martes, 15 de octubre de 2019

Pato, el feo en Teatros Luchana

El sábado fuimos a ver Pato, el Feo a los Teatros Luchana, un plan maravilloso para ese día, que amaneció gris y un poco lluvioso.

Los peques llegaron al lugar con muchas ganas de conocer la historia de fucho, aunque también contentos de poder pasar un rato en la zona infantil, una zona a tres alturas, acolchada y llena de cojines en las que los vástagos de los allí presentes podían brincar y hacer el bruto a gusto.

Aunque Iván prefirió ocultarse bajo una montaña de cojines y pasar el rato muy tranquilito en su rincón. De vez en cuando algún niño (incluido su hermano), se llevaban parte de su escondite, pero una niña muy maja se hizo su aliada y le iba reponiendo las piezas a toda prisa.

Poco antes de que abrieran la puerta de acceso al segundo piso, les saqué de allí para que hicieran una parada en el aseo y subir a disfrutar de la obra.

fuente: Teatros Luchana
La verdad es que me gustó muchísimo el mensaje que transmitía la obra. Desde el amor incondicional de mamá pata hacia todos sus patitos fueran como fueran, hasta la progresión del personaje del ladino gato de me basto y me sobro sólo a todos necesitamos quien nos quiera, pasando, por supuesto por el personaje principal que hace un viaje de crecimiento personal que le lleva a la aceptación de uno mismo y una búsqueda para brillar con luz propia y conseguir buenos amigos.

A Daniel le tocó el corazoncito el principio y no paraba de mirar con ojos de pena al pato gris, grande y feo. Casi casi le daban ganas de saltar al escenario y liarse a guantazos con los "tontos" de sus hermanos. "Venga Daniel", le consolé yo, "Si ya sabes cómo acaba el cuento". "Sí", me contestó, "pero eso no cambia que esos patos son unos patos rata".

Fuente: Teatros Luchana
Menos mal que feucho se va encontrando diferentes animales en su camino que le van abriendo los ojos y enseñando, a veces a las buenas y otras a las menos buenas, que todos tenemos nuestro lugar en el mundo y que podemos brillar con un color propio, aunque sea muy diferente al de los demás.

Iván no se perdía nada de lo que pasaba en el escenario y le brillaban los ojos cada vez que aparecía un peluche en escena. Es que si fuera por él hubiera corrido a abrazar a todos y cada uno de ellos. Le encantan. Y encima se movían, hablaban y, algunos, hasta cantaban.

Las canciones son muy bonitas, con mucho ritmo y estribillos pegadizos que repiten mucho para que el público se quede con él y pueda cantarlo, tararearlo o corearlo con palmas.

Se nos hizo muy corta y cuando acabó Daniel no se lo pensó dos veces para hacerse la foto con los actores. Iván cada día es más tímido (no sé por qué) y en un principio se "escondió" tras mi pierna, pero al final no pudo luchar contra la tentación de tocar los trajes peludos del gato y mamá pata y acabó por seguir a su hermano.

La verdad es que los actores son supermajos y tenían palabras cariñosas para todos los niños que se acercaban a ellos. Nos fuimos de allí encantados con la obra de teatro y comentando nuestras escenas preferidas.

2 comentarios:

Me encanta saber lo que piensas.