lunes, 31 de marzo de 2014

Enriqueciendo con Miltina

El miércoles estuve en un evento culinario muy original organizado por Humana Baby, El Corte Inglés y Madresfera.

Humana Baby quería comenzar el lanzamiento al mercado de las leches infantiles Miltina 2 y Miltina junior, y no se les ocurrió una idea más innovadora que contar el con carismático chef Darío Barrio para enseñar a madres blogueras una forma muy nutritiva y diferente de cocinar. La propuesta se basa en enriquecer las recetas con leche Miltina, que añaden vitaminas, calcio, hierro, fósforo y muchos nutrientes beneficiosos para nuestro organismos al plato que elaboremos.

En un principio pensé que nos enseñarían a cocinar para bebés y niños pequeños, como Iván, pero los platos eran para todos los públicos y francamente deliciosos. La clase fue magistral y llena de humor. Pudimos preguntar nuestras dudas, aportar ideas y ser ayudantes de honor de tan prestigioso cocinero. En realidad yo no ayudé nada, porque, cada vez que nos miraba en busca de pinche, yo hundía la vista en mi móvil como si estuviera haciendo algo importantísimo y que no admitía demora. Con lo pato que soy en la cocina me daba terror que me sacaran a "escena".

Entre risas y bromas, Darío Barrio nos enseñó a hacer unas natillas de chocolate, espuma de puré de verduras y una panacota de fresas para chuparse los dedos. Nos habían recibido con un impresionante desayuno, pero el resultado de las recetas de Darío Barrio lo superaron con creces.

Mientras nos abría los ojos al mundo de los ricos platos que podíamos elaborar con leche Miltina, nos aleccionaba sobre la importancia de la nutrición y el deporte en los niños (y en los adultos). Nos explicó que la principal causa de muerte en el primer mundo se debe a enfermedades derivadas de la mala alimentación. Debemos predicar con el ejemplo si queremos inculcar valores alimenticios duraderos en nuestros hijos. Hay que empezar por educar el paladar de los peques para que coman sano y variado.

También nos dio unos cuantos consejos culinarios como, por ejemplo, usar miel en vez de azúcar para agregar dulzor y nutrientes o cocinar con productos de temporada porque resulta más sano, ecológico y económico.

Una jornada muy completa en la que las mamis blogueras invitadas lo pasamos muy bien aprendiendo con un profesor excepcional y en muy buena compañía. fue un placer coincidir con Mónica de Madresfera, Natalia de Gracias por todo papis, Sofía de Saca el cucharón, Daniela de Papás e hijos, Natalia de Mama poule, Chispuncita de Vaninas blog y Bárbara de Mi cesta de mimbre.

Muchas gracias a todos los organizadores que hicieron posible que pasáramos una jornada inolvidable.

Por cierto, la panacota de fresa ya la hice en casa y fue todo un éxito.

Aquí va la receta:

- Fresas
- Pectina (yo no tenía y usé gelatina)
- Leche Miltina
- Miel

Se bate todo y a la nevera unas cuantas horas. Una merienda ideal para los peques.

La leche la saqué de la bolsa que nos dieron en el evento. Nos regalaron un bote de Leche Miltina, junto con un libro muy interesante de recetas de Darío Barrio, un delantal que me viene de perlas para jubilar el antiguo y la libreta y el bolígrafo que nos dieron desde el principio para no perder detalle.

Editado: ¿En qué estaba pensando que no compartí todas las recetas en el post? Tenéis toda la razón. Ahí van:

Natillas de chocolate con Miltina:

- Agua
- Canela en rama
- Piel de un limón
- Tapioca
- Leche Miltina
- Chocolate

Se pone la agua al fuego y se le añade la canela y el limón para aromatizarla. Las quitamos del agua y añadimos tapioca. Removemos hasta que espese. Echamos cacitos de leche Miltina al gusto y chocolate. Removemos un poco más y pasamos las mezcla en los vasitos o boles. Esperamos a que enfríe y ¡a degustar!

La receta del puré de verduras se basaba en enriquecer este plato tan casero y tradicional añadiendo leche Miltina al gusto. Lo realmente novedoso era el cacharro que convertía el puré de toda la vida en sabrosa espuma. ¡Me encantó!




domingo, 30 de marzo de 2014

Decorando magdalenas

Desde que mi hermano me mandó una foto de su niña decorando magdalena me entraron unas ganas terribles de imitarle. Tardé mucho tiempo en poner en marcha nuestro taller culinario particular, pero cuando lo hice pasamos una rato tan divertido que el mayor quiso repetir experiencia tres días seguidos.

Me gasté un dinerillo, pero ha dado para mucho. Compré sirope de chocolate, flores de adorno comestibles, fideos de colores, de chocolate, bolitas, corazones... Tenían muchas posibilidades. Además, les saqué todas las gominolas que guardamos de cumples y regalitos varios.

Instalé la mesa de la habitación de los juguetes en la cocina y allí montamos el taller. Daniel se lo pasó bomba montando magdalenas preciosas, yo también me animé e hice un par, pero Iván se dedicó a comerse los ingredientes con entusiasmo dejando su magdalena inmaculada. Cuando intenté ayudarle a decorar la suya se puso como un loco y se la comió a grandes mordiscos antes de que pudiera "manchársela".

Daniel se comió una de sus creaciones para merendar y el resto nos las tomamos de postre. Estaban buenísimas, pero Iván se puso a llorar cuando le puse una delante. Y no paró hasta que se la cambié por otra impoluta. ¿Por qué? Ni idea. No le gustaba nada decorarlas, sólo comerse los elementos de decoración y las magdalenas.

En cambio el mayor, está encantado manipulando el chocolate y los adornos. Lo de comérselas no es tan importante. En cuanto a mí. Me temo que la operación bikini ha vuelto a irse al garete.

sábado, 29 de marzo de 2014

La épica batalla entre serpientes peludas y pelusillas en el castillo reciclado

En Facebook vi una idea de Creandy Pedagoga que me conquistó completamente: un castillo hecho con palos de brochetas de madera y rollos de papel higiénico. ¡Que idea tan genial! No tardé mucho en ponerla en práctica con mis peques.

Ni que decir que a cada uno le tuve que dar tareas propias de su edad. Daniel se implicó en la construcción del castillo con ahínco, pero a Iván no logré engancharlo. A veces pegaba un gomet o miraba lo que hacíamos, pero casi siempre se iba a buscar otras cosas más interesantes que hacer al cuarto de los juguetes.

Mami pinchaba los palos de brocheta en el duro cartón de los rollos de cocina y recortaba almenas, mientras el peque decoraba con pegatinas y plumas, hacía las banderas y pintaba con rotuladores las paredes de nuestra fortaleza...

Cuando terminamos nuestra obra maestra, se empeñó en destruirla, como viene siendo lo habitual en él, pero yo me negué. ¡Me encantaba el castillo! Como puso cara de penita, saqué los limpiapipas y pequeños pompones que guardo para hacer manualidades, sabiendo que le llaman mucho la atención, a ver que se nos ocurría. ¡Y se montó una batalla campal entre los malvados gusanos peludos que venían a conquistar a las sanguinarias pelusas dueñas y señoras de la fortaleza!

Ahí sí que captamos la atención del pequeño Iván. Se unió a la guerra encantado. Le hicimos encargado de meter a las pelusas rebeldes en la cárcel (un bote), porque parecía que lo que más le gustaba era llevar a cabo ese cometido.

Fue una lucha muy dura que acabó con la victoria de los gusanos peludos. Conquistaron el castillo, que recibió el indulto de Daniel. ¡No fue destruido por sus bárbaras manitas! Milagro, milagro.

Una pena que, cuando terminó el juego, tuve que desmontarlo porque no encontré dónde guardarlo. ¡Ay! Si yo tuviera un trastero. La de trastos que guardaría.

viernes, 28 de marzo de 2014

Adiós Oto, nos da mucha penita que te vayas

Lo bueno se acaba pronto, Y Oto debe volver a la clase para conocer a la familia de otro compañero. Daniel no llevó muy bien la despedida e intentó convencernos para quedárnoslo unos días más, pero no podía ser. El verano está más cerca de lo que pensamos y todavía queda media clase por visitar.

Así que rellenamos (rellené) la hojita del diario de viaje del perrillo, logramos (con muchísimo esfuerzo) que el peque firmara el texto con un escueto Dani, e hiciera algún que otro garabatillo para que pusiera su marca en el conjunto, y nos despedimos del rechoncho protagonista del método de este año.

Junto al montaje de fotos que ilustra su visita a nuestra familia pusimos este texto: "Gracias Oto por venir a nuestra casa estos días. ¡Ha sido tan divertido! Hemos jugado, leído, reciclado, saltado, corrido y hasta has sido objeto de disputa entre mi hermanito y yo. Pero es que eres tan simpático que todos queríamos estar contigo. Menos mal que siempre llegábamos a un acuerdo. Lo mejor ha sido la excursión al Pardo: recogimos flores bonitas para un herbario, le dimos de comer a los peces y a las hormigas, nos inventamos cuentos sobre las estatuas y fuentes... Aunque me dé mucha penita nos tenemos que despedir porque quiero compartir con mis compañeros tu compañía. ¡¡Eres tan divertido que todos estamos encantados de jugar contigo!! ¡Te veo en clase Oto!"

jueves, 27 de marzo de 2014

Cómo limpiar el peluche - mascota de clase

De repente un día, tu hijo sale del cole con un peluche en los brazos y una sonrisa de oreja a oreja. Le toca responsabilizarse de la mascota de clase por unos días y está Feliz, así, en mayúsculas. Pero todos sabemos la realidad. La verdadera responsable del adorable peluchito es... ¡mamá! Ella es la que cuidará que vuelva sana y salva a la clase para que la siguiente madre cargue con el muert... digoooo, con tan maravillosa misión.

No vale encerrarlo en un armario hasta que llegue el día de su vuelta, porque con el bichito viene una carpeta encantadora en la que todos los niños narran sus experiencias con su querido personaje, protagonista del método. Con foto, a ser posible. ¡Hay que aportar pruebas de que el bicho ha sido agasajado como se merece!

Entonces, todo se confabula para que la mascota de turno se meta en los líos más inverosímiles: Peleas fratricidas en las que uno tira de una pata y otro de la cola sin piedad, que el animalito de la casa lo confunda con un mullido cojín, que a los peques les entren unas ganas increíbles de achucharlo justo después de manipular ricos alimentos con alto contenido en grasa con sus deditos... Y un largo etcétera...

Si toca llevarlo de excursión ni te cuento el estrés. Vigilas con más atención las evoluciones del muñeco que a tus propios hijos. Como se pierda en un despiste a ver como lo explicas al terminar la semana. Ya me estoy imaginando las caritas de horror de los compañeros de mi hijo.

Tras dos o tres días en nuestro humilde hogar, Oto estaba más moreno y no era por el sol: marcas de deditos, pelos de gato, patitas sucias del polvo del camino... ¡Así no lo podemos devolver! Pero en la lavadora no lo meto ni loca. Como tengamos un accidente me salen tres canas de golpe.

Tocó investigar un poco, pero al final di con la clave para limpiarlo decentemente sin comprometer su integridad. Y encontré uno bastante interesante. Cogemos el peluche en cuestión, lo vaporizamos con agua, lo rebozamos en bicarbonato, lo dejamos un rato metido en una bolsa (si puede ser toda la noche mejor, pero como sabía que los niños me lo iba a reclamar en cuanto volvieran del cole, sólo lo dejé una mañana), lo sacamos de la bolsa y le quitamos el bicarbonato con un cepillo, con el aspirador o sacudiéndolo con vehemencia, que es básicamente como lo hice yo.

No quedó impoluto, pero la diferencia entre el antes y el después era impresionante. Ya podíamos devolverlo sin miedo ni vergüenza.

La Quinta del Duque del Arco en El Pardo: Safari fotográfico, herbario y mucha primavera

El sábado pasado no hizo un día para echar cohetes, pero tampoco se podía decir que hiciera malo, así que hicimos la mochila, agarramos a Oto y nos fuimos de Safari fotográfico a La Quinta del Duque del Arco.

Son unos jardines preciosos ubicados en pleno monte de El Pardo. Como el mayor estaba presionando para hacer una excursión con el fin de ver flores, a Raúl no se le ocurrió un lugar mejor. ¡Vaya explosión primaveral! Era un regalo para la vista.

Estábamos emocionados con tanta belleza. Hasta Oto, la mascota de la clase de Daniel parecía feliz. Además de las impresionantes fotos que hace papá, mamá estaba decidida a ir más allá esta vez y llevarse algunos ejemplares de la flora para hacer un herbario físico con los peques.

Con tal objeto, metí un libro infantil, fino, pero grande, para guardar nuestros hallazgos. Los niños se prestaron encantados y tuve que parales los pies más de una vez para evitar la deforestación del paraje. Iván se llenaba las manos de "fores boiiiiiitas", todas iguales, y me las daba para que las incluyera en la colección. Daniel era más selectivo. Se nota que ya es más mayorcito.

Pero lo que más les gustó a los chiquillos, sin lugar a dudas, fue alimentar a los peces de las fuentes y a las hormigas con galleta. A estas últimas las observamos cargar con las migas hasta los hormigueros con mucho interés. Incluso fuimos testigos de una pequeña trifulca entre dos para ganar una miga.

Una pena que la mayor parte del jardín permaneciera cerrado por no se qué incidente con un árbol. No nos quedó más remedio que recorrer sus alrededores, que también son maravillosos. En una zona de vegetación espesa encontramos una sorpresa. ¡tulipanes!

Comimos en un claro un tentempié para matar el gusanillo hasta la comida y decidimos regresar a casa por lo avanzado de la hora.

Esa misma tarde, Raúl subió a Project Noah las fotos de la jornada y nos enteramos que una de las plantas que había recogido con los niños alegremente era altamente venenosa si se ingería. ¡¡Hay que tener muchísimo cuidado!! La naturaleza puede llegar a ser muy peligrosa. Menos mal que no les dio por chuparla, pero tampoco hubiera sido raro. Esta red social de la naturaleza me parece increíble. Gracias a su comunidad pudimos conocer las especies que fotografió mi marido y que recogimos para el herbario.




miércoles, 26 de marzo de 2014

La linterna

Desde que me pidieron las profes de Iván que llevara una linterna a clase para enseñar a los peques la diferencia entre le día y la noche, mi segundo anda un pelín obsesionado. Menos mal que teníamos dos porque la que llevé se tenía que quedar en el cole y el chiquitín lo primero que hace al sentarse en su sillita es pedírmela.

Suelo desviar su atención hacia el parque y toda la diversión que ello conlleva, pero una vez en casa, vuelve a extender la mano al grito exigente de "¡¡Linteeeenna!!". Y yo se la doy porque no me importa que juegue con ella. Se puede pasar horas recorriendo la casa haciendo barridos de luz y buscando los rincones más oscuros para mayor efectividad del foco.

A veces, apunta a traición a los ojos de los que le rodeamos para deslumbrarnos y reirse a mandíbula batiente. Otra son sus propios ojos las víctimas inocentes del juego. Aunque cada vez menos porque cada vez que me lo encuentro con esta práctica peligrosa le amenaza con quitarle su nuevo "juguete".

Le ha gustado tanto que, tal vez, este verano, en alguno de los pueblos, podría llevarles a dar una vuelta nocturna cargados de linternas para ver las estrellas...

martes, 25 de marzo de 2014

La fiesta del cuento: alimentando sueños con Duendeo

ACTUALIZACIÓN: Regalacuento ha cambiado de nombre. Tenían uno muy bonito, pero ahora tienen otro aún más ilusionante y simpático: Duendeo.

Lo que no cambiado es la calidad de sus cuento personalizados. Bueno, sí. Ha aumentado, si cabe.

Si estáis buscando un regalos personalizado, mágico y muy especial echad un vistacito a su web. Seguro que os sorprenden gratamente.

FIN DE LA ACTUALIZACIÓN.


Un día nos llegó una invitación muy especial. Nada menos que una fiesta de los cuentos. RegalaCuento quería regalarnos un sueño colectivo. "Volveréis a ser niños" nos prometieron a las mamás y a los papás, "Venid al mundo de los sueños" invitaron a los pequeños "Habrá cuentos, habrá juegos y juguetes, muchos amiguitos y una rica merienda hecha con el azúcar de la ilusión". Imposible rechazar un oportunidad semejante.

Así que agarré a mis dos terremotos y nos presentamos en la escuela infantil en la que se celebraba la original fiesta. Los peques tenían el día torcido y estaban decididos a hacérmelo pasar mal. Pero con semejante despliegue de cariño y ganas de pasarlo bien, les fue imposible estropearme el momento.

Nada más llegar entramos en una cueva en la que un duende nos esperaba para pintar las caritas infantiles. Daniel no perdió un segundo en perderse en la caverna, pero a Iván le dio respeto y no se aventuró mucho por la casa del duende pintacaras, prefirió practicar sus dotes interpretativas con un piano de juguete que encontró en un rincón.

Mis hijos se negaron en redondo a pasar a la sala del cuento y me costó toneladas de paciencia y dulces palabras convencerles (algunas no tan dulces). Por fin logré sentarlos para oír el cuento que nos tenían preparados. Ronquiditos captó nuestra atención desde el primer momento a fuerza de violín y buen humor. Pronto le acompañó Fabulón en el escenario, gestionador de sueños especiales, "¿Hay adultos en el público? ¡Aquí sólo puede haber niños!" gruñó severamente. "¡Somos niños!" Aseguramos a voz en grito porque no queríamos perdernos detalle. "¡¡Si sois niños demostradlo!!" nos retó. Nos puso delante muchos disfraces divertidos y no dudamos en hacer uso de los sombreros, las máscaras, los antifaces y demás complementos carnavaleros. Daniel cogió una corbata e Iván una mascarita de perrito muy graciosa. Tenía que atarlos corto para que no se me emocionaran y, aún así, estaban dando el espectáculo. Los dos trataban de meterse en el escenario muertos de la risa, mientras su sufrida madre los devolvía al redil tirando de sus piernecillas. Como no podía ser de otra manera, Fabulón reparó pronto en los dos alborotadores y dijo bien alto: "En el mundo de los sueños los niños nunca molestan. ¡Nos encanta que se diviertan!"

Todos los personajes del cuento corrieron una cortina y apareció ante nuestras narices una merienda digna del país de las hadas. Mis terremotos ya habían intentado colarse y hacer una incursión ilegal entre los exquisitos manjares, pero entre los avispados duendes y la mami habíamos evitado tal desastre. Ahora sí que eran libres de degustar a placer las deliciosas viandas que La Galleta Prometida nos había preparado.

Entre las magdalenas, la impresionante tarta libro y las nubes encontramos unas bellas galletas con nuestra foto de cuando éramos niñas. Un detalle precioso, que me desayuné encantada la mañana siguiente.

Pero había más sorpresas para los peques, mientras Iván exploraba el contenido de una caja llena de juguetes, Daniel disfrutaba de un patio de recreo de ensueño. El pequeño no tardó en seguir al mayor y dar un respiro a su madre, que por fin pudo charlar con las otras madres (Attempra, Historietas de mamá, Mimos para mamá, Diario de una madre en prácticas, Chica Perika, El blog de BombonesSer madre ¡toda una aventura!, Todo mundo peques, Cómo llegar a Sebastopol, CríaCríos... ¡Siempre un placer) y admirar el trabajo de tres hermanos emprendedores.

RegalaCuento es una empresa familiar maravillosa que prepara regalos muy especiales con mucho mimo. Su especialidad son los cuentos personalizados para profesoras. Un recuerdo imborrable para aquellas personas que moldean a nuestros hijos en el cole. Pero tienen muchísimo más que ofrecer: Mochilas, talegas, posters... ¡Y muchísimos cuentos para todos!

A los invitados nos regalaron uno que es un tesoro y en mi casa se guarda como tal: "Sueños en la red". En él aparecen nuestras fotografías de cuando éramos pequeñas y nos enteramos de que ya habíamos soñado que nos conocíamos hace mucho tiempo. Un sueño en el que vivimos muchas aventuras y conocemos a Fabulón, un duende jefazo algo gruñón, pero con buen corazón. Ya decía yo que me resultaba familiar...

Oto viene a pasar unos días con nosotros

Oto es la mascota de la clase de Daniel y el viernes se vino con nosotros a pasar unos días con nuestra familia. Daniel iba emocionado abrazando al perrito rechoncho, cuando los ojillos codiciosos de su hermano repararon en tan idílica escena. Como no podía ser de otra forma se encaprichó con el peluche y tuvimos la primera pelea fratricida por la encantadora mascota. Y es que es realmente achuchable. ¡Hasta a mí me daban ganas de abrazarlo!

Mal que bien llegamos al hogar con Oto y el mayor le fue enseñando la casa, sus juguetes preferidos, el libro del cuerpo humano que le compré hace poco y al que adora... Mientras, yo entretenía al pequeño con otros reclamos para no volver a tenerla.

Cuando le dirigí la palabra al peluche, mi hijo me miró divertido y me soltó: "Maaaami, que es sólo un muñeco. Gloria lo mueve así mientras habla", y lo sacudió enérgicamente, "pero es sólo un muñeco. ¡Vamos Oto! Te voy a enseñar mi libro de pegatinas" Y se lo llevó a la mesa del salón para que admirara sus dotes artísticas. Por lo visto, sólo él puede tratar a Oto como un perro. El resto tenemos que tener muy clarito que es un juguete. Es curioso como funciona la mente de los peques.