viernes, 28 de febrero de 2014

El infierno tiene un nombre: Fiesta de carnaval del mayor

Esta mañana mi hijo mayor me dijo que no tenían que ir disfrazados a clase, pero que a él le hacía ilusión ponerse el suyo. Como va de Ben 10, que es bastante discretito, se lo puse sin dudarlo para que pasara la jornada lectiva caracterizado.

Esta tarde, en la fiesta carnavalera de su cole, le llevaré los complementos del Omnitrixs de gomaeva y la máscara de alienígenas.

En un momento, pensé que era una pena que no fueran los niños disfrazados a clase, pero tras leer un post de Papacangrejo sobre lo poco que le gusta a su hijo los carnavales y que en su cole se los tiene que tragar como las lentejas, lo he visto desde una nueva perspectiva.

Esta semana han estado haciendo actividades relacionadas con esta fiesta multicolor en clase, pintándose la cara y haciendo manualidades varias (entre ellas la careta de su adorada mascota de clase Oto), así que no se puede decir que no lo hayan vivido. Y el celebrar una fiesta de carnavales fuera del horario de clases nos da la oportunidad de celebrarlo en familia.

Me daba una pereza horrible ir, sobre todo, teniendo en cuenta que el padre de las criaturas está de trabajo hasta las cejas y no podía venir, pero también me daba pena dejar al peque sin su fiesta. Encima, Iván ya se había apuntado y no dejaba de gritar "fieta, fietaaaaa, piataaaa". Supuse que traducido al idioma español significaba: "Mami, quiero ir a la fiesta del cole de Daniel vestido de pirata.

Le puse el disfraz al pequeño, el omnitrix al mayor y nos fuimos al colegio.

Llegamos un poco tarde y el pasacalles ya había comenzado. Lo primero que pensé fue en alcanzarlo, porque no es un recorrido muy largo, pero luego recordé la terrorífica cola que tuve que hacer el año pasado para conseguirles el vaso de chocolate a los chiquillos y cambié de opinión. Acerté. Sin cola nos dieron el ansiado chocolate enseguida.

Daniel se sentó a bebérselo, mientras su hermanito hacía el mono bajo la mirada atenta de su mamá. Al final acabó bebiéndose también el de Iván ante el desinterés del interesado por la golosina. Cuando acabamos de degustar nuestros bizcochos con chocolate, me di cuenta con horror que el bebé necesitaba un cambio de pañal. Le había puesto uno para, al menos, despreocuparme sobre el tema escapes y visitas periódicas al baño.

Metí a los chiquillos en el gimnasio y me desvié con Iván a los vestuarios de las chicas, mientras el mayor hacía el salvaje entre las colchonetas. Cuando solventé el problema, solté a la fiera número dos para que jugara también. Pero la alegría duró poco. Un monitor entró en el gimnasio (que sólo tiene una salida a vigilar) y nos anunció que la fiesta se celebraría en el campo de fútbol (dónde se pueden escabullir por cualquier rincón).

A partir de entonces empezó el verdadero infierno. Cada uno quería ir hacia un lado diferente. Daniel se perdía de mi vista tras un amigo u otro e Iván brincaba siempre hacia el lado contrario. Yo intentaba no perder los nervios asegurándome a mi misma que era un entorno seguro, pero no me hacía ninguna gracia perderlos de vista.

Así que tras mucho correr de un lado a otro, vigilando a los dos hermanos, me cansé y di por terminada la fiesta carnavalera para nosotros. Sólo había pasado una hora y media desde que nos sumáramos a la algarabía, con lo que los chiquitines protestaron enérgicamente. Pero les fue imposible convencerme para que me quedara ni un segundo más.

No había llevado el carrito porque Iván va más cómodo andando que encajado en la silla, así que tardamos lo que me parecieron siglos en volver a casa. Los chiquillos estaban para meterlos en la lavadora con ropa y todo, así que lo primero que hice fue preparar los baños. Pero luego me senté unos minutos a relajarme y olvidar la traumática experiencia.

jueves, 27 de febrero de 2014

Y seguimos con el carnaval: ¡Mascaritas caseras!

La verdad es que desde que tengo niños me acoplo a las fiestas que tocan que da gusto. Antes era más pasota para estas cosas.

Se me ocurrió hacer unas máscaritas para el blog del trabajo. Me quedaron bastante graciosas y por un momento se me pasó por la mente no facilitárselas a los energúmenos de mis hijos, pero sabía que les iba a hacer ilusión y no tuve corazón.

Efectivamente, les hizo muchísima ilusión jugar con ellas. Aunque Iván al principio erró en el uso catastróficamente. La cogía del palito y la tiraba con todas sus fuerzas para espanto mío.

Le expliqué que se la tenía que poner en la cara para convertirse en un pajarito y le gustó la idea. "Pajaito pio pio" gritaba mientras se la ponía delante de los ojos con entusiasmo.

Daniel también se convirtió en el gatito de su máscara un ratito.

Me fui del salón tan contenta para hacer mis labores. Cuando volví, encontré pompones y plumas por el suelo, pero de las máscaras ni rastro. ¡A saber dónde han metido lo que queda de ellas estos dos bribones!

miércoles, 26 de febrero de 2014

El toque que le faltaba al disfraz de Ben 10

A Daniel le encantó el disfraz de Ben 10 cuando se lo probé el otro día, pero lo dos sabíamos que le faltaba un detalle importante. Me rompí la cabeza pensando cómo podía el peque convertirse en al menos un alienígena. Y tras mucho pensar recordé la máscara de cara cambiante de Halloween. ¡Era el complemento perfecto! Imprimí cuatro caras de alienígena y maqueé la máscara para su nueva utilidad.

Me quedó bastante cutre, pero la cara de emoción de mi hijo mayor me dijo que había acertado de pleno. Menos mal que estos niños no son nada exigentes. Estuvo jugando un buen rato a convertirse en uno u otro alienígena. Y cuando se cansó, su hermano tomó el relevo.

Me temo que tendré que hacerle a él también una máscara igual, pero con personajes de Dora, la exploradora, por ejemplo.

martes, 25 de febrero de 2014

Leyre, la novia de Daniel

Este año hemos empezado con: mi novia es fulanita o mi novio es menganito en la clase de Daniel. Hay ocho niñas y 20 niños, con lo que supongo que están solicitadísimas.

El caso es que Daniel, siempre me dice que las niñas le repelen y ni novia ni ná. Pero llegó el día en el que me anunció con una sonrisa de oreja a oreja que tenía novia.

"¿Ah Sí? ¿Quién?", le pregunté intrigadísima

"¡Leyre!" Exclamó feliz. Repasé mentalmente la lista de nombres de niñas de su clase y no me sonaba que ninguna se llamara así.

"¿Quien es Leyre? ¿Va a tu clase?"

"Nooooo, mamá. Leyre está en el comedor y ¡siempre me regala comida y chuches!" confesó encantado.

Se ve que esta chica le ha conquistado por el estómago. Y le ha causado una profunda impresión, porque, acto seguido, me hizo saber que había que hacerle un regalo a su novia y que ya podía ir pensando. El único requisito que me pedía era que tuviera purpurina.

Por la tarde, cuando llegamos a casa del cole me preguntó en qué había pensado para Leyre, así que improvisé un corazón de fieltro. Mi idea era que fuera pequeño, pero el peque el quiso muy grande para poder decorarlos a su antojo, que es lo divertido.

Se hizo con las taladradoras de formas, gomaeva, purpurina y pegamento e hizo su obra maestra. Luego me pidió que lo rellenara y lo cosiera.

El chiquitín se acercó curioso y a su hermano mayor casi le da un ataque de pánico cuando vio que su creación peligraba, así que tuve que pensar rápido y fabricarle una varita mágica a la velocidad de la luz. Por supuesto, en cuando Daniel al vio, quiso otra.

No tardaron en jugar a convertirse mutuamente en animales.

Cuando Raúl me vio acabándo el corazón y preguntó para qué era, alucínó con mi respuesta. "Anda que lo que no hagas tú..." Me soltó muerto de la risa.

El caso es que el peque le llevó hoy el regalo a su "novia" muy contento.

Está claro que los papis le preguntamos ansiosos cómo le había ido. ¡Anda que no se hizo de rogar! Pero al final logramos sacar algo en claro: Leyre le había dicho que era muy bonito. ¡Y nada más! A veces desearía poder verle por un agujerito cuando está en el cole...

lunes, 24 de febrero de 2014

Magia en Familia: diversión sin límite

Cuando leí el email de Mis planes con niños en el que me anunciaban que había ganado tres entradas para La isla de las Luciérnagas en La Escalera de Jacob me dio un subidón.

Ya había estado es esa cafetería teatro una vez hace dos años con Daniel, en una obra para bebés: Milonga bajo el mar, ¡Y nos encantó!

Invité a mi suegra y allí que fuimos el domingo con un niño muy ilusionado. Cuando llegamos allí, nos encontramos que, por causas de aforo, probablemente debidas al pedazo de sol que lució todo el fin de semana, nuestro espectáculo se había tenodo que suspender, pero nos daban la opción de asistir a uno, tan sólo media hora más tarde, que también tenía una pinta estupenda: Magia en Familia.

Muy contentos nos dimos una vuelta por el bario para enseñar al peque los coloridos carteles de la calles. Evidentemente, el que más le gustó fue el de la calle de la cabeza (Una espada, una cabeza de hombre cortada en una bandeja y una cabeza de cordero). ¡Qué truculento es este niño! La leyenda de esta calle es la siguiente: Un criado envidioso le corta la cabeza a su amo y huye con sus riquezas. No le pillan y años después vuelve por unos asuntos a Madrid. Compra la cabeza de una cordero en el mercado y la guarda en uno de los bolsillos de su traje sin percatarse de que la sangre está empapando la tela. Un alguacil le para y le pregunta por el contenido de la bolsa. El criado asegura que es una cabeza de cordero, pero al sacarla resulta ser la de su antiguo amo con lo que le detienen inmediatamente por su crimen.

También encontramos una fachada muy chula en la que vivió Pablo Picasso. Paramos en unos juegos infantiles para que Daniel quemara energías una rato y nos tomamos un café en la misma Escalera de Jacob. una jornada soleada muy aprovechada.

Por fin, llegó la hora de entrar en la sala. El mago nos hizo reír desde el minuto uno. Se metió a los niños en el bolsillo enseguida. Los peques acabaron suplicando por que les sacara al escenario. Daniel no paraba de reír y contorsionarse en su asiento. Sus trucos nos dejaron con la boca abierta y, lo cierto, es que pasamos un rato en familia extremadamente divertido.

Mi hijo salió encantado y pidiéndome ir a la obra que habían cancelado otro día.


Lo cierto es que se portó bastante mal en el trayecto de regreso y acabé asegurándole que tenía que hacer muuuchos méritos para que yo le volviera a llevar a otro sitio.

Seguro que claudico pronto, porque yo también quiero ir.

domingo, 23 de febrero de 2014

Un cumpleaños muy familir con Philips Avent

El viernes estuvimos celebrando un cumple algo inusual. Philips Avent cumplía 30 añazos y la empresa decidió hacer una pequeña fiesta muy hogareña con varias familias en la que no faltó ni un detalle.

Nada más llegar nos pusimos cómodos y los niños fueron a conocer a los divertidos piratas que organizaban juegos y actividades en una de las habitaciones. Enseguida se encontraron en su salsa y no dudaron en dejarse pintar la cara. Daniel se convirtió en un caballero zombi muy colorido e Iván en un piratilla muy gracioso. Al mayor casi no le vi el pelo en toda la tarde, tan entretenido como estaba con sus nuevos amigos, pero el pequeño fue harina de otro costal. Se empeñó en trepar por los sofás, gatear entre las piernas de los asistentes, trepar por mí hasta alcanzar la deseada espumilla del capuchino que me ofrecieron o trastear con el ordenador de los organizadores durante la presentación de los nuevos productos. Menos mal que el equipo eran personas extremadamente encantadoras y sonreían a cada trastada de mi pequeño Godzilla, porque si no hubiera pasado una vergüenza terrible. Como es lógico, no era la única madre con niño terremoto, pero, generalmente, me suele parecer que el mío es el que peor se porta. De vez en cuando algún pirata venía en mi rescate y se lo llevaba fascinado por unos tapones, las pinturas de cara o globos con helio.

La merienda estaba al alcance de pequeñas manitas. En el caso de Iván, eso resultaba un peligro. Menos mal que al final no hubo nada que lamentar, aunque me sentí en la obligación de acabar todos los manjares que se iba dejando a la mitad.

Entre travesura y travesura pude charlar muy animadamente con la mamá de La Guinda de Limón, con Lee de Babytribu, la mamá de Sweet Valentina, Blanca, de Mimos para mamá y muchísimas más mamis muy simpáticas.

Durante la charla de presentación de los productos Iván decidió ponérmelo un poco difícil, pero aún así pude enterarme de algo porque las mamis desarrollamos un poder especial para hacer unas cuantas cosas a la vez sin perder el hilo. Me sorprendió el origen de la empresa: Un papá en apuros, porque los biberones que tiene que utilizar no le parecen nada adecuados para su tierno infante, se pone como meta crear el mejor biberón del mundo. Una historia muy tierna.

Los nuevos productos buscan hacer más fácil la vida a la reciente mamá y a su chiquitín sin olvidar un diseño muy cuidado. En la bolsa que nos dieron venía un descuento para su tienda online y pienso hacerme con alguna de esas preciosuras. Sobre todo, le eché el ojo a unos vasos muy coloridos, ideales para Iván.

En la bolsa también encontré un pack muy completo de biberones, chupete y cepillo limpiabiberones para recién nacidos que le voy a regalar a una amiga embarazada (¡Le va a encantar!), porque a mí me ha llegado un poco tarde, una pelota de playa muy graciosa que va a ser la reina de los juguetes este verano, un lápiz de memoria con forma de biberón que me tiene enamorada y un práctico boli, que siempre me falta uno cuando más lo necesito jajaja

Gracias a Madresfera y Philips Avent por habernos regalado por su aniversario una tarde tan maravillosa.

sábado, 22 de febrero de 2014

Prueba de disfraces

Con los Carnavales a la vuelta de la esquina necesitaba una sesión de pruebas de disfraces urgentemente. Daniel tenía el disfraz de Ironman (en realidad es un pijama de dos piezas, con lo que más cómodo que iría), pero últimamente está obsesionado con Ben 10 y me pareció un disfraz demasiado fácil de hacer como para no darle el gusto. Así que pintarrajee una camiseta interior blanca, hice un omnitrix cutre con gomaeva y busqué unos pantalones verdes. ¡Tachán! El mismísimo Ben 10 en el salón de mi casa.

Para el pequeño tenía un disfraz de chino que su padre le trajo a su hermano en un viaje de trabajo que tuvo que hacer a este enorme país. Es precioso, perooooo... El peque muestra una clara predisposición a los piratas. Y yo no puedo dejarle con las ganas, así que customicé un par de cosillas y con el gorro pirata que tenemos de antes ¡Solucionado! El pirata garrapata corría por el pasillo haciendo de las suyas.

El traje chino se lo pondremos el fin de semana para que vaya a ver a sus abuelas y así no nos quedamos con las ganas. ¡Hay días para todo!

Les gustaron tanto sus disfraces que no me dejaron quitárselo en toda la tarde. Estuvieron jugando con su imaginación y disfrutando de sus personajes a tope. En realidad, me costó un disgusto con Iván, quitarle su disfraz porque estaba decidido a dormir con él. Al pobre le hice el parque muy pequeño y se le estaba comprimiendo el cráneo, pero no quería que se lo quitara de ninguna manera.

Al final logré convencerle de que me lo diera para añadirle más elástico y que fuera mucho más cómodo para él.

Que divertido es verlos así.


viernes, 21 de febrero de 2014

Las trastadas de Iván

El más pequeño de la familia me las está liando pardas.

A veces me lo tomo con humor. Le riño con suavidad y le explico por qué no hay que hacer lo que ha hecho. Otras veces me enfado bastante y le riño enérgicamente. Y, en ocasiones, lo veo todo rojo... Y casi que se acaba el mundo.

Tiene la costumbre de llenar la bañera de juguetes y luego, mientras yo estoy ocupada haciendo la cena, los saca metódicamente encharcándome el suelo del baño. Entonces, llego yo para sacarlo y la mayoría de las veces patino hasta el lavamanos.

A esa costumbre hemos añadido, la de vaciar pacientemente la botellita de agua que les dejo en su mesita de noche para tenerla a manos cuando tiene sed a horas intempestivas. Así humedecemos bien la madera de la mesita, el colchón de su cama, formamos un gran charco en el suelo y no nos olvidamos de derramar unas gotitas sobre la cama del hermano. Llevamos a cabo esta travesura siempre a escasos minutos de irnos a dormir para que tenga más efecto. ¡Y efectivamente! Mamá se pone al rojo vivo. Solución: ya no ha botellitas en las mesitas. Si tiene sed peregrino a la cocina.

Y, por supuesto, no debemos olvidar la actividad estrella: desenrollar pacientemente el rollo de papel higiénico.

Ni la más escatológica: ¿Hay algo más divertido que pasear la escobilla del baño por toda la casa y estamparla en los lugares más insospechados?

No quiero ni pensar en próximo plan maquiavélico. Miedo me da.

jueves, 20 de febrero de 2014

Los limpiapipas y los pompones dan para mucho

Este fin de semana ha hecho unos días muy malos, así que los niños han estado bastante tiempo dentro de casa. El sábado por las mañana nos acercamos a la biblioteca a coger libros para toda la familia. Nos pertrechamos de anoraks, paraguas y de botas de agua para desafiar a la lluvia y pasar un rato divertido. Pero el resto del tiempo lo pasamos bajos techo, pasando lista a todos los juguetes de los peques, ¡que no son pocos! Y aún así acabaron hartos.

De repente me acordé del bote lleno de pompones, gomaeva, plumas y limpiapipas que le regaló una amiga de mi madre a Daniel y se me ocurrió sacarlos. ¡Un éxito! Yo hacía lo que Daniel me pedía y los niños jugaban con mis creaciones: una araña, un ciempiés, una mosca... Por lo menos al principio. Luego Iván empezó a pelearse sistemáticamente por lo que tenía su hermano en la mano.

Demasiada paciencia tuvo Daniel que cedió casi todo el rato. Al final todos los bichejos acabaron aplastados y se acabó el juego.

miércoles, 19 de febrero de 2014

Daniel protesta

"¡Joooooo! Mamáaaa ¿Cuánto queda para verano?" Fue lo primero que me dijo una mañana mi niño grande.

"Pues todavía queda mucho, cielo" le contesté un poco distraída mientras levantaba la persiana de su habitación.

"Jooooooo, pero yo quiero que sea ya verano. ¿Y por qué no vamos a ningún lado?" Volvió a refunfuñar.

"¡Pero si no paramos!" Objeté yo. "Vamos a muchos parques, a las bolas, a la nieve..."

"¡Pero yo digo a sitios como Covarruuuuubiasss!" Me aclara impaciente.

"Por que hace muy mal tiempo" le explico a mi vez "Pero antes de verano aún queda muuucho por hacer y no creo que te lo quieras perder"

"¿Cómo qué?" Preguntó interesado.

"Pueeeees, ahora viene carnaval, y nos disfrazamos, luego La semana santa y hay vacaciones. Y en Pascua viene el conejito de Pascua a regalarnos huevos de chocolate..."

"¡Huevos de chocolate!"- Los ojitos le brillaban.- "¡Es verdad! Tenemos que pintar huevos para que el conejito, así nos traerá más huevos de chocolate jajaja. ¡Vamos, mamá! Tenemos que pintar los huevos" Exclamó encantado. Pero yo no tenía colorante alimentario y tuve que decepcionarlo.

"Porfi, mami, porfi, porfi, porfi" Al final acabamos pintando huevos duros con rotuladores normales y, cuando nos los quisimos comer la tinta había teñido la clara. Cortamos la superficie coloreada y nos comimos lo que pudimos.

Daniel estaba feliz porque pensaba que el conejo de Pascua le iba a traer millones de dulces. No me atreví a decirle que para Pascua aún quedan más de dos meses... ¡Al menos está más cerca que el verano!

martes, 18 de febrero de 2014

Un ramito de flores para animarme el día



Mis fieras siguen siendo corrupias, pero hoy brilla el sol porque Con lluvia y con sol me ha regalado
un ramo de flores. Y a mí este ramo de flores... ¡Me encanta!

Es increíble que no supiera que Rocío tenía dos blogs: Con lluvia y con sol y Con lluvia con sol Shop. Hasta que me concedió este premio tan bonito, pensaba que sólo tenía el primero. Y lo mejor de todo es que los actualiza los dos a buen ritmo y con post de muchísima calidad.

Su artesanías para bebés y bodas son un tesoro. Sobre todo las letras de madera. Quedan ideales como decoración.

Con le premio van once preguntas que tengo que contestar:

1.- ¿Por qué abriste un blog?
Para mantener a mi madre informada de lo que hacen los locuelos de sus nietos madrileños.

2.- ¿Qué sueño te queda por cumplir?
Que siga todo como hasta ahora.

3.- ¿Cuál fue el día más feliz de tu vida?
Todos los días, porque miro a mi familia y me siento FELIZ... Aunque es verdad que a veces los ahogaría.

4.- ¿Qué es fundamental para ti a la hora de comprar por internet?
Confiar en la tienda.

5.- ¿Qué consideras imprescindible meter en tu maleta?
Ahora mismo, ¡un chupete! Pero ya queda muy poco para olvidarnos de esta enojosa manía chupoptera (espero...)

6.- ¿Cuál es tu lugar favorito donde perderte?
Lo cierto es que no tengo ningún sitio para perderme. Soy bastante vanidosa y pienso que no puedo perderme por si de repente hay alguien que me necesita jajaja

7.- ¿Cuál ha sido el mayor reto que has superado?
Ser madre y trabajar. ¡Vaya encaje de bolillos!

8.- ¿Cual es tu pasión/vicio confesable?
El chocolate Ummmm Podría comerme dos tabletas enteras casi sin respirar Sight!

9.- Si te tocaran 100 millones de euros ¿Qué es lo primero que harías?
Pagar hipotecas (hermanos, cuñados, suegra... ¡Y la mía por supuesto!)

10.- ¿Qué es para ti el "éxito"?
Vivir satisfecho con uno mismo y con nuestros logros

11.- ¿Cuáles son tus 3 mayores virtudes?
Sé escuchar (aunque es verdad que a veces me olvido de la mitad de lo que me dicen y de la mitad de los que digo :S), Me encanta ayudar (aunque ya se sabe que de buenas intenciones está empedrado el infierno) y extremadamente cariñosa (le pese a quien le pese jajaja)
Y los elegidos para recibir este bonito ramo de flores soooon:

- La nave de V
- Mamá y las "foles" de Bruno
- Descubriendo un nuevo mundo
- ¡Que familia!
- El Diario de Layla Jones
- El espejo de la entrada
- El blog de Renee
- Atempra
- Blogueando de mi peque y otras cosas
- Diario de una familia con adolescentes
- El sueño que sí cumplí







sábado, 15 de febrero de 2014

A veces... Siento que estoy perdiendo

Anoche me derrumbé en el sofá agotada y me invadió una angustiosa sensación de desaliento.

Estoy perdiendo la batalla otra vez. Daniel desobedece sistemáticamente cada vez que le pido algo. Iván se está convirtiendo en un pequeño tirano.

Intento todos los métodos y nada. Sé que están en la edad, sé que lo mas importante es tener paciencia, pero... no puedo luchar contra mi carácter.

Suelo empezar bien: razonando, explicando mis razones con frases sencillas y cortas...

Cuando veo que reinciden salen a reducir los castigos y consecuencias, siempre realistas y alcanzables. Las cumplo y me suelen pagar con una pataleta, pero no con un cambio en su comportamiento.

Cuando se les pasa la perreta, veo con sorpresa que vuelven a desobedecerme en el mismo punto. Así que ya me empieza a hervir a sangre. Empezamos con las amenazas. En realidad, con LA AMENAZA: "mamá se está enfadando".

Hay veces que se toman en serio mi advertencia y paran su actividad "delictiva" para convencerme de que se están portando como angelitos o para acariciarme el pelo mientras canturrean: "Tranquila, mamá, tranquila".

Pero si reinciden... si reinciden... se desata el infierno. ¡Y mamá les grita de una forma horrible para luego ignorarles hasta que se calma! "Mamaaaaaaa" me llaman lastimeros, pero mamá ya no está para nadie. "Buaaaaaaaa" lloran, "¡Que lloren" pienso. "Yo también estoy llorando y a ellos les da igual".

Cuando se me pasa, nos abrazamos como si no hubiera un mañana y nos pedimos perdón mutuamente. Pero casi al segundo siguiente ya la están liando de nuevo. ¡Demasiada tragedia en nuestra vidas! ¿No creen?

He intentado el método time out y contar hasta 10 antes de explotar, pero, en ocasiones no me doy cuenta de lo que ha pasado hasta que me oigo a mi misma dando berridos. Los vecinos deben pensar que viven con el Doctor Jekill y Mr Hide, porque a primera vista nadie adivinaría al ogro en el que me puedo llegar a convertir.

El día que me pillan menos cansada e irritable, suelo llevarles a un rincón a "razonar". Lo cierto es que les someto a un tercer grado lleno de preguntas del estilo "¿Por qué lo hiciste?, ¿No te das cuenta de por qué está mal lo que hiciste? ¿Por qué crees que mamá te riñó?". Acto seguido le explico por qué no puede hacer lo que hizo y le pido que me lo repita al menos dos veces bien. Huelga decir que nos podemos pasar muchísimo tiempo en el rincón hasta que Daniel promete lo que haya que prometer y me vende su alma si hace falta para escapar de allí.

Con Iván la sesión es más simple y menos productiva porque se suele pasar llorando todo el rato que le mantengo en la esquina. Le hablo al oído para calmarlo y que me escuche, le explico por qué le he traído a hablar al rincón, intento que entienda mis motivos, pero él sólo llora y llora, finalmente se acurruca en mis brazos e hipa hasta que le doy un besito o le acaricio el pelo. Entonces le suelto y me siento como si me hubiera tomado el pelo.

El otro día, se acercó mi hijo mayor muy angustiado y me pidió que le sentara en la esquina. Intrigada, me lo llevé al rincón más cercano y me empezó a confesar que se había portado mal, ya no recuerdo por qué. El caso es que esto me demuestra que la esquina de interrogatorios tampoco funciona. Me temo que tiene la peregrina idea que puede hacer lo que quiera y expiar su culpa sentándose un ratito a charlar con su madre. ¡sight!

Otro día, le advertí muy seria que si seguía insistiendo en portarse mal le tendría todo el sábado sin Ben 10. "¿Entonces puedo ver los Vengadores?" me preguntó sopesando si le valía la pena comportarse mal o no. "¡Tampoco!" Exclamé yo indignadísima. "¿Y Pacman?" Insistió. "¡Sin tele, sin teleeeeee. El sábado te quedas sin tele como te vuelva ver saltando en el sofá!" empecé a perder los nervios. Mi primogénito me miró un minuto con toda la tranquilidad del mundo y me soltó un escueto "vale" antes de seguir con los saltos salvajes. Evidentemente, lo bajé del sofá y hubo lloros y perretas. Seguramente, él pensaba que mamá no había cumplido con lo pactado (supongo que me expliqué mal).

Al día siguiente (sábado), me pidió Ben 10 y con la mejor de mi sonrisas (que yo le quiero mucho, pero no pude evitar saborear el momento), le expliqué que anoche se había portado muy mal y que le había castigado sin tele. En un principio, intentó convencerme de que él se había portado muy bien y que siempre se porta muy muy bien. Cuando vió que no colaba, suspiró y con gesto de fastidio claudicó con esta frase "Esta bien, mamá. Pues pásame la Tablet". ¿En serio alguien puede permanecer calmado ante tal muestra de cara dura?

viernes, 14 de febrero de 2014

Un experimento muy dulce

Hacía mucho que no intentábamos hacer un experimento científico de esos que fascinan a mi niño mayor. Así que cuando descubrí que existía Experciencia, gracias a Diario de una madre en prácticas, me empapé bien de su contenido buscando algo sencillo que hacer con niños tan pequeños ¡y encontré un experimento ideal! Va sobre densidades, algo muy complicado para los peques, pero el resultado es tan colorido, que sabía que les llamaría la atención. Me podía haber ahorrado el trabajo de examinar exhaustivamente la web porque elegí el mismo que Elvira, pero así me he apuntado otros para más adelante.

Al final lo hice sólo con Daniel, porque Iván se comía la materia prima antes de que pudiera ni siquiera comenzar. No me extraña porque estamos hablando de deliciosos Lacasitos. Tuve que esperara a que se tumbara la siesta para desplegar el material.

Un bol transparente, agua y Lacasitos de diferentes colores es lo único que necesitamos. LLenamos el bol de agua. Ponemos los Lacasitos dentro con una separación similar entre unos y otros y esperamos a que el color se diluya en el agua. ¡Sorpresa! Los colores no se mezclan porque teine la misma densidad a causa del nivel de azúcar que se disuelve en el agua. El resultado e suna bonito arco iris acuático que encantó a mi peque.

Eso sí, en cuento dimo por finalizado el experimento se comió los Lacasitos

miércoles, 12 de febrero de 2014

Guerra de robots

Por fin llegó el lunes y mi primogénito salió de clase dando saltos de la emoción: ¡¡Guerra de robots!!" exclamaba una y otra vez emocionado.

Los otros contendientes no parecían tan entusiasmados, pero sí felices de verse las caras en una de las mesas de la biblioteca.

Todos tenían robots chulísimos y muy imaginativos. Los peques se los intercambiaban para estudiar los detalles del otro. Daniel, mal que bien, le prestó robots a su hermano que también quería meter la nariz en el ajo.

Cuando se cansaron de admirar sus criaturas, se pusieron a simular una lucha, pero acabó bastante rápido, teniendo en cuenta que uno de ellos sufría demasiado por la integridad de su ejército de papel.

No me costó mucho convencer a mis peques para que dejaran la lucha y se concentraran en coger un libro de la biblioteca. Entre pitos y flautas, al final nos iba a dar la hora de cierre de la biblioteca, que sólo abre durante una hora, y nos íbamos a quedar con las ganas.

Sorprendentemente, a Daniel no le dio exclusivamente por los libros de Érase una vez la vida y le dio una oportunidad a un ejemplar sobre animales del mar que tenía enamorado a su hermano. Lo que me vino genial porque así tenía a los dos contentos.

Cada chiquillo guardó sus robots, aunque a mí me los guardaron porque tuve que salir corriendo detrás de Iván para que no se me escapara. Cuando ya nos íbamos, una mamá me comentó lo bien que coloreaba Daniel. Imaginaros el orgullo que me invadió. Sobre todo, porque el año pasado era su asignatura pendiente.

martes, 11 de febrero de 2014

El Nacimiento I y El nacimiento II

Daniel anda como loco por los libros de Érase una vez la vida que hay en la biblioteca de su colegio. Cada vez que vamos se coge dos ejemplares y se va dando saltos de alegría a casa. En cuanto cruza la puerta sale disparado al sofá y se sienta a ojearlos a gusto.

Su última elección fue El Nacimiento I y El nacimiento II. Cuando pasó las páginas se encontró con unos espermatozoides dibujados a la manera robótica que tanto le gusta y le brillaron los ojillos de entusiasmo.

Por la noche, cuando llegó la hora del cuento se plantó delante de su padre con los dos ejemplares en los brazos y ojitos de bambi. Iván por su parte me reclamaba a gritos el "cuento piataaaaa", así que ya teníamos tarea los dos.

Mientras le ponía a Iván el pañal de la noche y el pijama manta escuché el comienzo del relato: "Mira Daniel, estos son los espermatozoides y los hacen los chicos. Y estos los óvulos y los hacen las chicas, por eso los chicos tiene colita y las niñas no. Y aquí es donde se fabrican los espermatozoides: en los huevos..." Me chocó tanto la palabra para lo que se suponía que era un cuento infantil que me entró un ataque de risa. Los dos hermanos me miraron asombrados y no tardaron ni medio segundo en reírse conmigo, aunque estoy segura de que no sabían el motivo. En cambio el padre permanecía serio y seguía con su relato como si tal cosa.

"¡Hombre! Raúl. ¿No les puedes llamar de otro modo?" Le pedí yo. Sin pensárselo dos veces le explicó a su hijo que el nombre médico de los huevos eran testículos y el de la colita pene. Y ahí es cuando decidí que era mejor ir con Iván a la habitación de los niños a contarle el cuento del pirata antes de que me volviera a dar otro ataque de risa.

Cuando acabé de contarle el cuento al más pequeño de la casa, le canté dos nanas y le llené de besos. Volví a la habitación principal a llevar a Daniel a la cama. Me encontré a padre e hijo riéndose muy divertidos. "Dile a mamá lo que me acabas de decir" le pidió Raúl a nuestro primogénito. Daniel no se hizo de rogar "Que quiero un bebé, así que juntaos y haced uno". "Ya tienes uno: Iván" le contesté para que no se hiciera ilusiones. "Peeeeero quiero ooootro" me contestó "Iván es muy grande y además ¡yo quiero verlo salir!"

"Pero, cielo, sólo dejan ver salir a los niños a los padres. Así que no vas a poder ver salir un bebé hasta que seas padre" Le explicamos Raúl y yo pacientemente.

"Joooooooo. Que para eso queda mucho" exclamó decepcionado.

Buuuuf. Eso me pasa por no censurarle los libros que coge. En fin. Me temo que no estoy por la labor, así que se va a quedar con las ganas de tener otro hermanito... Y tampoco creo que convenciera a los del hospital para entrar en la sala de partos por muchos ojos de bambi que les ponga.

lunes, 10 de febrero de 2014

¡El cuento del pirata una y otra vez!

Así como Daniel no se podía ir a dormir sin su cuento de Pablo, el bombero, Iván necesita el suyo del niño pirata. Los cuentos del intrépido bomberito que salvaba las más extravagantes situaciones de emergencia acompañado de su perro Fuego y su gata Agua variaban cada noche, pero el cuento de piratas es siempre igual. ¡Y no se lo cambies! Que ya se lo sabe y le gusta ir adornándolo con intervenciones esporádicas.

De camino a la cama va gritando "Cuento piata, cuento piaaaaaaata..." y casi todas se lo cuento. Todas no, porque a veces viene de una sesión de cuentos con su papi y veo que ya se ha hecho demasiado tarde para más historias (normalmente yo tengo taaantas cosas que hacer en cuanto mis peques cierren sus ojitos que no puedo acostarles muy tarde si quiero dormir algo).

Las noches que sí se lo cuento, se acomoda en su camita ahuecando la almohada y tapándose hasta la barbilla. Cuando encuentra su postura, me mira expectante y muy sonriente esperando a que comience.

"Pues había una vez, un niño que trabajaba en un restaurante, pero estaba muy triste, muy triste, porque él, en realidad, quería ser...."

"¡¡¡Piata!!!" Me interrumpe Iván emocionado.

"¡Exacto!" continúo "Quería ser pirata. Un día vinieron unos piratas de verdad al restaurante y el niño se empeñó en servirles. Se hicieron amigos y cuando llegó la hora de despedirse les pidió que les llevara con ellos.
- No puede ser.- Dijo el capitán pirata- Es una vida muy dura para un niño.
Y lo dejaron en el restaurante más triste que nunca.
Estaba limpiando la mesa cuando..."

"Mapa, mapa, mapaaaaaa"

"Sí, se encontró con un maaaaapa, pero no un mapa cualquiera...."

"¡Teoro"

"Era el mapa del tesooooro. Al poco volvieron los piratas y le preguntaron:
- Niño, ¿No habrás visto un mapa del tesoro por aquí?
- Siiiiiiiiiiiiiii"

"Tiiiiiiii"

"- Pero no os lo daré si no me lleváis con vosotros a buscar el tesoro.- les dijo el niño.
Y los piratas se llevaron al niño al barco.

Cuando estaban en alta mar estalló una gran tormenta y el niño les gritó: ¡Rápido! ¡Ataros al barco y así no os caeréis!

Y todos los piratas se ataron.

Y cayeron rayos..."

"Pom, pum catapuuuuum"

"Y truenos"

"Croooc, catacroooooc"

"¡Y relámpagos!"

"¡Catapum chimpún!"

"Pero, de repente, se acabó la tormenta y el capitán pirata le pregunto a todos si estaban bien y todos contestaron: Siiiiii"

"Tiiiiiiiiiiiiiiiii"

"- Muy bien niño. Como premio puedes subirte al palo mayor.
El niño, muy contento, se subió al palo mayor y desde arriba, ¡tierra a la vista!, vio  una isla, pero una isla cualquiera... ¡Era la isla del...!"

"Teoro, teoro, ¡¡¡¡teorooooooo!!!"

"Del tesoro, sí. Entonces, los piratas se bajaron a tierra y miraron el..."

"¡Mapa!"

"Primero, tenían que atravesar la selva de los monos furiosos..."

"Uh, Ah. Uh"

"Luego, la cueva del dragón"

"Gruarrrrrrr"

"Y por último encontrar una X muy graaande. Pronto llegaron a la selva de los monos furiosos"

"Uh. ah, uh... Cocos, cabeza, cataaaapuuuuum"

"Eeeeeh. Sí. Empezaron a caerles cocos en la cabeza. ¡Ay! ¡ay! Los monos se los estaban tirando. El niño les dijo que abrieran sus paraguas y los cocos rebotaban contra los paraguas y no en sus cabezas. Así lograron salir de la selva de los monos que cada vez estaban más y más furiosos"

"Uh, ah, uh" Lo que le gusta a este niño hacer el mono...

"Los piratas llegaron a la cueva del dragón. De repente, salió un dragón muuuuy feo"

"Gruaaaaaaarl. Dagoooooon"

"-Os voy a comer a toooodos.- Gruñó el dragón. Los piratas se echaron a temblar. Entonces, el niño les gritó:
- Rápido. Tiradles vuestros bocatas de chorizo.
- Noooooo, que están muy buenos.
- Síiiiiiiii, que si no nos come.
Y todos le tiraron sus bocatas de chorizo.
- Ñam, ñam, gruaaaar ¿que es esto tan rico?- Exclamó el dragón. Mientras se inflaba a bocatas los piratas escaparon corriendo y se pusieron a buscar la X grande.

Pero no la encontraban por ningún lado. El niño decidió subirse a la palmera más alta para ver mejor. Desde allí pudo verla. Era tan grande que no se veía desde el suelo. Indicó a los piratas dónde estaba y se pusieron a cavar.

Encontraron un cofre, pero no un cofre cualquiera... ¡Era el cofre del tesoro!

Y dentro había..."

"¡Epadas! ¡Cudos! ¡Chuches! ¡Late! ¡Juetes!..."

"Sí, todo eso y mucho más. Los piratas se llevaron el tesoro al barco para repartirlo. El capitán pirata le dijo al niño que podía quedarse con ellos y vivir muchas aventuras. Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!"

"Ota veeeez, ota veeeez"

"No, otra vez,  no. Ahora hay que dormir" Le beso, le tapo bien, les acaricio la cabeza a él y a su hermano, compruebo que todo está bien y salgo de la habitación entornando la puerta.

Tendré suerte si no aparece más de dos veces en el salón antes de coger el sueño por fin.

Dentro de poco se contará el "olito" el cuento.

viernes, 7 de febrero de 2014

El fantasmita de mi casa

Hay noches en las que el pelo de la nuca se me eriza y noto una presencia observándome a través de los cristales de la puerta del salón. Levanto la vista y me encuentro dos pálidos ojos fijos en mí que hace que el corazón me dé un vuelco del susto.

Otras veces, salgo precipitadamente de una estancia a otra y, literalmente, me como a esa pequeña presencia, llámese Iván, porque ni la había visto.

¡Cómo le cuesta dormir a este pequeñajo! Cuando ya crees que lo peor ha pasado y que por fin permanecerá en su cama, te sorprende con una incursión inesperada de exploración hogareña.

Hay madrugadas en las que oigo ruidos raros y, cuando me levanto para comprobar que los gatos están encerrados en el salón para evitar que usen sus garras destructivas en mi muebles, me encuentro con el pequeñín jugando tranquilamente o parado en una esquina con cara de pena. ¡Se me cae el alma a los pies!

A veces me mira con cara de culpable y me suelta: "Toy cansado, mamaaaaa". Y yo le cojo de la manita o le cargo hasta su camita. Le doy agua, le arropo, le acaricio la cabecita, le doy un beso y me marcho a mi propia cama intranquila. ¿Cuánto tiempo habría pasado desde que se levantó hasta que lo encontré? ¿Y cómo se despertará mañana para ir a la guardería? Casi prefiero que me llame llorando desde su cama para despertarme al instante y atender sus necesidades.

jueves, 6 de febrero de 2014

Armas contra la gripe

Me ha encantado la iniciativa de Boiron "cierra la puerta a la gripe y ¡suma salud!" para difundir hábitos saludables y prevenir estos virus tan molestos. Este laboratorio farmacéutico ha puesto en marcha una web llena de información y consejos que nos será de gran utilidad para prevenir enfermedades invernales. Quiero sumar salud a mi vida ya la de mi familia, así que participo en su concurso de post saludables y os invito a hacer lo mismos. No sólo porque el premio es muy tentador, que lo es, sino porque así contribuimos a difundir estos hábitos saludables que nos evitarán muchos dolores de cabeza, nunca mejor dicho. Ahí va mi pequeña contribución:

El invierno quiere irse a lo grande y en sus últimos coletazos ha tenido a bien traernos nieve, frío y mucha lluvia. Resfriados, catarros y las temidas gripes están a la orden del día. No hay que darles tregua porque enseguida invaden nuestro organismo sin piedad y sobrevienen las toses, mocos, fiebres…

Pero los padres no nos amedrentamos con facilidad. Nuestros hijos siguen demandando su ración de aire libre y es muy sano atender esta necesidad, a pesar del mal tiempo.
A la hora de salir a la calle debemos hacerlo a una hora prudente, ni demasiado temprano, ni demasiado tarde, para aprovechar las franjas horarias más cálidas del día. Es importante abrigar bien a nuestros niños, por capas de ropa, para poder ir despojándoles de las prendas según los grados del ambiente en cada momento y evitar los cambios bruscos de temperaturas. Debemos evitar que el pequeño sude en un espacio de interior y luego salga a la calle. No debemos olvidarnos de los guantes, gorros y bufandas. Unas gafas también son un complemento a tener en cuenta dado que el sol puede dañar los ojos con mucha facilidad.
Un consejo: es muy importante mantener los pies secos y calentitos en todo momento. Los calcetines gordos o, en su defecto, ponerles dos pares de calcetines no está de más.
Las guarderías y colegios son los lugares preferidos de invasión de virus. Ningún niño está a salvo y por eso mismo tenemos que reforzar su sistema inmunológico con unas sencillas recomendaciones. Estos virus se contagian por contacto así que debemos extremar la higiene de los pequeños y lavarles las manos y nariz a menudo.
Hay que evitar que nuestras mucosas se resequen demasiado porque facilitamos la entrada a los virus. Cuidado con las calefacciones. Podemos humedecer el ambiente con envases llenos de agua cerca de los radiadores o con humidificadores. En general debemos elevar nuestro consumo de líquidos, agua, sobre todo. Con ello, conseguimos hacer más líquidos los mocos y expulsarlos mejor.

Por otro lado, debemos mantener las estancias bien ventiladas y evitar, en la medida de los posible, lugares cerrados. Bien abrigados, los niños, disfrutarán plenamente de los parques infantiles y, a la vez, alejarán la amenaza de virus. Los cambios bruscos de temperatura son altamente perjudiciales y una puerta abierta a los catarros.
También vamos a descubrir que las cremas protectoras no sólo se usan en verano. El sol del invierno, la humedad y el viento también causan estragos en las delicadas pieles de nuestros infantes. Es importante prevenir grietas e irritaciones manteniéndoles bien hidratados.
Pero no sólo debemos pensar en la protección exterior. Una dieta adecuada les defenderá de resfriados molestos. En los meses más fríos, es conveniente aumentar la ración de frutas y verduras, sobre todo aquellas que aportan una gran cantidad de vitaminas A y C como el kiwi, la naranja o la calabaza. El pescado y la leche también son alimentos que refuerzan sus defensas internas contra las bajas temperaturas. Si ya tenemos aquí los estornudos, podemos contar con un remedio casero muy recurrente: leche caliente con miel. Su ingesta cada tres o cuatro horas alivia los síntomas del resfriado. Lo importante es llevar una buena alimentación, aunque este consejo vale para todo el año.

Los niños necesitan sol y aire fresco en todas las épocas del año por el bien de su salud. Con estos sencillos consejos los protegeremos de los efectos del mal tiempo sin negarles su tiempo de juego al aire libre.

Si seguimos estos sencillos consejos le pondremos las cosas muy difíciles a este batallón de virus que se empeñan en visitarnos todos los años por estas fechas.

Así que, ya sabes, cierra la puerta a la gripe y ¡suma salud!

Robot veo, robot quiero

A la salida del cole, una abuela trajo a su nieto una funda transparente llenas de robots de papel recortados. El nieto en cuestión es uno de los amiguitos de Daniel, que se vio profunda e inmediatamente interesado en el tesoro de su compañero de clase.

Orgullosísimo, el peque les enseñó a él y a otro amigo su tesoros pintados por sus propias manitas. Yo estaba demasiado ocupada intentando adivinar que porras le pasaba a Iván, que últimamente está un poquitín más dictador y exigente que de costumbre. Así que no me di cuenta de lo que estaba pasando hasta que una madre amiga se me acercó y me dijo: "Ya sabes lo que nos toca esta tarde. ¿no?". Le miré un poco perpleja exprimiéndome el cerebro para ver qué se me había olvidado que tenía que hacer esa tarde. "¡¡Robots!!" me soltó riéndose a gusto. La mirada de nuestros hijos nos conformaron sus sospechas. Un poco más tarde, nos lo decían abiertamente: "Queremos robots como los de Juan... ¡A casa!" Y a casa que nos fuimos las dos en busca de cartón y rotuladores.

Cajas de galletas, de cereales... Todo vale para hacer feliz a un hijo. Así que, la facilité rotuladores al peque, me hice con un indeleble negro, tijeras y toda la imaginación de la que fui capaz y a crear robots. Yo los dibujaba y él los coloreaba y les añadía las caras y los botones.


Hasta Iván quiso participar para gran disgusto de su hermano mayor, pero enseguida abandonó la artística tarea por el "puzle tren" como él lo llama. Le encanta este juguete. Puede pasarse horas montando y desmontando las vías y jugando con el trenecito.

Así que, sin comerlo ni beberlo, echamos la tarde gracias a los robots de Juan.

Por cierto, queda pendiente la batalla final entre los robots de los tres niños. Entre extrascolares y deberes laborales maternales ha tenido que ser aplazada hasta el lunes. Un día estratégico porque abren la biblioteca del cole y podemos hacerla allí si se nos presenta mal tiempo. ¡¡Las mamis pensamos en todo!!

miércoles, 5 de febrero de 2014

Daniel escribe al revés

El Día Internacional de la Paz, mi hijo salió de clase muy contento. Justo ese día se le había salido toda el agua de la botellita que siempre lleva en la talega por si tiene sed. Justo ese día y ninguno más. Y justo ese día llevaba en la talega mi camiseta para ponerse encima del abrigo y salir con toda su clase de blanco. Así que no pudo ponérsela, pero, parece que eso no le estropeó el día en absoluto.

Salió de clase dando brincos y picoteando a todo el que se pusiera a tiro con la palomita de papel que habían hecho en clase ese día.

Fue otra mamá la que se dio cuenta de que Daniel había escrito su nombre al revés en la palomita. Como si hubiera usado un espejo. "¡Qué extraño!" comenté "Con lo difícil que debe ser escribir así".

"Para el mi hijo es muy fácil" me aseguró "porque es zurdo y escribir al revés es lo más cómodo para ellos". Me quedé pensando si Daniel sería zurdo, pero tras observarle durante estos días he llegado ala conclusión de que usa más la manos derecha que la izquierda. A lo mejor es ambidiestro