vaso pequeño, se pone mantequilla en el pan y se atraviesa con el pincho. Una rebanada, una loncha de york, una rebanada, una loncha de york... Y así hasta que se te acaben. Yo no le facilité la mantequilla al chiquillo para evitar más desastres. No queráis saber cómo quedó la cocina.
Batido de vainilla de Miguel: Se machaca un plátano con un tenedor en una jarra, se añade una cucharada de azúcar, se echa medio vaso de leche y se mezcla con las varillas (batidora, thermomix... Nosotros usamos las varillas porque le apetecía al niño). Se echa la mezcla en vasos y se añade una bola de helado de vainilla (de vainilla, chocolate y nata pusimos nosotros y quedó buenísimo). Por último se ralla chocolate por encima de los vasos (Nosotros echamos topping de chocolate).
Fresas con nieve de Isabel: Se le quitan los rabos a quince fresas, se machacan con un tenedor en un bol, se añaden tres cucharadas de azúcar, se baten dos claras a punto de nieve y se mezclan con las fresas, se echan en vasitos y se meten al frigorífico una hora.
Panecitos de Pedro: Se coge una barra de pan, se cortan las extremidades, se quita la miga, quedando un tubo de corteza hueco, se rellena de paté, se corta en rebanadas y quedan unos círculos de pan rellenos con paté muy chulos. Nosotros lo calentamos un poco en el micro y quedarón buenísimos.
Dátiles y ciruelas pasas de virginia: En un bol se mojan ocho ciruelas pasas. Se abren los dátiles y las ciruelas y se les quita el hueso, con una cucharilla se rellenan con petit suisse naturales. Nosotros sólo lo hicimos con dátiles, porque no teníamos ciruelas.
Tomates mimosa de Teresa: Se cortan los tomates en dos, se les quita la pulpa, se rellena de queso fresco, se sazona con sal y pimienta. Se corta un huevo duro en trocitos pequeños, se pone encima y se adorna con perejil. El perejil no lo pusimos porque Daniel no quiso.
Espuma de chocolate de María Ángeles: Se baten claras a punto de nieve y se reserva la yema. Se mezclan las yemas con petit suisse natuales y nata fresca en otro bol, a esta mezcla se le añaden dos cucharadas de azúcar glas y dos de chocolate instantáneo (En nuestro caso Cola Cao). Se bate la mezcla con las varillas, se añaden las claras a punto de nieve, se vierte en los vasitos y se mete al congelador diez minutos.
Carlota rusa de Cristina: Se pone una cucharada de chocolate instantáneo (Cola Cao) en un plato con leche, se remueve (nosotros tuvimos que calentar la leche para que se disolviera bien), se mojan ocho bizcochos en la leche (O los que sean que cubra el recipiente en e que se vayan a poner). Se colocan en el recipiente, se cubre con mermelada de albaricoque (sólo tenía de ciruela), se cubre con nata fresca y vuelta a empezar aunque a nosotros la nata sólo nos dió para una capa. Sobre la capa de nata final se ponen gajos de mandarinas, aunque nosotros pusimos pera. Se mete una hora a la nevera.
Pimiento relleno de Felipe: Se corta la parte de arriba de un pimiento, se quitan las pepitas. En un bol se machaca atún con un tenedor, se añade nata fresca, dos cucharadas de ketchup, sal y pimienta. Se mezcla todo y se echa dentro del pimiento. Se mete una hora en la nevera. Se sirve con patatas fritas que mojaremos en la mezcla.
viernes, 17 de mayo de 2013
Premio Ferny
Bielmum de Cómo crecí con vosotros se ha acordado de mí para un premio muy felino y con nombre propio. Nada menos que el popular y archiconocido en la blogoesfera por sus riñas amorosas, sus escarceos, sus peleas macarras y su alta cuna Ferny es el protagonista de tan ilustre premio.
Cómo crecí con vosotros es un blog muy tierno de una madre que adora a sus dos retoños y todo lo que rodea al mundo de la maternidad. Bielmum es una mamá maravillosa que disfruta cada segundo con su familia y comparte sus conocimientos con el que quiera visitar su espacio personal, lleno de vivencias y consejos.
Y qué decir de Ferny y de su Turkish Angora World, que es un poeta rimando títulos, que adora a su querida hermana perfidita que se halla convalesciente en estos momentos, que escribe de forma irreverente, que su estilo narrativo en el blog es el de un marqués (porque se lo corrige su mamita), pero comenta ejem ejem con un lenguaje poco propio de su alta alcurnia, que... ejem, ejem de nuevo... lo acabo de conocer a pesar de lo mucho que se habla de él en el mundillo blog... Pero que ya lo tengo fichado en mi lista de blogs imprescindibles.
El premio viene con penitencia. Nada menos que 20 preguntitas. ¡Allá voy!
1- ¿Qué es lo que más te gusta de Ferny?
Cómo crecí con vosotros es un blog muy tierno de una madre que adora a sus dos retoños y todo lo que rodea al mundo de la maternidad. Bielmum es una mamá maravillosa que disfruta cada segundo con su familia y comparte sus conocimientos con el que quiera visitar su espacio personal, lleno de vivencias y consejos.
Y qué decir de Ferny y de su Turkish Angora World, que es un poeta rimando títulos, que adora a su querida hermana perfidita que se halla convalesciente en estos momentos, que escribe de forma irreverente, que su estilo narrativo en el blog es el de un marqués (porque se lo corrige su mamita), pero comenta ejem ejem con un lenguaje poco propio de su alta alcurnia, que... ejem, ejem de nuevo... lo acabo de conocer a pesar de lo mucho que se habla de él en el mundillo blog... Pero que ya lo tengo fichado en mi lista de blogs imprescindibles.
El premio viene con penitencia. Nada menos que 20 preguntitas. ¡Allá voy!
1- ¿Qué es lo que más te gusta de Ferny?
Su hermosa capa de pelo.
2- ¿Qué es lo que menos te gusta de Ferny?
3- Sigues el blog Turkish Angora World?
2- ¿Qué es lo que menos te gusta de Ferny?
Que sea tan malote.
3- Sigues el blog Turkish Angora World?
Ahora sí.
4- ¿Gato o perro?
18- ¿Por qué hay tantos siameses bizcos?
4- ¿Gato o perro?
¿Por qué elegir? Cada uno tiene sus cosas buenas y malas. También depende de la personalidad de cada animal.
5- ¿Cuál es el viaje más largo que has realizado con un gato?
5- ¿Cuál es el viaje más largo que has realizado con un gato?
Al veterinario :S
6- ¿De qué color es tu habitación?
6- ¿De qué color es tu habitación?
Blanca.
7- ¿Prefieres los sanitarios blancos o de colores?
7- ¿Prefieres los sanitarios blancos o de colores?
El color me da igual, pero rabio por tener esos que no llegan hasta el suelo. Qué suelos más brillantes tendría.
8- ¿Has gastado bromas telefónicas?
8- ¿Has gastado bromas telefónicas?
De pequeña un montón. Recuerdo una. Unas Navidades, mi hermana y yo vimos un sketch muy gracioso en la tele y decidimos llamar a mi madre que estaba en casa de mi abuela para gastarle la broma.
"Mamiiii, ¡ya no soy virgen!" le solté casi sin dar tiempo a que contestara a la llamada.
"¡¡¡¿¿¿Quéeee?!!!!" dijo con un hilo de voz.
"Soy pastorcitaaa. Jajajajajajajajaja"
Silencio glacial
Silencio glacial
"Ahora mismo voy para allá a enseñaros lo que pasa cuando se hacen bromas de mal gusto" Glups
9- ¿De qué nunca trabajarías? Nunca hay que decir de este agua no beberé, pero espero nunca tener que trabajar en recursos humanos y tener que despedir a alguien.
10- ¿Comerías carne de caballo? Sí, sin problemas.
11- ¿Crees que la Seguridad Social debe cubrir las operaciones de reasignación de sexo?
10- ¿Comerías carne de caballo? Sí, sin problemas.
11- ¿Crees que la Seguridad Social debe cubrir las operaciones de reasignación de sexo?
Si hay dinero, sí. Si no hay dinero daría prioridad a las operaciones más graves.
12- ¿Debería de aprobarse en España la subrogación (vientre de alquiler)?
12- ¿Debería de aprobarse en España la subrogación (vientre de alquiler)?
Yo estoy a favor de la adopción de niños en situaciones de riesgo, pero entiendo que cada uno tiene derecho a elegir.
13- ¿Quién es el famoso que peor te cae del panorama nacional?
13- ¿Quién es el famoso que peor te cae del panorama nacional?
Matamoros o similar
14- ¿Cuál es el viaje de tus sueños?
14- ¿Cuál es el viaje de tus sueños?
Vuelta al mundo con muuuucha tranquilidad. Yujuuuuuu.
15- ¿Llevas tatuajes?
15- ¿Llevas tatuajes?
No. Ni me tiño el pelo ni nada que llame mucho la atención, porque me aburro enseguida de verme.
16- ¿Has sufrido algún robo o atraco?
16- ¿Has sufrido algún robo o atraco?
Sí, pero afortunadamente solo sustracciones en la sombra y ningún percance cara a cara. ¡Qué miedo!
17- ¿A que edad te sacaste el carnet de conducir?
17- ¿A que edad te sacaste el carnet de conducir?
A los 30 y con muchíiiiiisimo esfuerzo.
18- ¿Por qué hay tantos siameses bizcos?
No sabía que hubieran tantos siameses bizco. A ver si los estás difamando, Fernyyyyyy. Hum hum.
19- ¿Convivirías con una serpiente?
19- ¿Convivirías con una serpiente?
No, sería incapaz de darle a esos pobres ratoncitos vivos para comer.
20- ¿en que programa te gustaría concursar?
20- ¿en que programa te gustaría concursar?
En ninguno. Soy la mar de tímida.
Paso este premio tan adorable a...
¡Naaaaa!
Mi bebé ha descubierto una palabra especial. Una palabra cargada de poder. Que le confiere la habilidad de... ¿Decidir? o más bien de llevar la contraria. Que le permite rebelarse contra el mundo que se lo da todo hecho sin darle opción a opinar. Hoy te vistes así, vas a este lugar, te toca cambio de pañal, te toca baño, ahora hay que comer... Tantas y tantas obligaciones y por fin una arma para rebelarse.
Mi bebé ha descubierto la palabra. ¡No! Aunque en su boca suena más bien a ¡Naaaaaaaa! Confieso que aún no la domina del todo bien.
"¿Quieres agua?" "¡Naaaaaaa!" Glu, glu, glu
"¿Quieres galletas?" "¡Naaaaaaa!" Ñam , ñam, ñam
"¿Quieres éste juguete?" "¡Naaaaaaa!" Pero bien que extiende la mano para cogerlo.
Lo que sí tiene dominado es el lenguaje universal para indicarme que tiene hambre: "Maaaaaaa. Ham, am"
O sueño: Manita a una lado de la carita ligeramente ladeada y sonido de ronquido.
Que quiere ir a un sitio o a otro: "Ahiiiiiiiii" y señala con el dedito.
O que quiere que le coja: Bracitos en alto mientras pega saltitos y dice "Aaaaah, aaaaaah".
¡Todo lo que sabe mi niño! ¡Ole, ole!
Mi bebé ha descubierto la palabra. ¡No! Aunque en su boca suena más bien a ¡Naaaaaaaa! Confieso que aún no la domina del todo bien.
"¿Quieres agua?" "¡Naaaaaaa!" Glu, glu, glu
"¿Quieres galletas?" "¡Naaaaaaa!" Ñam , ñam, ñam
"¿Quieres éste juguete?" "¡Naaaaaaa!" Pero bien que extiende la mano para cogerlo.
Lo que sí tiene dominado es el lenguaje universal para indicarme que tiene hambre: "Maaaaaaa. Ham, am"
O sueño: Manita a una lado de la carita ligeramente ladeada y sonido de ronquido.
Que quiere ir a un sitio o a otro: "Ahiiiiiiiii" y señala con el dedito.
O que quiere que le coja: Bracitos en alto mientras pega saltitos y dice "Aaaaah, aaaaaah".
¡Todo lo que sabe mi niño! ¡Ole, ole!
jueves, 16 de mayo de 2013
El noble arte de cambiar el pañal
La mamá samurai pasa sigilosamente frente a la puerta del salón y arruga el ceño. Percibe un peligro al que tendrá que enfrentarse usando todas sus artes de lucha milenaria. La pestilencia se cuela por sus fosas nasales sin llamar y le hace volver la cabeza sin perder nunca su armonía con el entorno.
La víctima cuyo honor peligra se haya jugando tranquilamente sin percibir la invasión trasera a la que está siendo sometido. La mamá samurai repasa mentalmente la estrategia a seguir. Hay que cubrir hasta el más mínimo imprevisto. Revisa sus armas mortales: Cubrecama ¡Haiii!, Toallitas ¡Haiii!, Crema ¡Haiii!, Pañal ¡Haiii!, Crema antipañalitis para guerras casi perdidas ¡Haiii!
La víctima apenas se ha dado cuenta y aparece encima del cubrecamas gracias a la técnica ninja del "factor sorpresa". Mira a su salvadora y a su alrededor unos preciosos segundos con cara de pasmo en los que mamá samurai aprovecha para llegar hasta el pañal infectado y... estalla la tormenta.
La víctima berrea, patalea, se contorsiona poniendo en peligro la cama, a mamá, a si mismo y a todo lo que le rodea. Una meditada llave hecha con una sola mano lo inmoviliza otros cinco segundos. Con gran precisión ganada gracias a la experiencia en la batalla, mamá samurai despega las tiras pegajosas del pañal con una sola mano, se hace con una toallita húmeda y comienza a limpiar la zona afectada frenéticamente.
El sudor se hiela en su frente cuando se da cuenta de que su presa ha logrado zafarse de su férreo control. El mundo se para ante la inminente catástrofe. En cuestión de milésimas de segundos, mamá samurai retira el pañal sucio, tira la toallita a medio usar dentro del mismo, agarra al bebé con ambas manos y entona cánticos zen para calmarlo.
Con mano firme vuelve a inmovilizar a su presa. Revisa los daños. Cargada de toallitas hasta los dientes elimina las impurezas a la velocidad de la garza montada en un rayo azul camino de la luna plateada. La víctima logrará zafarse una par de veces más, pero huir es imposible. Mamá samurai le coloca el pañal limpio con gran destreza. Tras tres o cuatro intentos logra ajustarlo correctamente. No es fácil con la culebrilla que tiene entre manos.
La situación ha dejado de ser de riesgo, pero mamá samurai no puede despistarse. Sus cinco sentidos están puesto en volver a colocar la ropa del bebé de forma correcta y en recibir y rechazar patadas y manotazos.
Misión cumplida. El pequeño vuelve a estar sentado entre sus juguetes y su culito ya no corre peligro. La mamá samurai puede volver a su duro entrenamiento diario con la satisfacción de haber ganado otra batalla más.
La víctima cuyo honor peligra se haya jugando tranquilamente sin percibir la invasión trasera a la que está siendo sometido. La mamá samurai repasa mentalmente la estrategia a seguir. Hay que cubrir hasta el más mínimo imprevisto. Revisa sus armas mortales: Cubrecama ¡Haiii!, Toallitas ¡Haiii!, Crema ¡Haiii!, Pañal ¡Haiii!, Crema antipañalitis para guerras casi perdidas ¡Haiii!
La víctima apenas se ha dado cuenta y aparece encima del cubrecamas gracias a la técnica ninja del "factor sorpresa". Mira a su salvadora y a su alrededor unos preciosos segundos con cara de pasmo en los que mamá samurai aprovecha para llegar hasta el pañal infectado y... estalla la tormenta.
La víctima berrea, patalea, se contorsiona poniendo en peligro la cama, a mamá, a si mismo y a todo lo que le rodea. Una meditada llave hecha con una sola mano lo inmoviliza otros cinco segundos. Con gran precisión ganada gracias a la experiencia en la batalla, mamá samurai despega las tiras pegajosas del pañal con una sola mano, se hace con una toallita húmeda y comienza a limpiar la zona afectada frenéticamente.
El sudor se hiela en su frente cuando se da cuenta de que su presa ha logrado zafarse de su férreo control. El mundo se para ante la inminente catástrofe. En cuestión de milésimas de segundos, mamá samurai retira el pañal sucio, tira la toallita a medio usar dentro del mismo, agarra al bebé con ambas manos y entona cánticos zen para calmarlo.
Con mano firme vuelve a inmovilizar a su presa. Revisa los daños. Cargada de toallitas hasta los dientes elimina las impurezas a la velocidad de la garza montada en un rayo azul camino de la luna plateada. La víctima logrará zafarse una par de veces más, pero huir es imposible. Mamá samurai le coloca el pañal limpio con gran destreza. Tras tres o cuatro intentos logra ajustarlo correctamente. No es fácil con la culebrilla que tiene entre manos.
La situación ha dejado de ser de riesgo, pero mamá samurai no puede despistarse. Sus cinco sentidos están puesto en volver a colocar la ropa del bebé de forma correcta y en recibir y rechazar patadas y manotazos.
Misión cumplida. El pequeño vuelve a estar sentado entre sus juguetes y su culito ya no corre peligro. La mamá samurai puede volver a su duro entrenamiento diario con la satisfacción de haber ganado otra batalla más.
miércoles, 15 de mayo de 2013
El estomaguito
El estomaguito de Daniel ha tomado el mando. Mi hijo mayor excusa todo culpando a esa parte de su cuerpo. "Mami" comienza, "yo me quiero ir a dormir solo, pero mi estomaguito dice ¡mamá! y si no vienes conmigo se enfada, peeeeero yo quiero ir a dormir solito porque ya soy mayor" y si el estomaguito se enfada aquí no pega ojo ni dios, así que el 90% de las veces hay que hacerle caso.
"Mami, yo me quiero tomar la leche, pero mi estomaguito no me deja" afirma muy serio. "Dice que no y que no. Aunque yo sí quiero".
Intento convencerle de que se rebele contra el estomaguito, pero no hay manera.
El estomaguito esto, el estomaguito lo otro... Se está convirtiendo en un tirano. Y mi hijo suspira porque él siempre quiere hacer lo correcto ¡Que pena que el estomaguito no le deje!. La pelea con éste órgano vital es constante. ¡Jo con el estomaguito! Nos ha salido rebelde.
"Mami, yo me quiero tomar la leche, pero mi estomaguito no me deja" afirma muy serio. "Dice que no y que no. Aunque yo sí quiero".
Intento convencerle de que se rebele contra el estomaguito, pero no hay manera.
El estomaguito esto, el estomaguito lo otro... Se está convirtiendo en un tirano. Y mi hijo suspira porque él siempre quiere hacer lo correcto ¡Que pena que el estomaguito no le deje!. La pelea con éste órgano vital es constante. ¡Jo con el estomaguito! Nos ha salido rebelde.
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