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Nos pilló un día estupendo
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De nuevo nos hemos dado el salto a la naturaleza, aunque esta vez solo una par de horas que teníamos una día movidito en perspectiva. Nos fuimos a El Pardo, que siempre es apuesta segura, y elegimos una de sus rutas para ejercitar las piernas, que desde que los peques están de vacaciones hemos dejado de hacer la gimnasia y nos movemos poquísimo.
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Adentrándonos en el bosque oscuro...
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Nos adentramos por una sendero irregular, lleno de tramos más o menos difíciles y árboles que parecían sacados de la peli de Poltergeist. Si hubiera sido de noche, estoy segura de que nos hubieran amenazado con sus negras y punzantes ramas...
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Oooooh
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Además, nos enfrentamos con hordas de hormigas gigantes que, en realidad, nos ignoraron y fueron a lo suyo, transportando comida de aquí para allá.
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Hormigas gigantes asesinas
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Afortunadamente mis hijos ni intentaron pisar ninguna, ¿estarán madurando? ¿O les intimidaron las pinzas diminutas que tenían en la boca? Esas hormigas debían pegar buenos mordiscos.
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Oscuras madrigueras |
También encontramos muchísimos agujeros de madriguera, a los que nos asomamos sin mucho éxito. Sólo se veía oscuridad.
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Un árbol maldito encantador
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El padre asegura que vió un par de conejos botando felices por el monte, pero al ser el único que tuvo esa suerte comenzamos a dudar de la veracidad de sus palabras. "Claaaaro, claaaaro... conejos... Y yo he visto un jabalí verde con lunares rojos, que sí, que sí...". Menos mal que el padre se lo tomó con humor.
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Misteriosos lazos rojos
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Pero ese no fue el único misterio al que nos enfrentamos... por el camino nos encontramos con unos misteriosos... ¡lazos rojos! Estaban atados a ramas y dieron lugar a múltiples teorías entre los miembros de la familia. Algunas bastante escalofriantes, por cierto.
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¡Más misterioso lazos rojos!
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Por ejemplo, la que sustentaba que era la marca para indicar que era un buen lugar para esconder cadáveres... ainsss. por otro lado, había quien aseguraba que eran señales para no perderse y poder desandar el camino, o marcas que indicaban una ruta de senderismo no oficial. Cosas más normales, oye.
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¿Que pasó aquí?
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Otro misterio que resolver fue cuando pisamos un camino lleno de desniveles, grietas y promontorios. ¿Qué podía haber pasado ahí que deformara de tal manera la senda? Razonando posibilidades, Iván llegó a la conclusión que por ahí corría el agua cuando llovía mucho. ¡Premio para el caballero!
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Ni desde aquí vemos animales
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La verdad es que los peques estaban deseando avistar animales como locos, pero lo único que vieron fueron tres caballos y algunas aves. Descontando el montón de bichos que pululaban por todos los sitios.
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¡Como molan las vistas!
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Cada vez que encontrábamos un mirador hacíamos un alto. En total subimos a tres para contemplar las vistas y comentarlas.
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Empieza a apretar el calor...
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A eso de las once ya no se podía ni respirar del calor y decidimos volvernos a casa. Está claro que en verano lo mejor para hacer senderismo es madrugar. No sólo por el calor sino porque supongo que te encontrarás menos gente. Nosotros nos cruzamos con mucha menos que cuando fuimos a la Sierra hace dos fines de semana.
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¡Una planta de oro!
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Por el lado más difícil
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¡Siempre hacia delante!
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¡Nos atacan!
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