La tarta para el cumpleaños Clash Royale

Normalmente hago dos tartas para la fiesta de los niños con sus amigos. Con dos cumpleañeros parece lo razonable. Pero este año el tiempo apremiaba. Con el curso de por la mañana las horas libres escasean. Así que tuve una idea. Haría un bizcocho con el molde de castillo gigante que compré en la tienda Loja del gato do preto y luego lo partiría en dos y ¡ale! Dos torres, una para cada cumpleañero.

Me puse manos a la obra. Compré la harina con mejor pinta, pero no me acordé de que iba con la levadura incluida y fui generosa con la pastilla de la natural. Así que se me salió tod y me dejó el horno hecho una pena.

En fin, el caso es que lo de dentro del molde estuviera bien. Cuando se enfrió lo desmoldé y me encontré con que las pepitas de chocolate que había metido dentro para hacerlo más delicioso se había quedado en el fondo y había destrozado la forma. ¡Un horror! Y no tenía tiempo de hacer otro. Me planteé seriamente correr a una pastelería a por una tarta, pero respiré profundamente y me dije que eso era "arreglable".

Fundí chocolate y con él pegué las torres como pude. Cuando enfrió y se quedó duro las sujetó en su sitio maravillosamente. Que pena que quedaran torcidas... Pero el hecho es que el castillo tuviera torres.

Cuando llegaron los niños les pareció la octava  maravilla en tartas. Si es que con ellos da gusto. Como el chocolate aún estaba blando les invité a adornar el bizcocho para que las chuches quedaran bien fijadas antes de se enfriara del todo.

Se prestaron encantados a la tarea. Una para el castillo, dos para la boquita... En fin, lo típico. Me hubiera gustado rellenarlo de nata montada en la thermomix, pero tampoco me dio tiempo, así que cuando llegó el momento de soplar las velas partí el castillo en las dos torres y los serví con nata de bote al que quisiera.

Y el caso es que a todos les gustó la tarta. ¡Menos mal!