domingo, 31 de octubre de 2010

Besos

Por fin ha aprendido mi niño a dar besitos de verdad y no cocazos, aunque de esos sigue dando también. Pega su carita a tu moflete, aprieta los labios, y luegon los abre apartando rápido su carita y exhalando una simpático "mmaaaaaa", que supongo que viene a ser mi "muac" en idioma bebé.

Otras veces acerca su moflete a tu boca con expresión espectante para que el beso selos dés tú. Y ya la ocasión estrella es cuando se acerca la manita a la boca y te manda un "mmaaaaa", aunque eso es más caro de ver.

Por supuesto, su mami se derrite cada vez que le ve haciendo una de estas tres cosas. hay que tener cuidado, porque de repente se cansa de darte besitos y empieza con los cocazos que le deben resultar más divertidos.

¡Que tierno es mi bebé! Dentro de su modalidad de brutito incorregible. Claro.

sábado, 30 de octubre de 2010

Lío en el supermercado



Hay veces que no queda otro remedio que arrastrar al peque contigo al supermercado. Muy pocas veces realizo este deporte de riesgo sin la compañía de mi marido. Cuando voy sola me las veo y me las deseo para cargar con niño, carrito y compra.

Hay que añadir que al bebé no le gusta nada ir a la compra, así que boicota todo lo que puede. Cuando vamos los tres, suelo entretenerle con lo primero que pillo mientras Raúl se encarga de comprar en serio.

A mi marido no le gusta mucho esa solución, porque es de los que piensa que deberíamos dejar llorar a Daniel hasta que se cansara y nosotros hacer la compra tranquilamente. Pero a mí se me encoge el alma cuando pone el modo bocina. Además, de que no se limita sólo a berrear. También se revuelve en la silla como un animal salvaje y cualquier día se la carga. Yo llego agotada casa después de cada incursión para buscar alimento. Prefiero buscar el hueco cuando está en la guardería, aunque tenga que ir a la velocidad del rayo para que me dé tiempo también a comer.

Se acerca el invierno


En el parque todos los padres miramos al cielo y suspiramos temerosos. Se acerca una nube gris imponente.

Nuestros hijos juegan ajenos al drama de sus progenitores. Si descarga tendremos que encerrarnos en casa con nuestras pequeñas bestias pardas.

Se acerca el invierno y una etapa muy dura para los padres. No es fácil aguantar al pequeñín toda la tarde (o todo el día) encerrado en casa.

Al principio se conforma con romper todo lo que agarra y ponerse en peligro a cada segundo. Pero acaba hartándose de los espacios cerrados y pide a gritos salir.

Mi hijo el otro día se agarró al carrito y al abrigo esperanzado y como vio que su madre no estaba dispuesta a sacarlo con esa lluvia empezó a gimotear desconsolado.

Me temo que estos días en los que anochece tan temprano se me van a hacer eternos. A ver que me invento para mantener al enano entretenido en casa mientras diluvia en la calle. Va a ser difícil.

viernes, 29 de octubre de 2010

En la tienda de comics


El otro día Daniel y yo acompañamos a su padre a una tiendas de comics para comprar un regalo de cumpleaños. Cuando llegamos al chiquitín se le abrieron mucho los ojos y los "pa... pa... pa..." se dispararon en su boquita.

¡Cuantos colores! ¡Cuantas cosas interesantes! ¡Que me saquen del carrito! ¡Que me saquen del carrito yaaaaaaaa...! Parecía indicar mientras se revolvía como un energúmeno. Por supuesto, mamá solícita le quitó el cinturó de seguridad y lo bajó de la sillita. Nada más tocar el suelo con sus piececitos se puso en movimiento con una rapidez pasmosa y se arrojó con toda su mala intención y babás hacia la estantería más cercanas.

Su madre, haciendo halago de una gran destreza y reflejos logró agarrarle en el último momento y no hubo que lamentar ningún destrozo. Sin perder ni un minuto lo volvió a meter en el carrito, con gran resistencia del interesado y lo sacó de la tienda gritando al padre que iba a dar una vuelta a la manzana mientras él buscaba lo que quería.

Siete vueltas a la manzana después, tanto la madre como el niño estaba aburridas de ver lo mismo una y otra vez, pero el padre no daba visos de querer salir. Se le veía muy a gustito entre juegos de mesa y comics varios. Así que la madre cruzó los dedos y decidió volver a intentarlo.

Entró en la tienda y desató a la bestia, que enseguida se dirigió a una vitrina de cristal para aporrearla a gusto. Cómo notó que algo le impedía avanzar (imagináos el qué) se tiró al suelo para patalear a gusto. "¿Qué estas comprando?, Raúl", inquirí nerviosa, "Pues el juego y un comic de Usagi", "Dame le comic un momento", le sugerí con determinaciónmientras estiraba la mano. Raúl memiró incrédulo y me espetó un no que le salió del alma. El vendedor también me miró alucinado y se sintió en el deber de apoyar a Raúl.

Mientras tanto el niño ya se me había escapado y gateaba hacia otro dependiente de la tiendaque desembalaba género. "¡cuidado! ahí va un futuro cliente!". El pequeñajo se acercó diligente al empleado y se apoyó en una caja mientras les sonreía con sus pocos dientes. Al chico le tocó la vena sensible porque le dejó hacer un poco. Cuando vió que se podía aproximar un desastre decidió darle un catálogo para que lo estrujara a gusto. El niño estaba encantado con el amasijo de papel de colores que llevaba en la mano con lo que pude meterle de nuevo en el carro con algo de tranquilidad. Por fin nos fuimmos a casa sin más incidentes.

Ahora, con el bebé, cualquier acción cotidiana es toda una aventura.

miércoles, 27 de octubre de 2010

El tortazo


Un día, en el parque, Daniel se dió un castañazo espectacular, aunque no hubo que lamentar daños graves. Gracias a Diós.

Saqué los palitos de pan de la bolsa del carritoy mi hijo se emociónó. Se levantó de un tirón y antes de que yo, o ninguno de los otros padres pudieramos reaccionar, se arrancó en una carrera entusiasta que acabó con tropezón y aterrizaje con la cara en la arena. Todos nos avalanzamos hacia él. Llegó otra madre primero, pero enseguida lo pasó a mis brazos. Daniel lloraba desconsoladamente. Yo trataba de calmarlo sin éxito. Hasta que otro padre me dijo con mucha calma: "Dale el palito de pan. Es lo que quiere". Y efectivamente. Se lo dí y se quedó tan contento rechupeteándolo. Miré detenidamente a mi retoño para evaluar daños. Parecía 'Dos caras', el malvado de Batman. Otra madre que llegaba en ese momento salió corriendo hacia su casa para bajarme una barrita que venden en las farmacias para bajar golpes e hinchazones.

Lo bueno es que Daniel estaba feliz de nuevo y pasándoselo bomba en los columpios. Si es que no te puedes despistar ni un segundo. Hay que aprender a ver mediante el tacto los objetos que guardas en la bolsa mientras no quitas el ojo de encima a tu hijo.

Pelea de gatos


Un día me dieron el niño en la guardería y nada más sentarlo en el carrito me dí cuenta de que tenía la cara surcada de arañazos. ¿Qué le había pasado a mi pequeñín? ¿Se había peleado con una gato? Lo primero que me vino a la mente fue a su contrincante lleno de mordiscos. ¡Uf!

El niño, por su parte estaba tan tranquilo y sonriente como siempre. Lo llevé al parque como todos los días y allí, el resto de papás también se dieron cuenta de las marcas de Daniel. "Parece que ha habido lucha en la guardería" Me dijo uno. "Sí, es normal, cosas de niños", contesté yo. Entonces otra madre metió baza y me temo que sió con el quid del asunto. "Pues yo me temo que se lo ha hechon el solito con esas uñitas como cuchillos que tiene".

Miré las manos de mi hijo y realmente parecía un pequeño lobezno. ¡Le crecen rapidísimo! Pero si no hace ni una semana que se las corté. "Es que se las tienes que cortar cada tres o cuatro días", me contestó la madre. ¡Pero si es más fácil cortarle las uñas a mis gatos que al niño! Me desesperé. Aún así me prometí cortarselas esa misma noche aunque tuviera que inmovilizarle con una llave de judo.

martes, 26 de octubre de 2010

Casi de un tirón


El milagro se ha producido. Esta noche Daniel sólo se ha despertado a las dos de la madrugada reclamando un biberón a voz en grito. SE lo he suministrado diligente, lo he vuleto a depositar en su cunita, se ha dasdo la vuelta sin protestar y se ha quedado roque en un instante.

He podido descansar un poco tras miles de noches de verdadero infierno. Me ha sentado de maravilla, pero me ha sabido a poco. Espero que este niño se estabilice un poquito o nos va a dar un telele a su padre y a mí.

La verdad es que me da mucho gusto verle dormir. Parece un santo. Es una pena que le cueste tanto coger el sueño. Mi angelito... ¡Que noches me das!

lunes, 25 de octubre de 2010

La higiene dental


Según las pastas de dientes para bebés de los supermercados mi hijo es demasiado pequeño para empezar a lavarse los dientes, o eso pone en la caja (sólo a partir de los dos años), en cambio mi pediatra no opina lo mismo. Según ella puedo empezar cuando quiera. Desde luego Daniel parece estar deseándolo porque siempre que puede me ayuda a lavarme los dientes sujetándome el cepillo mientras yo se lo muevo para poder llegar hasta las muelas más recónditas. Luego se empeña en usarlo él. Cómo sé que no se debe compartir el cepillo, le he regalado el mío y me he comprado yo uno nuevo. Pero, como no podía ser de otra manera, ahora quiere el nuevo.

A ver si le dura la fiebre y no tenemos problemas para lavarle lo dientes cuando llegue el momento de hacerlo en serio. Por mi parte, pienso comprarle un cepillo infantil con una forma graciosa, aunque seguro que seguirá prefiriendo el de los adultos. Él siempre llevándome la contraria...

sábado, 23 de octubre de 2010

Haciendo garabatos


El otro día me cayó una 'bronquilla' de Raúl porque aparecí en casa con unas ceras especiales para bebés. A mi marido le vino a la mente una bonita imagen de su casa redecorada con gran gusto por su pequeñín, pero yo le aseguré que Daniel sólo accedería a las ceras bajo mi estricta supervisión.

A pesar de todo, Raúl alegó que el niño era demasiado pequeño para pintar. Está en lo cierto, pero él se lo pasa pipa aporreando el papel con la cera. Ya ha aprendido que debe dar los golpes dentro del papel y no fuera. Aunque a veces falla. No hay que olvidar que tiene sólo un añito.

Se lo pasa muy bien punteando los papeles con los colores, aunque mejor me lo paso yo dibujando, flores, soles, casitas, arañitas... y un sinfin de cosas. A veces tengo que convencer a mi hijo de que me cambie un color por otro para hacer el cesped o el humo de la chimenea. No es fácil. se agarra a la cera con mucha ansia.

de vez en cuando me despisto un poquito y el suelo, mueble o juguete más cercano acaba con un rayoncito, pero todo es poco a cambio de la felicidad con que el niño aporrea el papel con sus ceras.

El niño simpático



La sonrisa de mi hijo ya es mítica, por lo menos entre los que le conocen. Que son más de lo que me conocen a mí.
En mi escalera le llaman el niño simpático. Y el caso es que su fama a pasado al portal de al lado. Cuando le ven dicen: "Ahí viene el niño simpático", "¡Mira, ¡ya está sonriendo!"
Y el enano estira tanto las comisuras delos labios que parece que se le va a partir la cara en dos. Su madre se deshace y se llena de orgullo.
Por la calle es igual, le va sonriendo a todo elmundo y siempre hay alguno que cae en sus redes y le hace monerías. ¡Hay que ver como nos manipula el pequeñajo! Nos tiene en la palma de su mano. Sobre todo a mí.

viernes, 22 de octubre de 2010

La nutritiva arena


Cómo le gusta a mi niño engullir arena. Ya sea sola, con galleta, bizcocho, a puñados. En cualquier modalidad. Y si su madre se inmiscuye en su experiencia gourmet... se desata su furia y comienza la operacion croqueta.
Y luego su padre se queja de que esté intentando montar otro arenero como el del parque de juegos en casa. Pues no soy yo sino Daniel el que llega con arena hasta las cejas todos los días a casa con el fin de hacerse su arenero personal.
Aunque yo le estoy ayunado un poco porque de correr detrás de él, forcejear para quitarle las porquerías que se encuentra en el suelo o cuando tiene una rabieta, jugar con él en el arenero... también llego fina a casa.
Luego toca barrer la casa y meter al niño de cabeza en la bañera. Todos los días igual.

jueves, 21 de octubre de 2010

Por los nombres de sus hijos les conocerás

Es curioso, pero despuésde meses de relación con los padres del parque no me sé casi ninguno de sus nombres. Únicamente el de la mamá de Hugo y porque ella se arrancó a decírmelo. En cambio los nombres de los hijos me los sé de memoria: Luis, Nicolás, Mar, Yago, María, Daniel, Irene, Olivia... Y nunca me equivoco. ¡Qué curioso! Con lo mala que soy para los nombres y las caras.

De hecho hay ocasiones en las que estoy en el parque y saludo a un niño alegremente por su nombre y el tutor que le acompaña, que justo ese día no es el de siempre, se queda flipado. "¡Mira! Te conocen", Aciertan a murmurar al pequeñajo, que parece que le contestan con la mirada: "Es obvio. Viene casi todos los días a este parque. No como tú".

Lo curioso es que también pasa lo contrario. Y eso que soy la única que le lleva a ese parque. No recuerdo que su padre haya ido con él allí sin mi. De repente un señor o señora desconocido acaricia la cabeza de mi hijo y le saluda: "Hola Daniel", me miran y añaden: "¡Qué niño tan simpático!" Y yo me esprimo el cerebro intentando recordar esa cara. Pero nada. Ni idea de quien es ni de qué porras puede conocer a mi hijo. Pero sonrío babosa porque lo ha llamado simpático. Y el niño se ríe y sigue revolcándose en la arena con sus compañeritos. Ajeno al desconcierto de su madre.

martes, 19 de octubre de 2010

Qué paciencia tienen que tener los bebés

La verdad es que los bebés se tiene que cargar de mucha paciencia a la hora de lidiar con los adultos. Deben de pensar que somos muy tontos y unos mandones. Los chiquitines te hacen saber a su manera lo que quieren y vas tú y no les entiendes o no les dejas hacer sus maldades a posta.

El bebé se encamina directo a una colilla haciéndote saber con sus gestos que va de exploración y que es posible que eso, que se va a llevar a la boca en breves segundos, puede estar buenísimo. Por supuesto, el adulto sabe perfectamente, que eso de las colillas en la boca es una guarrería, así que vuela para salvar a su bebe de una situación asquerosa. Le quita la colilla 'in extremis' y le sulelta un determinante "¡no! ¡agggg! ¡caca!". Pero el niño nunca entiende que es por su bien, así que debe de sentirse muy frustrado cuando lo desvías de su objetivo. Y ¡bien que lo demuestra! llorando y pataleando. Si te despistas un segundo vuelve a enfilar hacia la colilla muy decidido. Lo mismo se puede aplicar a enchufes, cuchillos y toda clase de objetos que el bebé suele encontrar de lo más interesante, pero que esconden un serio peligro para su salud.

Por otra parte, supongo que tampoco entienden que preparar un biberón lleva su tiempo, aunque esta mami bate records todas las noches. El bebé llorará en su cuna, pensando "¡¡¿¿Qué es lo que no entiendes??!! ¡Comida! ¡Rápido! ¡Vaya madre inútil!" Y la pobre madre, con mancha de leche, un dedo magullado porque se lo ha pillado en el microondas y una taquicardia maravillosa.

Tampoco le viene bien que le vistan. A quien le parezca fácil meterle el brazo en la manga a un bebé que no para de retorcerse que venga aquí y me muestre como lo hace, porque yo me desespero. No para de llorar hasta que no le he soltado de nuevo para que siga haciendo sus travesuras. Supongo que desde su punto de vista las cosas serán muy diferentes. "¿No terminará de una vez esta pesada para que me pueda ir a jugar? Voy a mostrale mi impaciencia con una gran perreta para que le quede claro que mi tiempo es oro y no lo puedo perder así como así en tonterías como vestirme. ¡Con lo bien que se va desnudo por ahi!"

lunes, 18 de octubre de 2010

Cuestión de biberones

Rosana, una compañera del trabajo, me preguntó las medidas del biberón de la cena de Daniel. "Pues nueve rayitas y 9 o 10 cucharadas de cereales". ¡Vamos! bien espesito para que le llene la barriguita. El niño tiene que succionar en serio para que salga la casi papilla por el agujero extragrande que le hemos aplicado de forma casera a la tetina. Mi compañera, que tiene un hijo un poco mayor que Daniel, me miró ojoplática y patidifusa: "Pues yo le pongo 250 mililitros y seis cucharadas". Empezamos mal porque yo los mililitros que corresponden a cada raya no me los he aprendido. Así que no me quedó muy claro el agua que había que ponerle.Una vez en casa lo miré en el biberón directamente, pero, entre que estaba medio borrado del uso y que no coincidían las rayas y los mililitros decidí por mi misma, que sería aproximadamente la raya ocho.
Ultimamente Daniel me tira el biberón a la cara. Puede que me esté equivocando y que mi 'compi' tenga la clave del asunto. Como ahora le doy también sólidos para complementar la cena de mi pequeñín, puede que esté exagerando con el bibe-papilla que le preparo. Con esta idea me he pasado a la modalidad Rosana y ahora se lo bebe mucho mejor. El problema es que se sigue despertando de madrugada exigiendo su ración de leche extra. A veces le tenemos que dar hata dos tomas en una noche. Mis compañeras piensan que quizá le esté cebando a leche y cereales.

El caso es que pide hasta cuando se va a la cuna con la barriguita bine llena,así que pienso que pùede ser vicio o que ya se haya acostumbrado a que llora y le enchufamos el biberón. Sea lo que sea, no veo la solución a mi problema. Encima, exponiendo mi caso en la asamblea de padres, es decir, el parque infantil, me han comentado que la mayoría de los allí presentes también le dan un bibe de madrugada a sus pequeñajos. Me dan pocas esperanzas.

Asamblea de padres

Los padres tenemos un lugar de reunión donde exponemos los temas que nos preocupan y nos damos soluciones y consejos unos a otros. Se trata de una especie de asamblea donde nos juntamos hijos y padres a charlar de nuestro pequeño mundo. Es muy difícil encontrar a personas que no estén en nuestra misma situación por lo que te puedes cansar de contar anécdotas de tu pequeñajo que tus oyentes las recibirán con ternura, e incluso con interés y viceversa. Exacto, estoy hablando del parque infantil. Es mejor que cualquier foro que pueda encontrar por internet.

Hace poco anuncié en la asamblea que cambiaba al niño de guardería y algunas caras preocupadas me preguntaron si seguiría yendo al mismo parque. ¡Cómo voy a cambiar de compañeros en la aventura de ser padres! No dudo que cada parque tendrá su pequeño grupo de discusión, tan bueno como el mío, pero es que encima nuestro parque es estupendo. Tiene un gran arenero en su centro que hace las delicias de grandes y pequeños. Allí formamos, vacas, conejos, ositos, cangrejos, castillos... y mil formas mas con la arena húmeda para que nuestros pequeños compitan por destrozar nuestras pequeñas obras de arte. Además de unos columpios muy limpitos y de apariencia bastante segura. Tendré que andar un poco, pero vale la pena seguir contándoles mis preocupaciones a los mismos padres que han visto crecer a Daniel y darles consejos y recomendaciones basados en mi experiencia a mi vez.

domingo, 17 de octubre de 2010

La noticia

Ya hemos hecho a Daniel la matrícula en la guardería nueva. Cómo ya está todo atado y bien atado llegó el momento de comunicar la noticia a la directora de la nueva. Es una señora un poco rara que me ignora siempre que me ve en la puerta de su recinto. No se me ocurría que le podía haber hecho a la buena señora. Debía haberla ofendido gravemente con algo para que me tratara así. Pensaba que a lo mejor me la había cruzado y no la había saludado. Soy muy despistada y esas cosas me ocurren. Pero no era ese el caso. Todo se aclaró después de la conversación que tuvimos con respecto al cambio de guardería.
Iba un poco nerviosa, pensé qie se resistiría a recibirme, como en otras pcasiones, pero no... Esta vez tenía la puerta abierta. Así que me senté y comencé yendo directa al grano. Le dije que estaba muy contenta con su guardería, pero que me habían dado plaza en esta otra, que, además de ser mucho más barata, también había oído maravillas.

Se lo tomó bastante bien, supongo que porque no paré de elogiar su guardería. La verdad es que estaba muy contenta con el servicio, aunque empezaba a ponerme nerviosa con las críticas que me estaban llegando de otras madres (que si te no te dan otra agenda diaria cuando se te acaba la primera y tienes que pedir los informes de palabra, que si el menú de los mayores no es muy equilibrado, que si las chicas son un poco tranquilonas y te lo dan con el pañal sucio en muchas ocasiones...). Puede que en la nueva me pase lo mismo, pero habrá que probarla de primera mano.

Volviendo a la conversación. La directora se mostró muy comprensiva. Me dijo que lo entendía y que la otra guardería tenía unas instalaciones maravillosas, pero que la gente que iba aun centro y a otro distaba mucho en clase social y distinción. Al ser la otra más barata me daría cuanta de que las madres iban a recoger a sus pequeños en... ¡zapatillas de deportes! y no en botas o zapatos de última moda cómo en la suya. De repente se me encendió una lucecita y traté de esconder mis pies debajo de la mesa todo lo que pude. Ya sé porque esa señora me ignoraba siempre que podía. ¡Yo era una de esas desarrapadas que cometían el grave error de ir a recoger a sus hijos en playeras! Así que para ir al parque de juegos hay que ir supermonísima.

Compartí mis impresiones con las otras madres del parque de niños, de las que el 90% tiene a su hijo en esa guardería para 'top models', efectivamente iban monísimas, pero afortunadamente coincidían conmigo: esta directora es un poco pija.

Una de ellas me contó que le había prohibido llevar al niño en pijama a clase, "Así que le pongo chandal para que vaya cómodo". Otro punto más para que me odie. Me pasé meses llevando al niño a la guardería con preciosos y cómodos pijamitas. Hasta que me pidieronq ue ya no lo hiciera porque empezaba andar y se resbalaba con las patitas de los mismos. Entonces empezamos a vestirlo y ponerle zapatitos. Antes ¿para qué?

Empiezo a comprender por qué esta señora me miraba tan mal cuando me acercaba a la puerta de la guardería para recoger a mi hijo. Supongo que estará pensando que por fin me junto con los míos: las mamás con zapatillas de deportes e hijos cómodos.

sábado, 16 de octubre de 2010

Ni de noche ni de día

Buf, que pesadilla. Desde el verano que este niño duerme fatal. Todas las noche acaba impepinablemente metido en la cama con sus papis. Empiezo a pensar que nos toma el pelo.

Llora y llora en su cunita hasta que consigue lo que quiere. Que suelen ser dos cosas principalmente: un jugoso biberón y dormir con papá y mamá. Hay noches que le hemos tenido que dar, incluso, dos biberones. Se nos va a poner gordito, gordito.

La verdad es que le ha dado por no querer cenar bien... ¡Cómo ya sabe que le espera el biberón extra de la noche! Y no hay manera de quitarle esta mala costumbre. ¡Con lo bien que dormía antes de las vacaciones! Por lo menos si lo comparamos con ahora.


Su padre y yo hemos comenzado a hacer turnos para poder descansar un poco. Porque hay veces que ni metiéndolo en nuestra cama deja de llorar. Debe estar con dolor de dientes. Y, encima, ya lo tenemos con tos y mocos. Que debe ser el pan nuestro de cada invierno, porque están todos lo niños del parque igual.

No hay manera de tener una noche tranquila.

jueves, 14 de octubre de 2010

La guardería concertada

Ahora nos han admitido al niño en la guardería concertada. No me puedo creer nuestra suerte. Con lo difícil que dicen que es conseguir plaza en una guardería. Primero me lo cogieron a la primera en la de Usera. Después tuve la suerte de que justo habían creado un nuevo grupo de bebés en la del barrio nuevo, luego nos concedieron la pública, aunque esa la rechazamos, y ahora la concertada. Nos han dado todo lo que hemos pedido (excepto la pública de Usera, pero esa ya no nos interesa).

El caso es que se nos presentó de nuevo la disyuntiva de si cambiar o no al niño. Por un lado la privada está a cinco minutos de mi casa y la concertada a quince. Daniel ya conoce a sus compañeros de su guarde actual, aunque con un año no creo que le cueste mucho adaptarse a su nuevo entorno. Me han comentado que las públicas y las concertadas siguen un programa educativo mucho mejor y cuentan con más recursos. Además, me dijo la secretaria que en la concertada daban informes acompañados de fotos y videos. Eso es demasiado jugoso para una madre a la que se le cae la baba con su pequeñín. Y puede que en esta nueva guardería no lleven la política del secretismo tan a rajatabla como en la que lo tengo ahora. Nadie sabe lo que pasa dentro de sus muros. Nada malo, desde luego, porque el niño va contentísimo, pero no sé a qué juegan, que canciones escuchan ni que hacen en todo el día.

Por otra parte, el menú de las comidas, se supone, que es muy equilibrado porque les obliga la Comunidad de Madrid y en la privada pueden hacer un poco lo que quieran. Lo que no quiere decir que den mala comida. En mi guardería tienen cocina y hacen allí la comida.

Otra ventaja de concertada es que está menos masificada y pueden atender de forma más personalizada a tu hijo. O eso pone en el folleto, aunque luego vete tú a saber. Esta guardería no necesita autobombo porque está solicitadísima. De hecho, tiene muy buena fama en los corrillos de madres del barrio y en los foros de internet.

Y luego está el aspecto monetario. Nos habían concedido la ayuda de la Comunidad para las guarderías privadas, pero es que aun así nos sale más barata la concertada. Lo único realmente malo que le veo al cambio es que a mi suegra le pilla bastante más lejos. Es un pequeño problema, pero Raúl dice que ahora le va a tocar viajar menos y para 30 días al año que se lo va a quedar mi suegra no podemos sacrificar una educación demayor calidad. Para mí son diez minutos más a la ida y diez minutos más a la vuelta. Una compañera del trabajo lleva a su hijo a la guardería del pueblo de al lado, porque le parece que es la mejor. Así que yo no puedo echarme atrás por 20 míseros minutos de más.

Al final hemos decidido cambiarlo de guardería. Espero que sea la mejor decisión para nuestro chiquitín. Aunque nunca se sabe.

Sonrisa llena de dientes

Ahora sí que tiene mi niño la boquita llena de dientes y no parece que le esté molestando demasiado. No le ha dado fiebre, sólo tuvo el culo rojete en una ocasión, tampoco babea de forma exagerada. Las noches me las hace pasar mal, pero eso ha sido así desde que nació, con lo que se está convirtiendo en una rutina para los dos. En realidad para los tres, porque su padre también lo sufre.

¡Anda que no está guapo mi pequeñín con todos esos incisivos! Nada menos que seis. O eso creo, porque no me atrevo a meterle los dedos en la boca que me los muerde. Y además con ansia. Así a simple vista y basándonos en el ancho de su sonrisa al menos seis.

¡Hay que verle comer sólido! Le encanta. Se come lo suyo, lo tuyo, lo de Raúl y, el otro día, la merienda de un niño del parque. Si es que , ya que los tiene, habrá que usarlos.

miércoles, 13 de octubre de 2010

El mordisco

Daniel ha probado de su propia medicina. Hoy me lo han devuelto de la guardería con un llamativo mordisco en la mejilla. Aún así no ha aprendido la lección y sigue hincándome el diente en cuanto tiene una oportunidad.

Mañana martes es fiesta, así que supongo que este lunes habrán ido poquísimos bebés a clase y habrán puesto a mi pequeñajo con niños más mayores. Normalmente va a una clase donde él es el más viejo. Y así puede abusar de los demás. Porque este chiquitín es muy brutote. Hoy se habrá sorprendido al ver que otros niños mayores son más fuertes que él y que además tienen el mismo poco cuidado a la hora de tratar con los más pequeños.

Cuando me lo han puesto en los brazos le he visto una marca roja, rojísima, en uno de sus mofletes. Era enorme. Al principio no he caído en lo que era, pero en cuanto he visto la hendidura de los incisivos he caído. Se los habían clavado bien.

sábado, 9 de octubre de 2010

Un tanto posesiva

Me he dado cuenta de que a veces me comporto de una forma un poco posesiva con mi niño. Sobre todo cuando él se siente mimoso.

La otra noche estaba especialmente mimoso porque debía de sentirse mal (dientes, barriguita, cabeza... quien sabe). El caso es que lo estaba meciendo muy preocupada cuando a Raúl se le ocurrió pedirme que se lo dejara. El "No" me salió del alma. Apreté más aún a Daniel contra mi pecho y fruncí el ceño. "Anda, déjamelo a ver si logro que se calme" insistió el muy insensible. Así que no me dejó otra que gruñirle. Muy ofendido se quedó a nuestro lado un rato más y luego decidió ir a hacer el biberón.
Con el manjar en la mano me dio un ultimatum. "O le doy el biberón yo al niño o te vas tú a hacer otro". Así que con mucha desgana le pasé al niño, que se abalanzó sobre su biberón en cuanto lo olió. Ahora la que estaba mosca era yo. Le acariciaba un piececito a Daniel mientras engullía como un desesperado. Al rato bajó el ritmo y poco a poco se fue amodorrando hasta que apartó el biberón de un manotazo.

"Voy a acostarlo en la cuna" Me anunció su padre. "Nooo, dejalo aquí, a mi ladito" Cuando se encuentra mal, pienso que tengo que estar todo el tiempo a su vera para poder consolarlo con rapidez y eficacia cuando empieza a llorar. Pero Raúl hizo caso omiso a mi ruego y nos separó de forma cruel.

Cómo las madres somos muy sabias, a los diez minutos Daniel estaba durmiendo muy pegadito a mí, después de dejarse un poco los pulmones en cuanto su cuerpo tocó el fondo de la cuna.


Cosas de niños

Los niños tiene unas salidas muy curiosas. No las apreciaba hasta que he tenido el mío propio. En el parque Daniel tiene ya niños habituales que se le acercan para jugar con él. Y eso que sólo es un bebé. Sobre todo le hacen caso las niñas. Supongo que tiene que ver con que juegan más a las casitas que los niños.

El otro día se me acercó una niña con la que ya había hablado en dos o tres veces ocasiones más. Venía con un niño mayor. Se para delante nuestro y me suelta: "¿A que tú me conoces?". Estupefacta le contesté que sí, que la conocía del parque. Entonces muy ufana se encaró con el niño y casi le grita: "¡¡¿Ves?!! Una vez en ese punto me aclararon que el niño era su primo. Supongo que le habló de mí y el pobre se preocupó porque se fuera con desconocidos. Vaya forma que tuvo de arreglar la cosa la niña. Así ya se puede conocer a todo el mundo. Si no hace falta más que cruzar unas cuantas palabras...

En otra ocasión traumaticé a una pobre niña que se había pasado toda la tarde jugando con Daniel. Se lo estaban pasando bomba, así que cuando llegó la hora de que la niña se fuera a casa ella no quería. Se agarró con fuerza a un columpio y hacía caso omiso de los tirones que le daba su madre. Decidí intentar echar una mano. "Si no eres obediente no te podré dejar mañana a Daniel", la pobre se me quedó mirando con ojos como platos "¿Por qué?" "Porque si eres mala le enseñarás cosas malas". La niña se agarró de su madre compugnida y le susurró: "Mamí,que verguenza, lo que me ha dicho..." y se fue sin protestar. La madre me daba las gracias por lo "bajini" mientras se alejaban, pero yo me sentía un poco culpable por haberla hecho sentir mal.

Lo que sí me hizo gracias fue el pasmo de una niña cuando llamé a Daniel 'bebé'. "¿No tiene nombre?" Me preguntó con pena. Le aclaré en el acto que sí y entonces me dijo ofendida que por qué le llamaba 'bebé'. Cómo si estuviera insultando a mi hijo, en vez de llamarlo con un apelativo cariñoso.

Desde luego, los niños tiene su propia y extraña lógica. La verdad es que dejé de intentar entenderlos desde que Daniel cumplió los tres días. Aproximadamente.



viernes, 8 de octubre de 2010

Tomando posiciones

Daniel puede parecer pequeño y frágil, pero no es así en absoluto. Esto se demuestra claramente cuando, en una noche de honda desesperación porque no hay quien le cierre los ojitos acaba de repente en la cama de sus padres.

Hay que ver como empuja y cómo se coge toda la cama para él. Acaba tumbándose en perpendicular a nosotros para poder ocupar más espacio. Aunque sólo estemos con él uno de los progenitores, siempre acabamos en el filo del abismo y él, muy pegadito, muy pegadito a nosotros, esperando la ocasión de darnos el último empujón y lograr, por fin, sacarnos de la cama.

La otra noche no dejaba de darme patadas para que me moviera y si persisto en mi posición empieza a gruñir y gimotear con lo que sale a cuenta cambiar la postura. Aunque llega un momento en que los progenitores se hartan y le devuelven a su posición original para poder descansar en paz. Como es un niño muy cabezota se remueve de nuevo para buscar su espacio (uno muy grande para un niño tan pequeño).

jueves, 7 de octubre de 2010

El niño más cariñoso del parque

Ultimamente Daniel se abraza al primero que pilla, ya sea padre, madre, niño o carrito desconocido. Se está labrando una fama de niño encantador que tira por los suelos todas las historias para no dormir que cuento sobre él. Le suelto en el parque y se emociona yendo de un lado para otro. De repente se encuentra con otro ser y humano y ¡Ala!... se agarra a él como una lapa. Los niños se sorprenden o asustan, los padres se enternecen y a los carritos les da igual. A mi me da un poco de corte, pero también es una buena forma de empezar conversaciones. Aunque cortas, porque desde que tengo a Daniel me es imposible tener una charla normal de más de cinco minutos con él presente.

Su amiguito Hugo ya está acostumbrado y a veces hasta se los devuelve, pero no pasa mucho tiempo hasta que se ensarzan en una pelea de empujones y tirones. Cuando van cada uno en su carrito hay momentos en los que alargan la mano para darse un apretón, que normalmente acaba con Daniel intentando comerse la mano de su compañero. Algo muy entrañable.

miércoles, 6 de octubre de 2010

No entiendo nada, esto no va conmigo

Me encanta la cara que ponen los niños para expresar que eso no va con ellos. Se quedan mirando al infinito embobados, mientras tu los vistes, bañas o intentas interactuar de cualquier manera con ellos. Es una expresión despistada muy graciosa. Estoy segura de que al principio lo hacen de forma inconsciente, pero que, a medida que pasa el tiempo y comprueban que funciona, la acaban poniendo a posta. Últimamente, Daniel acompaña esta expresión con un "uh" o un "eh" que termina de rematar el efecto.

Otra cosa que no me hace tanta gracia es la sonrisa de oreja a oreja que pone Daniel cuando le estás diciendo que "no" a algo. "¡No golpees la tele!" Se gira, te sonríe y sigue a lo suyo hasta que le levantas y los sacas a rastras de donde esté haciendo sus diabluras con la consiguiente pataleta. Parece cómo si te estuviera tomando el pelo.

Cuando llega la edad de los pulsos entre los padres y los hijos hay que tener mucha paciencia, porque si ahora que tiene un año es agotador, no me quiero imaginar más adelante.

martes, 5 de octubre de 2010

Higiene extrema

Ahora que veo cómo Daniel degusta la arena del parque y le pega bocados a los pobres gatos me río de cuando había que esterilizar al máximo los biberones, lavar su ropita con detergentes especiales, incluso antes de la primera puesta, tener todos los lugares donde plantabamos su cuerpecito bien limpios.

Supongo que cada cosa tiene su tiempo y es que cuando los niños viene al mundo dan una impresión de fragilidad infinita, así que te tomas muy en serio lo de protegerlo de todos los peligros. Incluso de los que no se ven. Al pequeñajo te lo dan casi sin defensas, así que tienes que estar ojo avizor con los gérmenes. Pero también tienes que proporcionarle pequeñas dosis para que se vaya fortaleciendo. Como sucede con las vacunas.

Yo procuraba rodearlo de un ambiente limpio, pero sin exagerar. Cómo me dijo alguien que no recuerdo: ¿la teta también la hierves?

domingo, 3 de octubre de 2010

El virus de estómago

Ya está. Daniel lo ha vuelto a hacer, pero esta vez no se ha conformado sólo conmigo. Nos ha pegado el virus de estómago a mí, a mi suegra, a la abuela de Raúl, a mi cuñado... e incluso a algún amigo de éste. A mi me ha dejado para el arrastre y en mi memoria queda una noche en plan niña del exhorcista horrorosa.

Parece que es cierto eso de que los niños recogen los virus de la guarderías y luego actúan como un impresionante amplificador repartiéndolo a diestro y siniestro. Daniel se lo ha tomado al pie de la letra y ya he pasado por gastroenteritis, conjuntivitis, resfriados... Y ahora este virus maldito.

La verdad es que mientras convalecía en la cama pensaba en lo mal que lo había pasado el pobre crío cuando estaba malito. La cierto es que las madres deberían pasar las enfermedades primero para luego comprender a sus hijos de primera mano.

Parque Europa




Hemos llevado a Daniel a un parque fuera de los común. Se llama Parque Europa y está en Torrejón de Ardoz. Me habían hablado muy bien de él. Por lo visto abrió sus puertas en el mes de septiembre y sus caminos están plagados de monumentos europeos: La puerta de Branderburgo, un trozo del muro de Berlín, la Torre de Belem en Lisboa, los molinos de Holanda, el puente de Londres, la Fontana di Trevi... y mucho más, todo en un entorno nuevo y limpito. Tampoco se habían olvidado de los más pequeño y el parque está plagado de zonas infantiles y de actividades varias. Vamos, que me encantó. Y al pequeñajo también. Cómo abría los ojitos, que parecía que se le iban a salir. Lo que más le gustó pareció ser la Torre Eyffel. Agarraba los barrotes de la pequeña copia (comparada con el original) y la sacudía con alborozo.


Cómo nos hizo un día estupendo Daniel pudo correr alegremente por el cesped. Incluso pasamos calor. Lo malo es que con ese solazo no se podía estar en los parques infantiles. El niño es demasiado pequeño para echarlos de menos, pero ya le traeremos de nuevo para que pueda montarse en los columpios que simulaban castillos medievales y cohetes espaciales.

sábado, 2 de octubre de 2010

Bronca de la pediatra

De hoy no ha pasado y he llevado al crío a la pediatra. Cuando llegué a la guardería para recogerlo me encontré con una cuidadora muy seria diciéndome que mi hijo estaba malito ¿Qué podía hacer yo sino acudir a un profesional?

La última vez que me presenté en el pediatra sin avisar me dijo la médico que tenía que preguntar en la puerta si había hueco. A mi me pareció raro, ya que en recepción tendrán todas las citas, pero no si los pacientes van a fallar en el último momento y se forma un aprovechable hueco en el que colar a tu bebé. Pero como soy muy obediente me dirigí al mostrador. La chica me tomó los datos y me mandó de urgencias. Yo le recalqué que iba por si había alguien de repente, y sin avisar, decidía no acudir a la cita médica, pero ella me contestó que lo único que podía hacer era enviarme de urgencias. Entonces me atendería el profesional que tuviera tiempo en ese momento.


Tuve suerte y fue mi pediatra la que me llamó. Lo malo fue que lo hizo para echarme una pequeña bronca "amistosa". Me dijo que el niño estaba sanisimo, que si me parecía lo bastante grave como para llevarlo de urgencias (yo sólo quería que lo viera si tenía un gueco... Si no me lo llevaba al parque como todos los días) y que no lo trajera si no era porque había manchado el pañal diez veces en el día, había vomitado sangre o tuviera una fiebre de más de cuarenta grados. Me preguntó si yo lo veía enfermo y por qué quería torturarlo llevándolo al médico a que lo examinaran en vez de al parque. La verdad es que el enano estaba muy activo y empleándose a fondo en la consulta. De vez en cuando se giraba y nos ofrecía una amplia sonrisa ajeno al drama y a la verguenza por la que pasaba su madre.


Le dí la razón en todo a la profesional y me llevé al niño al parque un poco más tranquila con respecto a su salud, pero también bastante segura de que no pasarían muchos días hasta que la pediatra y yo nos volviéramos a ver las caras. Después de todo se acerca el invierno y es época de toses, mocos, resfriados, bronquiolitis, gastroenteritis y muchas enfermedades leves más que pululan por las guarderías.