sábado, 30 de abril de 2016

Huevos de ganso

Una amiga me chivó que vendían huevos de ganso a un precio asequible, que no barato, cerca de mi casa y me faltó tiempo para hacerme con cuatro, una para cada miembro de la familia.

Sacar la clara y la yema del huevo fue una odisea porque no quería romper demasiado el cascarón para que los peques pudieran customizarlo a su gusto.

El color es más intenso y brillante. "Así debe ser su sabor", pensé. Y no que equivoqué. Hice cuatro tortillas francesas enormes y mis peques se las terminaron y pidieron más. Cosa imposible porque sólo tenía cuatro huevos y eso fue lo que nos comimos chupándonos los dedos.

Días más tarde, les preparé la mesa del comedor para labores artísticas y pintaron los huevos. Les pedí que tuviera cuidado porque era material frágil y aún así uno acabó estrellado en el suelo. Daniel puso cara de desconsuelo, pero le propuse ponerlo de adorno igualmente como si hubiera salido un pollito de él y le encantó la idea.

Se cansaron pronto de pintar el huevo (para eso tanto cuidado al sacarles el contenido. Ainss) y me pidieron nuevos materiales para pintar cuadros. Al final acabaron recortando perritos de las revistas y folletos que nos dieron en la fiesta de las mascotas y los libros para hacer collages. Con estos peques nunca se sabe. El caso es pasarlo bien.


viernes, 29 de abril de 2016

Galgui

El libro de Galgui es una historia que empieza de la peor de las maneras, pero que se va llenando de amor, ternura y amistad inquebrantable hasta su precioso fin.

Está basado en un perrito recién nacido que recogió y sacó adelante su autora y que resultó ser un galgo. En el cuento, Galgui es un perro callejero que sufre el abandono, el hambre y, lo que peor lleva, la carencia de amor.

Pero, de repente, le pasa algo que le cambiará la vida. Cuando parece que la cosa no puede ir a peor... aparece Diego, un niño cariñoso y alegre que le promete encontrar la familia perfecta para que le cuide.

Cada renglón y cada preciosa ilustración nos enseña que los animales de compañía son uno más en la familia y que hay que cuidarlos de forma responsable y, sobre todo, con mucho cariño.

Diego tiene muy claro cómo convencer a papá y mamá de cual es la familia perfecta para Galgui. Si quieres conocer su plan no dudes en hacerte con un ejemplar. Es el libro ideal para concienciar a los niños que las mascotas no son juguetes ni objetos, que sienten y sufren. Cuando se toma la decisión de traer una animal a la familia hay que ser consecuente y responsable porque es uno más desde el minuto cero.

Se ha convertido en uno de los libros preferidos de mis hijos. Cuando lo adquirí en La Fiesta de las mascotas y los libros de El Corte Inglés en Micrópolix, Iván había escuchado la historia de los labios de la propia escritora. En ese momento no pondría la mano en el fuego a la hora de asegurar que prestaba atención, pero más tarde se empeñó en contarnos un cuento... Y sí, era el cuento del pequeño galgo. Me encantó como exponía todas las maneras en las que no hay que tratar a los animales. cuando acabó me soltó. "¿Y cuando vamos a tener a nuestro perrito?".


jueves, 28 de abril de 2016

Ampliamos nuestro Monster Kit

Después de tanto jugar a Monster Kit, los peques clamaban por novedades en el juego, pero no querían cambiar la modalidad de juego, y eso que hay muchas. Ellos querían seguir dibujando al monstruo. En el juego viene una carta en blanco para que los niños las customicen a su gusto, pero a estos les sabía a poco, así que me hice con cartulinas de colores, tijeras y lápices para comenzar la operación de ampliación del juego.

Cada uno hizo las tarjetas del cuerpo, nariz, ojos,, complementos... Que quiso y añadió su sílaba y puntuación. Tuve que poner límites porque el mayor estaba dispuesto a hacerlas de un millón de puntos y eso ni iba a ser muy equilibrado. Pusimos el límite en 6.

Iván me ayudó a recortar las tarjetas, pero Daniel sólo quería dedicarse al dibujo de las mismas. Estuvimos un buen rato imaginando nuevas y originales partes para nuestros monstruos y al final se nos juntaron un montón de tarjetas nuevas.

Tuvimos una pequeña bronca porque el mayor no quería incluir los dibujos del pequeño alegando que eran muy difíciles, pero le di el ultimatum: O todas o ninguna. De todas formas, les tengo dicho que no hay que hacer las cosas exactamente igual que el dibujo. Cada uno que ponga su toque personal.

Una vez aclarado el asunto del despotismo del mayor, probamos las nuevas cartas. Nos lo pasamos muy bien creando nuevos monstruos con nombres graciosos, pero la acabar la partida, Daniel aseguró que le gustaba más el juego original porque era más fácil de dibujar. Normal.

De todas formas, mezclar las cartas originales con las nuevas también está resultando muy divertido.



miércoles, 27 de abril de 2016

Exposición de libros artesanos en el colegio

En el colegio de mis hijos han tenido una idea genial. Han organizado una pedazo de exposición de libros hechos a manos por los propios lumnos con motivo del día del libro. El viernes, al recoger a los chiquillos, nos juntamos un montón de padres babeantes para disfrutar de esas obras maestras. Son todos taaaaan bonitos.

Daniel enseguida localizó los dos de Iván sobre los invizimals e Iván me arrastró hasta una pared para enseñarme un tercer libro que habían hecho en clase con el cuento del pequeño sol, que no tardó en recitarme. ¡Que experiencia! Mejor que cualquier exposición que puedan realizar en la Biblioteca Nacional o en cualquier otro centro dedicado a la cultura.

Se suponía que el del mayor estaba colgrado en uno de los pasillo del piso de arriba y que no se podía subir, pero la jefa de estudios, que es un encanto, nos dio permiso para subir a ver la exposición de primaria. ¡Que bonitos quedaban los libros colgados del techo! Durante la jornada, les habían facilitado sillas a los alumnos para que llegaran a esa altura y leyeran los que más les llamaran la atención a gusto.

El de Daniel no estaba porque se había presentado voluntario para leerlo en público y por eso no lo habían colgado. cuando le pregunté que tal la lectura sólo conseguí un escueto bien acompañado de una sonrisa, pero sin más detalles. En cambio les preguntas por los tipos de invizimals que existen y se puede pegar semanas hablando del tema. ¡Qué le vamos a hacer!

Una pena que nos tuviéramos que ir porque la exposición daba pié a pasar mucho tiempo ojeando esos ejemplares únicos y de valor incalculable.



martes, 26 de abril de 2016

La fiesta del libro y las Mascotas del Corte Inglés en Micrópolix

Cuando les dije a mis hijos que íbamos a ir a Micrópolix saltaron de alegría, pero cuando añadí que era una fiesta de libros y mascotas ya se subieron por las paredes de la emoción. No podían esperar a que llegara el día. Muchas gracias a Madresfera y El Corte Inglés por invitarnos.

Y el día llegó y allí nos clavamos en la puerta antes de la hora. Así que entramos de los primeros. Los peques salieron pitando buscando sus atracciones preferidas, porque es la tercera vez que íbamos y, sobre todo el mayor, ya se lo conocen bastante. Han mejorado muchísimo desde la última vez. Sobre todo la ludoteca de peques.

Cuando nos dieron el programa nos llevamos una gran sorpresa. ¡Si estaba programado el cuento de Galgui! La autora era una de las organizadoras de las jornadas de juegos benéfica Jugando por ellos a las que habíamos asistido el fin de semana pasado. ¡Que casualidad!

Al poco de entrar descubrieron el desafío de la torre y se les iluminaron los ojillos. Un cartel bastante visible nos avisaba que era una atracción para mayores de siete años, pero al ver la ilusión de los peques y teniendo en cuenta que no había nadie... la monitora los dejó pasar bajo nuestra responsabilidad. Se lo pasaron tan bien que, tras formar la palabra secreta con las runas, se volvieron a meter en la torre sin dar tiempo a la monitora a pagarles por su trabajo de arqueólogos.

A pesar de tener sólo seis años, Daniel medía los 125 centímetros que exigían para sacarse el carnet de conducir, así que se metió en la clase teórica mientras yo me llevaba al pequeño a conducir una moto en microcircuito. Antes de llegar nos topamos con el brunch que nos ofrecía El Corte Inglés y paramos a reponer fuerzas.

El chiquillo puso modo aspiradora y engulló tres donuts unos detrás de otro mientras yo disfrutaba de mi bollo y mi café. Estaba deseando sacar a mi vastago de allí antes de que acabar con los donuts, así que en cuanto me terminé mi desayuno lo metí de cabeza en las motos. Se lo pasó bomba dando vueltas al árbol luminoso y desencadenando accidentes múltiples.

Allí nos encontramos con el resto de la familia y volvimos al Brunch para que desayunaran ellos. Mientras los chiquillos hacían estragos en la bandeja de donuts pude saludar a Ely de Mamá de día y de noche, a Paula de Caracol Miricol, a Rocío de Corriendo sin zapatillas y a Mónica de Madresfera, a la que agradecí profundamente la invitación al evento. Me quedé con las ganas de ver a Julia de Bebé a Mordor, con las ganas que tenía de saludarla, pero no coincidimos.

Otra vez los cuatro juntos, tocó ir al avión porque estaban deseando jugar al videojuego de esa actividad, ¡qué raro! Allí nos encontramos al marido de María José Rodríguez, organizadores de Jugando por ellos, con sus hijos. Que ilusión nos hizo volver a verles. Tras jugar al simulador de vuelo, llegamos justo al final de la sesión de cuentacuentos, pero teníamos otra oportunidad de escuchar a María José por la tarde. ¡Menos mal! Daniel enseguida se metió en la historia junto con sus compañeros de juego.

El mayor estaba obsesionad con ir a la central de reciclaje, así que hasta allí nos encaminamos para hacer un test y buscar las pistas diseminadas por toda la ciudad que te llevaban, finalmente a recoger los vidrios para tirar del supermercado. Muy divertido.

Al pasar por la escuela de música los chiquillos vieron una batería que les enamoró, así que esa fue nuestra siguiente parada. Lo que disfrutaron de la clase magistral llena de extraños instrumentos y otros más corrientes como el triángulo. Tras el ruidoso final con todos los niños tocando la batería por turnos llegamos a tiempo a nuestra sesión de lectura de cuentos con perros. Con lo que les gusta a mis chicos los perritos disfrutaron como locos acariciándolos y haciéndoles mimitos sin hacer ni caso a los libros repartidos por la sala.

Ahí nos volvimos a separar, porque Daniel tenía que ir a sacarse el práctico del carnet de conducir y.... conducir, por supuesto. En cambio a Iván le llevé a la ludoteca, que lo volvió loco. Estuvo muchísimo tiempo subiendo y bajando por la estructura de juegos, buceando entre las bolas, tirándose por el enorme tobogan... Luego llegó su hermano y lo mismo. Alucinó con la estructura de juegos. Tras un buen rato de quemar energías, Daniel comenzó a plantearse volver a trabajar, pero Iván no quería ni oír hablar de salir de su paraíso. Así que otra vez separados.

Encima, el más pequeño de la casa había descubierto un rincón lleno de juguetes, con otra piscina de bolas con canasta y mil sorpresas más. Imposible moverle de la ludoteca.

Mientras tanto, el mayor se entrenó para ser bombero y apagó un fuego como un profesional, trabajó de periodista, dobló una peli de dibujos animados, se montó en los quads e intentó resolver el misterio del laberinto de la biblioteca. ¡Casi nada!

Cuando nos reunimos de nuevo fue para comer, pero poca cosa porque los chiquillos no estaban dispuestos a parar la pata. Estaban tan emocionados que sólo pudo convencer a Iván para ir a escuchar el cuenta cuentos de Galgui. Daniel se metió corriendo en el periódico y nos dijo que él se iba a trabajar.

Llegamos cuando la cuenta cuentos de Lata de Sal estaba en mitad de una preciosa historia de celos entre gatos de colores que llegan a la conclusión de que cada uno es maravilloso como es, aunque luego se les olvida jajaja. Gato rojo y gato azul fue un cuento genial.

Después María José nos contó la tierna historia del Galgui, un perro callejero que lo pasa muy mal solo y abandonado, pero que finalmente y tras muchas vicisitudes encuentra a una familia que le quiere, que, al fin y al cabo, es lo más importante. Nos gustó muchísimo y me hice con un ejemplar en cuanto pude. La autora es encantadora. Nos firmó el libro y nos llevó a visitar a la gatita bebé que conocimos en las jornadas benéficas. Todos nos derretíamos de ternura al verla tomarse su biberón. También nos encontramos con Melisa de madre reciente, que es una amante de los animales y una gran mamá (y fan de los juegos de mesa, por cierto).

Tras el cuento tuve que tragarme una cola de una hora para volver al avión porque el peque se había empeñado en que quería volver y quería volver. Así que allí nos fuimos. Nada más entrar, por fin, porque me traía loca... llega el mayor y ¡también se empeña en entrar! Otra vez a esperar. Cuando por fin salieron, nos fuimos a la biblioteca, que los enganchó tanto que tuvimos que repetir. Estaban picados por que no lograban descubrir el misterio de su laberinto. La última vez tuvo que entrar la monitora a sacarlos a rastras.

No faltó hacer la compra en el supermercado, ni pasar por el estudio de televisión, la última actividad antes de que anunciaran el inminente cierre de puertas. Fue un día increíble, maravilloso, pero no faltó algún que otro ataque de nervios por parte de la madre cuando perdí a Daniel entre la multitud o cuando se me escapaba cada uno para un lado y era incapaz de controlarles. Casi me da algo cuando perdí el pasaporte de Iván, pero el guardía de seguridad me tranquilizó enseguida proporcionándome enseguida otro acompañado de 50 eurix. Lo cierto es que la atención en el parque fue de diez. Y la organización del evento impecable.

Nos marchamos a casa agotados, con sonrisas inmensas, un ejemplar firmado de Galgui, comida para Fantasma y un precioso libro de viaje de gatos de la editorial Lata de sal El libro de mis Vacationes.









lunes, 25 de abril de 2016

Cocinando con huevo hilado Santa Teresa

Cuando desde Santa Teresa, una empresa de productos gourmet saludables, nos invitaron a un taller de cocina con niños, en De Olla y Sartén, en el que el ingrediente estrella era el huevo hilado me dieron una gran alegría, porque mis peques son dos chef en potencia que algún día me retirarán de la cocina (o eso es lo que me gustaría a mí jajaja). Les encanta trastear con la comida. Y si encima el ingrediente principal es dulce ya es la repanocha.

Los chiquillos acudieron emocionados al taller, aunque Iván estuvo advirtiéndome durante todo el camino que yo me tenía que quedar dónde él me viera. Se lo prometí y requeteprometí y aún así siguió erre que erre todo el camino. Últimamente la mamitis se le ha incrementado exponencialmente.

Por el camino se encontraron con Gololo y Toin y ya empezaron a revolucionarse. Iván no se separaba de mí, pero Daniel se juntó con su amigo Gololo y si te he visto no me acuerdo.

Al llegar casi se les salen los ojos de tanta cosa tentadora que les rodeaba: Salchichas, huevos duros, pan de molde... todo tipo de menaje e instrumentos de cocina...

De hecho, en un descuido maternal, se hicieron con los cuchillos y casi nos da un ataque, pero sin perder ni un ápice la calma, una de las cocineras maestras se acercó a ellos y les dio una clase magistral de cómo maneja los cuchillos un verdaderos chef para que no entrañe peligro para nadie. Pegados al cuerpo y con la punta mirando al suelo. "Y ahora los dejamos en su sitio porque, por ahora, no lo vamos a necesitar", terminó. Y los niños dejaron sus cuchillos en el recipiente sin una sola protesta. Alucinaba.

Pronto empezó la clase y todos los minicocineros tomaron posiciones. Mi mayor lejos de su madre, por si le fastidiaba la diversión, y mi pequeño encima de su madre, para que no se le ocurriera escaparse de su lado.

El primer plato era un gracioso cerdo hecho de jamón de york, aceitunas, huevo hilado y una hierba verde que no tengo ni idea de qué era. Fue muy divertido hacerlo y mucho mejor comerlo, porque estaba buenísimo. Luego, llegó el turno del caracol de salchicha, pan, salmón y huevo hilado.

Iván, se había dado por satisfecho con hacer el cerdo, que era lo que más le había llamado la atención del recetario que nos facilitaron al principio, así que tras engullir una salchicha se fue a vivir su vida. La sala estaba cerrada, así que no corría peligro de que se escapara, pero sí de que hiciera trastada tras trastada. Apagó las luces, lo tocó todo, se duchó con el agua... Hasta que no se le ocurrió jugar al escondite no dejó de liarla. Entonces, me tocaba a mí, entre colocar los cuernos al caracol y enrrollar el pan de molde, darme una vuelta para buscarle. Y se escondía bien el condenado. Cuando por fin daba con él corría a esconderse de nuevo entre carcajadas.

Cuando di el toque final a mi caracol, vino a verme el primogénito desconsolado porque no le salía el caracol. En cuanto vio el mío se le ocurrió un plan maestro: me dejó el suyo y se llevó el mío sin dudarlo un momento. No me importó mucho porque para mi estómago el sabor fue igual de delicioso como caracol de doble concha  que como babosa caracolera. La mezcla de sabores me encantó.

Finalmente llegó el momento de hacer el pollito. En cuanto pusieron los huevos duros al alcance de mis niños comenzaron a devorarlos. Se llevaron una buena regañina por parte de su madre.

Me concentré en hacer mi pollo y controlar a Iván que volvía a hacer de las suyas y cuando le pregunté a Daniel por su pollo, me contestó que se había comido el huevo. ¡¿¿¿¿Otra vez???! "Y el mío también", aseguró Gololo muerto de la risa. Ay Diossss. Y adivinad cual fue su siguiente víctima. Pues sí. Mi pollo, que desapareció en su boca en medio segundo. Así que ese no pude probarlo.

Tanto peques como mayores nos los pasamos genial cocinando y probando nuevos sabores. Nos fuimos de allí con pena de que acabara el taller.

A la salida nos dieron unas bolsas llenas de deliciosos productos Gourmet de Santa Teresa: Salmorejo, gazpacho de arándanos, mayonesa de aceite de oliva, hummus, membrillo en dados... A los niños les dieron una bolsa a cada uno con huevo hilado, membrillo, tuppers para sandwiches y un folleto explicativo sobre como comer sano muy simpático. me pareció un detallazo. Mis hijos iban la mar de felices con sus regalos. Ahora toca trabajar la creatividad culinaria en casa.

Fue fantástico coincidir con Gololo y Toin, Desvaríos de una Madre, Urban & Mom y muchas blogueras encantadoras y sus hijos.