Y llegó el siguiente viernes y las vacunas no pudieron ser aplazadas por más tiempo. La cara de la enfermera cuando procedió a pinchar los muslitos de mi príncipe era de angustia. Incluso me preguntó hasta cuando tenía que ponerle la vacuna de los resfriados. Se agradece tanta preocupación por su parte.
El caso es que se llevó una en un muslo, otra en el otro y, cuando ya pensaba que había acabado su tormento, otra en el brazo, que fue la que más le fastidió. Lloró, berreó y pataleó con todas sus fuerzas mientras a mí me asomaba la lagrimita en los ojos.
En cuanto la enfermera abrió la puerta después de despedirse de nosotros el chiquitín salió como un cohete, por si acaso le caía otra.
Le subí al carrito y le faltó tiempo para alargar su manita exigiendo el aspito. Es que son más listos que el hambre. Se lo di y se quedó tranquilito masticandolo, aunque aún con los ojillos rojos y la respiración agitada.
Mi niño. Pobrecito. Porque es por su bien, que si no...
Cómo te entiendo!. Esos momentos de pinchazos siempre me han resultado de lo mas frustrantes, no puedes hacer nada pero deseas evitárselos. Pobrecillos. Con razón luego ven a cualquier médico con su bata y salen corriendo, al menos el mío lo hace ;)
ResponderEliminarBesos
El síndrome de la bata blanca le llaman los propios médicos. Pobres chiquillos, pero es tan necesario...
Eliminaraa pobrecito con esos ojazos que tiene y llorando!!ya te entiendo porque Aurora también muy llorona y con las vacunas lo paso yo peor que ella!
ResponderEliminarSíiiiii. ¡que sentimiento de culpa! sniff sniff
EliminarAyyyy, pobrecico... Es un mal necesario, sí. Un besote!!!
ResponderEliminarSí, que remedio!!
EliminarY que angustia las vacunas!! Yo peor no lo puedo pasar vaya :( Pero mira, más listos que el hambre, luego con su aspito y miralo, tan feliz :D Ay, que ojazos y que niños de guapos tienes :D
ResponderEliminarSi es que lo pasamos peor las mamis que ellos con su pinchazo. O eso creo :S
EliminarMuchas gracias por los piropos a mis chiquitines. Babas, babas jeje