¡Como le gusta el agua a mi pequeñín! Este fin de semana lo hemos llevado al río del pueblo de Raúl. Cómo ha disfrutado el enano.
Lo hemos soltado en la playita que hacen todos los años en la orilla y cuando ha descubierto el agua ha tardado muy poco en salir disparado a gatas a pegarse un cahpuzón. Afortunadamente le interceptamos a tiempo porque no tenía puesto su pañal - bañador.
Una vez equipado convenientemente se ha metido a chapotear emocionado. Que bien se lo ha pasado con las piedras, hasta se ha empeñado en probar una para ver a qué sabía, menos mal que estaba requetelavada por la corriente. Desde luego es poco probable que este niño tenga muchas alergias porque se está inmunizando a base de bien.
En un momento dado casi lo ahogo sin querer. Le hice el truco de contar hasta tres, soplarle en la nariz e introducirle en el agua cabeza y todo, pero había poca profundidad y me temo que cuando le quise hundir la cabeza ya había vuelto a repirar. Tosió un poquito, yo me sentí enormemente culpable y todo quedó en nada, porque enseguida se volvió a poner las pilas para recorrerse con ayuda de su papi y de su mami todos los recovecos de la parte que no le cubría. Eso sí, el próximo día me llevo zapatillas de río, porque Daniel y Raúl iban tan felices con sus pies estupendamente acomodados, pero yo no hacía más que resbalar y doblarme el tobillo, así que no pude coger a Danielillo y llevarlo hasta el fondo como hubiera querido. De eso se tuvo que encargar su padre.
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