Está claro que la autora sabe perfectamente lo que les gusta a los niños y lo ha plasmado de una forma genial entre las páginas de este libro.
Lo que más nos ha gustado es que encadena un montón de actividades divertidas (algunas muy originales) a través de la historia de este niño gamberrete y altamente creativo.
Mis peques se han reído con sus travesuras y yo me he sentido muy identificada con todo el encaje de bolillos que tienen que hacer sus padres para conciliar trabajo y vacaciones lectivas no laborales. ¡La de veces que lo he vivido en mis propias carnes!
Yo diría que en este libro se queman casi todos los cartuchos. Creo que sólo les ha faltado el típico campamento urbano por probar, pero es que nos habla de una semana, así que no da tiempo para tanto.
Eso sí, se acuerdan de los tíos, amigos, abuelos, hermanos mayores, bibliotecas, teletrabajo... Incluso la opción de llevar al niño al trabajo de uno de los progenitores porque no tienes con quien dejarlo y no te lo puedes comer. Muy realista el tema.
Mientras seguimos a Tom en sus andanzas vacacionales, nos vamos encontrando un montón de juegos, actividades, recetas, trucos y... ¡hasta magia! Da para mucho.
Es un hecho que, desde que nos lo hemos leído, en esta casa se desayunan sólo tostadas mejoradas, que molan mucho más que las corrientes y molientes.
Todavía no hemos hecho las manualidades, porque aún no están de vacaciones y las tareas del cole siguen ocupándoles bastante tiempo (eso sí, les falta un pelo de rana para estarlo), pero sí que hemos jugado a algún juego y son muy divertidos, fáciles y resultones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Me encanta saber lo que piensas.