El más pequeño de la casa ha invertido mucho tiempo libre en hacerse un maletín de rol con mucha ilusión. Dentro ha metido sus dados, un lápiz, una goma, tijeras y un montón de papelitos doblados de fichas de personajes jugadores y no jugadores (concretamente malos malísimos). Estábamos deseando que nos dirigiera su aventura.
Teníamos tanto lío que hasta este fin de semana largo no pudo ser. Nos sentamos alrededor de la mesa y el peque abrió su maletín con aires de importancia. El mayor no quiso jugar. Que soso. Pero no se perdía palabra mientras jugaba con unos legos.
La aventura comienza, como no, en una taberna. Allí nos enteramos que unos monstruos van a robar al pueblo todas las noches de luna llena y que al día siguiente tendríamos una bien redonda y blanca. ¿Queremos acabar con estos monstruos? Evidentemente sí, por que son muy malvados. El aldeano con el que hablamos nos cuenta que cerca del pueblo, y cruzando el puente que cruza el río, hay un árbol viejo y decrépito dónde se les ha visto reunirse. Mientras nos lo explica, Iván va dibujando el mapa para que no perdamos detalle.
Enseguida nos pusimos en camino. El árbol fue fácil de hallar, pero no lográbamos encontrar huellas ni pistas que nos dieran algo por lo que comenzar. Hasta que nos dimos cuenta de que uno de los arbustos se había movido. Mi compañero, el enano guerrero (yo era una elfa maga), aporreó el seto con pocos miramientos y una irritada voz nos pidió de muy malos modos que dejásemos de destrozar su casita.
Como soy más diplomática le pedí perdón por importunarle y le pregunté por los monstruos. El misterioso personaje (que no se mostraba y seguía muy a gusto en su escondite) nos indicó que sí que les había visto reunirse algunas veces en el árbol, pero que solía tomar tres caminos diferentes desde allí y no sabía muy bien cual era el bueno.
Mi compañero y yo nos separamos para ir por dos al azar. El mío llevaba de regreso al pueblo. Raúl tuvo más suerte y encontró un agujero muy grande y profundo al final del suyo. Muy cerca se encontraba un cementerio y, al otro lado, un campamento. Optamos por ir primero al campamento a ver qué encontrábamos y nos dimos de narices con una malvada bruja que pensaba congelar al pueblo y a todos sus habitantes porque ella era así de mala. Por supuesto le paramos los pies e intentamos que nos desvelara el paradero de los monstruos. Lo único que logramos sacarle es que se oían extraños ruidos en el cementerio, así que allí nos dirigimos.
Entre tumbas nos encontramos con otra bruja, a lo mejor era hermana de la anterior, pero eso no nos lo aclaró nadie. Total, que tocó luchar de nuevo y dejarla bien atadita para que no nos causara problemas. Ahí tuvimos ya claro que no nos librábamos de meternos por el agujero. De hecho, la segunda bruja nos habló de un segundo agujero un poco más lejos con lo que tuvimos que elegir a cual bajar primero. Ya que estábamos en el cementerio nos fuimos al más lejano, por no desandar camino.
Bajamos y nos encontramos con un montón de pasillos, cavernas, trampas y enemigos: trolls, vampiros, más brujas, un malísimo final al que costó bastante matar y un espléndido tesoro que tuvo obsesionado al enano el resto de la partida y que, según él, era solo suyo. La de dados que hubo que tirar para agilidad, perspicacia, fuerza, puntería... Flipo con este niño.
El caso es que, para no alargar mucho el relato, acabamos con ellos a fuerza de ataques de arco, hachas y muchos dados. Nos llevamos el tesoro y nos encaminamos al otro agujero. El enano soñaba con un nuevo tesoro aún más esplendoroso, pero, para ahorraros detalles, sólo diré que el segundo agujero era algo así como el váter de un gigante. En fin, mejor olvidar esta parte.
Finalmente y oliendo bastante mal, volvimos al pueblo donde nos instalamos y vivimos sin preocupaciones millonarios perdidos.
Xo todo eso se lo invento y organizo Iván?😲 Q maquina👏👏 vaya historia divertida
ResponderEliminarSíiii. El solito. Yo flipé. Y nos hacía tirar diferentes dados para las pruebas de habilidad, fuerza, perspicacia, inteligencia... etc. Y el dado de impactos para ver dónde nos daban o donde dábamos nosotros. Los genes del padre...
EliminarLos genes del padre y el entrenamiento año tras año!!! Estos os sacan de pobres cuando sean mayores.... Madre mía q o tienen👏👏👏
ResponderEliminarNo sé yo... Las profesiones creativas están muy mal pagadas. Mejor que sigan los pasos de su padre jajaja
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