lunes, 12 de febrero de 2024

Año nuevo chino 2024 del dragón de madera

El sábado no pudimos movernos de casa porque teníamos a los obreros dándolo todo en nuestra cocina, que estamos reformando, para que pudiéramos tener de nuevo caldera el lunes, pero el domingo nos dimos un salto al Mercado de la primavera que se celebraba con motivo de la celebración del año nuevo chino. En esta ocasión se despedía al conejo de agua y se daba la bienvenida al dragón de madera.

Nos plantamos en el barrio madrileño de Usera demasiado pronto y aprovechamos para dar un paseo por el parque Pradolongo. Raúl y yo vivimos cerca antes de mudarnos por cuestiones de logística cuando nació Daniel y nos hacía ilusión volver a visitarlo. Lo han mejorado muchísimo y eso que ya era muy chulo hace catorce años.

Allí encontramos lo que llevaba Daniel mucho tiempo buscando: un parque para adolescentes. A ver, en realidad es para niños, pero los columpios eran demasiado peligrosos para niños pequeños y algunos requerían de bastante habilidad por parte de sus usuarios.

Nos lo pasamos genial intentando superar los retos que nos presentaba. ¡Algunos eran chungos de narices!

A Daniel le preocupaba que se nos acercara algún adulto a echarle de los columpios por rebasar la edad, pero fue todo lo contrario. Vimos a más jóvenes e, incluso, adultos trepando por el fuerte o jugándose el tipo en las estructuras del exterior. Qué pena que nos quede tan lejos porque al mayor le entraron muchas ganas de volver con sus amigos y son padres. Algo que aún no va a ocurrir, porque lo veo muy peque como para salir del barrio sin adultos. 

No dio tiempo a mucho más, porque ya abrían el mercadillo y queríamos acercarnos al lugar de dónde salía el pasacalles ya que estábamos donde finalizaba y la hora a la que llegaba era muy tardía para nosotros.

Cuando llegamos al lugar había mucha gente y pocos puestos abiertos. De artesanía vimos muy poco por ese motivo y porque los niños tenían muy claro su objetivo: gastronomía china.

Por la hora no había mucha cola en los foodtracks, así que no tuvimos problema en hacernos con nuestro combo de baos. Nos sentamos a comerlos en un banco de la plaza. Los disfrutamos muchísimo.

Cuando acabamos nos fuimos a buscar sitio para ver el desfile. De tanta asistencia que había casi lo damos por imposible, pero finalmente Raúl nos encontró un hueco por el que verlo. Estuvo lleno de dragones, bailes, trajes tradicionales, música, mini espectáculos... se lo curraron muchísimo.

No lo vimos acabar porque Raúl se fue a eso de la una a ver si encontraba sitio donde comer mientras nosotros disfrutábamos un poco más del pasacalles y volvió con buenas noticias, pero teníamos que ir al restaurante ya.

No nos lo pensamos dos veces y salimos pitando a por nuestra mesa. Yo estaba completamente segura de que comer allí en un restaurante chino iba a ser misión imposible, pero acabamos en un hotpot disfrutando de sopas de setas y de pollo y coco con un montón de tropezones a la carta deliciosos: Carnes, pastas, verduras... Qué rico. Lo disfrutamos también muchísimo.

Y de allí nos encaminamos de nuevo para casa cruzando el parque. Ahora sí que nos detuvimos más para ver los rincones más chulos.

La verdad es que pasamos un día genial. Fue un planazo.
















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